Las gemas son a la astrología, algo parecido a lo que son los medicamentos para la medicina. Aunque el diagnóstico médico es importantísimo para la práctica médica, de no existir los medicamentos, la medicina se convertiría en ciencia temible que tan sólo seria útil para predecir el desarrollo de las enfermedades y no tendría elementos curativos. Algo así viene ocurriendo con la astrología, en la que impera amargamente su aspecto de diagnóstico, de previsión o de simple análisis psicológico, provocando a veces la sensación de oscuro determinismo.
Pero al recuperar el uso de las gemas, la astrología ya no es solo una técnica predictiva o de descripciones psicológicas; con las gemas, esta vieja ciencia, se transforma en una herramienta muy útil para corregir desequilibrios, contrarrestar carencias, subsanar deficiencias, neutralizar excesos, aligerar tensiones y redistribuir las energías en el cuerpo psíquico o energético del ser humano, creando nuevas posibilidades en la leyes del «azar».
La astrología como guía y calendario
A través de la astrología se nos muestra el plano o la ruta de nuestra existencia, un tema natal (o un horóscopo, como es su verdadero nombre) es como una guía cartográfica con calendario y reloj incluido. El tema natal nos desvela nuestra fortaleza y nuestras debilidades, nuestras capacidades expresivas, nuestras afinidades electivas, los avatares de nuestro destino, nuestros sueños dorados, nuestras metas y todo un largo etcétera que va tejiendo la vida humana.
La diferencia entre esa guía y nuestro estado actual, no es un error de la astrología, como no es fallo del calendario el realizar una siembra a destiempo. La diferencia entre el estado ideal y el real, hay que buscarlas en dos causas fundamentales: en primer lugar es el fruto de nuestra libertad, de nuestra exquisita libertad de equivocarnos; en segundo lugar, de la influencia del medio y de los demás. Ocurre igualmente con nuestro estado de salud, una cosa es el estado ideal de salud y de fortaleza física que podríamos alcanzar con una vida ordenada y, otro, es nuestro estado físico real, que a causa del abandono, el desorden, la dejadez, las influencias alimentarias de nuestro medio y nuestros errores, nuestro cuerpo adopta el aspecto físico que tenemos y provoca el estado de salud que disfrutamos o padecemos, la mayoría de las veces alejado del estado ideal y posible. Con nuestro psiquismo sucede de igual manera, una cosa es el estado psíquico ideal, que nosotros conocemos y, otro, el estado psíquico en el que nos encontramos en realidad.
En astrología se aprecia algo similar, a causa de nuestros errores y de la influencia de otros, se provoca un distanciamiento de nuestros objetivos o nuestras metas. El alejamiento o separación de nuestros objetivos son el foco central de las causas por
las cuales el individuo se siente infeliz o insatisfecho, por ello desde la astrología asociamos la infelicidad y la insatisfacción al grado de incumplimiento de nuestro destino natural. La infelicidad o la insatisfacción no son más que la distancia entre lo que se puede ser o sentir y lo que se es o se siente en realidad.