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Esforzándome por vivir el presente

Me da miedo pensar lo que será de mí dentro de diez años…

No tengo otra opción que vivir el presente todo lo encarecidamente que pueda. Vivir es todo lo que puedo hacer ahora. Soy joven pero no puedo moverme… Dilema e impaciencia. Pero soy una paciente, así que tengo que centrarme en la recuperación.

Tú, una persona, me has aconsejado que no escriba demasiado. Para darte las gracias, he juntado mis manos. Pensando en mi lecho de enferma… (En este punto la escritura de Aya se hace ilegible).

Entiendo que la menstruación – una indicación de que eres una mujer de verdad – se detiene si te pones enferma. También creo que es un signo de recuperación si la recuperas después de seis meses.

Mirando hacia arriba desde mi lecho de enferma, he visto el cielo azul; me ha dado un rayo de esperanza.

 

A-RI-GA-TOU

No puedo seguir con mi vida sin mi pequeña señora mayor o sin depender de alguien – para todo, incluso para darme la vuelta en la cama, para ir al baño, para vestirme, para desvestirme, para comer, para sentarme… Mi madre tiene que trabajar y cuidar de mis hermanos. No solo es una madre para mí. Mi pequeña señora mayor está viviendo para mí. Cocina fideos y pasteles de arroz (mis favoritos) para mí. Me anima para que coma más – aunque sea solo un poco – y para que me recupere cuanto antes para que pueda irme a casa. Su nuera a veces trae platos cocinados por ella y los sirve. Sus nietos vienen a hacerme fotos. Toda su familia cuida de mí. Apenas puedo hablar. Todo lo que puedo decir es “A-RI-GA-TOU” (gracias). Pero me gustaría expresarles mejor mis sentimientos usando muchas palabras más.

Cada persona tiene un miedo del que no puede hablar. Cuando recuerdo el pasado, molesta, lloro; la realidad es demasiado cruel, demasiado dura y no me ofrece un sueño; imaginar el futuro no me trae otra cosa que más lágrimas.

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Últimas palabras del diario de Aya, los siguientes capítulos corresponden a testimonios de la madre de Aya y de la Doctora Yamamoto.

 

CAPÍTULO 8. MIENTRAS ELLA SIGA VIVA (21 AÑOS)

 

Mientras ella siga viva por Shioka Kitou (madre de Aya)

“Kito-san, por favor, ¡venga inmediatamente!”

Recibí la llamada del hospital en mi lugar de trabajo. Arrastrada por el pánico, corrí al hospital todo lo rápido que pude. Apenas puedo recordar cómo lo hice. Me abrí camino entre el médico y el grupo de enfermeras que estaban alrededor de la cama de Aya…

“¿Qué ha pasado?”, grité.

Aya estaba respirando como si tuviera hipo, pero sonrió cuando me vio. La abracé al instante pensando, “¡Dios mío, está viva!”.

El doctor me dijo que una de las pacientes de su habitación se había dado cuenta de que Aya se estaba ahogando porque no podía deshacerse de una flema que tenía en la garganta. El paciente se lo dijo a una enfermera. Ellos le administraron un tratamiento de emergencia y salvaron su vida.



Debido a una serie de problemas menores, fiebre y problemas al tragar, la condición de Aya se deterioró rápidamente. Fue como si bajara las escaleras de un salto. Por aquel entonces, su escritura se volvió distorsionada y casi ilegible. Sin embargo, sus ganas de escribir para poder vivir no se deterioraron en absoluto; continuó escribiendo en su cuaderno sujetando su rotulador con toda la fuerza que podía reunir con una mano que no se movía como ella quería. Hoy, ni siquiera puede hacer eso. Sin embargo, estoy segura de que en su corazón sigue escribiendo mientras lucha desesperadamente contra el demonio de la enfermedad.

 

 


Date: 2016-01-14; view: 532


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Admisión en el hospital y una cuidadora | Primer encuentro con Aya-chan
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