La propiedades y aplicaciones de las gemas y otros minerales están estrechamente ligados a la astrología, como se demues-
tra en todos los textos tradicionales que tratan sobre el tema. Por ello para la comprensión de las influencias de las gemas es necesario conocer los fundamentos teóricos astrológicos.
Una de las hipótesis astrológicas, a la que me adhiero, parte de la idea de que el ser humano no acaba donde su epidermis, sino un poco más allá, formando una especie de huevo energético que interpenetra el organismo material. Una idea semejante aparece en la rama de la psicología bautizada con el nombre de «proxémica», donde se dice que: El individuo no esta limitado por su piel, sino que se desplaza dentro de una especie de burbuja personal.
Esta imagen teórica puede vislumbrarse pensando en el ser humano cuando aún está dentro del seno materno, donde flota libremente en una especie de huevo cuyas paredes están formadas por unas membranas que no pertenecen al cuerpo de la madre, y que se pierden en el momento del parto junto a la placenta (salvo en las contadas ocasiones en las que aparece el niño con «zurrón», como vulgarmente se dice de quien nace recubierto por estas membranas).
Según la hipótesis astrológica, las características más sutiles de esta última piel persistirían después del nacimiento y tendría caracteres de aparato sensitivo. (Hay que recordar que durante el embarazo es a través, de esa piel por donde se percibe el exterior, tanto sonidos como luminosidad, y se transforma en un importante foco de atención para el nonato.)
En el momento del nacimiento, al perderse la parte material de esa piel, persistiría un campo de energía polarizado cuyo eje central se halla en el interior del organismo. La parte exterior de esta «burbuja de energía» adopta un comportamiento similar al de una película de celuloide en la que quedan negativizados todos los cuerpos radiantes de los cuerpos celestes en la posi-
ción relativa que ocupan en el momento del nacimiento. De ahí la importancia para el astrólogo de conocer el lugar y el momento preciso del nacimiento, pues si tratáramos de repetir una fotografía en una calle céntrica y concurrida, nos encontraríamos en una situación similar, ya que a cada momento se producirían nuevas variantes.
En esta burbuja de energía quedarían grabados como negativos translúcidos los puntos o discos de todos los cuerpos celestes que emiten radiaciones. Como probablemente se trata de un campo de energía, éste queda polarizado y siempre mantiene una misma posición en los sentidos norte-sur, arriba y abajo, (como una aguja de marear de barco) permaneciendo toda la vida en la misma posición relativa respecto al firmamento real.
Con este esquema es fácil comprender porqué, en astrología se utiliza el sistema astronómico ptolemaico o geocéntrico. Esto es, en los cálculos para conocer las posiciones planetarias de un natalicio, se coloca el ser humano como centro del universo o a la Tierra como lo más próximo a él, y no al Sol o al centro de galaxia alguna. Para el astrólogo serio, el núcleo universal es cada ser humano; y existen tantos centros del universo, como seres con conciencia de serlo.