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ARMAS Y TÉCNICAS DE COMBATE 1 page

 

 

Eran al menos quince o veinte; hombres, mujeres, niños. Abrimos fuego a setenta, quizá ochenta metros. Veía cómo salían volando pedazos de carne. ¡Nuestros disparos dañaban sus jilas! Pero seguían avanzando. ¡Simplemente, siguieron avanzando! Divisé a uno y dejé escapar una ráfaga de mi BXP. Sé que le rompí en dos la columna porque aquel hombre se dejó caer como una hoja. Aún con espasmos en las piernas, ¡se arrastraba hacia mí! A veinte metros, abrimos fuego con el Vektor. ¡Nada! Veía cómo los trozos de órganos y huesos les salían dispara­dos por la espalda. Había extremidades literalmente serradas por las articulaciones. La SS77 es la mejor ametralladora jamás construida: 840 metros por segundo, 800 disparos por minuto; pero no estaba consi­guiendo ¡absolutamente nada! Con las granadas sólo habíamos conse­guido derribar a uno de ellos. ¡A uno! Su cuerpo mutilado estaba inmóvil pero la cabeza aún intentaba mordernos. [Nombre no revelado] empezó a disparar con su RPG. El maldito proyectil dio de lleno en un blanco fácil de atacar ¡y destrozó una roca que había detrás! Finalmente, cuando estaban a cinco metros de nosotros, usamos la poca gasolina que nos quedaba para el lanzallamas. Los hijos de puta se encendieron como antorchas pero ¡no se detuvieron! Uno de ellos agarró a [Nombre no revelado], haciéndolo prender también mientras le mordía en el cuello. Vi al resto de aquellas cosas rodearlo conforme nos perdíamos entre la jungla. Una multitud de cuerpos agachados ardiendo desgarrando a otra antorcha humana que no dejaba de gritar. ¡La puta que parió al demonio, ¿qué diablos se suponía que teníamos que hacer?!

—MERCENARIO SERBIO DURANTE LA GUERRA CIVIL DE ZAIRE, 1994


 

Elegir las armas correctas (nunca lleves sólo una) puede estable­cer la diferencia entre un montón de zombis muertos o convertirte en uno de ellos. Cuando te enfrentas con un no muerto, es fácil creer en la estrategia de supercomando: cargar con las armas más pesadas y más potentes posibles y salir a patearles el culo. No sólo es absurdo, también es suicida. Los zombis no establecen torres de control al más puro estilo de Tras la línea enemiga, con un derribo en masa a la primera descarga teatral de artillería. Armarse para el encuentro con un zombi requiere una consideración especial, tener la cabeza bien fría y hacer un análisis práctico de todos los factores implicados.

 

REGLAS GENERALES:

 

 

¡OBEDECE LA LEY!: Las regulaciones gubernamentales sobre armas de fuego y explosivos dependen de donde te encuentres. Sigúelas al pie de la letra. El castigo puede ir desde una multa considerable hasta el encarcelamiento. En cualquier caso, el resultado que supone un expediente crimi­nal es algo que ¡no puedes permitirle! Cuando los muertos lleguen, las fuerzas de la ley deben considerarte como un ciudadano modelo, alguien en quien confiar y a quien dejar solo, y no como un criminal de cuestionables antecedentes que debería ser interrogado a la primera señal de proble­mas. Afortunadamente, tal y como este capítulo te mostrará, de forma sencilla, las armas legales te servirán más que las armas de destrucción masiva.



ENTRENA CONSTANTEMENTE: Poco importa el arma que uses, un simple machete o un rifle semiautomático, debe convertirse en una extensión de tu cuerpo. Practica tanto como te sea posible. Si se imparten clases, apúntate por todos los medios. Aprender de instructores cualificados te ahorrará mucho tiempo y energía. Si puede desmontarse el dispositivo, hazlo tanto de día como de noche hasta que conozcas cada clavija, cada soporte, cada curva y borde de ese aparato tan importante. Con la práctica aparecerán la experiencia y la confianza, dos rasgos que debes desarrollar a la hora de salir victorioso de la batalla contra los muer­tos vivientes. La historia ha demostrado que una persona bien entrenada con una sola roca, tiene más posibilidades de sobrevivir que un novato con la última maravilla tecno­lógica.

CUIDA TUS HERRAMIENTAS: Las armas, por muy simples que sean, deben cuidarse como si se trataran de se­res vivos. Cualquiera con algo de experiencia en armas de fuego sabe que la inspección y la limpieza forman parte de la vida diaria. Esto también se aplica a las armas para el com­bate cuerpo a cuerpo. Debemos pulir y proteger del óxido las espadas. Las empuñaduras necesitan revisión y manteni­miento. Nunca abuses de tus herramientas o las expongas a un deterioro innecesario. Si es posible, haz que un profesio­nal con experiencia las examine con regularidad. Estos ex­pertos detectarán los primeros defectos imperceptibles para el usuario principiante.

ATENCIÓN A LOS ARTILUGIOS DE EXPOSICIÓN: Muchas compañías ofrecen una variedad de réplicas de armas, como espadas, arcos, etc., creados, simplemente, para la decoración. Examina siempre los artilugios selec­cionados a conciencia y asegúrate de que se fabricaron para usarlos en la vida real. No confíes exclusivamente en la pala­bra de la compañía. «Lista para el combate» puede signifi­car que el artículo podría soportar unos cuantos golpes en un escenario teatral o en una exposición de historia, pero se romperá por la mitad en el momento crucial de un enfrenta-miento a vida o muerte. Si los recursos lo permiten, compra una réplica y entrena con ella hasta que se rompa. Sólo entonces deberías confiar en sus habilidades.

DESARROLLA EL ARMA PRINCIPAL: El cuerpo humano, si lo cuidamos y entrenamos correctamente, es la mayor arma que existe. Los estadounidenses son conocidos por su mala dieta, su falta de ejercicio y su implacable feti­chismo por la tecnología del ahorro de trabajo. Tan conocida como es la expresión «parecer un vegetal», un término más apropiado para ellos sería «ganado»: gordo, vago, apático y listo para que te coman. El arma n.° 1, la herramienta bioló­gica que es nuestro cuerpo, puede y debe ser transformada de presa a depredador. Sigue una dieta estricta y un régi­men de buena forma física. Concéntrate en lo cardiovascu­lar en lugar de los ejercicios para aumentar la musculatura. Controla cualquier enfermedad crónica que puedas padecer, sin importar lo leve que sea. Aunque tu peor dolencia sean las alergias, ¡trátalas con regularidad! ¡Cuando surja una situación, debes saber exactamente de lo que tu cuerpo es capaz! Estudia y domina al menos un arte marcial. Asegúrate de hacer hincapié en controlar la forma de escapar más que en asestar golpes. Saber cómo escapar de las garras de un zombi es la habilidad más importante y la única que debe preocuparte cuando te encuentres en un combate cuerpo a cuerpo.

 

 

COMBATE CUERPO A CUERPO

 

El combate cuerpo a cuerpo debería evitarse siempre. Como un zombi carece de velocidad, es más sencillo correr (o caminar rápido) que quedarse y luchar. Sin embargo, puede que necesi­tes matar a un zombi de cerca. Cuando ocurra esto, la coordi­nación en fracción de segundos será crítica. Un movimiento en falso, un momento de duda y sentirás unas manos frías aferrarse a tu brazo, o unos dientes afilados y rotos mordiéndote. Por esta razón más que cualquier otra, elegir un arma para el cuerpo a cuerpo es más importante que cualquier otra de esta sección.

 

1. Mazas

Cuando usas un arma sin filo, el objetivo es aplastar el cerebro (recuerda que la única manera de matar a un zombi es destruyendo su cerebro). Esto no resulta tan fácil como suena. El cráneo humano es una de las super­ficies más duras y perdurables de la natura­leza. Del mismo modo, lo es el del zombi. Se necesita una fuerza extrema para fracturarlo y no menos para hacerlo pedazos. Sin embargo, debe hacerse, y hay que hacerlo, de un único golpe en el lugar adecuado. Fallar tu objetivo o no conseguir traspasar el hueso te dejará sin una segunda oportunidad.

Las varas, hachas de mano y otras mazas de madera son


buenas para quitarse de en medio o salir airoso de un ataque individual. Lo que hace falta es peso y fuerza para poder dar un golpe letal. Una sección de una tubería de plomo funcionaría en un único encuentro, pero es demasiado pesada para los que están en movi­miento. Un mazo tiene la misma limitación y también requiere práctica para aquellos que lo usen para pegar a un objetivo en movimiento. Las barras de aluminio son lo suficientemente ligeras para valer en una pelea, tal vez dos, pero sabemos que se doblan después de un uso prolongado. El estándar, el martillo de carpintero tiene un poder espectacular pero un alcance muy limitado. Su mango corto permite al zombi agarrarte del brazo y pararlo. Una porra de policía, hecha de plástico de acetato (en muchos casos), es lo suficientemente resistente para cualquier batalla pero le falta el poder letal para asesinar de un solo golpe. (Nota: fue diseñado con esa inten­ción.)

La mejor maza es el desencofrador de acero. Pesa relativamente poco y su construcción duradera la hace ideal para el combate cuerpo a cuerpo. Su curvo y semiafilado borde también permite un movimiento punzante a través de la cuenca del ojo, directamente hacia el cráneo. Más de un superviviente cuenta haber matado a los zombis de este modo. Otra ventaja del desencofrador es que puede utilizarse de palanca para abrir una puerta, levantar un objeto pesado o realizar otras tareas para las que fue diseñado en un primer momento. Ninguna de esas funciones puede llevarse a cabo con otra de las herramientas mencionadas anteriormente. El modelo de titanio, más ligero y duradero que el de acero, se está colando en los mercados occidentales desde Europa del este y la antigua Unión Soviética.

2. Armas afiladas las armas afiladas, de cualquier tipo, tienen ventajas y desventajas sobre las anteriores. Las que tienen suficiente fuerza para partir el cráneo en esca­sas ocasiones resisten después de varias repeticiones. Por esta razón, los cortes, particular­mente la decapitación, cumplen la misma función que volarle la cabeza a alguien. (Nota: la cabeza diseccionada de un zombi aún puede morder y debe considerarse como una amenaza.) La ventaja de cortar en lugar de aplastar es que puede hacer que matar a un zombi sea inne­cesario. En algunos casos, seccionar una extremidad o serrar la columna vertebral es suficiente para incapacitar a un agresor no muerto. (Nota: seccionar una extremidad también conlleva la posibilidad de entrar en contacto con el virus a través del área expuesta.)

El hacha de un civil puede romper con facilidad el cráneo de un zombi, hacer pedazos el hueso y el cerebro de una sola embestida. La decapitación es igual de fácil; por esa razón el hacha ha sido la herramienta favorita para las ejecuciones durante siglos. Conseguirlo si una cabeza se mueve puede resultar difícil. Además de esto, si el golpe termina siendo un desas­tre total, tendrás que compensarlo largándote. En última instancia, el hacha de mano, la más pequeña, es una buena arma. Si estás acorralado y las armas más grandes resultan inútiles, un golpe de hacha hará algo más que encargarse del agresor. La espada es el arma afilada ideal, pero no bastará con cual­quiera de ellas. Floretes, estoques y otras armas de esgrima no se han hecho para cortar. Su único uso posible sería una esto­cada directa a la cuenca del ojo seguida de un rápido giro dentro del cerebro. Este movimiento, sin embargo, sólo ha conseguido realizarse en una ocasión, por un esgrimista entrenado, y por eso no es muy recomendable.

Las espadas medievales de una mano te permiten tener una mano libre para otras tareas como abrir una puerta o protegerte con un escudo. El único inconveniente es que les falta capacidad de oscilación. Un brazo no tiene la fuerza suficiente para cortar el cartílago grueso que hay entre los huesos. Otro inconveniente es la falta de precisión del usuario. Hacerle una herida en algún lugar del cuerpo a un oponente vivo es una cosa. Hacerle un corte exacto y limpio en el cuello es algo completamente dife­rente.

Las espadas de dos manos pueden considerarse las mejores de su clase, ya que proveen la fuerza y precisión para una deca­pitación perfecta. De este grupo, la catana japonesa ninja ocupa el primer puesto. Su peso (entre 1,5 kg y 2,5 kg) es perfecto para los conflictos de larga duración y su cuchilla puede cortar la fibra orgánica más dura.

En lugares estrechos, las cuchillas más cortas son ventajosas. La gladius romana es una opción, aunque es difícil encontrar imitaciones preparadas para usarlas en combate. El ninjato japo­nés presume de empuñadura a dos manos y, en modelos espe­ciales, de acero templado. Ambos factores hacen de él el arma suprema. El machete común, debido a su tamaño, peso y dispo­nibilidad, probablemente suponga tu mejor opción. Si es posi­ble, encuentra el tipo militar que normalmente se vende en tien­das de stock del ejército. Su acero suele ser de la mayor calidad y su cuchilla ennegrecida ayuda a ocultarse en la noche.

 

3. Miscelánea de armas de mano Lanzas, picas y tridentes sirven para atravesar a un zombi y alejarlo de tu alcance, pero no necesariamente para conseguir matarlo. Clavárselas en la cuenca del ojo es posible pero poco probable. La alabarda europea medieval (un híbrido entre hacha v lanza) puede servir como un arma cortante pero, de nuevo, requiere una gran habilidad y práctica para conseguir decapitar de un único golpe. Estas armas, aparte de usarlas como mazas o mantener a tu atacante a distancia, sirven de poco.

El lucero del alba o mangual, una bola con púas encadenada a una barra, hace exactamente el mismo daño que un desencofrador, aunque de un modo aún más dramático. El propietario balancea la barra con un movimiento circular y amplio, propor­cionando suficiente velocidad para lanzar la bola y romper el cráneo de su oponente. Usar esta arma requiere una habilidad considerable y por eso no es muy recomendable.

La maza de armas tiene la misma función que el martillo doméstico estándar pero sin las ventajas de los usos prácticos más recientes. Una maza no puede usarse de palanca para abrir una puerta o una ventana, clavar un cincel o un clavo. Intentar algo así podría acarrear una lesión por accidente. Por consi­guiente, lleva contigo esta arma medieval sólo cuando no tengas otra alternativa.

Los cuchillos siempre son útiles, sirven para una variedad de funciones en multitud de situaciones. Al contrario que un hacha de mano, pueden matar a un zombi sólo cuando se clave la cuchilla por la sien, la cuenca del ojo o la base del cráneo. Por otro lado, los cuchillos pesan menos que las hachas de mano y, por lo tanto, son mejores para usarlos en movimiento. Cuando elijas un cuchillo, asegúrate de que la cuchilla no mide más de quince centímetros de largo y de que siempre sea lisa. Evita las combinaciones de cuchillos serrados y hojas de sierra que encuentres en cuchillos de supervivencia, pues suelen quedarse enganchados dentro de las víctimas. Imagínate que estás clavándole un cuchillo a un zombi en la sien y que te das la vuelta para volver a usarlo contra otros tres gules pero eres incapaz de sacarle al zombi el cuchillo de la cabeza.

El cuchillo de trinchera es, sin lugar a dudas, la mejor arma compacta que existe contra los zombis. Combina una púa de dieciocho centímetros de acero que funciona de cuchilla y un puño de latón como mango. Se inventó durante los despiadados combates cuerpo a cuerpo de la Primera Guerra Mundial, donde los soldados se mataban en trincheras no más anchas de un metro. Concretamente, fue diseñado para apuñalar hacia abajo a través del casco de acero del enemigo. Te puedes imaginar lo efectiva que es esta arma contra los zombis. El que usara este cuchillo podría clavárselo fácilmente en el cráneo a un zombi, extraerlo de forma limpia y rápida, luego volver a hundirlo en el cerebro de otro zombi o, por lo menos, derribar a otro con un golpe del puño de latón en la cara. Los modelos originales son extremadamente raros; apenas quedan unos cuantos en museos y residencias de coleccionistas privados. Sin embargo, pueden encontrarse representaciones esquemáticas acertadas y detalla­das; hazte con una o fabrica dos réplicas que puedan utilizarse para combatir y superen la prueba de esfuerzo. Será una inver­sión de la que nunca te arrepentirás.

 

 

La pala shaolin

Esta arma conlleva una mención especial en el arsenal contra los zombis. Parecerá poco convencional: una vara de madera dura de un metro ochenta de largo con una cuchilla lisa y campaniforme en un extremo y otra cuchilla orientada hacia fuera con forma de media luna en el otro extremo. Surge como herramienta agrícola de bronce afilada usada durante la dinas­tía china Shang (1766-1122 a. C). Cuando el budismo emigró a China, la espada fue adoptada por los monjes shaolin que la usaron como herramienta y como arma. En varias ocasiones ha demostrado ser sorprendentemente efectiva contra los muertos vivientes. Utilizar ambas cuchillas producirá una decapitación inmediata, y su longitud aporta la completa seguridad del que la use. Esta longitud no es muy práctica en un combate en un lugar estrecho, de hecho debe descartarse su uso en dichas situacio­nes. En espacios abiertos, sin embargo, nada combina la seguridad de una lanza con el poder de matar de una catana como la pala shaolin.

 

Existe una gran variedad de armas de mano por todo el mundo y el espacio no permite al autor hablar sobre cada una de forma individual. Si descubres un artilugio o herramienta que creas que puede considerarse una buena arma, hazte las siguientes preguntas:

 

1. ¿Puede romper un cráneo de un solo golpe?

2. ¿Si no, puede decapitar con dicho golpe?

3. ¿Es fácil de manejar?

4. ¿Es ligera?

5. ¿Cuánto tiempo crees que podría valerte?

 

Las preguntas 3, 4 y 5 dependerán de tu situación concreta. ¡Las preguntas 1 y 2 son esenciales!

 

4. Herramientas eléctricas

La ficción popular nos ha mostrado el increíble y brutal poder de la motosierra. Sus dientes giratorios y extremadamente veloces pueden cortar con toda facilidad la carne y el hueso, haciendo que la fuerza y la habilidad requeridas para las armas de mano sean innecesarias.

Su estruendo también puede dar al propietario un estímulo psicológico muy necesario (fortaleza en una situación en la que el terror más abyecto es un hecho). ¿Cuántas veces has visto en una película de terror que esta máquina industrial asesina signifique la perdición de todos y todo lo que toca? En realidad, las motosierras y los dispositivos eléctricos similares ocupan un lugar bastante bajo en la lista de armas que se utilizan para matar a zombis. Para empezar, el surtidor de combustible es finito. Una vez agotado, llevarlo te protegería lo mismo que si lleva-

ras una cadena de música portátil. Llevar combustible extra o baterías conduciría al segundo problema inherente: el peso. Una motosierra suele pesar cuatro kilos y medio; podemos compararla con lo que pesa un machete: un kilo. ¿Para qué aumentar las probabilidades de agotamiento? También debe considerarse la seguridad. Cualquier desliz y los dientes rodantes podrían atravesarte el cráneo con la misma facilidad con que atravesa­ría el de tu enemigo. Al ser una máquina, el ruido supone otro problema. El rugido peculiar de las motosierras, aunque sea durante unos pocos segundos, sería suficiente para anunciar a todos los zombis que lo oyeran: «¡La cena está servida!».

 

HONDAS Y FLECHAS

Normalmente se cree que usar balística que no sea de fuego como los arcos y los tirachinas supone un desperdicio de energía y recursos. En muchos casos, es verdad. Sin embargo, si se usan debidamente, un arma así te permite matar a largo alcance con poco o ningún ruido. ¿Qué pasa si intentas escapar de un área infestada, tuerces una esquina y te bloquea el paso un zombi? Está demasiado lejos para usar un arma de mano. Antes de acercarte más, su gemido revelaría tu posición. El chasquido de un arma de fuego crearía una alarma aún mayor. ¿Qué hacer? En casos como este, algunas armas silenciosas serán tu única opción.

LA honda

Famosa por el relato bíblico de David y Goliat, esta arma ha formado parte de nuestra herencia desde tiempos prehistóricos. Se coloca una piedra lisa y redonda en la zona más ancha de una lira de cuero fina, esta se agarra por los dos extremos, la giramos repetidamente realizando un círculo rápido y luego se suelta uno de los extremos de la tira, dirigiendo la piedra al objetivo. En teoría, es posible despachar a un zombi con un silencioso golpe en la cabeza a menos de treinta pasos. Sin embargo, incluso con meses de entrenamiento, las posibilidades de realizar un tiro como ese son una sobre diez. Sin experiencia, sería mejor que la persona que utiliza la honda se limite a lanzar sólo piedras.

El tirachinas

Es un descendiente de la correa de cuero. El tirachinas moderno es diez, veces más preciso que su antecesor, la honda. Sólo le falta fuerza. Los pequeños proyectiles de fuego que lanzan los tirachinas modernos no tienen la fuerza suficiente, incluso a una distancia muy cercana, para penetrar en el cráneo de un zombi. Usar esta arma podría servir sólo para alertar a un gul de tu presencia.

La cerbatana

Como el veneno no produce ningún efecto en los no muertos, descarta esta arma por completo.

Shuriken

Estos dispositivos pequeños, con múltiples puntas, se usaban en el Japón feudal para perforar un cráneo humano. En apariencia, son de acero y parecen réplicas en dos dimensiones de estre­llas centelleantes, de ahí su sobrenombre, «estrellas ninja». En manos de expertos, pueden derribar con facilidad a un zombi. Sin embargo, como se ha discutido con muchas armas, las estrellas ninja requieren una destreza enorme. A menos que seas uno de los pocos que dominan este arte (sólo un puñado pueden recla­mar aún ese título), abstente de usar este modelo tan exótico.

Lanzamiento de cuchillos

Al igual que el shuriken, estas armas de corto alcance requieren semanas de práctica para alcanzar algo tan grande como es el cuerpo humano, y meses para alcanzar algo tan pequeño como es la cabeza de un humano. Únicamente un dedicado experto podría asegurar la muerte segura de un zombi. El tiempo y la energía que puedes gastar entrenando podrían resultar mucho más productivos si los aplicamos a un arma convencional. Recuerda: tienes que aprender gran variedad de habilidades y no tienes todo el tiempo del mundo para dominarlas. No malgas­tes estas horas tan valiosas intentando perfeccionar el uso de un arma de tercera categoría.

El arco largo o compuesto

Hablando claro, atravesar la cabeza de un zombi con una flecha es una proeza de extremada dificultad. Incluso con

Arcos compuestos y las miras modernas, únicamente un arquero con experiencia tiene posibilidades de llevar a cabo un tiro directo. El único uso práctico de esta arma es el lanzamiento de flechas incen­diarias. Para empezar un fuego de modo silencioso, y a larga distancia, nada funciona mejor como las flechas en llamas. Esta forma de atacar puede y llene que usarse para hacer que los zombis ardan uno a uno. El zombi que sirve de objetivo no sabe cómo sacarse la flecha del cuerpo y podría, si se da la circunstancia adecuada, prender a otros gules que acabarían sucumbiendo ante las llamas. (Véase «Fuego», pp. 80-83, para un uso adecuado.)

 

7. La ballesta

El poder y la precisión de la ballesta moderna pueden lanzar una saeta (flecha de ballesta) directa al cráneo de un zombi a unos cuatrocientos metros. Esta pequeña maravilla recibe el apodo de «el perfecto asesino silencioso». Es muy importante la buena puntería, pero no más que con un rifle. Recargarla requiere tiempo y fuerza, pero esto no debería suponer un problema. La ballesta es un arma de francotirador, no para parar masas. Úsala contra un zombi solo. Si hay uno más te agarrarán y te harán daño antes de que te dé tiempo a recargar otra saeta. Bastará con las saetas triangulares o con forma de bala. Para aumentar

 

 

la precisión, podría añadírsele una mira telescópica. Desafor­tunadamente, el tamaño y el peso de una ballesta en condicio­nes la convierten en un arma principal. Por lo tanto, elígela sólo cuando la situación lo permita, por ejemplo viajando en grupo, defendiendo tu casa o cuando no hay disponibles armas de fuego silenciadas.

 

8. La ballesta de mano

Más pequeñas, las ballestas de una mano pueden servir como complemento de tu arma principal. Llevar una significa que siempre tendrás en la mano un arma compacta y silenciosa si la necesitas. En comparación con las ballestas más grandes, las ballestas de mano no poseen tanta precisión, poder y alcance. Usarlas supone encontrarse más cerca del objetivo. Esto no sólo aumenta el peligro, también el riesgo a ser detectado que, a su vez, anula la necesidad de un arma con silenciador. Usa la ballesta de mano con cuidado y frugalmente.

 

ARMAS DE FUEGO

De todas las armas sobre las que se ha hablado en este libro, ninguna es tan importante como tu arma principal. Mantenía limpia, mantenía engrasada, mantenía cargada y mantenía cerca. Con la cabeza fría, la mano firme y mucha munición, un humano es más que un simple objetivo para un ejército de zombis. Elegir un arma de fuego debe ser una ciencia exacta; hay que considerar cada variable. ¿Cuál es tu objetivo principal: defen­derte, atacar o huir? ¿A qué clase de brote te estás enfrentando? ,.¿Cuántas personas, si es que las hay, forman tu grupo? ¿En qué terreno se desarrolla la batalla? Diferentes armas de fuego sirven para diferentes funciones. Casi ninguna sirve para todas. Selec­cionar las herramientas perfectas significa erradicar las doctri­nas convencionales de la guerra que han funcionado tan bien contra nuestros colegas los humanos. Lamentablemente, todos sabemos demasiado bien cómo matarnos unos a otros. Matar a los zombis..., esa es otra historia.


Date: 2015-12-24; view: 789


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