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ARMAS Y TÉCNICAS DE COMBATE 7 page

E. Vigila el fuego amigo

Incluso si una ciudad o parte de ella ha sido declarada «invadida» (completamente tomada por zombis), todavía puede haber focos de humanidad. Sin duda, estos supervivientes primero dispara­rán y, a continuación, identificarán a sus atacantes. Para evitar el fuego amigo, estate atento a las aglomeraciones de zombis. Esto podría indicarte que aún no ha terminado la batalla. Atención también a los montones de cuerpos muertos. Podrían señalar la zona de disparo de un francotirador desde una fortaleza cercana, escucha los disparos, intenta determinar su localización y dales un amplio margen. Mira y escucha otras señales tales como el humo, las luces en las ventanas, las voces de humanos o el sonido de maquinaria. De nuevo, vigila los cuerpos. Montones de cadá­veres, especialmente aquellos que miran hacia una dirección concreta, denotan que los no muertos intentaron por una razón en especial alcanzar un objetivo. El hecho de que mueran en el mismo lugar puede significar que un francotirador bien entrenado les disparó uno a uno desde una distancia fijada. Si sientes que estás cerca de los humanos, no intentes comunicarte con ellos. Hacer ruidos para que te reconozcan o gritar «¡No dispares!» por el camino atraería únicamente a los no muertos.

F. Entra al amanecer y sal al anochecer

A menos que la ciudad sea demasiado grande para atravesarla de día, nunca te pares o descanses dentro de sus límites. Como se ha dicho antes, los riesgos que se sufren viajando de noche por los campos se multiplican por cien en una ciudad. Si entras en una ciudad con sólo unas horas de luz, retírate de vuelta al campo. Si te encuentras cerca de los límites de una ciudad a pocos minutos de la puesta del sol, sigue avanzando hasta que estés seguro antes de parar a acampar. Es la única ocasión en que viajar de noche puede aceptarse. El campo durante la noche siempre es más seguro (relativamente) que la ciudad durante las horas de más luz.

G. Duerme con una vía de escape

Algunas ciudades pueden ser logísticamente imposibles de cruzar en un día. En especial ahora, con la extensión y la función de relleno de las ciudades (el desarrollo de terreno entre dos cascos urbanos), se hace más complicado definir los límites de una ciudad. En estos casos, será necesario encontrar un lugar adecuado para dormir o, al menos, descansar para el día siguiente. Busca edificios, preferiblemente de cuatro plan­tas como máximo, situados cerca (pero sin tocarse) uno de otro. Un edificio con azotea y con una sola entrada es el mejor refu­gio temporal. Primero, asegúrate de que puedes saltar de forma segura desde una azotea a otra. Segundo, sella la puerta de tu azotea. Si es imposible, haz una barrera con objetos que hagan el mayor ruido posible en caso de romperse. Tercero, ten siem­pre un plan de escape a largo plazo y otro a corto plazo. Si los zombis entran en la azotea, tienes el tiempo justo de desper­tarte y saltar a la azotea siguiente, posiblemente a la que sigue a esta y finalmente hacerlo a la calle. ¿Y entonces qué? Sin un plan de escape a largo plazo, lo único que habrás hecho es saltar al consabido fuego.



 

 

MEDIOS DE TRANSPORTE ALTERNATIVOS

 

1. Por aire

Las estadísticas han mostrado que volar es el modo más seguro de viajar. Cuando escapas de un área infestada, esto no puede ser más cierto. El tiempo de ruta se reduce a minutos. El terreno y otras barreras físicas se convierten en insignificantes. La nece­sidad de alimento, provisiones, prácticamente todas las leccio­nes de este capítulo, se desvanecen cuando vuelas alto muy por encima de las cabezas de una plaga de gules. Sin embargo, Viajar por aire tiene sus inconvenientes. Dependiendo del tipo de aparato de vuelo y de las condiciones en cuestión, estas desven­tajas pueden anular cualquier beneficio de desplazarse por el aire.

 

A. Aparato de vuelo de ala fija

Para la velocidad y la accesibilidad, nada supera al avión están­dar, si asumimos que al menos una persona de tu grupo sabe pilotar uno. La gasolina puede ser, literalmente, una cuestión de vida o muerte. Si el viaje requiere una parada para repostar, asegúrate de que sabes su localización exacta y puedes garan­tizar un aterrizaje seguro. En las primeras etapas de los brotes, muchos particulares cogieron sus aviones privados sin saber en absoluto a donde se dirigían. Muchos se estrellaron mientras otros intentaban repostar en áreas infestadas. En un caso, un ex piloto acrobático dirigió el avión hacia una zona fuera de peli­gro, se le acabó el combustible e intentó salvarse saltando en paracaídas. Para cuando tocó tierra, todos los zombis a dieciséis ki lómetros a la redonda habían visto estrellarse el avión y se iban acercando lentamente a su posición. (El resultado fue contado por otro piloto.) Los hidroaviones anulan este peligro poten­cial (siempre que permanezcas sobre el agua). Sin embargo, un aterrizaje forzoso en mitad de un lago o de un océano puede ponerte a salvo de los gules pero no de la naturaleza. Lee los relatos sobre pilotos de la Segunda Guerra Mundial que pasaron semanas en botes salvavidas después de ser derribados y puede que quieras pensártelo dos veces antes de subir en tu pájaro anfibio.

B. Helicóptero

La habilidad de aterrizar en cualquier estructura en cualquier momento supone un avance enorme en relación a los aparatos de vuelo de ala fija. Que se acabe el combustible no es una senten­cia de muerte, ya que no necesitas una pista de aterrizaje para aterrizar. ¿Pero qué pasa si lo haces en territorio hostil? Sólo el ruido anunciará tu presencia. En cuanto a repostar, aplica las mismas reglas que con los aparatos de vuelo de ala fija.

C. Globo aerostático

Una de las máquinas para volar más primitivas es en realidad una de las más eficaces. El globo aeros­tático, tanto de aire caliente como de helio, puede permanecer en el aire durante semanas. La desven­taja, sin embargo, es la falta de propulsión. Los globos aerostáti­cos dependen en gran medida del viento y de las corrientes térmicas para su desplazamiento. A menos que tengas mucha experiencia, utilizar un globo aerostá­tico puede hacer poco más que dejarte suspendido y desampa­rado sobre territorio hostil.

D. Dirigible

Pueden parecer ridículos, pueden ser casi imposibles de encontrar, pero si pretendes viajar por aire, no hay nada mejor que un dirigible lleno de helio. Estos aparatos de vuelo sin alas, perfec­cionados durante la Primera Guerra Mundial y que iban por buen camino para reemplazar a los aviones, fueron casi olvida­dos tras el desastre de Hindenburg en 1937. Hoy existen como poco más que vallas publicitarias o cámaras aéreas para eventos deportivos. Sin embargo, durante una infestación, combinan la longevidad del globo aerostático con la movilidad y la habili­dad para aterrizar en cualquier terreno del helicóptero. Los diri­gibles se han usado en cuatro ocasiones durante los brotes de zombis: una para escapar, una para estudiar y dos para misiones de búsqueda y destrucción. Todas fueron éxitos rotundos.

 

2. Por agua

Los barcos, en casi cualquier forma, suponen el modo de trans­porte más seguro durante un ataque. Como se ha comentado untes, aunque los zombis no usan los pulmones y pueden desplazarse bajo el agua, les falta coordinación para nadar. Por este motivo, viajar en barco tiene muchas de las ventajas de hacerlo volando. En muchas ocasiones, personas que intentan escapar cruzando cualquier masa de agua han mirado abajo para ver a los gules mirarles desde el fondo. Incluso si la quilla del barco queda a un par de centímetros del alcance de los zombis, los humanos en el interior no tienen nada que temer. Los estudios han demostrado que escapar por el agua tiene un índice de super­vivencia cinco veces más alto que hacerlo por tierra. Como gran parte de Estados Unidos está llena de ríos y canales, el trans­porte es teóricamente posible durante cientos de kilómetros. En algunos casos, los humanos que usan barcas como islas artificia­les en lagos o estanques han sobrevivido durante semanas mien­tras que las orillas estaban repletas de muertos vivientes.

 

Clases de propulsión

1. El motor: El combustible fósil permite no sólo una mayor velocidad sino un control en cualquier tipo de vía fluvial que


 
 

no puede compararse con nada. Sin embargo, un inconveniente bastante obvio es el suministro finito. De nuevo, asegúrate de llevar suficiente combustible para el viaje entero o de saber dónde se mantienen reservas seguras y repletas. Otro problema es, como puede esperarse, el ruido. Viajar muy lento conservará el combustible pero también alertará a todos los zombis que estén al alcance del oído desde la orilla (un motor que va lento hace tanto ruido como uno que va rápido). Los motores que funcionan con combustible fósil tienen su lugar. En un segundo, pueden aportar una explosión de potencia. Úsalos sólo cuando sea necesario y ten siempre mucho cuidado.

 

2. La vela: El viento es una fuente de energía consistente. Aprovecharlo te permitirá viajar sin la preocupación de tener que dosificar el combustible. Aparte del ondear de las velas suel­tas, las naves que se impulsan con el viento hacen el mismo ruido que el kelp flotante: casi ninguno. Desafortunadamente, el viento es también altamente impredecible. Un día de calma puede dejarte varado; un temporal fuerte puede hacer que zozobres. Nueve de cada diez veces, el viento no soplará en la dirección correcta. Aunque así sea, ir más lento o parar no será tan fácil como apagar el motor. Cualquier principiante puede pilo­tar una lancha motora como un cazador de ballenas de Boston, pero navegar requiere habilidad, paciencia, inteligencia y años de práctica. Recuerda esto antes de hacerte marinero de un día para otro, izar el foque y encontrar que el viento sopla en direc­ción a los muertos vivientes.

 

3. La fuerza física: ¿Qué puede haber más sencillo que remar? Con un poco de práctica, cualquiera puede propulsar y hacer maniobrar su propio navio. En este caso la mayor desventaja es tan simple como la vida misma: nos cansamos. Esto debe tenerse en cuenta cuando planifiques el viaje marítimo. ¿Qué distan­cia vas a recorrer? ¿Cuántas personas viajan contigo? Incluso haciendo turnos para llevar los remos, ¿podéis alcanzar vuestro destino antes de que todos estéis exhaustos? A menos que cuen­tes con un motor de reserva o velas, ten cuidado cuando plani­fiques viajes que dependen por completo de la fuerza física. Recuerda, los humanos necesitan descansar; los zombis, no. ¿Por qué ponerte en una situación que enfrenta nuestra mayor debilidad contra su mayor fortaleza?

 

REGLAS GENERALES:

Lo peor que puedes hacer cuando pones un pie en una barca es creer que se ha acabado el peligro. Este falso sentimiento de seguridad ha causado la muerte de cientos de personas, víctimas que habrían sido supervivientes fácilmente si hubieran mante­nido la guardia y la mente trabajando. Escapar por agua no es diferente a hacerlo por aire o por tierra. Se debe prestar aten­ción a las advertencias, se deben seguir las reglas y las lecciones deben aprenderse, tanto si han de aplicarse como si no, para un viaje seguro y con éxito.

CONOCE LA VÍA FLUVIAL: ¿Hay esclusas? ¿Qué hay de las presas, los puentes, los rápidos y las cataratas? AI igual que en suelo firme, conocer al detalle las vías fluviales que te encontrarás es esencial antes de comenzar tu viaje.

PERMANECE EN AGUAS PROFUNDAS: Preferible­mente más profundas de tres metros y medio. Menos profun­didad y un zombi puede ser capaz de alcanzar tu barca. Se ha perdido a muchos refugiados a causa de gules que van por debajo del agua, particularmente en aguas turbias. Otros han perdido partes de las hélices o una sección del timón al golpear a zombis sumergidos.

NO ESCATIMES EN PROVISIONES: Muchas perso­nas creen que viajar por un río o un canal elimina la nece­sidad de llevar comida empaquetada. Después de todo, ¿por qué no simplemente pescar y beber el agua que tienes justo debajo? Tristemente, los días de Huckíeberry Finn, cuando los ríos estaban limpios y repletos de alimento, hace mucho que terminaron. Tras décadas de vertidos industria­les, muchos ríos no están en condiciones de albergar vida alguna. Incluso sin los agentes contaminantes artificia­les, muchos ríos y lagos llevan suficientes bacterias de los desperdicios humanos y animales como para causar enfer­medades mortales. Conclusión: lleva siempre suficiente comida y agua fresca para la duración del viaje. También deberías usar una bomba con filtro de tres niveles para cocinar y lavarte.

¡VIGILA EL ANCLAJE!: Con demasiada frecuencia, las personas que se sienten seguras en sus barcas paran por la noche, echan el ancla y caen rendidos. Algunas de estas perso­nas nunca se despiertan. Los zombis que andan en el fondo pueden oír cómo se acerca una barca, así como el sonido que hace el ancla al chocar con la tierra. Aparte de encontrar­ la cadena, pueden usarla para ascender hasta la barca. Deja siempre al menos a una persona vigilando y estate prepa­rado para cortar el anclaje a la primera señal de problemas.

 

ATACANDO

 

En julio de 1887, la Isla Sur de Nueva Zelanda fue el escenario de un pequeño brote en una granja cerca de Omarama. Aunque las primeras etapas del ataque se desconocen, los informes apun­tan que al anochecer un grupo de catorce hombres armados mataron a tres zombis en los campos colindantes, luego se dirigieron a una casa para realizar lo que parecía ser una misión de limpieza sencilla. Mandaron a un hombre a hacer el reconocimiento de la casa. Entró; se oyeron gritos, gemidos y disparos; luego, nada. Enviaron a otro hombre. Al principio no se oía nada. Lo vieron asomarse por una ventana de la planta de arriba, diciendo a gritos que había encontrado un cuerpo a medio comer, pero nada más. De repente, apareció tras de él un brazo en descomposición, le agarró del pelo y lo empujó hacia dentro. Los otros entraron a toda prisa para ayudarle. Tan pronto como entraron en la casa, cinco zombis les atacaron desde todas direcciones. Las armas de mango largo como hachas y guadañas resultaron inútiles en el combate cuerpo a cuerpo. Pasó lo mismo con los rifles de cañón largo. Disparos de pistolas descontrolados mataron por accidente a tres hombres en el acto e hirieron a otros dos. En el punto álgido de la pelea, uno de los supervivientes sintió pánico, salió dispa­rado de la casa, cogió un farol y lo tiró por una ventana. Investi­gaciones posteriores sólo encontraron esqueletos carbonizados.

 

Este capítulo se hace con la idea de ayudar a planear una misión civil de búsqueda y destrucción. Como se ha dicho antes, varias agencias gubernamentales tendrán su propio equipo y su doctrina (esperemos) para ocuparse de una guerra tan poco convencional. Si hacen acto de presencia, genial. Siéntate de brazos cruzados, relájate y mira cómo el dinero de tus impuestos realiza el trabajo duro. Pero como también se ha comentado antes, ¿y si no encon­tramos a aquellos a quienes pagamos y esperamos que nos prote­jan? En ese caso, la responsabilidad de erradicar la amenaza de los no muertos depende de ti y de los que puedas convencer para que se unan a ti. Cada regla, cada táctica, cada herramienta y arma que aparecen en este apartado han sido cuidadosamente adaptadas para ese tipo de eventualidad. Hemos extraído todo de combates reales. Se ha comprobado todo y ha demostrado estar listo para la batalla en el momento en que ha acabado la retirada y ha llegado la hora de cazar a los cazadores.

 

REGLAS GENERALES:

1. RESPUESTA COLECTIVA: Al igual que en otro tipo de combate, la acción militar contra los no muertos nunca debe ser misión de una sola persona. Como se dijo antes, en la cultura occidental (particularmente la estadounidense) existe el mito del superhéroe que lucha solo. Un hombre o una mujer, bien armado y con habilidades desarrolladas y nervios de acero, puede conquistar el mundo. En realidad, el que crea eso debería simplemente desnudarse, llamar a gritos a los no muertos y a continuación tumbarse en una bandeja de plata. Si vas solo, no van únicamente a matarte, también podrían crear un zombi más. Trabajar en grupo, siempre en grupo, demuestra ser la única estrategia con éxito para aniquilar un ejército de no muertos.

2, SÉ DISCIPLINADO: Si no haces caso a nada más de este capítulo y si el armamento, el equipo, la comunicación y las tácticas parecen una tonta pérdida de tiempo; si sólo una herramienta te acompaña en la batalla contra los muerto* vivientes, deja que sea la disciplina estricta, inquebrantable e incuestionable. Un grupo con autocontrol, independiente­mente de su número, puede infligir un daño infinitamente mayor a un enemigo no muerto del que podría provocar una multitud bien armada. Como este libro está escrito para civi­les, no personal militar, la disciplina de este calibre es difícil de conseguir. Cuando elijas a tu equipo, asegúrate de que los hombres y las mujeres que están bajo tu mando entienden tus instrucciones. Usa un lenguaje claro y conciso. No recu­rras a la jerga militar u otra diferente a menos que tu equipo esté familiarizado con sus significados. Asegúrate de que hay un líder al que el grupo entero conoce y respeta. Asegúrate de que no hay diferencias personales o, al menos, de ­que las dejan muy atrás. Si estas condiciones suponen redu­cir tu grupo, que así sea. Tu equipo debería y debe funcio­nar como si fuera un solo individuo. Si no, os aguardan una plétora de posibilidades de pesadilla. Grupos grandes y bien equipados han acabado destruidos por completo cuando a sus miembros les ha entrado el pánico, se han dispersado o se han atacado entre ellos. Olvida todo lo que has visto en las películas sobre las bandas dispersas que se pelean con cervezas y armas en la mano protegiendo a la humanidad cic­la amenaza zombi. En la vida real, una turba como esa no sería más que un bufé lleno de pistolas.

3. SIEMPRE ALERTA: Quizá te enorgulleces de una pelea con éxito, quizá estás cansado de los días sin dormir, quizá horas y más horas de búsqueda infructuosa te han dejado aburrido hasta hacerte perder un tornillo. Por la razón que­sea, nunca bajes la guardia. Los no muertos podrían estar en cualquier parte, sus ruidos amortiguados, sus señales igno­radas. No importa lo segura que parezca la zona: ¡Estale alerta! ¡Estate alerta! ¡Estate alerta!

4. USA GUÍAS: No todas las batallas ocurren en el césped de casa. Antes de entrar en un área que no te resulte familiar ni a ti ni a tu grupo, recluta a alguien que conozca la zona. El o ella puede señalar los lugares donde podéis esconderos, todos los obstáculos, todas las vías de escape y demás cosas. Se ha sabido que grupos sin guía han provocado desastres por acci­dente por no saber que una tubería de gas principal estaba en su línea de fuego o que sustancias químicas tóxicas se alma­cenaban en el edificio que quemaban. Los ejércitos con éxito en el transcurso de la historia han empleado siempre a habi­tantes de la zona que pretendían conquistar. Los ejércitos que entraron a ciegas normalmente encontraron la derrota.

5. TEN UNA BASE, TEN APOYO: Un equipo nunca debe enfrentarse a una batalla sin haber establecido una zona de seguridad. Esta área debería encontrarse fuera de la zona objetivo. Debería estar a cargo de ella un grupo de apoyo con todas las instalaciones necesarias para permitir que sigas luchando. Debería ser fácilmente defendible en caso de que la corriente de la batalla de la vuelta. La fortaleza, el hospi­tal, el depósito de suministros, el centro de información de combate; todo esto debería brotar en la mente cuando ordenas a tu grupo volver a la base.

6. APROVECHA LA LUZ DEL DÍA: No es casualidad que la mayoría de películas de terror se desarrollen de noche. La oscuridad ha inspirado siempre terror por una simple razón: el Homo sapiens no está diseñado para la actividad nocturna. Nuestra falta de visión nocturna y pobres oído y sentido del olfato nos hacen criaturas diurnas. Aunque los zombis no tienen habilidades mejores para luchar por la noche que nosotros, ha sido demostrado que el margen de seguridad siempre disminuye cuando nos enfrentamos con ellos después del anochecer. La luz del día no sólo propor­ciona una mayor visibilidad sino que también confiere un impulso psicológico a tu gente.

7. PLANEA TU HUIDA: ¿A cuántos zombis te vas a enfren­tar? A no ser que sepas el número exacto, asegúrate de escoger siempre una vía de escape que hayas explorado y tengas bajo vigilancia. A menudo, cazadores que estaban muy confiados se han desplazado sin rumbo hasta llegar a un área infestada sólo para ser desbordados por cantidades que nunca consideraron. Asegúrate de que el camino para esca par está despejado, está cerca de tu posición y, sobre todo, que no hay obstáculos en él. Si el número lo permite, deja n varios miembros de tu grupo para que mantengan libre esta vía de escape. Grupos en retirada han sido a veces atrapa­dos cuando su ruta de escape fue bloqueada por una masa de muertos andantes.

8. DEJA QUE SE ACERQUEN A TU POSICIÓN: Más que cualquier otra, esta táctica permite a los vivos explotar por completo la ventaja de su inteligencia. Un ejército de humanos, si sabe que se acerca un ataque, esperará pacientemente y a salvo para defenderse. Por eso en las guerras convencionales de los humanos, un atacante siempre necesita al menos una ventaja numérica de tres sobre uno para asegurar el éxito, No pasa lo mismo con los no muertos. Como los zombis sólo se desplazan por instinto, atacarán sin importar la situación, Esto te ofrece la ventaja de esperar cerca de un área infestada y dejarles que se acerquen. Haz todo el ruido que puedas, enciende hogueras, incluso envía a uno o dos exploradores rápidos para atraerlos. Cuando los muertos lleguen, estarás en posición de defensa agresiva, listo para matar a la mayo ría antes de ir a acabar con ellos. Como esta táctica ha demostrado ser la más efectiva, diferentes ejemplos de su ejecución se discutirán más tarde en este capítulo.

9. ¡LLAMA!: Antes de entrar en una habitación, cerrada o no, escucha siempre si hay alguna actividad dentro. Podría haber un zombi al otro lado de la puerta, dócil, callado, listo para moverse a la primera señal de la presa. ¿Cómo es posi­ble? Tal vez humanos a los que mordieron murieron tras las puertas cerradas. Tal vez otros humanos mal informados los colocaron allí creyendo que protegerían a sus familiares. Sea por la razón que sea, hay una posibilidad sobre siete de que se dé esta situación. Si al principio no oyes nada, haz algún ruido. Esto podría estimular a algún gul que estu­viera en silencio o confirmar que la habitación está vacía. De cualquier modo, estate siempre alerta.

10. SÉ METICULOSO: En las primeras etapas de un brote, las personas tienden a capturar, no a matar, a los zombis que conocieron cuando eran mortales. Cuando los capto­res huyen o son devorados, los zombis retenidos pueden quedarse durante años, capaces de repetir el ciclo si son liberados. Después de rastrear un área en busca de gules, rastréala de nuevo. Entonces, rastréala otra vez. Los zombis podrían estar en cualquier parte: en las alcantarillas, en los desvanes, en los sótanos, en los coches, en los conductos de ventilación, en los túneles de servicio, incluso dentro de los muros o bajo los montones de escombros. Pon particu­lar atención a las masas de agua. Se ha sabido que zombis deambulando por el fondo de los lagos, los ríos, incluso en los estanques, salieron a la superficie mucho después de haber sido declarada un área segura. Sigue las instrucciones que se exponen en este capítulo para una limpieza acuática de búsqueda y destrucción correcta.

11. MANTEN LA COMUNICACIÓN: Permanecer en contacto con cada miembro de tu grupo es uno de los facto­res más vitales para una misión satisfactoria. Sin la comu­nicación adecuada, los cazadores pueden separarse, acabar infectados o ser disparados por accidente por su propio grupo (al igual que en las guerras convencionales, esto ocurre generalmente más de lo que se reconoce). Los trans­misores-receptores pequeños (incluso las marcas bara­tas que se venden en tiendas de electrónica) son la mejor manera de permanecer en contacto. Los walkie-talkies también son preferibles a los teléfonos móviles ya que su señal no depende de los satélites, ni de los repetidores, ni de cualquier ayuda externa.

12. MATA Y ESCUCHA: Después de una escaramuza, se cauteloso siempre con grupos secundarios de zombis. En el momento que un gul es sacrificado, cesa toda actividad y escucha el mundo que te rodea. Lo más probable es que si algunos zombis están lo suficientemente cerca hayan escu­chado la batalla y estén acercándose a tu posición.

13. DESHAZTE DE TODOS LOS CUERPOS: Una vez que el área es verdaderamente segura, quema tanto los cuerpos de los no muertos, como los de tu bando que hayan caído. Para empezar, elimina la posibilidad de que los cadáveres de las personas infestadas resuciten convertidos en zombis. En segundo lugar, previene el riesgo para la salud asociado con cualquier tipo de carne podrida. Los humanos recién asesi­nados proveen de una atractiva comida a pájaros, animales carroñeros y, por supuesto, otros zombis.

14. CONTROLA LOS INCENDIOS: Cuando uses fuego, asegúrate de tener en cuenta todo lo que implica. ¿Puedes controlar las llamas? Si no es así, el fuego pondrá en peli­gro a tu grupo. ¿La amenaza zombi es lo suficientemente seria para justificar la destrucción de montones de propie­dades privadas? La respuesta puede parecer obvia, pero ¿para qué quemar media ciudad para matar a tres zombis que podrían destruirse con un rifle? Como se ha dicho antes, el fuego puede ser tan poderosamente un enemigo como es un aliado. Úsalo sólo cuando sea necesario. Asegúrate de que tu equipo puede escapar fácilmente de un incen­dio descontrolado. Asegúrate de saber dónde se almacenan todos los explosivos y productos químicos venenosos y si su destrucción puede poner en peligro a tu equipo. Asegúrate de practicar con tus herramientas incendiarias (soplete, cóctel Molotov, bengala, etc.) antes de entrar en una zona de combate para saber de lo que son capaces. Ten cuidado con la emisión de gases inflamables, por ejemplo el escape de una tubería de gas principal. Incluso sin recurrir al fuego como arma, el peligro de estos gases, los vertidos quími­cos, el escape de tanques de gasolina de los automóviles y multitud de otros peligros son suficientes para prohibir fumar durante una misión de búsqueda y destrucción.


Date: 2015-12-24; view: 746


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