![]() CATEGORIES: BiologyChemistryConstructionCultureEcologyEconomyElectronicsFinanceGeographyHistoryInformaticsLawMathematicsMechanicsMedicineOtherPedagogyPhilosophyPhysicsPolicyPsychologySociologySportTourism |
Regulus Arcturus Black
Harry se vio invadido por la excitación, pero no se dio cuenta enseguida del porque. Volvió a leer el letrero. Hermione ya estaba un tramo de escaleras por debajo de él. —Hermione, —dijo, y se sorprendió de que su voz sonara tan calmada—. Vuelve a subir aquí. —¿Qué pasa? —R.A.B. Creo que lo he encontrado. Se oyó un jadeo, y luego Hermione que subía corriendo las escaleras. —¿En la carta de tu madre? Pero no vi… Harry negó con la cabeza, señalando al letrero de Regulus. Ella lo leyó, luego cogió a Harry por el brazo, con tanta fuerza que este dio un respingo. —¿El hermano de Sirius? —susurró. —Era un mortífago, —dijo Harry—. Sirius me habló de él, se unió a ellos cuando era verdaderamente joven y luego se arrepintió y trato de abandonar… por lo que lo mataron. —¡Eso encaja! —Jadeó Hermione—. ¡Si era un mortífago tenía acceso a Voldemort, y si se sintió desencantado, entonces podría haber deseado la caída de Voldemort! Soltó a Harry, se inclinó sobre la barandilla, y gritó, —¡Ron! ¡RON! ¡Sube, rápido! Un minuto después apareció Ron resoplando, con la varita lista en la mano. —¿Qué pasa? Si son voluminosas arañas otra vez quiero desayunar antes de…Frunció el ceño ante el letrero que Hermione estaba señalando silenciosamente en la puerta de Regulus. —¿Qué? Ese era el hermano de Sirius, ¿verdad? Regulus Arcturus… Regulus… ¡R.A.B! El relicario… ¿Suponen que…? —Averigüémoslo, —dijo Harry. Empujo la puerta; estaba cerrada. Hermione apuntó el picaporte con la varita y dijo, —Alohomora. Se oyó un clic, y la puerta se abrió. Avanzaron juntos por el umbral, mirando alrededor. El dormitorio de Regulus era ligeramente más pequeño que el de Sirius, aunque producía la misma sensación de antigua grandeza. Mientras Sirius había intentado exponer sus diferencias con el resto de la familia, Regulus se había esforzado por enfatizar lo opuesto. Los colores de Slytherin, verde esmeralda y plateado, estaban por todas partes, adornando la cama, las paredes y las ventanas. El blasón de la familia Black estaba cuidadosamente pintado sobre la cama, junto con su lema, TOUJOURS PUR. Debajo había una colección de amarillentos recortes de periódico, pegados todos juntos hasta formar un irregular colage. Hermione cruzó la habitación para examinarlos. —Son todos sobre Voldemort, —dijo—. Parece que Regulus ya lo admiraba años antes de unirse a los mortífagos. Una nube de polvo se alzó cuando se sentó sobre el cubrecama para leer los recortes. Mientras tanto, Harry se fijó en otra fotografía: un equipo de Quiditch de Hogwarts que sonreía y saludaba desde el marco. Se acercó y pudo apreciar las serpientes en los blasones de sus pechos: Slytherins. Reconoció inmediatamente a Regulus como el muchacho sentado en el centro de la primera fila: Tenía el mismo cabello oscuro y se le veía ligeramente altanero como su hermano, aunque era más pequeño, más delgado, y bastante menos apuesto de lo que Sirius había sido. —Jugaba de Buscador, —dijo Harry. —¿Qué? —dijo Hermione vagamente; todavía estaba inmersa en el montón de recortes acerca de Voldemort. —Está sentado en el centro de la fila delantera, es el lugar reservado para el Buscador… No importa, —dijo Harry, dándose cuenta que nadie le estaba escuchando. Ron estaba sobre manos y rodillas, buscando debajo del armario. Harry miró alrededor de la habitación buscando posibles lugares que pudieran servir de escondrijos y se aproximó al escritorio. Una vez más, alguien había registrado este lugar antes que ellos. El contenido de los cajones había sido revuelto recientemente, el polvo había sido removido, pero no había nada de valor allí: viejas plumas, textos caducos que evidenciaban haber sido toscamente manoseados, un frasco de tinta recientemente roto, el pegajoso remanente cubría el contenido del cajón. —Hay una forma más fácil, —dijo Hermione, mientras Harry se limpiaba los dedos sucios de tinta en los pantalones. Levantó la varita y dijo—, ¡Accio, relicario! Nada ocurrió. Ron, que había estado examinando los pliegues de las desvaídas cortinas, pareció decepcionado. —¿Entonces, eso es todo? ¿No está aquí? —Oh, aún podría estar aquí, pero bajo encantamientos protectores, —dijo Hermione—. Encantamientos para prevenir que sea convocado mágicamente, tú sabes. —Como el que Voldemort puso sobre el pedestal de piedra en la cueva, —dijo Harry, recordando como había sido incapaz de convocar el falso relicario. —¿Entonces, cómo se supone que lo encontraremos? —preguntó Ron. —Buscando manualmente, —dijo Hermione. —Buena idea, —dijo Ron, poniendo los ojos en blanco, y reanudando su búsqueda en las cortinas. Durante más de una hora, peinaron cada pulgada de la habitación, pero al final, se vieron forzados a concluir que el relicario no estaba allí. El sol había ascendido ya; su luz los deslumbraba aún a través de los sucios ventanales. —Aunque podría estar en otra parte de la casa, —dijo Hermione con un tono animado mientras bajaban las escaleras. Mientras a Harry y Ron se les veían más bien desalentados, parecía que ella se había vuelto mas resuelta—. Tanto si se las ingenió para destruirlo como si no, querría mantenerlo oculto de Voldemort, ¿no es así? ¿Recuerdan todas esas cosas espantosas de las que tuvimos que librarnos cuando estuvimos aquí la última vez? Ese reloj que lanzaba rayos a todo el mundo y esas viejas túnicas que trataron de estrangular a Ron; Regulus podría haberlos puesto allí para proteger el escondrijo del relicario, aunque no nos dimos cuenta en ese… ese… Harry y Ron la miraron. Estaba parada con un pie en el aire, con la mirada perdida de alguien a quien le hubieran hecho un Encantamiento Desmemorizador, hasta sus ojos estaban desenfocados. —…en ese momento, —terminó la frase con un susurro. —¿Te pasa algo? —preguntó Ron —Había un relicario. —¿Qué? —dijeron Harry y Ron juntos. —En el armario del salón de dibujo. Nadie pudo abrirlo. Y nosotros… nosotros… Harry sintió como si se le hubiera deslizado un ladrillo a través del pecho hacia el estómago. Lo recordaba. Hasta había manipulado la cosa mientras se la pasaban unos a otros, cada cual en su turno intentando espiar en su interior. Lo habían tirado a un saco de basura, junto con la caja de rapé de polvo Wartcapy la caja de música que había hecho que todo el mundo se sintiera somnoliento… —Kreacher nos robó muchas cosas, —dijo Harry. Era su única oportunidad, la única pequeña esperanza que les quedaba, e iba a aferrarse a ella hasta que se viera obligado a desecharla—. Tenía un escondite lleno de cosas en la alacena de la cocina. Vamos. Bajó las escaleras corriendo saltando los peldaños de dos en dos, los otros dos yendo como relámpagos a su estela. Hicieron tanto ruido que cuando pasaron por el vestíbulo despertaron al retrato de la madre de Sirius. —¡Asquerosos! ¡Sangresucia! ¡Canallas! —gritó tras ellos mientras se lanzaban hacia el sótano de la cocina y cerraban la puerta de golpe a sus espaldas. Harry corrió toda la longitud de la habitación, patinó hasta detenerse frente a la puerta de la alacena de Kreacher, y la abrió de un tirón. Encontró el nido de sucias mantas viejas en las que el elfo domestico había dormido una vez, pero ya no brillaban con las baratijas que Kreacher había recobrado. Lo único que había allí era una vieja copia de La Naturaleza de la Nobleza: Genealogía Mágica. Negándose a creer lo que veían sus ojos, Harry tomó bruscamente las mantas y las sacudió. Un ratón muerto cayó y rodó lúgubremente por el suelo. Ron gimió y se subió sobre una silla de cocina; Hermione cerró los ojos. —Esto todavía no ha acabado, —dijo Harry, levantó la voz y llamó—, ¡Kreacher! Se oyó un audible crack y el elfo doméstico que Harry tan reluctantemente había heredado de Sirius apareció de la nada delante del frío y vacío hogar. Diminuto, de la mitad del tamaño de un humano, con la pálida piel colgando de él en pliegues, el cabello blanco brotando copiosamente de sus orejas parecidas a las de un murciélago. Todavía llevaba puesto el inmundo harapo con el que lo habían conocido la primera vez, y la mirada despectiva que le dedicó a Harry demostraba que su actitud ante el cambio de dueño no se había alterado más que su vestimenta. —Amo, —graznó Kreacher con su voz de sapo, e hizo una profunda reverencia; murmurando contra sus rodillas—, Otra vez en la antigua casa de mi ama con el traidor a la sangre Weasley y la sangresucia… —Te prohíbo que llames a nadie “traidor a la sangre” o “Sangresucia”, —gruñó Harry. Habría encontrado a Kreacher, con su nariz en forma de hocico y sus ojos inyectados en sangre, un objeto particularmente indeseable aunque el elfo no hubiera traicionado a Sirius ante Voldemort. —Tengo una pregunta para ti, —dijo Harry, con el corazón latiéndole considerablemente rápido mientras miraba al elfo—, y te ordeno que la respondas con veracidad. ¿Entendido? —Si, Amo, —dijo Kreacher haciendo otra reverencia. Harry vio que sus labios se movían silenciosamente, indudablemente articulando los insultos que ahora tenía prohibido pronunciar. —Hace dos años, —dijo Harry, su corazón ahora golpeaba contra sus costillas—, en el salón de dibujo del piso de arriba había un gran relicario de oro. Lo tiramos. ¿Tú lo recuperaste? Hubo un momento de silencio, durante el cual Kreacher se enderezó para mirar a Harry directo a la cara. Luego dijo, —Si. —¿Dónde se encuentra en este momento? —preguntó Harry alborozado mientras Ron y Hermione se mostraban alegres. Kreacher cerró los ojos como si no soportara ver su reacción ante sus siguientes palabras. —Ido. —¿Ido? —Hizo eco Harry, el júbilo lo abandonó flotando lejos de él—, ¿Que quieres decir con ido? El elfo se estremeció. Flaqueó. —Kreacher, —dijo Harry ferozmente—, Te ordeno… —Mundungus Fletcher, —graznó el elfo, con los ojos aún fuertemente cerrados—. Mundungus Fletcher lo robó todo; los retratos de la Señorita Bella y la Señorita Cissy, los guantes de mi ama, la Orden de Merlín de Primera Clase, las copas con el escudo familiar, y… y… Kreacher estaba tragando para conseguir un poco de aire: su hundido pecho subía y bajaba rápidamente, luego sus ojos se abrieron de golpe y profirió un horripilante grito. —… y el relicario, el relicario del amo Regulus. ¡Kreacher hizo mal, Kreacher falló en su encargo! Harry reaccionó instintivamente: cuando Kreacher se abalanzó sobre el atizador que estaba sobre la rejilla, se lanzó sobre el elfo, aplastándolo. El grito de Hermione se mezcló con el de Kreacher pero el rugido de Harry fue más fuerte que el grito de ambos: —¡Kreacher, te ordeno que te estés quieto! Sintió que el elfo se quedaba congelado y lo soltó. Kreacher yacía laxo en el frío piso de piedra, con lágrimas brotando de sus ojos hundidos. —¡Harry, deja que se levante! —susurró Hermione. —¿Para que pueda golpearse con el atizador? —bufó Harry, arrodillándose junto al elfo—. No creo. Bien. Kreacher, quiero la verdad: ¿Como sabes que Mundungus Fletcher robó el relicario? —¡Kreacher lo vio! —dijo entrecortadamente el elfo mientras las lágrimas corrían sobre el hocico y se le metían en la boca llena de dientes grisáceos—. Kreacher lo vio salir de la alacena de Kreacher con las manos llenas de los tesoros de Kreacher. Kreacher le dijo al furtivo ladrón que se detuviera, pero Mundungus Fletcher se rió y huyó… —¿Dijiste que el relicario era del “Amo Regulus”?, —dijo Harry—. ¿Por qué? ¿De donde provenía? ¿Que tenía Regulus que ver con él? ¡Kreacher, enderézate y cuéntame todo lo que sepas del relicario, y qué tenía que ver Regulus con él! El elfo se sentó derecho, se enroscó formando una pelota, colocó la cara mojada entre las rodillas, y empezó a mecerse hacia atrás y hacia delante. Cuando habló, la voz sonó atenuada pero bastante definida en el silencio, haciendo eco a través de la cocina. —El Amo Sirius huyó, fue bueno librarnos de él, ya que era un mal muchacho y le rompió el corazón a mi Ama con sus modales desenfrenados. Pero el Amo Regulus tenía la disposición apropiada; conocía las obligaciones que implicaba el apellido Black y la dignidad de su sangre pura. Durante años habló del Señor Oscuro, que sacaría a los magos de su retiro para gobernar a los muggles y a los nacidos muggles… y cuando tuvo dieciséis años, el Amo Regulus se unió al Señor Oscuro. Cuan orgulloso, cuan orgulloso, tan feliz de servirlo… —Y un día, tras un año de haberse unido, el Amo Regulus vino a la cocina a ver a Kreacher. Al Amo Regulus siempre le gustó Kreacher. Y el Amo Regulus dijo… él dijo… El viejo elfo se meció más rápido que antes. —…dijo que el Señor Oscuro requería un elfo. —¿Voldemort necesitaba un elfo? —repitió Harry, mirando a Ron y Hermione, que parecían tan confundidos como él. —Oh si, —gimió Kreacher—. Y el Amo Regulus había ofrecido voluntariamente a Kreacher. Era un honor, dijo el Amo Regulus, un honor para él y para Kreacher, que debía asegurarse de hacer cualquier cosa que el Señor Oscuro le ordenase… y luego volver a casa. Kreacher se meció aún más rápidamente, respirando en sollozos. —Así que Kreacher con el Señor Oscuro. El Señor Oscuro no le dijo a Kreacher lo que iban a hacer, pero llevó a Kreacher con él a una cueva cerca del mar. Y adentrándose en la cueva había una caverna, y en la caverna había un gran lago negro… A Harry se le erizaron los pelos de la nuca. Los graznidos de Kreacher parecían llegarle como atravesando el agua oscura. Vio lo que había pasado tan claramente como si hubiera estado allí presente. —… Había un bote… Por supuesto que había habido un bote; Harry conocía el bote, de un verde fantasmal y pequeñito, embrujado para llevar a un brujo y a una victima hasta la isla que había en el centro. Entonces, así había sido como Voldemort había puesto a prueba las defensas que rodeaban el Horrocrux, tomando prestada a una criatura prescindible, un elfo doméstico… —En la isla, había un p—pedestal con una vasija llena de poción. El S—Señor Oscuro hizo que Kreacher la bebiera… El elfo se estremeció de la cabeza a los pies. —Kreacher bebió, y mientras bebía, vio algo terrible… El interior de Kreacher ardía… Kreacher gritó para que el Amo Regulus lo salvara, gritó llamando a la Señora Black, pero el Señor Oscuro solo rió… hizo que Kreacher bebiera toda la poción… dejo caer un relicario dentro de la vasija vacía sobre el pedestal… y lo llenó con más poción. —Y luego el Señor Oscuro se alejó en el bote, dejando a Kreacher en la isla… Harry podía ver como sucedía. Observó la cara blanca de serpiente de Voldemort desvaneciéndose en la oscuridad, los ojos rojos despiadadamente fijos en el derrotado elfo cuya muerte se produciría en pocos minutos, cuando sucumbiera a la desesperante sed que el ardiente veneno provocaba en sus víctimas… Pero, la imaginación de Harry no llegaba a tanto, por lo que no pudo ver como había escapado Kreacher. —Kreacher necesitaba agua, se arrastró hasta el borde de la isla y bebió del lago negro… y manos, manos muertas, salieron del agua y arrastraron a Kreacher debajo de la superficie… —¿Cómo escapaste? —preguntó Harry, y no se sorprendió al notar que había hablado en susurros. Kreacher levantó la fea cabeza y miró a Harry con sus grandes ojos, inyectados en sangre. —El Amo Regulus le dijo a Kreacher que regresara, —dijo. —Lo sé… ¿Pero como escapaste de los Inferi? Kreacher no pareció entenderlo. —El Amo Regulus le dijo a Kreacher que regresara, —repitió. —Lo sé, pero… —Bueno, es obvio, ¿no Harry? —dijo Ron—. ¡Desapareció! —Pero… no podías Aparecerte dentro y fuera de esa cueva, —dijo Harry—, De otra forma Dumbledore… —La magia de los elfos no es igual que la magia de los brujos, ¿verdad? —dijo Ron—, Quiero decir, ellos pueden Aparecer y Desaparecer dentro y fuera de Hogwarts cuando nosotros no podemos hacerlo. Hubo un silencio mientras Harry digería eso. ¿Como podía Voldemort haber cometido un error semejante? Pero incluso mientras lo pensaba, Hermione habló, y su voz era helada. —Por supuesto, que Voldemort consideraría las aptitudes de los elfos domésticos demasiado inferiores como para tenerlas en cuenta… Nunca se le hubiera ocurrido pensar que podrían contar con una magia que él no poseía. —La ley principal entre los elfos domésticos es el vínculo con el Amo, —entonó Kreacher—. A Kreacher se le dijo que regresara a casa, así que Kreacher regresó a casa... —Bueno, entonces, hiciste lo que se te había ordenado, ¿verdad? —dijo Hermione gentilmente—. No desobedeciste las órdenes en ningún momento. Kreacher sacudió la cabeza, meciéndose mas rápido que nunca. —¿Entonces que pasó cuando regresaste? —Preguntó Harry—. ¿Qué dijo Regulus cuando le contaste lo que había pasado? —El Amo Regulus estaba muy preocupado, muy preocupado, —graznó Kreacher—. El Amo Regulus le dijo a Kreacher que permaneciera escondido y que no saliera de la casa. Y luego… fue un tiempo después… el Amo Regulus vino a buscar a Kreacher a su alacena una noche, y el Amo Regulus estaba raro, no parecía el de siempre, perturbado en la mente, Kreacher se dio cuenta… y le pidió a Kreacher que lo llevara a la cueva, la cueva a la que Kreacher había ido con el Señor Oscuro… Y así partieron. Harry podía visualizarlos bastante claramente, el asustado viejo elfo y el delgado y moreno Buscador que tanto se había parecido a Sirius… Kreacher sabía como abrir la entrada oculta que llevaba a la caverna subterránea, sabía como alzar el pequeño bote: esta vez era su amado Regulus el que navegaba con él hacia la isla donde estaba la vasija con veneno. —¿Y te hizo beber el veneno? —dijo Harry, asqueado. Pero Kreacher sacudió la cabeza y lloró. Hermione se llevó las manos a la boca; Parecía haber entendido algo. —El A—Amo Regulus sacó del bolsillo un relicario igual al que tenía el Señor Oscuro, —dijo Kreacher, con las lágrimas corriendo a cada lado de su nariz en forma de hocico—. Y le dijo a Kreacher que lo tomara, y que cambiara los relicarios cuando la vasija estuviera vacía… En ese momento los sollozos de Kreacher se volvieron sonidos estridentes; Harry tuvo que esforzarse firmemente para poder entenderlo. —Y le ordenó… a Kreacher que se fuera… sin él. Y le dijo a Kreacher… que se fuera a casa… y que nunca le dijera al Ama… lo que había hecho… pero que destruyera… el primer relicario. Y bebió… toda la poción… y Kreacher cambió los relicarios… y observó… como al Amo Regulus… lo arrastraban debajo del agua… y… —¡Oh, Kreacher! —se lamentó Hermione, que estaba llorando. Cayó de rodillas junto al elfo y trató de abrazarlo. En un instante el elfo estaba de pie, arrastrándose lejos de ella, obviamente asqueado. —La sangresucia tocó a Kreacher, el no lo permitirá, ¿Qué va a decir su ama? —¡Te dije que no la llamaras “Sangresucia”! —le regañó Harry, pero el elfo ya estaba castigándose a sí mismo. Cayó de bruces y empezó a golpearse la frente contra el suelo. —¡Detenlo… detenlo! —gritó Hermione—. ¿Oh, no puedes ver lo enfermizo de la situación, la forma en que se ven obligados a obedecer? —¡Kreacher… detente, detente! —gritó Harry. El elfo se quedó tendido en el piso, jadeando y temblando, con el hocico brillando con un moco verde, un morado floreciendo en su pálida frente donde se había golpeado a si mismo y los ojos hinchados e inyectados en sangre bañados en lágrimas. Harry nunca había visto nada tan lamentable. —Así que trajiste el relicario a casa, —dijo implacablemente, ya que estaba determinado a saber la historia completa—. ¿Y trataste de destruirlo? —Nada de lo que Kreacher intentó hizo mella en él, —gimió el elfo—. Kreacher lo intentó todo, todo lo que sabía, pero nada, nada funcionaba… Conjuro muchos poderosos hechizos sobre la cubierta, Kreacher estaba seguro que la forma de destruirlo era metiéndose dentro de él, pero no se abría… Kreacher se castigaba a sí mismo, y lo intentaba de nuevo, se castigaba a sí mismo y lo intentaba de nuevo. Kreacher fracasó al obedecer las órdenes, ¡Kreacher no pudo destruir el relicario! Y su ama estaba loca de pena, porque el Amo Regulus había desaparecido y Kreacher no podía decirle lo que había pasado, no, porque el Amo Regulus le había p—p—prohibido decirle a nadie de la familia lo que había ocurrido en la cueva… Kreacher empezó a sollozar tan fuerte que no hubo más palabras coherentes. Las lágrimas fluían por las mejillas de Hermione mientras miraba a Kreacher, pero no se atrevió a tocarlo otra vez. Hasta Ron, que no era un admirador de Kreacher, parecía contrariado. Harry se sentó sobre los talones y sacudió la cabeza, tratando de aclararla. —No te entiendo, Kreacher, —dijo finalmente—. Voldemort trató de matarte, Regulus murió intentando hacer caer a Voldemort, ¿pero aún así traicionaste alegremente a Sirius ante Voldemort? Te alegraste de ir con Narcissa y Bellatrix, para pasar información a Voldemort a través de ellas… —Harry, Kreacher no lo ve de esa forma, —dijo Hermione, limpiándose los ojos con el dorso de la mano—. Es un esclavo; los elfos domésticos están acostumbrados a recibir malos tratos, incluso a la brutalidad. Lo que Voldemort le hizo a Kreacher, para él, no fue muy diferente a como lo trataban normalmente. ¿Qué pueden significar las guerras de los magos para un elfo como Kreacher? Es leal a la gente que es bondadosa con él, y la Señora Black debe haberlo sido, y Regulus ciertamente lo era, así que les servía con gusto y repite sus creencias como un loro. Sé lo que vas a decir, —continuó cuando Harry comenzó a protestar—, que Regulus cambió de parecer… pero al parecer que no se lo explicó a Kreacher, ¿verdad? Y creo que sé por que. Si defendían la antigua tradición de la sangre pura tanto Kreacher como la familia de Regulus estarían a salvo. Regulus estaba tratando de protegerlos a todos. —Sirius… —Sirius era horrible con Kreacher, Harry, y no hay forma de encontrarle el lado bueno a eso, sabes que es verdad. Kreacher llevaba solo mucho tiempo cuando Sirius vino a vivir aquí, y probablemente estuviera hambriento de un poco de cariño. Estoy segura que “la Señorita Cissy” y “la Señorita Bella” fueron perfectamente amorosas con Kreacher cuando se lo pidieron, así que les hizo un favor y les dijo todo lo que querían saber. Siempre dije que los magos pagarían por la forma en que trataban a los elfos domésticos. Bueno, Voldemort, lo hizo… y también Sirius. Harry no tenía respuesta para eso. Mientras miraba a Kreacher sollozando en el piso, recordó lo que Dumbledore le había dicho, solo unas pocas horas después de la muerte de Sirius: No creo que Sirius haya contemplado nunca a Kreacher como un ser con sentimientos tan agudos como los de un humano… —Kreacher, —dijo Harry después de un momento—, Cuando te sientas mejor, er… por favor siéntate. Pasaron varios minutos antes de que Kreacher hipara hasta quedarse en silencio. Luego se alzó a sí mismo hasta estar sentado nuevamente, frotándose los ojos con los nudillos como un niño pequeño. —Kreacher, voy a pedirte que hagas algo, —dijo Harry. Miró a Hermione pidiéndole ayuda. Quería darle la orden amablemente, pero al mismo tiempo, no podía hacer que pareciera como si no fuera una orden. De todos modos, el cambio en su tono pareció haber ganado su aprobación: sonrió alentadoramente. —Kreacher, quiero, que por favor, vayas a buscar a Mundungus Fletcher. Tenemos que averiguar donde está el relicario… donde está el relicario del Amo Regulus. Es muy importante. Queremos terminar el trabajo que el Amo Regulus comenzó, queremos… er… asegurarnos de que no murió en vano. Kreacher bajó los puños y levantó la mirada hacia Harry. —¿Encontrar a Mundungus Fletcher? —graznó. —Y traerlo aquí, a Grimmauld Place, —dijo Harry—. ¿Crees que podrías hacer eso por nosotros? Cuando Kreacher asintió y se puso de pie, Harry tuvo una súbita inspiración. Sacó la bolsa de Hagrid y tomó el falso Horrocrux, el relicario sustituto en el que Regulus había depositado la nota para Voldemort. —Kreacher, yo, er, quisiera que tuvieras esto, —dijo, presionando el relicario contra la mano del elfo—. Perteneció a Regulus y estoy seguro que él querría que tu lo tuvieras como una muestra de gratitud por lo que… —Estás exagerando, compañero, —dijo Ron mientras el elfo le echaba un vistazo al relicario, dejaba escapar un alarido de conmoción y desdicha, y se volvía a tirar al suelo. Les llevó casi media hora calmar a Kreacher, que estaba tan abrumado ante el ofrecimiento de que conservara una reliquia de la familia Black, que se le pusieron las rodillas tan flojas que no podía mantenerse en pie correctamente. Cuando finalmente fue capaz de dar unos pocos pasos tambaleantes todos le acompañaron a la alacena, le vieron dejar a salvo el relicario entre las sucias mantas, y le aseguraron que la primera prioridad para ellos sería la protección del relicario mientras él estuviera ausente. Luego hizo dos grandes reverencias en dirección a Harry y a Ron, y hasta le dedicó a Hermione una pequeña y graciosa sacudida que podría haberse interpretado como un intento de saludo respetuoso, antes de Desaparecerse con el acostumbrado y ruidoso crack.
Capítulo 11 El trato Si Kreacher había podido escapar de un lago lleno de inferis, Harry confiaba en que la captura de Mundungus le llevaría unas pocas horas como mucho, y rondó por la casa toda la mañana en un estado de máxima expectación. Sin embargo, Kreacher no volvió esa mañana o siquiera esa noche. A la puesta de sol, Harry se sentía desaminado y ansioso, y la cena compuesta mayormente por pan mohoso, sobre el que Hermione había intentando una variedad de Trasfiguraciones sin éxito, no ayudaron en nada. Kreacher no volvió al día siguiente, ni el día después de ese. Sin embargo, dos hombres encapuchados habían aparecido en la plaza fuera del número doce, y se quedaron allí en la noche, mirando fijamente en dirección a la casa que no podían ver. —Mortifagos, seguro, —dijo Ron, mientras él, Harry y Hermione miraban por la ventana del salón de dibujo—. ¿Seguro que no saben que estamos aquí? —No creo —dijo Hermione, aunque parecía asustada—. o habrían enviado a Snape a por nosotros, ¿verdad? —¿Creéis que ha estado aquí y tiene la lengua atada por la maldición de Moody? —preguntó Ron. —Si, —dijo Hermione— de otro modo habría podido decirles como entrar aquí, ¿verdad? Pero probablemente estén vigilando para ver si aparecemos. Sabían que Harry es el dueño de esta casa, después de todo. —¿Cómo lo... ? —empezó Harry. —Los testamentos de magos son examinados por el Ministerio, ¿recuerdas? Saben que Sirius te dejó este lugar. La presencia de los mortifagos fuera incrementó el humor amenazador dentro del número doce. No habían tenido noticias de nadie que estuviera más allá de Grimmauld Place desde el patronus del Señor Weasley, y la tensión empezaba a pasar factura. Inquieto e irritable, Ron había desarrollado el molesto hábito de jugar con el Desiluminador en sus bolsillos. Esto enfurecía particularmente a Hermione, que había abandonado la espera por Kreacher para estudiar Los Cuentos de Beedle el Bardo y no apreciaba la forma en que las luces seguían encendiéndose y apagándose. —¡Quieres parar! —gritó la tercera noche de ausencia de Kreacher, cuando todas las luces se apagaron de nuevo en el salón de dibujo. —¡Lo siento, lo siento! —dijo Ron, accionando el Desiluminador y restaurando las luces—. ¡No sé qué estoy haciendo! —¿Bueno, puedo sugerirte que encuentres algo útil en que ocuparte? —¿Algo como leer cuentos para niños? —Dumbledore me dejó este libro, Ron... —... y a mí me dejó el Desiluminador, ¡quizás se supone que tenga que usarlo! Incapaz de soportar la pelea, Harry salió de la habitación sin que lo notara ninguno de los dos. Se dirigió escaleras abajo hacia la cocina, la cual seguía visitando porque estaba seguro de que era allí donde era probablemente aparecería Kreacher. A medio camino, sin embargo, oyó un golpe en la puerta delantera, después chasquidos metálicos y el rechinar de la cadena. Todos los nervios de su cuerpo parecieron tensarse. Sacó su varita, adentrándose en las sombras junto a las cabezas de elfos decapitados, y esperó. La puerta se abrió. Vio un destello de luz de las farolas de la plaza de abajo, y una figura encapuchada se adentró en el vestíbulo y cerró la puerta tras ella. El intruso dio un paso hacia adelante y la voz de Moody pregunto. "¿Severus Snape?". Entonces la figura de polvo alcanzó el final del vestíbulo y se lanzó sobre él, alzando su mano muerta. —No fui yo quien te mató, Albus, —dijo una voz tranquila. La maldición se rompió. La figura explotó de nuevo, y fue imposible divisar al recién llegado a través de la densa nube gris que esta dejó atrás. Harry apuntó su varita en medio de ella. —¡No te muevas! Había olvidado el retrato de la Señora Black. Al oir su grito, las cortinas que la ocultaban se abrieron y ella empezó a gritar "Sangresucia y basura deshonrando mi casa...". Ron y Hermione se lanzaron escaleras abajo tras Harry, apuntando con las varitas, como él con la suya, al hombre desconocido que ahora estaba de pie con los brazos alzados en el vestíbulo de abajo. —¡Alto el fuego, soy Remus! —Oh, gracias a Dios, —dijo Hermione débilmente, apuntando con su varita al retrato de la Señora Black; con una detonación, las cortinas se cerraron de nuevo y se hizo el silencio. Ron también bajó su varita, pero Harry no. —¡Muéstrate! —gritó. Lupin se adelantó hasta la luz de la lampara, con las manos todavía alzadras en un gesto de rendición. —Soy Remus John Lupin, hombrelobo, algunas veces conocido como Lunático, uno de los cuatro creadores del Mapa del Merodeador, casado con Nymphadora, normalmente llamada Tonks, y te enseñé como producir un Patronus, Harry, que tiene forma de ciervo. —Oh, está bien, —dijo Harry, bajando la varita—, pero tenía que comprobarlo, ¿verdad? —Hablando como tu exprofesor de Defensa Contra las Artes Oscura, tengo que estar de acuerdo con que tenías que comprobarlo. Ron, Hermione, no deberíais ser tan rápidos bajando vuestras defensas. Corrieron escaleras abajo hacia él. Envuelto en su gruesa capa negra de viaje, parecía exhausto, pero se alegraron de verle. —¿No hay rastro de Severus entonces? —preguntó. —No, —dijo Harry—. ¿Qué está pasando? ¿Todo el mundo está bien? —Si —dijo Lupin—, pero todos estamos siendo vigilados. Hay un par de motifagos fuera en la plaza. —Lo sabemos... —Tuve que Aparecerme exactamente en el escalón superior de la entrada para asegurarme de que no me vieran. No deben saber que estás aquí, o estoy seguro de que tendrían más gente fuera, han estado escarbando por todas partes buscando cualquier conexión contigo, Harry. Vamos abajo, tengo mucho que contaros, y quiero saber qué ocurrió después de que abandonárais la Madriguera. Descendieron a la cocina, donde Hermione señaló con su varita a la chimenea. Un fuego surgió instantáneamente. Eso proporcionó una ilusión de comodidad sobre las sombrías paredes de piedra y brillo a la larga mesa de madera. Lupin sacó unas pocas cervezas de mantequilla de debajo de su capa de viaje y se sentaron. —Estuve aquí hace tres días pero tenía que librarme de los mortifagos que me iban a la zaga, —dijo Lupin— ¿Entonces vinísteis directamente aquí después de la boda? —No, —dijo Harry—. Solo depués de que toparamos con un par de mortifagos en un café de Tottenham Court Road. Lupin se derramó casi toda su cerveza en la pechera. —¿Qué? Explicaron lo que había ocurrido, cuando hubieron terminado Lupin parecía consternado —¿Pero como os encontraron tan rápidamente? Es imposible seguir a alguien que Desaparece, a menos que los agarres mientras desaparecen. —Y no parece muy problable que estén sencillamente patrullando Tottenham Court Road todo el tiempo, ¿verdad? —dijo Harry. —No preguntábamos —dijo Hermione tentativamente—, si Harry no podría estar todavía bajo el control del Rastro. —Imposible, —dijo Lupin. Ron se mostró arrogante y Harry se sintió enormemente aliviado—. Dejando cualquier otra cosa aparte, estarían seguros de que Harry está aquí si todavía pudieran Rastrearle, ¿verdad? Pero no se me ocurre como pudieron seguiros a Tottenham Court Road, eso me preocupa, me preocupa realmente. Pareció perturbado, pero por mucho que a Harry le preocupara eso, la cuestión podía esperar. —Cuéntanos que ocurrió después de que nos marcháramos, no hemos tenido noticias desde que le padre de Ron nos dijo que la familia estaba a salvo. —Bueno, Kingsley nos salvó, —dijo Lupin—. Gracias a su advertencia la mayoría de los invitados a la boda pudieron Desaparecer antes de que llegaran. —¿Eran mortifagos o gente del Ministerio? —intervino Hermione. —Una mezcla de ambos pero las intenciones y propósitos de todos ellos son los mismos ahora —dijo Lupin—. Había una docena, pero no sabían que tú estabas allí, Harry. Arthur oyó el rumor de que habían intentado sacarle tu paradero a Scrimgeour mediante la tortura antes de matarle; si es cierto, no cedió. Harry miró a Ron y Hermione, sus expresiones reflejaban la misma mezcla de sorpresa y gratitud que sentía él. Nunca le había gustado mucho Scrimgeour, pero si lo que decía Lupin era verdad, al final el hombre había intentado proteger a Harry. —Los mortifagos registraron la Madriguera de arriba a abajo —siguió Lupin—. Encontraron al fantasma, pero no quisieron acercarse demasiado y después interrogaron a aquellos de nosotros que quedamos durante horas. Intentaban conseguir información sobre ti, Harry, pero por supuesto nadie aparte de la Orden sabía que habías estado allí. —En el mismo momento en que irrumpían en la boda, forzaban la entrada en cada casa del pais relacionada con la Orden. Ningún muerto, —añadió rápidamente, anticipándose a la pregunta— Pero fueron duros. Quemaron la casa de Dedalus Diggle, pero como sabéis él no estaba allí, y utilizaron la Maldición Cruciatus con la familia de Tonks. De nuevo, intentando averiguar adonde habías ido después de visitarles. Están bien... sacudidos, obviamente, pero aparte de eso bien. —¿Los mortifagos consiguieron entrar en todas las casas protegidas con encantamientos? —preguntó Harry recordando lo efectivos que estos habían sido la noche en que se había estrellado en el jardín de los padres de Tonks. —Lo que tienes que comprender, Harry, es que los mortifagos cuentan ahora con todo el poder del Ministerio de su lado, —dijo Lupin—. Tienen el poder para realizar hechizos brutales sin miedo a ser identificados o al arrestro. Se las arreglaron para penetrar cualquier hechizo defensivo que lanzamos contra ellos, y una vez dentro, eran libres de hacer lo que quisieran. —¿Y no se molestaron en inventar ninguna excusa para torturar a la gente por averiguar el paradero de Harry? —Bueno, —dijo Lupin. Dudó, después sacó una copia doblada de El Profeta. —Aquí tienes, —dijo, empujándola a través de la mesa hacia Harry—. Lo ibas a averiguar tarde o temprano. Este es su pretexto para perseguirte. Harry desplegó el periódico. Una enorme fotografía de su propia cara llenaba la página frontal. El titular decía así: Date: 2015-12-11; view: 482
|