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EL DRAGÓN BLANCO

ANNE McCAFFREY

 

 

 

Dedico este libro, con un tanto de provocación, a mis her-

manos Hugh y Kevin, por aquellas rivalidades que tuvimos

en la infancia y por los afectos maduros y las lealtades que

se desarrollan a partir de ellas.

 

 

ÍNDICE

 

· En el Fuerte de Ruatha, Pasada Presente, Decimosegunda Revolución

· Weyr de Benden. Pasada Presente, Decimotercera Revolución

· Una mañana en el Fuerte de Ruatha, y en el Taller del Maestro Herrero en el Fuerte de Telgar, Pasada Presente, 15.5.9

· Fuerte de Ruatha, Fuerte de Fidelio y varios puntos del ínter, 15.5.10 — 15.5.16

· Mañana en el Taller del Arpista, Fuerte de Fort. Tarde en el Weyr de Benden. Ultima hora de la tarde en el Taller del Arpista, 15.5.26

· Fuerte de Ruatha y Fuerte Meridional, 15.5.27 - 15.6.2

· Mañana en el Fuerte de Ruatha, 15.6.2

· Fuerte de Ruatha, Weyr de Fort, Fuerte de Fidelio, 15.6.3 — 15.6.17

· Comienzos de verano, Taller del Arpista y Fuerte de Ruatha, 15.7.3

· Del Taller del Arpista al Continente Meridional. Atardecer en el Weyr de Benden, 15.7.4

· Ultimas horas de la mañana en el Weyr de Benden, primeras horas de la mañana en el Taller del Arpista y mediodía en el Fuerte de Fidelio, 15.7.5

· Fuerte de Ruatha, Fuerte de Fidelio. Caída de Hebras, 15.7.6

· Una cala en el Continente Meridional, 15.7.7 - 15.8.7

· Amanecer en el Taller del Arpista. Media mañana en el Weyr de Ista. Media tarde en la Cala de Jaxom, 15.8.28

· Atardecer en la Cala de Jaxom y última hora de la tarde en el Weyr de Ista, 15.8.28

· En el Fuerte de la Cala, 15.8.28 — 15.9.7

· Fuerte de Fort, Weyr de Benden, en el Fuerte de la Cala y en el mar a bordo de la Hermana del Alba, 15.10.1 — 15.10.2

· En el Fuerte de la Cala el día de la llegada del Maestro Robinton, 15.10.14

· Mañana en el Fuerte de la Cala. Observación estelar al atardecer. A la mañana siguiente, descubrimiento en la montaña, 15.10.15 — 15.10.16

· En la montaña y en el Fuerte de Ruatha, 5.10.18 — 18.15.20

· Al día siguiente en la montaña, en el Fuerte de la Cala y en la Sala de Eclosión del Meridional, 15.10.21

· Epílogo

· Índice del Dragón

 

 

 

EN EL FUERTE DE RUATHA, PASADA PRESENTE

DECIMOSEGUNDA REVOLUCIÓN

 

 

—Si ahora no está limpio —dijo Jaxom a N'ton, mientras le daba una pasada final a la nuca de Ruth, con ayuda del trapo aceitado—, no sé qué es estar limpio. —Y diciendo esto, se enjugó la frente húmeda con la manga de su túnica.

 

—¿Qué opinas, N'ton? —preguntó atentamente, al darse cuenta de que había estado hablando sin tener en consideración el rango de su compañero, caudillo del Weyr de Fort.



 

N'ton hizo un gesto de asentimiento, señalando la frondosa ribera del lago. Iban deslizándose a través del fango originado por la espumeante arena de jabón proveniente del pequeño dragón y, ambos a una, se volvieron a tiempo de sorprender todo el brillo húmedo de Ruth al sol de la mañana.

 

—Nunca lo vi tan limpio —observó N'ton, tras una ligera pausa reflexiva. Y añadió apresuradamente—: aunque es cierto lo has mantenido siempre inmaculado, Jaxom. Pero, como no le mandes que salga pronto de este lodo, no le va a durar mucho la limpieza.

 

Jaxom transmitió rápidamente dicha petición.

 

—Y manten la cola en alto, Ruth, hasta que estés en la hierba.

 

Con el rabillo del ojo, Jaxom pudo observar que Dorse y sus compañeros se alejaban sigilosamente, por si acaso N'ton les tenía reservado algún trabajo pesado adicional. Jaxom, de alguna manera, se las había arreglado para disimular su satisfacción que le embargó durante el baño de Ruth.

 

Ni Dorse ni los otros se habían atrevido a desobedecer al dragonero cuando los obligó alegremente a prestar su ayuda. A Jaxom le había aumentado enormemente la moral verles sudar por causa de «el gigantesco lagarto de fuego», incapaces de molestar y acosar a Jaxom, tal como lo habían

planeado aquella mañana.

 

Jaxom no tenía muchas esperanzas de que la situación se mantuviera así por mucho tiempo. Pero si aquel día los caudillos del Weyr de Benden decidían que Ruth estaba ya suficientemente fuerte para elevar en vuelo su propio peso, Jaxom podría volar libremente y alejarse de las burlas de que le hacían objeto su hermano de leche y sus compañeros.

 

—Ya sabes —empezó a hablar N'ton, ligeramente conmovido, mientras cruzaba los brazos sobre su túnica—. Ruth en realidad, no es blanco.

 

Jaxom miró fijamente, incrédulo, a su dragón.

 

—¿No lo es?

 

—No. Mira las sombras pardas y doradas sobre sus pliegues, y los reflejos azules o verdes sobre este flanco.

 

—¡Tienes razón! —Jaxom parpadeó, sorprendido al descubrir algo totalmente nuevo en su amigo—. Me figuro que estos colores se perciben mucho más porque está tan limpio y el sol es tan brillante hoy.

 

Era un placer desarrollar este tema que tanto le gustaba ante un auditorio tan experto.

 

—Desde luego, todas sus tonalidades son propias de un dragón —siguió diciendo N'ton, mientras apoyaba una mano sobre el lomo de Ruth y alzaba orgullosamente la cabeza, mirando hacia sus poderosos cuartos traseros—. Y además, es de hermosas proporciones. Quizás, sea pequeño, Jaxom, pero tiene un maravilloso aspecto.

 

Jaxom volvió a suspirar, alzándose de hombros y sacando el pecho con orgullo:

 

—No tiene ni poca ni demasiada carne, ¿eh, Jaxom? —diciendo esto, N'ton disparó uno de sus codos para dar con él en el hombro de Jaxom; una astuta sonrisa apareció en su rostro, al recordar todas las veces que Jaxom había tenido que recurrir al caudillo del Weyr en demanda de ayuda para

dominar las indigestiones de Ruth. Jaxom había creído, erróneamente, que si le era posible hacer tragar la debida cantidad de comida a Ruth, el pequeño dragón podría crecer hasta hacerles la competencia a sus compañeros de nidada. Pero los resultados no habían sido buenos,

 

—¿Te parece que es lo bastante fuerte para llevarme en vuelo?

 

N'ton obsequió a Jaxom con una mirada reflexiva.

 

—Veamos; lo Impresionaste la primavera pasada, y ahora estamos entrando en tiempo frío. La mayoría de los dragones completan su período de crecimiento en su primera Revolución. Y yo no creo que Ruth haya crecido medio palmo en los últimos seis meses, así que hemos de pensar que ya ha alcanzado todo su tamaño. Ahora bien —N'ton reaccionó ante el suspiro de desánimo de Jaxom—, Ruth es media cabeza más grande que ningún otro animal corredor, ¿no es verdad? ...Estos pueden ser montados durante horas sin que se cansen, ¿no es así? Y tú no eres precisamente

un peso pesado, como Dorse...

 

—Pero volar es un esfuerzo diferente, ¿no?

 

—Cierto, pero las alas de Ruth tienen la longitud proporcional suficiente como para sostener su cuerpo durante el vuelo...

 

—Así que es un dragón como debe ser, ¿no?

 

N'ton se quedó mirando a Jaxom. Luego puso ambas manos sobre los hombros del muchacho:

 

—Sí, Jaxom. Ruth es un dragón como debe ser, aunque tenga la mitad del tamaño que sus compañeros... Lo va a demostrar hoy mismo, cuando te lleve en vuelo. Bueno, y ahora volveos los dos al Fuerte. Tienes que ingeniártelas para ponerte a la altura de su belleza.

 

—¡Vamos, Ruth!

 

Preferiría seguir sentado al sol, respondió Ruth, avanzando hacia la izquierda de Jaxom con potentes zancadas, para seguir los pasos de su jinete y del caudillo del Weyr de Fort.

 

—En nuestro patio hay sol, Ruth —le aseguró Jaxom, apoyando ligeramente una mano sobre las bridas de Ruth, y mirando el bello tono azul de sus brillantes ojos, ligeramente chispeantes.

 

En su silencioso caminar, Jaxom alzó la mirada hacia la imponente superficie acantilada que era el Fuerte de Ruatha, la segunda residencia humana más antigua de Pern. Sería su Fuerte cuando llegara a tener edad suficiente o cuando su guardián, el señor Lytol, antiguo oficial de tejedores, ex dragonero, decidiera que ya era lo suficientemente sabio; y si los otros Señores de los Fuertes retiraban finalmente sus objeciones respecto al dragón de media talla, o sea, Ruth. Y Jaxom suspiró, resignado ante el hecho de que nunca le sería posible olvidar ese momento.

 

Sin que él lo hubiese querido, Impresionar a Ruth había sido causa de toda clase de problemas para los caudillos del Weyr de Benden, F'lar y Lessa, para los Señores de los Fuertes, e incluso para él mismo, ya que no se le permitía ser un auténtico dragonero y vivir en un Weyr. Había tenido que seguir siendo Señor del Fuerte de Ruatha. De lo contrario, cualquier nuevo hijo del Fuerte o cualquier Señor le desafiaría en combate a muerte para cubrir esa vacante. Y el mayor de los problemas había surgido justamente con la persona a la que él más deseaba agradar, su guardián, el Señor Lytol. Y si Jaxom se hubiera detenido un momento a pensar antes de saltar a las ardientes arenas de la Sala de Eclosión de Benden para ayudar a romper el tenaz caparazón del pequeño dragón blanco, se hubiera dado cuenta del pesar que producía al Señor Lytol recordándole constantemente lo que él había perdido con la muerte de su pardo Larth. Nada importaba que Larth hubiera muerto Revoluciones antes del nacimiento de Jaxom en el Fuerte de Ruatha; la tragedia seguía viva y cruelmente fresca en la memoria de Lytol, o al menos eso era lo que todos le decían a Jaxom una y otra vez. Y si realmente era así, él se preguntaba con frecuencia por qué Lytol no había protestado cuando los caudillos del Weyr y los Señores de los Fuertes estuvieron de acuerdo en que Jaxom criara al pequeño dragón en Ruatha.

 

Al levantar la vista hacia las alturas de fuego, Jaxom se dio cuenta de que el bronce Lioth de N'ton estaba cabeza contra cabeza con Wilth, el viejo dragón pardo que ejercía de vigilante. Jaxom se preguntó que estarían hablando ambos animales. ¿De su Ruth? ¿De la prueba del día? Y mientras pensaba en esto, vio algunos lagartos de fuego, parientes lejanos de los dragones grandes, ejecutando perezosas espirales por encima de los dos dragones. Los hombres estaban conduciendo los wherries y las bestias de carrera desde los establos principales hacia los pastos exteriores, al norte del Fuerte.

 

Un reguero de humo estaba saliendo de la hilera de refugios menores que bordeaban la rampa que penetraba en el Gran Patio y transcurría a lo largo del borde de la gran ruta del este. A la izquierda de la rampa se habían ido construyendo nuevos refugios pequeños, ya que los espacios intermedios interiores del Fuerte de Ruatha eran considerados poco seguros.

 

—¿Cuántos adoptivos tiene Lytol en el Fuerte de Ruatha, Jaxom? —preguntó súbitamente N'ton.

 

—¿Adoptivos? Ninguno, señor. —Y Jaxom frunció el entrecejo. Era seguro que N'ton ya lo sabía.

 

—¿Por qué no? Bien tendrás que conocer a los de tu mismo rango.

 

—Bien... a menudo acompaño al Señor Lytol a los otros Fuertes.

 

—No estaba pensando tanto en relaciones sociales como en tener compañeros aquí de tu misma edad.

 

—Bueno; está mi hermano de leche, Dorse, y sus amigos.

 

—Es verdad.

 

Algo había en el tono de voz del caudillo del Weyr que hizo que Jaxom le mirara, pero la expresión de aquel hombre no le sugirió nada.

 

—¿Has visto mucho a Felessan últimamente? Recuerdo que solías participar en casi todas las travesuras en el Weyr de Benden.

 

Jaxom no pudo evitar que el rubor le subiera hasta la punta de los pelos. ¿Era posible que N'ton se hubiera enterado de que él y Felessan se habían deslizado por un agujero sobre la Sala de Eclosión de Benden para ver de cerca los huevos de Ramoth? ¡Nunca había imaginado que Felessan lo hubiera revelado! ¡A nadie! Pero Jaxom se había preguntado con frecuencia si el haber tocado aquel huevo había destinado a su ocupante a pertenecerle.

 

—No veo mucho a Felessan estos días. No tengo demasiado tiempo, ocupándome de Ruth y de todo lo demás.

 

—Oh, no, claro que no —contestó N'ton. Pareció que quisiera ir a decir algo más pero luego cambió de idea.

 

Cuando, más tarde, siguieron su camino en silencio, Jaxom se preguntó si habría dicho algo inoportuno. Pero no pudo darle muchas vueltas, porque en aquel preciso instante el lagarto de fuego de N'ton, el pardo Tris, dio una vuelta para aterrizar sobre el hombro del caudillo del Weyr, chillando excitado.

 

—¿Qué pasa? —preguntó Jaxom.

 

—Está demasiado nervioso para darse cuenta —contestó N'ton riendo, y acarició el cuello de aquella pequeña criatura, emitiendo una serie de ruidos suaves hasta que Tris, dando un gorjeo final en dirección a Ruth, plegó sus alas a la espalda.

 

Le gusto, observó Ruth.

 

—A todos los lagartos de fuego les gustas —replicó Jaxom.

 

—Sí, también yo me he dado cuenta de eso, y no solamente hoy, cuando nos estaban ayudando a lavarle —dijo N'ton.

 

—¿Por qué será? —Era una pregunta que Jaxom siempre había querido hacer a N'ton. Pero nunca había tenido el valor suficiente. No quería contribuir a que el valioso tiempo del caudillo del Weyr se perdiera en naderías. Sin embargo, aquel día la pregunta no le pareció tan tonta.

 

N'ton volvió la cabeza hacia su lagarto de fuego y, al cabo de unos instantes, Tris emitió un rápido gorjeo y luego empezó a limpiarse afanosamente las patas delanteras. N'ton contuvo una risita.

 

—Le gusta Ruth; esta es toda la información que puedo sacarle. Yo diría que esto se explica porque Ruth tiene unas dimensiones que se acercan más a las suyas. Lo pueden ver sin tener que retroceder varias longitudes de dragón para hacerlo.

 

—Supongo que así es —Jaxom tenía aún sus reservas—. Pero, sea lo que sea, los lagartos de fuego vienen de todas partes a visitarle. Le cuentan las historias más extravagantes, pero eso le divierte, sobre todo cuando yo no puedo estar con él.

 

Mientras tanto, habían llegado a la carretera y se dirigían hacia la rampa que daba al Gran Patio.

 

—No tardarás mucho en vestirte, ¿eh, Jaxom? Lessa y F'lar no pueden tardar —dijo N'ton, mientras seguía su camino recto a través de las grandes verjas hacia la maciza puerta metálica del Fuerte—. ¿Estará Finder en sus aposentos a esta hora?

 

—Debería estar.

 

Cuando Jaxom y Ruth volvieron hacia la cocina y los viejos establos, el joven empezó a preocuparse por las pruebas establecidas para la jornada. A buen seguro que N'ton no hubiera alimentado sus esperanzas de obtener permiso para cabalgar a Ruth en vuelo, de no haber estado bien seguro de que los caudillos del Weyr de Benden estaban de acuerdo.

 

Volar sobre Ruth sería maravilloso, además de la prueba definitiva de que Ruth era un auténtico dragón y no sólo un lagarto de fuego de mayor tamaño del normal, como decía a menudo Dorse, para molestarle. Y, además, podría por fin apartarse de Dorse. Por primera vez en Revoluciones hoy no había tenido que soportar las burlas de Dorse mientras estaba lavando a Ruth. Y no era que el muchacho estuviera celoso de que Jaxom tuviera a Ruth; Dorse siempre había molestado a Jaxom, desde que éste podía recordar. Antes de que llegara Ruth, Jaxom se escabullía por los rincones oscuros de los muchos niveles de Ruatha. A Dorse no le gustaban los pasillos oscuros y mal ventilados, y procuraba mantenerse lejos.

 

Pero cuando llegó Ruth, Jaxom ya no pudo seguir desapareciendo y evitando la vigilancia de Dorse. A menudo deseaba no tener que estar tan obligado a Dorse. Pero él era el Señor de Ruatha y Dorse su hermano de leche, así que le debía su vida. Pues si Decían no hubiera dado a luz a Dorse dos días antes de la inesperada llegada de Jaxom, éste hubiera fallecido a las pocas horas de nacer. Jaxom había sido informado por Lytol y el Arpista del Fuerte de que debía compartirlo todo con su hermano de leche. Y por lo que él veía, Dorse sacaba de ello mayor provecho que él mismo. El muchacho, un palmo más alto que Jaxom y más pesado, a buen seguro que no había sufrido por tener que compartir la leche materna. Y sin embargo se había asegurado la obtención de la mejor parte de cualquier cosa que Jaxom poseyera.

 

Jaxom se acercó saludando alegremente a los cocineros, ocupados en la preparación de una buena comida, para celebrar, él esperaba fervientemente que así fuera, su primer vuelo sobre Ruth. El y el dragón blanco siguieron adelante, cruzando las puertas de los viejos establos que habían sido acondicionados para alojamiento de ambos. Y aunque Ruth era pequeño cuando llegó a Ruatha por primera vez, una Revolución y media antes, estaba claro que crecería rápidamente hasta llegar a ser demasiado grande para entrar en el departamento tradicional del Señor del Fuerte, dentro del Fuerte propiamente dicho.

 

Por ello, Lytol había decidido que los viejos establos, con sus techos abovedados, se podían acondicionar para servir de aposentos y de cuarto de trabajo a Jaxom, y al mismo tiempo ser un buen y espacioso weyr para el pequeño dragón. El Maestro Herrero Fandarel se había ocupado de diseñar nuevas puertas especiales, instaladas de forma que cualquier mozalbete delgado y débil pudiera accionarlas.

 

Me sentaré aquí al sol, dijo Ruth a Jaxom, asomando la cabeza al interior de su residencia. No me han barrido la cama.

 

—Todo el mundo ha estado muy ocupado limpiando para la visita de Lessa —respondió Jaxom, sonriendo al recordar el terror reflejado en la cara de Deelan cuando Lytol le dijo que la Dama del Weyr iba a llegar. A los ojos de Jaxom, Lesse seguía siendo la única ruathana pura sangre que había sobrevivido al traicionero ataque de Fax sobre el Fuerte, hacía ya más de veinte Revoluciones.

 

Jaxom se quitó la túnica al entrar en su habitación. Hizo un gesto de contrariedad al comprobar que el agua de la vasija de su lavabo estaba tibia. Debía estar tan limpio como su dragón, pero no creía tener tiempo de llegar a los baños calientes del Fuerte antes de que llegaran los caudillos del Weyr. No era cosa de estar ausente en ese momento. Se lavó con arena de jabón y agua tibia.

 

Ya llegan, comunicó Ruth a la mente de Jaxom, poco antes de que el viejo Wilth y Lioth anunciaran a los visitantes con solemnes trompeteos.

 

Jaxom corrió a la ventana y miró hacia fuera, captando un resplandor de enormes alas en el momento en que los recién llegados se posaban en el interior del Gran Patio. No esperó a ver como los dragones de Benden se retiraban hacia las alturas de fuego, acompañados de excitados grupos de lagartos de fuego. Secándose a toda prisa, se quitó sus húmedos pantalones. No le tomó mucho tiempo ponerse sus prendas nuevas y embutirse las botas fabricadas especialmente para esta ocasión y acondicionadas para que resultaran calientes y adecuadas al vuelo. Su experiencia reciente le facilitó la tarea de colocar las riendas al impaciente dragoncito.

 

Y cuando ambos, Jaxom y Ruth, salieron de sus habitaciones, se sintió nuevamente asediado por la preocupación. ¿Qué pasaría si N'ton se hubiera equivocado? ¿Qué ocurriría si Lessa y F'lar decidieran esperar algunos meses más para ver si Ruth crecía? ¿Qué ocurriría si Ruth, que era un dragón pequeño, no tenía fuerzas suficientes para llevarle en vuelo? ¿Y si dejaba malparado a Ruth? Ruth canturreó animosamente:

 

No podrías dejarme malherido; eres mi amigo... y al decir esto hizo gestos afectuosos hacia Jaxom, echándole en la cara un aliento cálido y dulce.

 

Jaxom inhaló profundamente, buscando poder aquietar su agitado cuerpo. Y fue entonces cuando se dio cuenta de que sobre las gradas del Fuerte había una multitud. ¿Por qué se había juntado tanta gente, precisamente hoy?...

 

No son muchos, dijo Ruth, y su voz expresó sorpresa cuando levantó la cabeza para ver la concurrencia. Y además, hay muchos lagartos de fuego que han venido a verme. Conozco a todos los aquí presentes hoy. Y tú también.

 

Jaxom comprobó que era cierto. Y al ver que su dragón aceptaba aquella asistencia tan numerosa, alzó los hombros y caminó hacia adelante animosamente.

 

Los principales invitados eran F'lar y Lessa, en su calidad de dragoneros mayores. F'nor, caballero del pardo Canth y compañero de la triste Brekke, también estaba presente, pero era un buen amigo de Jaxom. Y N'ton, por supuesto, estaba presente también, pero estaba claro que era debido a su calidad de Señor del Fuerte de Ruatha, que pertenecía al Weyr de Fort. El Maestro Robinton, en su calidad de Arpista de Pern, también estaba allí, y Jaxom tuvo la alegría de ver a su lado a Menolly, la hija del Arpista, que a menudo había sido su defensora. Pero a Jaxom le costaba admitir el derecho del Señor Sangel del Bole Meridional y del Señor Groghe de Fort para estar presentes, en representación de los Fuertes.

 

Al principio, Jaxom no pudo ver al Señor Lytol. Luego, Finder se adelantó para decirle algo a Menolly, y Jaxom descubrió a su tutor. Esperaba que Lytol miraría a Ruth de veras, al menos esta vez.

 

Cruzaron el patio y se detuvieron ante los escalones, Jaxom dejó descansar su mano derecha sobre el cuello de Ruth, vigoroso y graciosamente curvado, y se enfrentó enérgicamente a los jueces.

 

Extendiendo una mano al saludar a Ruth, Lessa sonrió a Jaxom mientras descendía los escalones para darle la bienvenida.

 

—Ruth ha engordado una barbaridad desde la primavera pasada, Jaxom —dijo ella con un tono animador y a la vez crítico—. Pero tú deberías comer más. Lytol, ¿es que Deelan nunca da de comer a esta criatura? ¡No es sino un montón de huesos!

 

A Jaxom le sorprendió comprobar que estaba más alto que Lessa, y que ahora ella debía alzar la cabeza para mirarle. Siempre había tenido la impresión de que Lessa era alta. Y mirar desde arriba a la Dama del Weyr de Benden resultaba embarazoso.

 

—Yo diría que aún le llevas ventaja a Felessan, pero cada vez que lo veo está más alto —añadió ella.

 

Jaxom empezó a balbucear una disculpa.

 

—Tonterías, Jaxom. Álzate en toda tu altura —dijo F'lar, acercándose hasta llegar junto a su compañera de Weyr. Su atención estaba fija en Ruth, y el dragón blanco alzó la cabeza ligeramente para poner sus ojos a la altura de los del caudillo del Weyr—. Has crecido varios palmos más, Ruth, de los que te hubiera dado en la Sala de Eclosión. Señor Jaxom, veo que te has portado bien con tu amigo. —Y el caudillo del Weyr de Benden dio un ligero retintín al título de amigo mientras su mirada iba del dragón a su caballero.

 

Jaxom hizo una mueca de disgusto, ante el ingrato recuerdo de su posición equívoca.

 

—Aunque no creo que vayas a alcanzar la estatura de nuestro buen Maestro Herrero, lo que me hace pensar que no cargarás más de la cuenta a Ruth durante el vuelo. —Y F'lar miró hacia los otros, detenidos sobre los escalones—. Ruth les lleva una cabeza de ventaja en estatura a las bestias de carrera. Y además, es más robusto.

 

—¿Qué envergadura tienen sus alas? —preguntó Lessa enarcando las cejas—. Jaxom, ¿quieres pedirle que las extienda?

 

A Lessa le hubiera sido muy fácil dirigirse directamente a Ruth, porque sabía hablar con cualquier dragón. En cuanto a Jaxom, estaba lo bastante emocionado para concederle el favor, y le pasó la petición a Ruth. Con los ojos brillantes de emoción, el dragón blanco se alzó sobre sus patas y extendió las alas, dejando ver el armazón de sus músculos a través del pecho y el lomo cubierto de las manchas propias de todos los dragones.

 

—Está perfectamente proporcionado —dijo F'lar, metiéndose bajo el ala para inspeccionar el lado interior de la ancha y transparente membrana—. Gracias, Ruth —añadió, al observar que el dragón blanco ladeaba cortésmente el ala—. Estoy seguro de que está impaciente por llevarte en vuelo.

 

—Sí, señor; porque es un dragón y todos los dragones vuelan.

 

La mirada con que F'lar le obsequió movió a Jaxom a preguntarse si su rápida respuesta no habría sido demasiado audaz. Cuando oyó la risa de Lessa, levantó la mirada hacia ella. Pero no era de él de quien se reía, ni de Ruth. Los ojos de Lessa miraban a su compañero de weyr.

 

F'lar, arqueando la ceja derecha le devolvió a ella la sonrisa. Y Jaxom se dio cuenta de que no se estaban fijando ni en él ni en Ruth para nada.

 

—Sí, los dragones vuelan; ¿verdad, Lessa? —preguntó con un suave tono de voz el caudillo del Weyr. Jaxom advirtió que había entre los dos un entendimiento mutuo.

 

Y entonces F'lar alzó la cabeza hacia las alturas de fuego, donde la dorada Ramoth, el bronce Mnementh y los dos pardos, Canth y Wilth, seguían demostrando el más vivo interés por la escena que se desarrollaba abajo en el patio.

 

—¿Qué dice Ramoth, Lessa?

 

Lessa hizo un gesto.

 

—Ya sabes que ella siempre ha sostenido que Ruth sabría estar en su puesto.

 

F'lar lanzó primero una mirada a N'ton, que contestó con una sonrisa, y luego a F'nor, que dio su asentimiento encogiéndose de hombros.

 

—Hay unanimidad, Jaxom, Mnementh no entiende por qué estamos dándole a la cosa tanta importancia. Monta enseguida, muchacho. —Y F'lar se adelantó como si fuera a ayudar a Jaxom a pasar una de sus piernas por el cuello del dragón blanco.

 

Jaxom se sentía dividido entre el goce de ver que el jefe de todo Pern se ocupaba de él y la indignación de que F'lar le creyera incapaz de montar sin ayuda.

 

Ruth intervino en aquel momento apartando sus alas y doblando su rodilla izquierda. Jaxom avanzó con ligereza sobre el miembro adelantado y se alzó adoptando la posición correcta entre las dos protuberancias del cuello del dragón. En un dragón adulto, estas protuberancias bastan para que el jinete que lo monte pueda mantenerse erguido durante un vuelo de rutina, pero Lytol había insistido en que Jaxom usara estribos de montar como medida de seguridad. Mientras Jaxom sujetaba las hebillas del estribo a las anillas de su cinto, miraba recelosamente hacia la multitud que le rodeaba. Pero no vio a nadie que diera señales de sorpresa o de desprecio por aquella precaución. Cuando estuvo listo para partir, la terrible frialdad de la duda volvió a dejarse sentir en su estómago. ¿Y si Ruth no podía...?

 

Captó la sonrisa de entendimiento en el rostro de N'ton y vio al Maestro Robinton y a Menolly que levantaban las manos y las mantenían alzadas con gesto de saludo. Y entonces F'lar alzó el puño sobre su cabeza, dando así la tradicional señal de emprender el vuelo.

 

Jaxom aspiró fuertemente.

 

—¡Ea, Ruth, a volar!

 

Sintió la contracción del músculo de Ruth cuando éste inició un gesto de agacharse a medias, toda la tensión a lo largo de su espalda, y el desplazamiento de la musculatura bajo sus pantorrillas en el momento en que las enormes alas se alzaron para aquel salto, el más importante de todos. Ruth prolongó su leve contracción hasta que empezó a elevarse, dando un poderoso impulso con sus fuertes patas traseras. La cabeza de Jaxom recibió una fuerte sacudida. Instintivamente, aseguró los estribos y luego se mantuvo lo más erguido que pudo, mientras el pequeño dragón se remontaba con sus potentes alas hacia lo alto, y pasaba ante la primera hilera de ventanas y las radiantes caras de los Señores, elevándose tan rápidamente hacia las alturas de fuego, que Jaxom sólo pudo ver la otra hilera de ventanas como una mancha confusa. Entonces los grandes dragones extendieron las alas en señal de ánimo a Ruth. Los lagartos de fuego revolotearon cerca de ellos, añadiendo al júbilo general sus voces plateadas. Jaxom confiaba en que todo este bullicio no espantara a Ruth y que los lagartos de fuego no se cruzarían en su trayectoria.

 

Les gusta vernos juntos por el aire. Ramoth y Mnementh están contentos de que estés por fin en mi lomo. Y yo también. ¿Estás más contento añora?

 

Aquella última pregunta, casi una queja, hizo que Jaxom sintiera un nudo de pena en la garganta. Abrió la boca para contestar, pero sintió que el sonido de su voz se desvanecía por la presión del aire contra su cara.

 

—Claro que estoy contento; siempre estoy contento contigo —dijo con alegría—. Estoy volando contigo, y eso era precisamente lo que quería. Ahora, todo el mundo se dará cuenta de que eres un dragón de verdad.

 

¡Estás dando gritos!

 

—Es que soy feliz. ¿Por qué no habría de gritar?

 

Soy el único que puede oírte, y además te oigo muy bien.

 

—Así ha de ser. Y esto me hace el hombre más feliz del mundo.

 

Estaban empezando a girar suavemente y Jaxom se echó hacia atrás, adaptando su postura a la curva y reteniendo el aliento. No es que no hubiera volado sobre un dragón infinidad de veces, antes de aquella ocasión. Pero hasta entonces sólo había sido un pasajero, encaramado, por lo general, entre otros dos cuerpos adultos. Ahora, en cambio, sentía la intimidad de aquel vuelo como una sensación totalmente diferente, desconcertante, placentera y extraña, y por el momento, maravillosa.

 

Ramoth está diciendo que debes apretar más las piernas que cuando vas sobre corredores.

 

—Es que no quería molestar tu respiración. —Y Jaxom, diciendo esto, apretó las piernas estrechamente contra aquel cuello tibio y sedoso, animado por la seguridad que aquel apretón le proporcionaba.

 

Esto está mejor. No vas a herirme en el cuello. No me puedes herir; eres mi dragonero. Ramoth está diciendo que hemos de bajar. La voz de Ruth sonaba rebelde.

 

—¿Bajar nosotros? ¡Si parece que hayamos nacido en el aire!

 

Ramoth dice que no debo hacer demasiados esfuerzos. Pero llevarte no es ningún esfuerzo. Es lo que deseo hacer. Ella dice que debemos volar un poco más lejos cada día. Me parece una buena idea.

 

Ruth rectificó su plano de descenso y se fueron aproximando al patio desde el sudeste. La gente que iba por la carretera se paraba a mirarlos haciendo señales de júbilo. A Jaxom le parecía oír vivas y hurras, pero el viento rugía al pasar, de modo que era difícil oír bien todo aquello. Y los del patio se volvían para seguir la trayectoria por el aire. No había ventana del segundo y primer piso del Fuerte que no estuviera repleta de observadores.

 

—No les quedará más remedio que admitir que eres todo un dragón volador, Ruth.

 

La única cosa que Jaxom lamentaba era la brevedad obligada de aquel vuelo. Bien, sería un poco más largo cada día, ¿no? No habría Caída, fuego o niebla que le impidiera volar todos los días, sin dejar ni uno, cada vez más tiempo, cada vez más lejos de Ruatha.

 

Se sintió bruscamente lanzado hacia adelante y su pecho golpeó con violencia contra una protuberancia del cuello del dragón en el momento en que Ruth dio un brusco frenazo con las alas para posarse limpiamente en el mismo lugar que había dejado libre poco tiempo antes.

 

Lo lamento se excusó Ruth. Ya veo que hay cosas que tengo que aprender.

 

Jaxom se quedó sentado unos instante, saboreando el triunfo de su experiencia de hombre nacido para el aire. Se estaba dando friegas en el pecho mientras daba ánimos a Ruth. Y es que se había dado cuenta de que F'lar, F'nor y N'ton se acercaban a él con expresiones de aprobación. Pero, ¿por qué estaba, el Arpista tan pensativo? ¿Por qué fruncía el ceño el señor Sangel?

 

Los dragoneros dicen que sabemos volar. Y esta es la gente cuya palabra vale, le estaba diciendo Ruth.

 

Jaxom no podía explicarse en absoluto la expresión de la cara de Lytol. El rostro del Señor era una nube negra en la alegría de Jaxom por el reciente éxito. Eran muy grandes las esperanzas que tenía de que en un día como aquel, y luego en los siguientes, recibiría señales de aprobación, palabras amables por parte de su tutor.

 

Nunca olvida a Larth, iba diciendo Ruth en su tono de voz más suave.

 

—¿Lo ves, Jaxom? Ya te lo había dicho —gritó N'ton, mientras los tres dragoneros se colocaron junto al lomo de Ruth—. No hay ni una palabra negativa que decir.

 

—Excelente primer vuelo —dijo F'lar, deslizando su mirada sobre Ruth, sin duda en busca de alguna señal de agotamiento—. No se advierte en él ningún daño.

 

—Este tipo es capaz de girar sobre la punta de una de sus alas. Asegúrate de que sigues teniendo los estribos puestos, hasta que os hayáis acostumbrado el uno al otro —añadió F'nor, alzándose para atrapar el antebrazo de Jaxom.

 

Era el gesto de saludo entre iguales, y el detalle produjo enorme satisfacción a Jaxom.

 

—Has estado equivocado, Señor Sangel. —La voz de Lessa se abría paso claramente hasta llegar a Jaxom—. Nunca se ha dudado de que el dragón blanco pudiera volar. Lo único que hemos hecho ha sido retrasar el primer vuelo hasta estar seguros de que Ruth había llegado a su mayoría de edad.

 

F'nor hizo una inclinación de cabeza a Jaxom y N'ton le hizo un gesto, en tanto que F'lar alzaba la mirada como si indicara que era preciso ser paciente. Estos gestos de confianza hicieron que Jaxom se diera cuenta de que él, Jaxom de Ruatha, había sido admitido en una relación de igual a igual con los tres dragoneros más poderosos de Pern.

 

—Ahora ya eres un dragonero —le dijo N'ton.

 

—Así es —confirmó F'lar, frunciendo el ceño y alargando la pronunciación de las palabras—. Así es, pero no vayas a lanzarte por todo el mundo mañana mismo, ni intentes volar por el ínter. No por ahora. Espero que lo comprendas. ¡Muy bien! Debes hacer que Ruth practique el vuelo cada día. ¿Tienes alguna objeción respecto a estos entrenamientos, N'ton? —Y F'lar le comunicó las suyas a Jaxom—. Es preciso que esos músculos de las alas se fortalezcan gradualmente y con cuidado; de lo contrario, los someterás a un esfuerzo excesivo. He aquí el peligro. Puede llegar un momento en que necesites que el dragón vuele con gran rapidez o que tenga mucha capacidad de maniobra, y en tal caso, unos músculos débiles no darían el rendimiento necesario. ¿Oiste hablar de la tragedia de las Altas Estaciones alguna vez?

 

La expresión de F'lar era severa.

 

—Sí, señor; Finder me lo contó.

 

Y Jaxom no osó mencionar que Dorse y sus amigos, cuando se enteraron del incidente, no permitieron que Jaxom olvidara en lo sucesivo al caballero que había sido aniquilado contra la ladera de la montaña por haber sometido a un esfuerzo excesivo a su joven dragón.

 

—Tienes una doble responsabilidad, Jaxom; ante Ruth y ante tu Fuerte.

 

—Así es, señor; lo sé.

 

N'ton sonrió y dio una palmada en la rodilla de Jaxom.

 

—Me atrevería a afirmar, joven Señor Jaxom, que lo sabes hasta en su menor implicación.

 

F'lar, sorprendido por el tono de la advertencia, se volvió hacia el Caudillo del Weyr de Fort. Jaxom, observándole, contenía el aliento. ¿Es que los caudillos del Weyr hablaban sin considerar lo que decían? El Señor Lytol estaba siempre detrás de él, para juzgarle antes de que abriera los labios.

 

—No voy a detenerme a considerar el entrenamiento inicial de Jaxom, F'lar, pues no es preciso preocuparse por su sentido de la responsabilidad en estos casos. La tiene y bien fundamentada. —Y N'ton siguió con el tema—: Así pues, con vuestro permiso, voy a darle instrucciones de que vuele por el ínter cuando yo vea que está en condiciones de hacerlo. Y me parece —hizo un gesto hacia los dos Señores de los Fuertes, que conversaban con Lessa—, que cuanto menos publicidad demos a la fase de entrenamiento, mejor.

 

Jaxom podía sentir la ligera tensión en el aire cuando N'ton y F'lar cambiaron miradas significativas entre sí. Y de repente, Mnementh y Ramoth hicieron sonar su llamada estridente desde las alturas.

 

—Dan su consentimiento —dijo N'ton con voz suave.

 

F'lar sacudió la cabeza para apartar el rizo de los cabellos que caía sobre sus ojos.

 

—Está claro que Jaxom merece ascender a dragonero —dijo F'nor en el mismo tono persuasivo—. Y, a fin de cuentas, este es un asunto de la incumbencia del Weyr. Pero no son los Señores de los Fuertes los que van a decir la última palabra al respecto. Además, Ruth es un dragón de Benden.

 

—Aquí lo decisivo es la responsabilidad —dijo F'lar, mirando a ambos dragoneros con el ceño fruncido. Le dirigió una mirada a Jaxom, que no estaba del todo seguro de saber de qué estaban hablando, salvo de que la discusión giraba en torno a él y a Ruth—. Vaya, muy bien. Así pues, habrá que entrenarlo para volar por el ínter. Y si no es así, supongo que tú mismo lo intentarás por cuenta propia. ¿No es verdad, joven Jaxom, puesto que eres de la Sangre de Ruatha?

 

—¿Señor? —Jaxom apenas podía dar crédito a su buena suerte.

 

—No, F'lar. Jaxom nunca intentaría hacer una cosa así por cuenta propia —fue la réplica de N'ton, con un tono extraño de voz—. Y este es justamente el problema. Creo que Lytol ha cumplido demasiado bien con su cometido.

 

—Explícate —dijo F'lar con tono terminante.

 

F'nor alzó la mano, señalando, a modo de rápida advertencia y dijo:

 

—Aquí tenéis a Lytol en persona.

 

—Señor Jaxom, ¿os dignáis dejar a vuestro amigo en sus aposentos y uniros luego a nosotros en el Taller?

 

El Señor Tutor hizo una inclinación cortés ante cada uno de los presentes. En su cara, uno de los músculos hizo una repentina contracción mientras se volvía rápidamente hacia la grada. Podría haber dicho algo... si lo hubiera necesitado, pensaba en aquellos momentos Jaxom, mirando fija y gravemente las anchas espaldas del Tutor.

 

N'ton le dio otro golpecito en las rodillas y, cuando Jaxom miró al Caudillo del Weyr, este hizo un gesto con la cabeza:

 

—Eres un buen muchacho, Jaxom, y un buen jinete.

 

Después se acercó a los otros dragoneros.

 

—Supongo que en ningún caso os atreveríais a servir un vino de Benden en ocasión tan solemne como esta, ¿eh, Lytol? —Era la voz del Arpista la que se abría paso por el patio.

 

—¿Qué otra cosa se atrevería nadie a servir, Robinton? —preguntó, riendo, Lessa.

 

Jaxom les vio dirigir sus pasos hacia la escalera donde estaban las puertas del Taller. Dando todo un concierto de graznidos, los lagartos de fuego abandonaron su despliegue aéreo y descendieron hacia la entrada, pasando muy cerca de la alta figura del Arpista cuando se dirigían hacia el interior del Fuerte.

 

Lo ocurrido había puesto a Jaxom de excelente humor y dio a Ruth instrucciones de dirigirse hacia los aposentos de ambos. Y cuando su mirada recorrió las ventanas, vio a la gente que se iba retirando. En aquellos momentos sentía un vehemente deseo de que Dorse y todos sus compañeros hubieran estado presentes, que hubieran visto los golpecitos afectuosos de F'nor y oído como él, Jaxom, conversaba con los tres dragoneros más importantes de todo Pern. Dorse, en lo sucesivo, tendría que tener más cuidado ahora que Jaxom iba a ser autorizado a volar con Ruth por el ínter. A

buen seguro que Dorse nunca hubiera supuesto aquello. Ni siquiera él, pensaba Jaxom. ¿No había sido estupendo que N'ton lo hubiera sugerido? ¡Cuando Dorse se enterara, a buen seguro que tendría que comérselo crudo, que tragarse todo aquello!

 

Ruth parecía ir contestando todos estos pensamientos con una especie de canturreo insolente mientras entraba en el viejo establo y dejaba caer su hombro izquierdo para permitir que Jaxom desmontara.

 

—Ahora ya podemos volar e irnos de aquí, Ruth. Y también podremos volar por el ínter e ir donde nos convenga, por todo Pern. Has volado magníficamente y siento haber sido tan mal jinete sobre ti, golpeando sobre tus costillas. ¡Pero aprenderé a hacerlo mejor! ¡Ya verás!

 

Los ojos de Ruth chispeaban en su brillante azul afectuosamente cuando siguió a Jaxom al interior del weyr. Luego, Jaxom siguió contándole a Ruth qué maravilloso era girar sobre la punta del ala y todas las demás maniobras, mientras limpiaba el polvo depositado y la porquería que se había ido acumulando en el lecho de Ruth durante la noche anterior. El dragón se acostó dejando colgar la cabeza hacia Jaxom, en una sutil solicitud de caricias. Jaxom estaba complacido, pero en cierta manera reluctante a participar en celebraciones en las que el verdadero huésped de honor debía permanecer ausente.

 

 

Advertido por los graznidos de los lagartos de fuego, Robinton avanzó rápidamente hasta pegarse contra la hoja derecha de una de las grandes puertas metálicas. Luego se colocó las manos delante de la cara, a modo de protección. Demasiado frecuentemente se le había sorprendido en aquellas justas de lagartos de fuego por no tomar precauciones. Sin embargo, en general, y gracias a las enseñanzas de Menolly, los lagartos de fuego del Taller del Arpista tenían una conducta aceptable. Sonrió al oír la exclamación de sorpresa y desaliento de Lessa. Cuando oyó el aleteo de su paso, se quedó donde estaba y, una vez seguro, sintió que el barullo volvía a través del camino que iba hacia

la puerta. Oyó al Señor Groghe llamar a su pequeña reina Merga, y dar órdenes. Luego, su propio Zair le encontró y, reprendiéndole como si Robinton hubiera estado tratando de esconderse de él deliberadamente, el pequeño lagarto de fuego bronce se posó sobre su acolchado hombro izquierdo.

 

—¡Mira allá! ¡Hay un muchacho! —exclamó Robinton, golpeando al agitado bronce con los dedos. A modo de cariñosa respuesta, el lagarto rozó la mejilla del Maestro con la cabeza—. Yo no te dejé, deberías saberlo. ¿Volaste también con Jaxom?

 

Zair suspendió sus reproches y dio un graznido de felicidad. Luego encorvó el cuello para atisbar patio abajo. Curioso, Robinton se asomó hacia adelante para ver qué había atraído la atención de Zair y vio a Ruth avanzando hacia los viejos establos. Robinton dio un suspiro. Casi hubiera deseado que Jaxom no hubiese obtenido permiso para volar con Ruth. Tal como él mismo había anticipado, el Señor Sangel seguía muy decidido a evitar que el muchacho gozara de las prerrogativas de un dragonero. Y tampoco iba a ser Sangel el único de aquella generación mayor de Señores de los Fuertes que discutiría aquella licencia. Robinton se daba cuenta de que había obrado justamente al influir sobre Groghe en pro del muchacho, pero luego, Groghe había sido más astuto que Sangel. Además, él era dueño de un lagarto de fuego y eso le hacía asumir una actitud más condescendiente frente a Jaxom y a Ruth. Robinton no podía recordar si Sangel no había querido, o no había sido capaz de Impresionar a un lagarto de fuego. Debería preguntárselo a Menolly. Su reina, Beauty, debería estar empollando pronto. Era provechoso que su compañera tuviera un lagarto de fuego reina. Así, él podía colocar los huevos donde considerara que era del mayor provecho para todos.

 

Estuvo unos minutos más mirando, conmovido por lo que veía. Entre Jaxom y Ruth había como un aura de inocencia y vulnerabilidad, de dependencia y protección de uno al otro.

 

Jaxom había llegado al mundo en unas condiciones claramente desfavorables: arrebatado del cuerpo muerto de su madre, con su padre mortalmente herido en duelo, media hora más tarde. Y recordando lo que N'ton y Finder le habían explicado poco antes del vuelo de Jaxom, Robinton hubo de reprocharse no haber mantenido una vigilancia más cuidadosa sobre el muchacho. Y Lytol no era tan rígido como para rechazar su intervención, sobre todo tratándose del interés de Jaxom. Pero Robinton tenía demasiadas preocupaciones que pesaban sobre su tiempo y su pensamiento incluso considerando que Menolly y Sebell tenían su confianza y eran sus ayudantes fieles.

 

Zair frotaba la cabeza contra la barbilla del Arpista. Robinton soltó una risita contenida y dio un golpe a Zair.

 

Aquellos lagartos de fuego no tenían más de un brazo humano de longitud, y no eran tan inteligentes como los dragones, pero sí extremadamente agradables como compañeros, e incluso, a veces, útiles.

 

Ahora era mejor que se uniera a los demás y viera el modo de insinuar su idea a Lytol. El joven Jaxom sería una ayuda ideal para sus proyectos.

 

—¡Robinton! —la voz de F'lar llamándole sonó desde la puerta del recibidor menor del Fuerte. ¡Sube rápidamente! ¡Tu prestigio personal está en juego!

 

—¿Mi qué...? ¡Allá voy! —Y las largas piernas del Arpista le llevaron a toda prisa hacia la habitación, apenas acabada la frase. El Arpista no tuvo dificultad en adivinar de qué se trataba, viendo las sonrisas de los que se mantenían cerca de las botellas de vino añejo.

 

—¡Vaya! Creéis que me vais a poder coger ¿no? —gritó, haciendo gestos dramáticos en dirección al vino—. Pues bien estoy seguro de poder arreglármelas para conservar mi reputación aquí. Tan seguro como de que tú has marcado correctamente las botellas, Lytol.

 

Lessa rió y sacó una botella, exhibiendo su elección a los reunidos. Sirvió un vaso de aquel vino tan rojo y se lo tendió a Robinton. Bien consciente de que todos los ojos estaban fijos en él, Robinton se acercó a la mesa con pasos lentos y jactanciosos. Sus ojos captaron la mirada de Menolly y recibió de ella una clara señal de que se sentía totalmente a sus anchas en medio de una sociedad tan prestigiosa. Ella, como el pequeño dragón blanco, estaba dispuesta a volar sola. Su camino, por cierto, había sido largo; una larga Revolución desde la muchacha insegura e insignificante que vivía en un Fuerte marino perdido. Y él debía hacer que se notara su presencia en el Taller del Arpista ahora y con la seguridad de que ella le ayudaría.

 

Robinton hizo toda la ceremonia propia de la degustación del vino, puesto que era lo que claramente se esperaba de él. Examinó el color a la luz del sol que afluía dentro de la estancia, aspiró profundamente su aroma y luego sorbió el líquido delicadamente, paladeando con ostentación el vino en su boca.

 

—Hummmmm. Bien, sí; no me parece difícil reconocer qué cosecha es esta —dijo arrogantemente.

 

—¿Y bien? —preguntó el Señor Groghe. Sus pulgares daban algunos tirones del cinturón y agitaba sus pies enfundados en las botas, dando muestras de impaciencia.

 

—¡No hay que beber nunca apresuradamente un vino!

 

—Aquí se trata de que, o sabes, o no sabes —dijo Sangel, con un bufido escéptico.

 

—Por supuesto que sé. Es cosecha pisada en Benden, hace once Revoluciones. ¿Es o no es así Lytol?

 

Robinton, consciente del silencio que reinaba en la habitación, se vio sorprendido por la mirada de Lytol. A buen seguro que aquel nombre no podía estar todavía disgustado porque Jaxom hubiera cabalgado el dragón pequeño, ¿o sí? No, la contracción del músculo había partido de su mejilla.

 

—Tengo razón —dijo Robinton, arrastrando las palabras y señalando con dedo acusador al Señor Tutor—. Y tú lo sabes, Lytol. Para ser exactos, este es el prensado posterior a cuando el vino ya está bien maduro. Además, se trata del primer embarco de Benden que te fue posible sacar con halagos del viejo Señor Raid, fundándote en la sangre de Ruatha que lleva Lessa. —Y alteró la voz para imitar el pesado tono de barítono de Lytol—: «La Dama del Weyr de Pern debe recibir vino de Benden cuando visita su antiguo Fuerte.» ¿Tengo o no tengo razón, Lytol?

 

—Desde luego la tienes, en todos los sentidos —admitió Lytol con algo que sonó sospechosamente a risita escondida—. En lo tocante a vinos, Maestro Arpista, eres infalible.

 

—¡Qué alivio! —exclamó F’lar, golpeando amistosamente al Arpista en un hombro—. Yo no hubiera podido sobrellevar la pérdida de una reputación como la tuya, Robinton.

 

—Es el vino adecuado para celebrar esta ocasión. Brindo por Jaxom, el joven Señor del Fuerte de Ruatha y orgulloso caballero de Ruth.

 

Robinton sabía que había incluido a un dragón en la solemnidad de sus palabras, pero no había manera de disimular el hecho de que, si bien Jaxom era Señor electo del Fuerte de Ruatha, era también e innegablemente un dragonero. El Señor Sangel se aclaró la garganta adecuadamente antes de tomar el sorbo de vino que la ocasión requería. Y el ceño que Lessa frunció hizo pensar que ella había hecho anteriormente otro brindis semejante.

 

Después de aclararse de nuevo la garganta, Sangel se lanzó al debate del modo que Robinton había esperado que lo hiciera.

 

—Pues bien; a este respecto, ha de haber algún acuerdo sobre hasta qué punto Jaxom es un dragonero joven. A mí se me dio a entender durante su gestación —y Sangel hizo un vago gesto con la mano hacia los establos— que aquella criaturita no iba a sobrevivir. Fue el único motivo por el que no hice protesta alguna en aquella época.

 

—No te desorientamos deliberadamente, Señor Sangel —empezó a decir Lessa con voz vacilante.

 

—No habrá problemas, Sangel —dijo F'lar diplomáticamente—. No tenemos escasez de dragones grandes en el Weyr. El no tiene necesidad de luchar.

 

—Tampoco tenemos escasez de hombres entrenados, de raza, que se puedan asentar en este Fuerte —dijo Sangel, adelantando agresivamente la mandíbula. «Ya sabía que el viejo Sangel tocaría este punto», pensó Robinton con alivio.

 

—No será con sangre de Ruatha —dijo Lessa, y sus ojos grises centelleaban—. La razón definitiva de mi renuncia a mi sangre cuando llegué a Dama del Weyr fue cederla al varón que quedara con sangre de Ruatha en las venas... ¡A Jaxom! Y mientras yo viva, no permitiré que Ruatha, de todos los Fuertes de Pern, sea el premio de los duelos de sangre continentales entre los hijos más jóvenes. Jaxom seguirá siendo Señor del Fuerte de Ruatha y nunca será un dragonero de combate.

 

—Es justo poner las cosas en claro —dijo Sangel, apartándose para evitar la helada mirada de Lessa—, pero admitirás que cabalgar dragones, sin perjuicio de las limitaciones que conlleva, puede ser peligroso, Dama del Weyr. Habrás oído hablar de lo sucedido en las Altas Extensiones...

 

—Las salidas de Jaxom montado se controlarán en todo momento —prometió F'lar. Y dirigió una mirada de advertencia a N'ton—. Nunca cabalgará para luchar contra las Hebras. Sería demasiado peligro.

 

—Bien; Jaxom es un muchacho responsable —dijo Lytol, interviniendo en el debate—, y ya le he advertido adecuadamente de sus responsabilidades.

 

Robinton vio el gesto de N'ton.

 

—¿Exceso de precaución, N'ton? —preguntó F'lar, tirándose del labio de arriba, mientras miraba a N'ton. También él se había dado cuenta de la expresión del Caudillo del Weyr Fort.

 

—Es posible —respondió N'ton cautamente, con una inclinación de cabeza a modo de disculpa hacia Lytol—. O es posible que hablar de inhibición sea más exacto. Nadie ha querido ofenderte, Lytol, pero hoy me he dado cuenta de que el muchacho se encuentra... aislado de los demás. Y tener su propio dragón es parte del remedio a este problema, estoy seguro. Y dado que no hay muchachos de su edad que hayan tenido ocasión de Impresionar a un lagarto de fuego, los muchachos del Fuerte no tienen idea exacta de sus problemas.

 

—¿Dorse ha vuelto a las andadas? —preguntó Lytol, tirándose del labio y mirando a N'ton.

 

—¿Entonces te das cuenta de la situación? —N'ton parecía aliviado.

 

—Por supuesto que no. Y esta ha sido una de las razones por las que yo mismo te he presionado, F'lar, para que permitas que el muchacho se lance al vuelo. Ello le haría posible visitar los Fuertes en que hay muchachos de su edad y rango.

 

—Pero, seguramente tienes adoptados —cortó Lessa, paseando la mirada por la sala, como si se hubiera pasado por alto la presencia de algunos jóvenes del Fuerte.

 

—Estaba a punto de convenir una adopción de media Revolución para Jaxom, cuando él Impresionó —y Lytol extendió una mano para indicar el final de dicho plan.

 

—No puedo soportar la idea de que Jaxom se vaya de Ruatha por motivos de adopción —dijo Lessa frunciendo el ceño. No, siendo el último del linaje.

 

—Yo tampoco —dijo Lytol— pero es preciso actuar recíprocamente en cuestiones de adopción.

 

—No lo es —respondió el Señor Groghe, dándole a Lytol unas palmaditas en el hombro—. Y de hecho, es una suerte que no sea así. Tengo un muchacho de la edad de Jaxom que ha de ser adoptado. Y es un alivio no tener que tomar a otro muchacho en compensación por él. Cuando veo lo que habéis hecho para volver a poner a Ruatha en marcha y hacerla próspera, Lytol, pienso que el muchacho podría aprender de ti a hacerlo correctamente. Es decir, si hubiera algo que retener cuando llegue a su mayoría de edad.

 

—Este es otro asunto que me gustaría discutir —dijo el Señor Sangel, dando unos pasos hacia F’lar y echando una mirada a Groghe en busca de apoyo—. ¿Qué hemos de hacer nosotros, los Señores de los Fuertes?

 

—¿Hacer? —preguntó F'lar, momentáneamente perplejo.

 

—Con los hijos menores —dijo Robinton suavemente—, para los que ya no hay más fuertes que regir en el Boíl Meridional, Fort, Ista e Igen... p


Date: 2015-12-18; view: 556


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