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Finales de otoño

De repente he notado que las cigarras han dejado de cantar. Les han pasado el testigo a los grillos. Empieza a hacer fresco por las mañanas y por las noches. No puedo dejar de sentir que mi resistencia y mi energía están disminuyendo.

¿Es correcto que siga viva?

Si mueres, no dejas nada detrás.

Mamá, ¿realmente está bien que una persona fea como yo viva en este mundo? Mamá, estoy segura de que tú puedes encontrar algo que brille en mí. Enséñame. Guíame.

Mirando los juncos de cana

floreciendo en el jardín,

te echo de menos.

Esta mañana me han despertado los aullidos de los cachorros que estaban jugando. La luz de la mañana se filtraba a través de la ventana. Tumbada en mi futon, los he observado durante un rato. Han crecido muy rápido. Hasta hace poco solo podían aullar pero ahora ya pueden gruñir como perros adultos. Eso también podría decirse de mí…

He sonreído amargamente pensando en eso…

Quiero ir a una floristería a comprar una rosa.

Quiero ir a una pastelería; decidiré mirando el escaparate si quiero un bocadito de crema o una tartaleta de frutas.

Quiero ir a la licorería; le pediré al hombre fornido con el rostro colorado: “¿Me da una botella de aguamiel Akadama?”. Es para mi hermano.

Mi deseo se ha hecho realidad: me han regalado una copia de “Totto-chan” de Tetsuko Kuroyanagi. Para poder disfrutarlo después, he empezado a hacer kimekomi. Tengo que cortar el kimono en varias piezas de la misma forma. Después las pego en una bola de madera con pegamento. No puedo utilizar bien las tijeras y también me resulta difícil usar alfileres, así que el progreso es lento. Tengo mucho cuidado cuando corto las piezas porque no podré terminarlo bien si no tomo bien las medidas.

Cuando estaba a punto de irme a dormir, alguien ha llamado a la puerta. (Recuerdo una escena parecida de un libro de Shinichi Hoshi). Mientras decía “adelante”, la puerta se ha abierto silenciosamente y ha entrado una niña pequeña… Sí, era Rika.

“Aya, tengo que hablar contigo”, me ha dicho de un modo inusualmente serio.

“Mañana voy a ir a la guardería. No estaré en casa así que tendrás que portarte bien, ¿vale? No te caigas. Jugaremos juntas cuando llegue a casa, ¿vale?”. Me ha hecho llorar.

Creo que el amor de una madre se digiere interiormente y se transforma en amor hacia los demás.

Cuando les doy cacahuetes a los pájaros, comen plácidamente. Pero cuando abro la jaula para limpiarla, vuelan y desaparecen. Vuelan así porque no se dan cuenta de que no pueden vivir en el exterior y de que tienen enemigos ahí fuera. Por favor, volved cuando os deis cuenta de esto…

Triste, he escrito algunas cartas a mis profesores y amigos.



“Por favor, cómprame un cuaderno de espiral como bloc de dibujo”, le he pedido a mi madre. “No me apetece escribir mi diario en un cuaderno normal”.

“¿Qué?”, ha contestado. “¿No estás siendo un poco egoísta al decir que solo puedes escribir tu diario según tu humor? Sería diferente si no te encontraras bien, pero ahora mismo deberías pensar en escribir algo de todas formas.”

He aprendido algo más del modo de vida de mi madre. Tenía razón. Si ella dijera, “no me apetece preparar la cena”, yo me moriría de hambre.

Rika ha venido a verme cuando estaba descansando – he cogido un resfriado. Se ha sentado al lado de mi almohada y ha empezado a dibujar conejos en la almohada usando un rotulador – un conejo grande al lado de uno pequeño. También ha dibujado cuatro o cinco círculos entre ellos. Creo que pretendía que fueran flores.

“Aya”, ha dicho, “creo que quizá te sientas sola por las noches. Así que espero que sean tus amigos.”

Su ternura me ha hecho llorar de nuevo.

Hoy he leído un artículo en el periódico acerca de una persona discapacitada en una silla eléctrica que ha hecho un curso de correspondencia durante veinte años para adquirir un diploma de relojero.

Yo no avanzo. Mi cuerpo ha detenido su crecimiento emocional.

¿Hay algún trabajo que yo pueda realizar? (Mi hermano dice que no y yo estoy medio de acuerdo con él). Pero no creo que sea imposible.

Todo lo que puedo hacer ahora es escribir y kimekomi.(1) Aunque no pueda trabajar, al menos puedo ayudar a mi madre limpiando el suelo, recogiendo los cacharros, etc…

Hoy he intentado avanzar con el kimekomi pero he terminado jugando con mi hermana. Mientras, mi madre ha limpiado mi habitación.

“Dejar así la suciedad es de animales”, ha dicho.

Agradezco lo que ha hecho. Todos los pelos de la alfombra (encima del tatami) han desaparecido. Pero está todo demasiado limpio- no he podido sentirme relajada.

Me gustaría saber cómo se ha sentido cuando ha limpiado mi habitación. Se ha pasado la mitad del día cuidando de su hija problemática…

“¡Pobre Aya!”, ha dicho Ako.

“¿A ti qué te divierte, Ako?”, le he contestado.

“¿A ti qué te divierte, Aya?”, ha replicado.

“Nada”, le he contestado.

“¡Pobre Aya!”, ha dicho.

Hoy he entrenado en el entresuelo. He practicado con la mecedora dejándome ir con ambas manos. No tenía mucha estabilidad así que solo he aguantado cinco minutos. Aun así lo he intentado. ¿Pero por qué no puedo hacerlo mejor?

Mi hermano también me ha dicho, “¡Pobre Aya!”. Estaba oscuro en el exterior y el brillo de la televisión se reflejaba en su cara.

Quiero ir a algún sitio espacioso.

Ya no me gusta estar hacinada.

Siento mucha presión.

No puedo salir porque hace frío.

No dejo de pensar en la muerte y estoy asustada.

No me puedo mover… Estoy vencida.

¡Quiero vivir!

No puedo moverme, no puedo ganar dinero. No puedo hacer nada útil por los demás.

Pero quiero vivir.

Quiero que me entiendan…

Rika ha puesto una gruesa capa de mermelada en un trozo de pan. Se ha caído al suelo mientras comía. “¡Qué pérdida!”, he pensado. Pero mi madre la ha limpiado diciendo, “¡qué lástima!”. ¿De dónde viene esa diferencia en la actitud?

Cuando me he resbalado al intentar levantarme de la silla, he aplastado la naranja que llevaba en el bolsillo. Sintiéndome como mi madre, he pensado, “¡qué lástima!”.

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(1) El muñeco tradicional japonés o ningyō

Palabras crueles

Al fin se han “referido a mí”. Mi madre y yo hemos ido al hospital para un examen. Casi me caigo en el baño y mi madre me estaba sujetando. Yo me he aferrado desesperadamente a ella. A mi lado, una mujer de unos treinta años con un vestido rojo estampado le ha susurrado a su hijo pequeño: “Si no te portas bien, serás como ella”.

Su comentario me ha hecho sentir muy triste y miserable.

Mi madre me ha animado diciendo: “Bueno, si cría a su hijo diciéndole esas cosas, cuando ella envejezca y tenga problemas con su cuerpo, quizá se dé cuenta de que sus palabras no eran correctas y el hecho de no haber sido una buena madre le atormente”.

Supongo que tendré que hacer frente a este tipo de incidentes con más frecuencia en el futuro. Cuando los niños se encuentran con alguien diferente, se interesan y se quedan mirando fijamente. Es inevitable. Pero ha sido la primera vez que un adulto me ha tratado como materia de disciplina para un niño. Ha sido duro.

Mi familia considera que debo de sentirme sola todo el día en casa así que me han regalado un gato. Pronto se ha acostumbrado a mí. Se mete en mi futón o debajo de las mantas. Y se tumba en mis rodillas. Es encantador. Cuando Rika lo coge, lo abraza con fuerza; a él no le gusta e intenta escapar. Entonces ella le tira del rabo e intenta que se siente en sus rodillas, cueste lo que cueste. Él cada vez la rechaza más. Entonces Rika se enfada. Al final, le pega. Yo la regaño, diciéndole que no debería pegarle. Rika me mira y empieza a pegarme a mí.

“¡No te atrevas!”, le digo, fingiendo que estoy enfadada. Rika se burla, diciendo, “¡Aya está enfadada! ¡Aya está enfadada!”. “Si tú lo dices”. Se lo cuento a mi madre. Yo tengo diecinueve años y cinco meses; Rika tiene cinco años y siete meses.

Vivo la vida de una mujer mayor: sin juventud, sin energía para vivir, sin nada por lo que vivir, sin metas en el horizonte… Todo lo que tengo es mi cuerpo deteriorado. ¿Por qué tengo que estar viva? Sin embargo, quiero vivir. Lo único que disfruto es la comida, leer y escribir. ¿Con qué disfrutan otras personas de diecinueve años?

Cuando me hice el último examen médico, me pidieron que volviera a ingresar en el hospital después de Año Nuevo. Estoy asustada porque solo consigo empeorar y no hay ninguna señal de recuperación. Cuando lo pienso, no puedo evitar llorar. Revolcarme en la oscuridad… ¿Esa es mi vida? ¡Mierda! Mostrar mi rebeldía diciendo: “¿Qué tiene de malo tener diecinueve años?” o “¿Qué tiene de malo tener veinte años?” no me llevará a ninguna parte.

Cuando lloro, todos se deprimen. Cuando lloro, la nariz se me congestiona, me entra dolor de cabeza y me siento cansada. ¿Entonces por qué lloro? No tengo ninguna aspiración laboral ni ningún hobby. Incapaz de amar a alguien o de valerme por mí misma… me lamento. Me miro en el espejo la cara cubierta de lágrimas. Aya, ¿por qué lloras?

Hoy he comido fideos instantáneos – conocidos por el eslogan “Añade agua caliente y están listos en tres minutos”. Como no puedo sorber bien la sopa, me atraganto fácilmente. Es muy doloroso. Si me atraganto y no puedo respirar cuando estoy sola, podría ser fatal.

Chika-chan, mi compañera del internado, tenía polio. Babeaba mucho pero podía beber té de una taza. Ikeguchi-kun usaba una pajita. ¿Por qué yo no puedo beber sin empaparme? Quizá sea porque los músculos que utilizo para tragar se han debilitado. Hoy me he concentrado en mi boca. Como si estuviera bebiendo sake de una taza pequeña, he intentado sorber poco a poco. No me he atragantado así que me he sentido bien.

Hay otra cosa por la que me siento bien. Hasta ahora no podía hacer algo que los demás dan por sentado. Me da vergüenza contarlo, pero como a veces no puedo llegar al baño a tiempo, tengo que cambiarme la ropa interior a menudo. Me he dado cuenta de la causa del problema: empiezo a moverme cuando la naturaleza llama, pero no lo hago lo suficientemente rápido. Así que he decidí ir al baño siguiendo un horario. ¡Y ha funcionado! ¡Ahora todo transcurre sin incidentes! Estoy tan feliz que quería contárselo a alguien. Pero no es algo que puedes contarle a todo el mundo, así que he disfrutado del éxito en secreto.

 


Date: 2016-01-14; view: 636


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