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TRES METROS SOBRE EL CIELO

 

‘Cathia tiene el culo mas bello de Europa’. El graffiti rojo brilla en toda su desfachatez en una columna del puente de la calle Francia.

Vecino, un águila real, esculpida hace tanto tiempo que seguramente habrá visto el culpable, pero nunca hablara. Un poco mas abajo, como una pequeña águila protegida por sus rapaces garras de mármol, esta sentado el.

Cabellos cortos, casi nunca peinados, bajo detrás del cuello como un marino, una chaqueta Levi’s oscura.

El cuello hacia arriba, una Marlboro en boca, los lentes Ray-Ban en sus ojos. Tiene un aire de duro, aunque si no lo estuviera deseando. Una sonrisa bellísima, pero son pocos los que han tenido la fortuna de apreciarla.

Algunos carros en el fondo se paran amenazantes en el semáforo. Están allí, en línea como si fuera un desfile, si no fuera por su diversidad. Un 500, un New Beetle, un Micra, un auto americano no identificado, un viejo Punto.

En una Mercedes 200, un flaco dedo con las uñas comidas le da un leve empujón a un CD. De las cornetas Pioneer laterales cobra vida de repente la voz de un grupo de rock.

El automóvil vuelve andar siguiendo el flujo. Ella quiere saber ‘where is the love’ ¿pero existe de verdad? De una cosa esta segura, lo trataría de descubrir si no fuera por su hermana que de la parte trasera insiste en repetir: ‘Pon a Eros, anda, quiero escuchar Eros’.

La Mercedes pasa justo cuando ese cigarrillo, casi terminado, cae a tierra, empujada por una última probada decidida y ayudada por un poco de viento. El baja de los escalones de mármol, se arregla un poco sus pantalones y sale en su moto Honda blu VF 750 custom. Como encantado se encuentra entre los carros. Su Adidas derecho cambia, ajusta y deja andar al motor potente que empuja como una onda en medio del tráfico.

El sol esta saliendo, es una bella mañana. Ella esta yendo a la escuela, el no se ha ido a dormir todavía de la noche anterior. Un día como cualquier otro. Pero en el semáforo se encuentran uno al lado del otro, y entonces no será un día como cualquier otro.

El semáforo en rojo.

El la ve. La ventanilla esta abajo, una cola de cabellos rubios ceniza descubre por pedazos su cuello suave. Un perfil ligero pero decidido, sus ojos azules, dulces y serenos, escuchan soñadores y entrecerrados la canción. Tanta calma lo golpea.

‘Hey!’

Ella se voltea hacia el, sorprendida. El sonríe, parado cerca de ella, en su moto, sus hombros anchos, sus manos ya rápidamente bronceadas para la mitad de abril.

‘¿Quieres venir a pasear conmigo?’

‘No, estoy yendo a la escuela.’

‘Bueno no vayas, haz como que vas y yo te voy a buscar ahí enfrente.’

‘Lo siento.’ ella hace una sonrisa falsa y forzada ‘Me he equivocado de respuesta, no me provoca ir a pasear contigo.’



‘Ve que conmigo te divertirás.’

‘Lo dudo.’

‘Resolveras todos tus problemas.

‘No tengo problemas.

‘Esta vez soy yo el que lo duda.’

El semáforo en Verde.

La Mercedes 200 avanza rápido dejando terminar la risa segura de el. El padre se gira hacia ella ‘Pero quien era ese? Un amigo tuyo?’.

‘No papa, solo un cretino’

Cualquier segundo después la Honda regresa de nuevo. El se agarra a la ventanilla y con la derecha da un giro al acelerador, lo suficiente como para no hacer tanto esfuerzo, aunque con su fuerte brazo no habría tenido muchos problemas en esforzarse.

El único que parece tener algún problema es el padre.

‘Pero que hace este inconsciente? Porque se acerca tanto?’

‘Tranquilizate papa, yo me ocupo’

Se voltea decidida hacia el.

‘Escucha, no tienes nada mejor que hacer?’

‘No.’

‘Bueno, consíguelo.’

‘Ya conseguí algo que me gustaría.’

‘Y que será?’

‘Pasear contigo. Anda, te llevo por la Olimpica, corremos fuerte con la moto, después te ofrezco el desayuno y te regreso a la hora de la salida de la escuela. Te lo juro.’

‘Creo que tus juramentos valen bien poco.’

‘Cierto’ sonríe, ‘mira, ya que conoces tanto de mi, di la verdad, ya te gusto no?’

Ella se rie y mueve la cabeza.

‘Bueno, ahora basta’ abre un libro que saca de su mochila Nike, ‘Debo pensar a mi verdadero y único problema.’

‘Cual?’

‘La interrogación de Latín.’

‘Creia que era el sexo.’

Ella se voltea molesta. Esta vez no sonríe más, ni siquiera por pretender.

‘Levanta la mano de la ventanilla.’

‘Y donde quiere que la meta?’

Ella oprime el botón. ‘No puedo decírtelo, esta mi padre’.

La ventanilla eléctrica comienza a subir. El espera hasta el último instante, después quita la mano.

‘Nos vemos.’

No da tiempo para escuchar su seco ‘No’. Se inclina ligeramente hacia la derecha. Agarra la curva, escala y consigue potencia desapareciendo veloz entre los carros. La Mercedes continúa su viaje, ahora mas tranquilo, hacia la escuela.

‘Sabes quien era ese?’ La cabeza de la hermana se pone repentinamente entre los dos asientos. ‘Lo llaman ‘10 con honores’’

‘Para mi es solo un idiota.’

Después abre el libro de latín y comienza a repasar el ablativo absoluto. En un pedazo para de leer y mira afuera. Es verdaderamente eso su único problema? Cierto, no aquel que dice ese tipo. Y, sin embargo, no lo volvería a ver nunca más. Regresa a leer decidida. El carro va hacia la izquierda, hacia su escuela, La Falconieri.

‘Si, yo no tengo problemas y no lo volveré a ver mas.’

No sabia, en realidad, de cuanto se estaba equivocando. Acerca de cada una de las cosas.

 

La luna es alta y pálida entre las últimas ramas de un árbol. Los sonidos extrañamente lejanos. De una ventana llegan algunas notas de una música lenta y agradable. Un poco mas abajo, las líneas blancas del campo de tenis brillan derechas bajo la palidez lunar y el fondo de una piscina vacía espera tristemente el verano. En la primera planta del complejo, una muchacha rubia no muy alta, con los ojos azules y la piel suave, se mira indecisa en el espejo.

‘Te sirve la camiseta negra, elástica de la Onyx?’

‘No lo se.’

‘Y el pantalón azul?’ grita mas fuerte Babi de su habitación.

‘No lo se.’

‘Y la licra, te la quieres poner?’

Daniela esta ahora parada en la puerta, mira a Babi con las gavetas de la ropa abiertas y las cosas regadas por todos lados.

‘Entonces me pondré esto...’

Daniela avanza entre algunos zapatos deportivos Superga regados en el suelo, todos talla treinta y siete.

‘No! Eso no te lo pones porque lo estoy guardando.’

‘Igual me lo agarro.’

Babi se lanza encima para recuperar lo que tiene la hermana en las manos agarradas a la cadera: ‘Lo siento, pero no me lo he puesto nunca. Te lo podrias poner primero y después me lo agrandas todo.’

Daniela mira irónicamente a la hermana.

‘Que? Estas bromeando? Mira que tu te pusiste mi falda azul elástica el otro día y ahora para ver mis bellas curvas debes ser un adivino.’

‘Que entro yo en todo eso? Esa la agrando Chicco Brandelli’

‘Que?! Chicco ha probado a tocar y tu no me has dicho nada?’

‘Hay poco de contar.’

‘No creo, juzgando por mi falda.’

‘Es solo apariencia. Que dices de esta chaqueta azul y debajo la camisa rosa durazno?’

‘No cambies la conversación. Dime que paso.’

‘Ay, tu sabes como van estas cosas.’

‘No.’

Babi mira a la hermana pequeña. Es cierto, no lo sabe. Aun no podría saberlo. Es muy redonda y no hay nada suficientemente bello en ella para convencer a alguno a agrandarle una falda.

‘Nada. Recuerda que la otra tarde le dije a mama que iría a estudiar donde Pallina?’

‘Si, entonces?’

‘Entonces, he ido al cine con Chicco Brandelli’

‘Aja?’

‘La película no era nada fascinante, y viendo mejor, el tampoco lo era.’

‘Si, pero llegando al punto. Como fue que se agrando la falda?’

‘Bueno, la película llevaba diez minutos y el se agitaba continuamente en la silla. Y yo pensé: es cierto que este cine es incomodo, pero según mi opinión Chicco quiere intentar algo. Y de hecho, poco después, se echa un poco para atrás y pasa su brazo detrás de mi espaldar. Escucha, que dices si me pongo el vestido, ese verde con los botones adelante?’

‘Continua!’

‘En fin, del espaldar bajo, lentamente, a la espalda.’

‘Y tu?’

‘Yo… nada. Fingía casi de no acordarme de el. Miraba la película, como concentrada. Después me ha llevado hacia el y me ha besado.’

‘Te beso Chicco Brandelli? Guau!’

‘Porque te emocionas tanto?’

‘Es un chico bello’

‘Si, pero muy creído… siempre esta arreglándose, mirándose en el espejo. Bueno, en el segundo tiempo había reconquistado de inmediato su posición. Me compro un Helado Cornetto Algida. El film se había mejorado un poco, quizás también gracias a la parte de arriba del Cornetto, esa con las nueces. Era fabulosa. Así me distraje y cuando me doy cuenta tiene las manos un poco muy abajo para mis gusto. He tratado de alejarme y el nada que dejaba, se agarro fuerte a tu falda azul. Y así es que se agrando’

‘Que puerco!’

‘Si, imagina que no quería saber nada de parar. Y después sabes que hizo?’

‘No, que hizo?’

‘Se desabotono el pantalón, me agarro la mano y me la llevaba hacia abajo. Si, sabes, hacia su coso…’

‘No! De verdad es un puerco! Y entonces?’

‘Entonces yo para calmarlo he debido sacrificar mi Cornetto. Lo agarre y se lo lance en sus pantalones abiertos, hubieras visto el salto que dio!’

‘Bravo Hermana! Ahora tiene mas que el corazón helado…’

Comienzan a reír. Después Daniela, aprovechándose de la alegría que había en el ambiente, se aleja con el vestido verde de la hermana.

Un poco más allá, en el estudio, en un suave mueble con diseño de cachemir, Claudio se prepara una pipa. Lo divierte ese proceso con el tabaco, pero en realidad es solo un compromiso. En la casa no le permiten fumar más sus Marlboro. La esposa, enérgica jugadora de tenis, y sus hijas, muy saludables, lo regañan con cada cigarrillo prendido, así que paso a fumar pipa. ‘Te da mas clase, te hace parecer mas reflexivo!’ le había dicho Raffaella. Y de hecho, el había reflexionado bien. Mejor tener ese pedazo de madera entre los labios y un paquete de Marlboro escondido en el bolsillo de la chaqueta que discutir con ella.

Le da una probada a la pipa mientras hace una panorámica de los canales televisivos. Sabe ya donde pararse. Algunas chicas bajan de una escalera trasera cantando una estupida canción y mostrando sus firmes senos.

‘Claudio, estas listo?’

Cambia rápido de canal. ‘Si tesoro.’

Raffaella lo mira. Claudio se mantiene sentado en el mueble perdiendo un poco su seguridad.

‘Toma, cambia la corbata, toma esta vinotinto.’

Raffaella deja la habitación sin posibilidad de discusión. Claudio se desata el nudo de su corbata preferida. Después oprime en el control el botón numero cinco. Pero en vez de las bellas chicas se debe contentar de una pobre ama de casa que, enmarcada dentro de un alfabeto, trata de volverse rica. Claudio se mete en el cuello la corbata vinotinto y dedica toda su atención al nuevo nudo.

En el pequeño baño que separa los cuartos de las dos hermanas, Daniela esta exagerando con el delineador de ojos.

Babi aparece cerca de ella.

‘Que te parece?’

Tiene puesto un vestido de flores, rosado y ligero. La aprieta delicadamente en el pecho, dejando el resto libre de caer, como mejor le parece, en sus caderas.

‘Entonces, como estoy?’

‘Bien.’

‘Pero no buenisimo?’

‘Muy bien.’

‘Si, pero porque no dices buenisimo?’

Daniela continúa a tratar de hacer derecha la línea que debería alargarle un poco los ojos.

‘Bueno, a mi no me gusta el color’

‘Si, pero aparte del color…’

‘No me gustan mucho las hombreras tan gruesas.’

‘Si, pero aparte de las hombreras…’

‘Bueno, tu lo sabes, a mi no me gustan las flores’

‘No, pero no les prestes atención’

‘Entonces si, estas buenisimo’

Babi, para nada satisfecha y sin saber siquiera ella que cosa quería oír, agarra el frasco de perfume de Caronne comprado en un Duty-Free de regreso de las islas Maldivas.

Saliendo se tropieza con Daniela.

‘Hey! Ten cuidado.’

‘Ten cuidado tu! Mira como te estas maquillando!’

‘Lo hago por Andrea.’

‘Andrea quien?’

‘Palombi. Lo conocí fuera de la Falconieri. Estaba hablando con Mara y Francesca, las del cuarto año. Cuando se fueron le dije que yo también estaba en la clase de ellas. Maquillada así, cuantos años me darías?’

‘Bueno, pareces mas grande. Al menos quince años.’

‘Pero yo tengo quince años!’

‘Suaviza un poco aquí…’ Babi se mete el índice en la boca, bañándolo, y después lo lleva al parpado de la hermana masajeándolo.

‘Eso, listo.’

‘Y ahora?’

Babi mira a la hermana alzando la ceja.

‘Pareces a punto de cumplir dieciséis.’

‘Aun es muy poco!’

‘Chicas están listas?’

Raffaella, en la puerta de la casa, introduce la alarma. Claudio y Daniela pasan veloces enfrente a ella, por último, llega Babi.

Entran todos en el ascensor. La velada esta por iniciar. Claudio se arregla mejor el nudo de la corbata. Raffaella se pasa veloz varias veces la mano derecha debajo de sus cabellos. Babi se arregla la chaqueta oscura que tiene la espalda amplia. Daniela se mira simplemente en el espejo, encontrando la mirada de la mama.

‘No estarás muy maquillada tu?’

Daniela trata de responder.

‘Dejalo así, estamos retrasados como siempre’. Y esta vez Raffaella se encuentra en el espejo la mirada de Claudio.

‘Pero yo las estaba esperando a ustedes, yo estaba listo a las ocho!’

Pasan en silencio a través de los últimos pisos. En el ascensor entra el olor del estofado de la mujer del portero. Ese sabor de Sicilia se mezcla por un momento con aquella extraña compañía francesa de Caronne, Drakkar y Opium. Claudio sonríe. ‘Es la señora Terranova. Hace unos platos fabulosos.’

‘Le pone mucha cebolla’ es el juicio seguro de Raffaella, que de un tiempo para acá ha optado por la cocina francesa, con la preocupación de todos y la desesperación de la señora de servicio.

La Mercedes se para enfrente al portón.

Raffaella, con un ruido de joyería dorada, señal de recurrencias y navidades mas o menos felices, casi siempre costosas, sale adelante y las hijas detrás.

‘Se puede saber porque no acercan mas la moto Vespa al muro?’

‘Aun mas pegada al muro? Papa estas ciego’

‘Daniela, no te permito que le hables así a tu padre’

‘Escucha mama, mañana podemos ir en Vespa a la escuela?’

‘No, Babi, hace todavía mucho frió’

‘Pero tenemos el parabrisas’

‘Daniela…’

‘Pero mama, todas nuestras amigas…’

‘Las debo ver aun a todas estas amigas con la Vespa.’

‘Si es por eso, a Daniela le darán el Peugeot nuevo que en comparación, visto que te preocupa tanto, corre mas,’

Fiore, el portero, alza la barra. La Mercedes espera, como todas las noches, el lento subir de ese largo hierro con rayas rojas.

Claudio le da un saludo. Raffaella se preocupa solo de cerrar la discusión.

‘Si la próxima semana hace mas calor, veremos.’

La Mercedes sale con un poco mas de esperanza en los asientos traseros y un rayón en su espejo lateral derecho.

El portero regresa a ver su pequeña televisión.

‘Entonces, no me has dicho como estoy vestida así.’

Daniela mira a la hermana. Tiene las hombreras muy largas y para sus gustos esta muy seria.

‘Buenisimo.’ Ha entendido perfectamente como actuar con ella.

‘No es cierto, tengo las hombreras muy largas y soy demasiado perfeccionista como dices tu. Eres una mentirosa, y sabes que te digo? Por esto serás castigada. Andrea ni siquiera te mirara. Quizás si lo hará, pero con todo ese delineador no te reconocerá y se ira con Giulia.’

Daniela trata de responder, sobretodo con respecto a Giulia, su peor amiga. Pero Raffaella se entromete para terminar la discusión.

‘Muchachas, dejen de discutir, sino las regreso a la casa.’

‘Doy la vuelta?’ Claudio sonríe a la esposa, haciendo como si moviera el volante. Pero le basta una mirada para entender que no es el momento.

 

El es ágil y veloz, oscuro como la noche. Luces y reflejos van y vienen en los pequeños espejos de su moto. Llega a la plaza, vuelve a correr apenas ve que por la derecha no viene ninguno, después se va hacia Vigna Stelluti a toda velocidad.

‘Tengo unas ganas de verlo, son dos días que no se nada de el.’

Una bella muchacha de cabello marrón, ojos verdes y un buen posterior prisionero de unos pantalones Miss Sixty, sonríe a la amiga, una rubia alta como ella pero un poco más redonda.

‘Madda, sabes como es todo, aun si han estado juntos nunca quiere decir que ahora tienen una historia’

Sentadas en sus motos, fuman cigarrillos muy fuertes, tratando de dar una imagen fuerte y algunos años de más.

‘Que importa, sus amigos me dijeron que el normalmente nunca llama a nadie.’

‘Porque, a ti te llamo?’

‘Si!’

‘Bueno, quizás se equivoco de numero.’

‘Dos veces?’

Sonríe, feliz de haber puesto en su lugar a la amiga que, sin embargo, no pierde el ánimo.

‘De sus amigos no te puedes confiar. Has visto que hacen?’

Cercano a ellas, con sus motos potentes como sus musculos, Pollo, Lucone, Hook, El Siciliano, Bunny, Schello e muchos otros aun. Nombres improbables de historias difíciles. No tienen un trabajo fijo. Algunos siquiera mucho dinero en los bolsillos, pero se divierten y son amigos. Esto basta. Aman pelear, y eso nunca falta. Parados allí, en Plaza Jacini, sentados en sus Harley, sus viejas 350 Four con piezas originales, o con los clásicos cuatro en uno, del ruido mas potente. Soñadas, suspiradas y al final, obtenidas, gracias a continuas plegarias, de sus padres. O quizás con el sacrificio de la billetera desafortunada de un joven descuidado que la dejo en la gaveta de cualquier escarabajo o en el bolsillo interno de un Henri Lloyd, en fin, demasiado fáciles de robar durante el receso.

Como estatuas sonrientes, exhiben las peleas fáciles, las manos con cualquier rotura, recuerdo de una riña. John Milius los hubiera adorado.

Las muchachas, mas silenciosas, sonríen, casi todas escapadas de casa, inventando un dormir tranquilo donde una amiga, que en en vez de eso, esta sentada ahí cerca con ella, hija de la misma mentira.

Gloria, una chica con la licra azul oscuro y la camiseta del mismo color con pequeños corazones celeste, muestra una esplendida sonrisa.

‘Ayer me divertí un mundo con Dario. Hemos festejado seis meses que estamos juntos.’

Seis meses, piensa Maddalena, a mi me bastaría uno solo…

Madda suspira, después prosigue a soñar con las palabras de la amiga.

‘Fuimos a comer una pizza de Baffetto.’

‘En serio, yo también fui ayer’

‘A que hora?’

‘Behh... habrán sido las once.’

Odia a esa amiga que interrumpe el cuento. Siempre hay alguien o alguna cosa que disturba tus sueños.

‘Ah, no, ya nos habíamos ido.’

‘Entonces, quieren escuchar el resto?’

Un único ‘si’ sale de esas bocas de extraños sabores de brillo de frutas o rosados robados a vendedores distraídos o a baños maternos mas ricos que pequeñas perfumerías.

‘A un cierto punto llega el camarero y me lleva un ramo de rosas rojas enorme. Dario sonríe, mientras todas las muchachas de la pizzería me miran agitadas y un poco envidiosas’

Casi se arrepiente de esa frase, notando a su alrededor aquellas similares miradas.

‘Nunca por Dario… Por las rosas!’

Una repentina risa las une a todas de nuevo.

‘Después me beso en los labios, me agarro la mano y me dio esto.’

Le muestra a las amigas un sutil anillo con una pequeña piedra celeste, de reflejos alegres, casi como los de sus ojos enamorados. Versos de sorpresa y un ‘Bellisimo!’ reciben ese simple anillo.

‘Después fuimos a mi casa y hemos estado juntos. Mis padres no estaban, estuvo fabuloso. Ha puesto el CD de Cremonini que me encanta. Después nos fuimos a la terraza con una cobija y miramos las estrellas.’

‘Habian muchas?’ Maddalena es, sin duda, la más romántica del grupo.

‘Muchisimas!’

Un poco mas allá, una versión diferente.

‘Hey, anoche no supimos nada de ti…’

Hook. Una benda en el ojo, fija. Sus cabellos alborotados, ligeramente claros en la punta le dan un aire de ángel, si no fuera por su fama infernal.

‘Entonces, se puede saber que hiciste anoche?’

‘Nada. Fui a comer en Baffetto con Gloria, y después, como no estaban los suyos, fuimos a su casa e hicimos cosas. Como siempre, nada especial…Han visto que han arreglando el Panda?’

Dario trata de cambiar el tema. Pero Hook no para.

‘Cada tres, cuatro años arreglan todos los locales… entonces, porque no nos llamaste?’

‘Hemos salido sin pensarlo, así de repente.’

‘Que extraño, tu casi nunca haces algo así de repente.’

El tono no promete nada de bueno. Los otros se dan cuenta. Pollo y Lucone dejan de jugar fútbol con una lata aplastada. Se acercan sonrientes. Schello le da una tirada mas larga al cigarrillo, y hace su guiño de burla usual.

‘Saben muchachos, ayer Gloria y Dario cumplían seis meses y el ha querido celebrarlo solo.’

‘No es cierto.’

‘Como no? Si te han visto come la pizza. Pero es cierto que quieres enseriarte?’

‘Si, dicen que te gusta hacer de florista.’

‘Guau!’ Todos divertidos comienzan a darle golpes por la espalda, mientras que Hook lo agarra con el brazo alrededor del cuello y con el puño cerrado le presiona fuerte la cabeza.

‘Que tierno…’

‘Ay! Sueltame…’

Todos se le lanzan encima, riendo como locos, casi sofocándolo con sus fuertes musculos. Después Bunny, mostrando sus dos anchos dientes de enfrente que le han regalado ese apodo, grita de repente: ‘Busquemos a Gloria’

Los Converse All Star celestes, con la pequeña estrella roja en el centro del círculo de goma por el tobillo, bajan de la Vespa y tocan rápidamente tierra. Gloria da solo dos pasos pero se vuelve rápidamente la presa del Siciliano. Los cabellos rubios de ella hacen un extraño contraste con los ojos oscuros del Siciliano, con su ceja cosida malamente, con esa nariz lesionada y suave, golpeada en el hueso por un bello derechazo, cualquier mes atrás, en la cantina Fiermonti.

‘Sueltame, anda, déjame.’

Rápidamente Schello, Pollo y Bunny se ponen alrededor y fingen ayudarlo a lanzar en el aire a esos cincuenta y cinco kilos bien distribuidos, siempre pendientes de poner las manos en los puestos adecuados.

‘Paren, ya basta.’

Las otras muchachas se avecinan al grupo.

‘Dejenla quieta.’

‘Se han ido solos a hacer cosas, en vez de festejar con nosotros? Bueno, entonces celebramos ahora, a nuestro modo.’

Lanzan a Gloria de nuevo en el aire, riendo y bromeando.

Dario, aun si es poco más pequeño que los otros y regala rosas, se hace su camino a empujones. Agarra a Gloria por la mano justo cuando va bajando, y se la monta en su espalda.

‘Ahora basta, paren.’

‘Y sino, que?’

El Siciliano sonríe y se pone de frente a el, alargando las piernas. Sus jeans ligeramente más claros en sus gruesos muslos se tensan. Gloria, apoyada en la espalda de Dario, se agarra más fuerte. Hasta aquel momento había aguantado las lagrimas, ahora también la respiración.

‘Sino, que harás?’

Dario mira al Siciliano a los ojos.

‘Que coño quieres? Siempre tienes que ser la molestia.’

De los labios del Siciliano desaparece la sonrisa.

‘Que dijiste?’

La rabia hace mover sus pectorales. Dario cierra los puños. Un dedo escondido entre el resto se ajusta con un sonido sordo. Gloria entrecierra los ojos, Schello se mantiene con el cigarrillo tembloroso en su boca abierta. Silencio. Repentinamente un rugido rompe el aire. La moto de Step llega haciendo ruido. Dobla en la curva y avanza veloz, frenando poco después en medio del grupo.

‘Bueno, que se hace de bueno?’

Gloria finalmente suspira. El Siciliano mira a Dario.

Una sonrisa ligera deja la discusión para otro momento.

‘Nada, Step, se habla mucho y no sucede nada.’

‘Tienen ganas de estirarse un poco?’

El seguro de la moto cae como un cuchillo y se planta en el suelo. Step baja de la moto y se arregla la chaqueta.

‘Se aceptan concursantes.’

Pasa cerca de Schello y, abrazándolo, le quita de la mano la Heineken que acaba de abrir.

‘Hola, Sche.’

‘Hola’

Schello sonríe, feliz de ser su amigo, un poco menos de no tener más la cerveza.

Cuando la cara de Step baja después de un largo trago, sus ojos encuentran a Maddalena.

‘Hola.’

Los suaves labios de ella, ligeramente rosados y pálidos, se mueven apenas, pronunciando ese saludo en voz baja. Sus pequeños dientes blancos, todos pares, se iluminan mientras sus ojos verdes, bellísimos, tratan de transmitir todo su amor, inútilmente. Es mucho. Step se le acerca, mirándola a los ojos. Maddalena lo mira, incapaz de bajar la mirada, de moverse, de hacer cualquier cosa, de parar ese pequeño corazón, que como loco, hace un solo como si fuera Clapton.

‘Aguantame esto.’

Se quita el reloj Daytona con la correa de acero y lo deja en sus manos. Maddalena mira como se aleja, después aprieta el reloj y se lo lleva cerca al oído. Siente el ligero sonido, el mismo que había escuchado cualquier día antes debajo de su almohada, mientras el dormía y ella se mantenía, pasando minutos en silencio, a mirarlo. En ese entonces, sin embargo, el tiempo parecía haberse parado.

Step se sube en el techo encima de Lazzareschi pasando por el portón del cine Odeon.

‘Entonces, quien viene? Acaso quieren invitaciones escritas?’

El Siciliano, Lucone y Pollo no se hacen rogar. Uno después del otro, como simios que en vez de pelo tienen chaquetas Avirex, escalan con facilidad el portón. Llegan todos al techo, por ultimo Schello, ya doblado en dos para recuperar el aliento.

‘Ay, ya yo estoy destruido, hago de arbitro.’ Y le da un trago a la Heineken que milagrosamente ha logrado no derramar en la fatigosa subida, para los demás un juego de muchachos, para el una empresa a la Messner.,

El grupo se alinea en la penumbra de la noche.

‘Listos?’ Schello grita alzando la mano veloz. Un poco de cerveza le cae debajo a Valentina, una hermosa chica de cabellos marrones en una cola alta, que se envolvió hace poco con Gianlu, un tipo bajo hijo de un rico de corbata.

‘Coño!’ le sale de la boca, creando un gracioso contraste con su cara elegante. ‘Ten cuidado, no?’

El resto se ríe, secándose las gotas de cerveza que les han caído también.

Casi todos juntos, una decena de cuerpos musculosos y entrenados se preparan en el techo. Las manos adelante y paralelas, las caras tensas, los pechos anchos.

‘Ya! Uno!’ grita Schello, y todos los brazos se doblan, sin fatiga. Silenciosos y aun frescos, llegan al frío mármol y sin mucho tiempo regresan arriba. ‘Dos!’ abajo de nuevo, mas veloces y decididos. ‘Tres!’

Aun, como al comenzar, mas fuertes que cuando comenzaron. ‘Cuatro!’ Sus caras, gestos casi irreales, sus narices, con pequeñas arrugas, bajan contemporáneamente. Bajan veloces, con facilidad, llegan casi hasta la tierra y de nuevo suben. ‘Cinco!’ grita Schello dando un ultimo trago a la lata y lanzándola en el aire. ‘Seis!’ Con exactitud la golpea. ‘Siete!’ La lata vuela en alto. Después, como lenta paloma, cae de lleno en la Vespa de Valentina.

‘Coño, eres de verdad un ridículo, yo me largo.’ Las amigas comienzan a reírse.

Gianluca, su novio, para de hacer flexiones y baja del tejado.

‘No, anda Vale, no seas así.’

La agarra con los brazos y trata de pararla, logrando con un beso suave interrumpir sus palabras.

‘Esta bien, pero dile algo a ese tipo.’

‘Ocho!’ Schello baila en el techo moviendo alegre las manos. ‘Muchachos, ya uno, con la excusa de que la novia se arrecho, ha parado. Pero la competencia continua’

‘Nueve!’ Todos ríen y, ligeramente mas calentados, bajan. Gianluca mira a Valentina.

‘Que se le puede decir a uno así?’ Agarra la cara entre sus manos. ‘Tesorito, perdónalo, no sabe lo que hace.’ Mostrando un discreto conocimiento religioso pero una pésima práctica, debido que apoyado en la vespa de Valentina comienza a besarla apasionadamente, en frente de las otras chicas.

La voz gruesa del Siciliano con aquel acento particular de su región que, aparte de la piel oliva, le ha dado el sobrenombre, hace eco en la plaza.

‘Hey Sche! Aumenta un poco, me estoy durmiendo.’

‘Diez!’

Step baja fácilmente. Su corta camiseta azul le cubre los brazos. Los musculos son anchos. En las venas su corazón suena potente, pero aun lento y tranquilo. No como entonces. Ese día su corazón joven había comenzado a batir veloz, como enloquecido.

 

Dos años atrás. Zona Fleming.

Una tarde cualquiera, si no fuera por su Vespa nueva ultimo modelo, rodando, todavía sin pintarla. Step la esta probando, pasa enfrente del Café Fleming cuando siente que lo llaman:

‘Stefano, Hola!’

Annalisa, una linda rubia que conoció en el Piper, le viene de frente. Stefano se para.

‘Que haces por estas partes?’

‘Nada, fui a estudiar a casa de un amigo y ahora regreso a casa.’

En un segundo. Alguno a sus espaldas le quita la gorra.

‘Te doy diez segundos para que te vayas de aquí.’

Un tal Poppy, un tipo grueso y mas grande que el, esta de frente. Tiene su gorra en las manos. Esta de moda esa gorra. En Villa Flaminia la tienen todos. A colores, hecha a mano, de las agujas de alguna chica. Aquel se lo había regalado su madre, tomando el puesto de esa chica que todavía no tiene.

‘No escuchaste? Vete.’

Annalisa mira alrededor y, entendiendo, se aleja. Stefano baja de la Vespa. El grupo de amigos se le avecina. Se pasan la gorra riendo, hasta que termina en manos de Poppy.

‘Devuelvemelo!’

‘Lo escucharon? Es un duro. Devuelvelo!’ lo imita haciendo reír a todos. ‘Sino que harás, eh? Me darás una cachetada? Anda, dámela pues.’

Poppy se avecina con las manos abajo, llevando la cabeza hacia atrás. Con la mano libre le indica su mentón.

‘Dale, golpeame aquí.’

Stefano lo mira. Por la rabia no puede ver nada más. Trata de golpearlo, pero apenas mueve el brazo lo bloquean desde atrás. Poppy pasa por los aires la gorra a uno cercano y le da un puño en el ojo derecho lastimándole la ceja. Después ese bastardo que lo había bloqueado desde atrás lo empuja adelante, hacia las rejas del Café Fleming que, viendo lo sucedido, cerro antes de lo previsto. Stefano se lastima el pecho en contra de la acera, dándose un gran golpe. Le llega rápido una descarga de puños en la espalda, hasta que alguno lo gira. Se encuentra atontado en contra de la acera. Trata de cubrirse, pero no lo logra. Poppy le pone las manos detrás del cuello y aguantándolo a los tubos de hierro de la reja lo mantiene firme. Comienza a darle golpes. Stefano trata de pararse como puede, pero esas manos lo bloquean, no logra quitárselos de encima. Siente la sangre bajar por su nariz y una voz femenina que grita:

‘Basta, Basta, paren, así lo masacran!’

Debe ser Annalisa, piensa. Stefano trata de patear, pero las piernas no logran moverse. Siente solo el sonido de los golpes. Ya no le hacen tanto mal. Después llegan los adultos, algunos pasantes, la propietaria del bar. ‘Vayanse ya, larguense’ Alejan a esos muchachos tirandolos por las camisetas, por las chaquetas, quitándoselos de encima. Stefano se echa lentamente, apoya la espalda en la acera, termina sentado en un escalón. Su Vespa esta allí enfrente, en el suelo como el. Quizás la parte lateral se rayo. Pecado! Estaba siempre pendiente cuando salía del portón de no rayarla.

‘Estas mal, muchacho?’ Una bella señora se acerca a su cara. Stefano hace señal de no con la cabeza. La gorra de si madre esta ahí en la tierra. Annalisa se largo con los otros. Mama, sin embargo, tu gorra todavía la tengo.

‘Toma, Bebe.’ Alguno llega con un vaso de agua. ‘Tomalo lentamente. Que desgraciados, gentuza de la calle, pero yo se quienes fueron, siempre son los mismos. Esos ociosos que se sientan todos los días aquí al bar’

Stefano bebe el último trago, agradece sonriendo un señor que esta cerca y agarra el vaso vacio. Desconocidos. Trata de alzarse, pero las piernas por un momento parecen ceder. Alguno se da cuenta y se lanza rápido a socorrerlo.

‘Muchacho, estas seguro de sentirte bien?’

‘Estoy bien, gracias. De verdad.’

Stefano se limpia los pantalones. El polvo se va de las piernas. Se limpia la nariz con el suéter ahora arrugado y respira profundamente. Se pone la gorra de nuevo y enciende la Vespa. Un humo blanco y denso sale con gran ruido del tubo de escape. Esta golpeada. La parte lateral derecha vibra más de lo normal. Esta rayada. Después mete primera y mientras los últimos señores se alejan suelta lentamente la fricción. Sin voltearse sale por la bajada.

Recuerdos.

Un poco mas tarde en casa. Stefano abre lento la puerta y trata de llegar a su cuarto sin hacerse sentir, pasando por la sala. Pero el piso es traidor: chilla.

‘Eres tu, Stefano?’

La sombra de su mama aparece en la puerta del estudio.

‘Si mama, voy a la cama.’

La madre avanza un poco. ‘Estas seguro de sentirte bien?’

‘Si mama, estoy muy bien.’

Stefano trata de llegar al corredor pero la mama es mas veloz que el. El interruptor de la sala se mueve, iluminándola. Stefano se para, como inmortalizado en una fotografía.

‘Dios mío! Giorgio, rápido, ven acá!’ El padre se apura, mientras la mano de la madre se acerca temerosa al ojo de Stefano.

‘Que te ha pasado?’

‘Nada, me caí de la Vespa.’ Stefano se aleja ‘Ay!, Mama me duele’

El padre mira las otras heridas en los brazos, la ropa arrugada, el cabello sucio.

‘Di la verdad, te han golpeado?’

Su padre siempre ha sido un tipo atento a los detalles. Stefano cuenta más o menos como han sido las cosas y naturalmente la madre, sin entender que a los dieciséis años pueden ya estar ciertas reglas: ‘Pero porque no le has dado la gorra? Te hubiera hecho otra…’

Mientras el padre abandona los detalles para ir a algo aun más serio: ‘Stefano, di la verdad, la política no tiene nada que ver, verdad?’

Fue llamado el medico de la familia, el cual le ha dado la clásica aspirina y lo mando a dormir. Antes de quedarse dormido, Stefano decide que ninguno le pondrá más las manos encima. Nunca más sin salir bien lastimado.

En el escritorio de la secretaria esta una mujer con los cabellos rojos, la nariz un poco larga y los ojos sobresalientes. No es una belleza.

‘Hola, te vas a inscribir?’

‘Si.’

‘Bueno, si te puedes poner cómodo.’ Dice girando los ojos mientras toma una tarjeta debajo en las gavetas. No es para nada simpática.

‘Nombre?’

‘Stefano Mancini.’

‘Edad?’

‘Diecisiete, el 21 de Julio.’

‘Direccion?’

‘Francesco Benziacci, numero 39’ después añade “3.2.9.27.14’ prediciendo así la pregunta que seguía. La mujer alza la cara.

‘El teléfono, no? Solo para la tarjeta…’

‘No seria para ir a jugar videopoker.’

Los ojos sobresalientes lo ven por un segundo, después terminan por llenar la tarjeta.

‘Son ciento cuarenta y cinco euros, cien para la inscripción y cuarenta y cinco cada mes’

Stefano pone el dinero en el escritorio.

La mujer los mete en una bolsa con cierre que pone en la primera gaveta, después de haber apoyado un sello en una almohadilla mojada de tinta le da un golpe preciso en la tarjeta. Budokan.

‘Se paga al inicio de cada mes. El vestidor esta en el piso de abajo. Cerramos en las noches a las nueve.’

Stefano se guarda la billetera en el bolsillo, con la nueva tarjeta en el compartimiento latera y ciento cuarenta y cinco euros menos.

‘Toca, toca acá. Es hierro. Pero que digo, acero!’ Lucone, un tipo bajo y de cara simpática muestra unos bíceps gruesos pero poco definidos.

‘De que hablas todavía? Mira que si te doy un golpecito puedes desaparecer.’

Pollo se da en la espalda, haciendo ruido. ‘Esto si es verdadero” sudor, fatiga, carne, esa que tienes tu es toda agua.’

‘Pero si eres un niño, eres minúsculo.’

‘Sin embargo, acabo de alzar ciento veinte! Cuanto coño haces tu?’

‘Rapido. Pero que, estas bromeando? Alzo dos como si nada, ve como lo hago eh?’

Lucone se pone debajo de la balanza. Alarga los brazos, alza el asta y la lleva arriba, firme. Baja lentamente y mirando la balanza a pocos centímetros del mentón, le da un empujón, esforzando los pectorales. ‘Uno!’ Después siempre controlándolo, baja con la balanza, apoya en el pecho y la sube de nuevo. ‘Dos! Y si quieres lo puedo hacer con mas peso.’

Pollo no se hace repetir dos veces: ‘En serio? Entonces prueba con esta.’

Antes de que Lucone pueda poner la balanza en los sujetadores, mete una pequeña pieza lateral de dos kilos y medio, la balanza comienza a doblar hacia la derecha. ‘Hey! Que coño haces? Eres tonto…?’

Lucone trata de mantenerlo, pero lentamente la balanza comienza a caer. Los musculos lo abandonan. La balanza le cae en el pecho, pesada.

‘Coño, quitamelo de encima, me esta ahogando.’

Pollo ríe como un loco: ‘Lo que quieras, puedo hacerlo hasta con dos piezas. Entonces? Te puse una nada mas y ya estas así? Estas de verdad destruido, eh?, vamos súbela, anda, súbela…’ le grita casi en la cara. ‘Subela pues!’ y mas risas.

‘Me lo puedes quitar de encima, dale!’ Lucone se ha vuelto completamente morado, un poco por la rabia, otro poco porque de verdad se esta sofocando.

Dos muchachos, mas pequeños, que estaban en una maquina cercana, se miran indecisos de que hacer. Viendo que Lucone comienza a toser y que haciendo esfuerzos bestiales no logra quitarse esa balanza de encima, deciden ayudarlo.

Pollo esta echado en la tierra, boca abajo. Ríe como un loco, golpeando las manos en la madera del suelo. En un momento se gira de nuevo hacia Lucone con las lagrimas en los ojos, pero lo ve ahí, de pie enfrente a el. Los dos muchachos lo liberaron.

‘Oh! Como coño lo lograste?’

Pollo se da rápido a la fuga, aun riendo y tropezando sobre una balanza. Lucone, tosiendo, lo persigue.

‘Parate, te golpeare, te masacrare. Te daré un puño en la cabeza y te haré ser mas enano de lo que eres.’

Si persiguen furiosamente por todo el gimnasio. Girando alrededor de las maquinas, parándose detrás de columnas, volviendo a correr repentinamente. Pollo, en el intento de parar al amigo, le lanza encima algunas pesas. Esas piezas de goma caen al suelo pesadas, esquivadas por Lucone, que no se para por nada. Pollo va a las escaleras que dan hacia el vestidor femenino. Corriendo choca con una chica y termina contra la puerta, abriéndola. Todo el resto, desnudas, que se están cambiando para la lección de aeróbica, inician a gritar como locas. Lucone se para en los últimos escalones, extasiado de aquel panorama de suaves colinas, humanas y rosadas. Rápidamente Pollo mira hacia atrás

‘Coño, no lo creo, esto es el paraíso…’

‘Vayanse al infierno!’

Una chica ligeramente mas cubierta que las otras va hacia la puerta cerrándola en su cara. Los dos amigos se mantienen un momento en silencio.

‘Viste la del fondo a la derecha, los senos que tenia?’

‘La primera a la derecha… el culo de ella lo pasas por alto?’

Pollo agarrar al amigo bajo su brazo, moviendo la cabeza. ‘Cosas increíbles, eh?, Claro que no lo paso por alto, no soy homosexual como tu.’

Así, después de esa breve pausa erótica, regresan a perseguirse.

Stefano abre la hoja de su tarjeta, se la dio Francesco, el instructor del gimnasio.

‘Comienza con cuatro series de apertura, en aquel banco. Agarra los pesos de cinco kilos, te debes alargar y abrir un poco, muchacho. Primero ten una base gruesa, después podrás construir encima.’ Stefano no se lo hace repetir.

Se extiende en la banca arqueada y comienza. Los hombros le duelen, ese peso parece enorme. Hace de los ejercicios laterales, baja a tocar la tierra y de nuevo arriba. Después detrás de la cabeza. De nuevo. Cuatro series de diez, cada día, cada semana. Después de las primeras semanas, ya esta mejor, los hombros no le duelen tanto, los brazos han ligeramente crecido. Comienza a crecerle el pecho, hasta las piernas se han reforzado. Cambia alimentación. En la mañana una merengada con proteínas en polvo, un huevo, leche, hígado de merluza. En el almuerzo poca pasta, un bistec en sangre, levadura de cerveza y granos. Las noches en el gimnasio. Siempre. Alternando los ejercicios, trabajando un día la parte de arriba y otro día la de abajo. Los musculos parecen enloquecer. Reposan, como buenos cristianos, solo el domingo. El lunes se comienza de nuevo. Cualquier kilo de mas, semana a semana, paso a paso, por esto lo apodaron Step. Se volvió amigo de Pollo, Lucone y todo el resto del gimnasio.

Un día, pasados dos meses, llega el Siciliano.

‘Quien quiere hacer flexiones conmigo?’

El Siciliano es uno de los primeros socios del Budokan. Es grueso y potente, nadie quiere competir con el.

‘Coño, nunca los invite a tener una pelea, solo he dicho para hacer flexiones.’

Pollo y Lucone continúan a entrenarse en silencio.

Con el Siciliano siempre terminas en pelea. Si pierdes te molesta hasta el infinito, si ganas, bueno, no se sabe que podría suceder. Nunca ha sucedido que alguien le haya ganado al Siciliano.

‘Entonces, no hay nadie en este gimnasio de mierda que quiera hacer alguna flexión conmigo?’

El Siciliano mira alrededor.

‘Estoy yo.’

Se voltea. Step esta frente a el, el Siciliano lo mira de la cabeza a los pies.

‘Ok. Vayamos para allá.’

Entran en un pequeño cuarto. El Siciliano se quita la guardacamisa enseñando pectorales enormes y brazos bien proporcionados.

‘Entonces, estas listo?’

‘Cuando quieras.’

El Siciliano se echa al suelo. Step de frente a el. Comienzan a hacer flexiones. Step resiste lo mas que puede. Al final, destruido, cae a tierra. El Siciliano hace otras cinco veloces, después se alza y le da una palmada a Step.

‘Bravo, Muchacho, no estas mal. Las ultimas las hiciste todas con esta.’ Y le da amigablemente un consejo. Step sonríe, no logro ganarle. Todos regresan a sus ejercicios. Step se masajea los músculos dolorosos de los brazos. Algo es seguro: El Siciliano es mucho mas fuerte que el, todavía es muy temprano.

 

Aquel día. Solo ocho meses después.

Poppy y sus amigos están enfrente del Café Fleming, ríen y bromean bebiendo cerveza. Alguno come la pizza roja, todavía humeante, lamiendo los ángulos laterales para parar el tomate que gotea. Algún otro fuma un cigarrillo. Algunas muchachas escuchan divertidas el cuento de un tipo que hace muchos gestos, hablando acerca de su tema principal: fue despedido, pero finalmente tuvo una satisfacción. Rompió todas las botellas del local, la primera en forma particular.

‘Saben que he hecho? Me había molestado tanto que le lance la botella en la cabeza.’

También Annalisa esta ahí. La noche de la riña no había llamado a Stefano, no había sabido nada de ella. Pero no importa. Step no es un tipo que sufre por soledad. Hasta entonces no había tenido mas noticias de ninguno de ellos. Entonces, un poco preocupado, ese día, los fue a buscar.

‘Poppy, amigo, como estas?’

Poppy mira a ese tipo desconocido que viene de frente. Tiene algo familiar , esos ojos, el color de los cabellos, la forma de la cara, pero no lo recuerda. Esta bien ejercitado, tiene brazos gruesos y un buen torso. Step, viendo su mirada intrigante, le sonríe, tratando de ponerlo cómodo.

‘De mucho tiempo que no nos vemos, eh? Como te va?’

Step pasa el brazo detrás de la espalda de Poppy, amigablemente.

El Siciliano, Pollo y Lucone, felices de acompañarlo, se meten en medio del grupo. Annalisa todavía sonríe, cuando se encuentra la mirada de Step. Es la única que lo reconoce. La sonrisa lentamente se va de sus labios. Step deja de mirarla y se dedica totalmente a su amigo Poppy que continua a mirarlo perplejo.

‘Disculpa, pero en este momento no me acuerdo.’

‘Como puede ser!’ Step le sonríe teniéndolo siempre abrazado, como dos viejos amigos que no se ven desde hace mucho tiempo. ‘Me haces sentirme mal. Espera. Quizás te acuerdes de esto.’ Saca del pantalón de los jeans la gorra. Poppy mira esa vieja tela, después la cara sonriente del tipo que lo tiene abrazado. Sus ojos, esos cabellos. Claro. Era ese pequeño que amenazo hace mucho tiempo.

‘Coño…’ Poppy trata de quitarse el brazo de Step, pero la mano de el lo agarra fuerte por los cabellos, inmovilizándolo.

‘Memoria corta, eh? Adiós Poppy.’ Y se lo lleva hacia el y le da un golpe bestial que le aporrea la nariz. Poppy se dobla llevandose las manos a la cara. Step le da una patada en la cara, con toda su fuerza. Poppy salta hacia atrás y se golpea contra la acera con un ruido de hierro.

Rápidamente Step esta encima de el, antes que se levante lo inmoviliza con una mano en la garganta. Con la derecha le da una serie de puños, golpeándolo desde lo alto hasta lo bajo, por la frente, por las cejas, lastimándole el labio.

Da un paso atrás y le da una patada derecha en plena barriga quitándole el aliento.

Alguno de los amigos de Poppy trata de intervenir pero el Siciliano lo bloquea rápido. ‘Bueno, calma, quédate en tu puesto eh?’

Poppy esta en el suelo, Step lo llena de patadas en el cuello, en la barriga. Poppy trata de cerrarse, cubriéndose la cara, pero Step es imposible, golpea en donde consiga un espacio, después comienza a pisarlo arriba. Alza la pierna y le da una patada con el talón. Seco, con fuerza, en el oído, que se rompe rápido, en los musculos de las piernas, en sus caderas, casi saltándole encima, con todo tu peso. Poppy, chillando con cada golpe, moviéndose a gatas, pronuncia un piadoso: ‘Basta, basta, te lo ruego!’, casi tosiendo por la sangre que le salía de la nariz directamente hacia la garganta y escupiendo un poco de saliva que le sale del labio roto y sangrante.

Step se para. Recupera el aliento saltando en sus piernas, mirando a su enemigo en la tierra, inmóvil, destruido. Después se gira y se lanza encima de un rubio que esta a sus espaldas. Es aquel que ocho meses antes lo había bloqueado de atrás. Lo golpea con el puño en plena boca, dándole con todo el peso de su cuerpo. Al tipo le saltan tres dientes. Dos terminan en el suelo. Step lo agarra por la espalda. Inmovilizándolo, comienza a llenarle la cara de puños. Después lo agarra por los cabellos y le bate la cabeza contra el suelo, con violencia. De repente dos brazos fuertes lo bloquean. Es Pollo. Por debajo de las costillas lo tira hacia arriba: ‘Anda Step, basta, vamos, lo estas masacrando.’

Hasta el Siciliano y Lucone se le acercan. El Siciliano ya había tenido problemas con alguno de los otros.

‘Si, vamonos es mejor. Quizás cualquier estupido ha llamado la poli.’

Step regresa a respirar normalmente, da un medio giro hacia los amigos de Poppy que lo miran en silencio. ‘Pedazos de mierda!’ y le escupe a uno que esta cerca con un vaso de Coca-Cola en mano, golpeándolo en plena cara. Pasa frente a Annalisa y le sonríe. Ella trata de devolver la sonrisa, un poco asustada, sin entender bien que hacer. Mueve apenas el labio superior y le sale una extraña mueca. Step y los otros se montan en sus motos y se alejan. Lucone maneja como un loco, con el Siciliano detrás, gritan ambos, yendo arriba y abajo, dueños de la calle. Después se acercan Pollo, con Step atrás.

‘Coño, esa rubia te la podías haber agarrado… estaba muy bien’

‘Si eres exagerado, Lucone. Siempre tienes que hacer todo al mismo tiempo. Con calma, no? Tienes que saber esperar. Hay un tiempo para todo.’

Esa noche Step va a la casa de Annalisa y sigue el consejo de Lucone. Muchas veces. Ella se lamentaba no haberlo llamado antes, jura que le desagrada, que quería haberlo hecho, pero ha tenido tantas cosas que hacer. En los días siguientes Annalisa lo llama a seguido. Step esta tan ocupado que no consigue el tiempo siquiera para responder el teléfono.

 

Una chica que vive cerca enciende una radio portátil que suena la clásica canción ‘Bambino’. ‘Cientonueve!’

Schello, un poco ebrio, salta sobre el techo bailando en sus zapatos Clark de piel, sudados y sin lazos, trata de hacer un descanso. Va mal. ‘Yahooo!’ mueve las manos con fuerza. ‘Cientodiez!’

‘Atencion, damos el premio a los mas sudados. En el numero uno conseguimos al Siciliano. Vistosas manchas debajo de las axilas, parece una fuente. Ciento once!’

Step, Hook y el Siciliano hacen un esfuerzo increíble. Llegan los tres abajo, emocionados, rojos y cansados.

‘En nuestro Hit Sudados el numero dos lo tiene Hook. Como pueden ver, la esplendida camiseta Ralph Lauren ha cambiado de color. Ahora es un verde descolorido, o mejor, verde podrido.’

Schello, agitando los puños cerca del pecho, sigue con la cabeza el pedazo que el DJ de la radio ha anunciado como suceso del año: Tardes Negras. Da un giro y continua:

‘Cientodoce!’ y naturalmente el ultimo es Step… casi perfecto, ligeramente despeinado pero es tan corto que ni se nota’ Schello se inclina para verlo mejor, después se alza moviendo las manos en el aire.

‘Increible, he visto una gota de sudor, pero les aseguro, era una sola! Ciento trece!’

Step sube, siente los ojos borrosos. Algunas gotas de sudor bajan por la frente esparciéndose en las pestañas como un colirio fastidioso. Cierra los ojos, siente los hombros adoloridos, los brazos tensos, las venas pulsantes, sigue empujando y lentamente sube de nuevo. ‘Siiii!’ Step mira al lado. El Siciliano también lo esta logrando. Estira completamente los brazos. Falta solo Hook.

Step y el Siciliano miran a su amigo-enemigo subir cansado y chillando, centímetro a centímetro, segundo a segundo, mientras los gritos de abajo aumentan:

‘Hook, Hook, Hook…!’

Hook, como paralizado, se detiene de repente, después temblando mueve la cabeza: ‘No, no lo lograre.’ Se mantiene por un momento inmóvil, y ese es su ultimo pensamiento. Cae de golpe, dando apenas tiempo de voltear la cabeza. Se golpea con todo el peso el pecho en el mármol.

‘Cientocatorce!’

Step y el Siciliano bajan, veloces, esperando solo el fin de la flexión, después regresan a subir rápidos, como si hubieran conseguido una nueva fuerza, nueva energía. Son ellos solos corriendo hacia la meta. O primer lugar o nada.

‘Cientoquince!’ Vuelven a bajar.

El ritmo aumenta. Como si hubiera entendido, Schello se pone serio.

‘Cientodieciseis!’ uno después del otro pronuncia solo los números. Veloz. Esperando que lleguen arriba para darles el sucesivo.

‘Cientodiecisiete!’ De nuevo abajo.

‘Cientodieciocho!’ Step aumenta aun, soplando.

‘Cientodiecinueve!’ Baja y de nuevo sube, rápidamente. El Siciliano lo sigue, esforzándose, gimiendo, cada vez mas rojo.

‘Cientoveinte, ciento veintiuno. Increíble, muchachos!’ Ninguno habla mas. Debajo solo reina el silencio de los grandes momentos.

‘Cientoveintidos.’ Solo la música de fondo. ‘Cientoveintitres…’

Entonces el Siciliano se para a la mitad, comienza a gritar, como si alguna cosa dentro de el lo detuviera.

Step, en lo alto de su flexión, lo mira. El siciliano es como inmóvil. Tiembla gritando, pero sus brazos no lo quieren escuchar, no lo escuchan más. Entonces da un ultimo grito, como una bestia herida que le hubieran arrancado un pedazo de carne. Su supremacía. E inexorablemente, lento comienza a caer. Ha perdido. Desde abajo se alza un grito. Alguno abre una cerveza: ‘Siii, aquí esta, el nuevo ganador es Step!’

Schello se le avecina festejando, pero Step mueve la cabeza.

Como una orden por aquel gesto, la plaza regresa a estar en silencio. Desde abajo, en la radio, casi una señal del destino: un pedazo de Springsteen, I’m going down. Step sonríe dentro de el, se lleva la mano derecha a la espalda y después baja, sobre una sola mano, gritando.

Toca el mármol, lo mira con los ojos entrecerrados y de nuevo para arriba, temblando y empujando solo con su derecha, con toda su fuerza, con toda su rabia. Un grito de liberación sale de su garganta:

‘Siii!!’ Donde no había llegado la fuerza, llego su voluntad. Se mantiene inmóvil así, de nuevo arriba, con la frente hacia el cielo, como una estatua gritona, contra de la oscuridad de la noche, la belleza de las estrellas.

‘Yahooo!’ Schello grita como un loco. En la plaza todos explotan siguiendo ese grito, encienden las motos y las Vespas sonando las bocinas, gritando. Pollo comienza a patear la caseta postal.

Lucone tira una botella de cerveza enfrente de una vitrina. Las ventanas de los edificios alrededor se abren. Una alarma lejana comienza a sonar. Viejos en camisas de noche salen a sus balcones gritando preocupados: ‘Que sucede?’ Alguno grita que hagan silencio. Una señora amenaza con llamar a la policía. Como por un hechizo, todas las motos se mueven. Pollo, Lucone y los otros se ponen a correr, saltando en sus asientos, mientras los tubos de escape dan humo blanco. Cualquier lata continua a hacer sonido rodando, las muchachas todas van a casa. Maddalena esta aun mas enamorada.

Hook se acerca a Step. ‘Buen duelo, no?’

‘Nada malo.’

Las otras motos también se acercan, ocupando toda la calle, sin importarle de cualquier maquina que suena pasándoles a lado velozmente. Schello se para encima de su vieja Vespa. ‘Se que hay una fiesta por Cassia. En el 1130. Es una residencia.’

‘Pero nos dejaran entrar?’

Schello les asegura: ‘Conozco a una que esta allá.’

‘Quien es?’

‘Francesca.’

‘Pero, ustedes tuvieron algo?’

‘Si.’

‘Entonces no nos dejaran pasar.’

Riendo, se montan casi todos al mismo tiempo. Frenando y acelerando giran a la izquierda. Algunos andan en una rueda, todos sin prestarle atención al semáforo. Después llegan la avenida Cassia a toda velocidad.

 

Un apartamento caliente, ventanas con largos vidrios desde donde se ve la avenida Olímpica. Buenos cuadros en las paredes, de un tal Fantuzzi. Cuatro cornetas en los ángulos de la sala difunden un CD bien mezclado. La música se apodera de los muchachos que, hablando, se tropiezan casi todo el tiempo.

‘Dani, hey! Casi no te reconocía’

‘No me eches broma tu también, eh?’

‘Hablaba de la ropa, estas muy bien, en serio…’

Daniela se mira la falda, Giulia ya la ha visto antes, se da cuenta del sarcasmo.

‘Giuliii!!’

‘Que te molesta? Te pareces la Bonopane, la gafa que vive en el 3B que en las mañanas llega toda desarreglada…’

‘Como logras ser así de simpática todo el tiempo, eh?’

‘Es por esto que somos amigas.’

‘Nunca dije que era tu amiga!’

Giulia se pone de frente.

‘Un beso, hacemos las paces?’

‘Daniela sonríe. Se dirige hacia a ella cuando ve a sus espalda a Palombi.

‘Andrea!’

Deja el cachete de Giulia y sigue derecho, esperando, antes o después, concentrar su boca en el.

‘Como estas?’

Andrea se mantiene por un momento confuso.

‘Bien y tu?’

‘Buenisimo.’

Se saludan con un beso apurado. Después el pasa a saludar a sus amigos. Giulia la alcanza y le sonríe.

‘No te preocupes, esta haciendo de celebridad.’

Se quedan mirándolo un rato. Andrea habla con algunos chicos, después se voltea hacia ella, la mira de nuevo y al final sonríe. Finalmente ha entendido.

‘Caramba! Si que has exagerado… no te había reconocido.’

Babi atraviesa la sala. Algunas chicas bailan entre ellas. En un lado, un aparente DJ, tratando de imitar a DJ Francesco, intenta un rap que tiene poco éxito. Una chica baila desenfrenada, lanzando los brazos en alto.

Babi mueve la cabeza sonriendo.

‘Pallina!’

La cara ligeramente redonda, enmarcado de largos cabellos castaños y un extraño copete lateral, se voltea.

‘Babi, Guauuu!’ Corre hacia ella y la abraza besándola, casi ahogándola. ‘Como estas?’

‘Buenisimo. Mi había dicho que no venias!’

‘Si, lo se, pero fuimos a una fiesta por la Olgiata, pero no sabes que fastidio era! Estaba con Dema, pero nos escapamos rápido de allí. Y estamos acá, porque, no estas feliz?’

‘Bromeas, muy feliz. Preparaste la lección de latín? Mira que mañana te interroga, solo faltas tu para terminar el ciclo.’

‘Si, lo se, he estudiado toda la tarde, después he debido salir con mi mama, fui al centro. Mira, compre esto, te gusta?’ Y dando una extraña pirueta, mas de bailarina que de modelo de traje, hace girar a un divertido sobretodo de corte azul’

‘Mucho…’

‘Dema me ha dicho que estoy muy bien…’

‘En serio? Tu sabes mi teoría, no?’

‘Todavía? Pero si somos amigas de una vida!’

‘Deja quieta mi teoría.’

‘Hola Babi.’ Un chico de aspecto simpático, con los rulos marrones y la piel clara se acerca.

‘Hola Dema, como estas?’

‘Buenisimo. Has visto que linda la ropa de Pallina?’

‘Si. A juzgar por mi teoría, le queda muy bien.’ Babi le sonríe. ‘Voy a saludar a Roberta, que todavía no la he felicitado.’ Se aleja. Dema se queda mirándola.

‘Que quería decir con eso de la teoría?’

‘Oh, nada, sabes como es ella… es la mujer de las miles teorías y ninguna practica, o casi.’

Pallina se ríe, después mira mejor a Dema. Sus miradas se encuentran por un segundo. Esperemos que esta vez no tenga razón.

‘Anda, ven a bailar…’ Pallina baja tomada de la mano y llega al grupo.

‘Hola Roby, feliz cumpleaños!’

‘Oh, Babi, Hola!’ Se intercambian dos besos sinceros.

‘Te ha gustado el regalo?’

‘Bellisimo, en serio. Justo lo que necesitaba.’

‘Lo sabíamos… fue una idea mía. Después de todo, siempre saltabas la primera hora y tampoco es que vivieras muy lejos.’

A sus espaldas llega Chicco Brandelli.

‘Que le has regalado?’

Babi se gira sonriente, pero al verlo cambia la expresión.

‘Hola Chicco.’

‘Me regalaron un despertador bellísimo’

‘Ah, que lindo, en serio.’

‘Sabes, el también me hizo un regalo bellísimo.’

‘Ah si? Que cosa


Date: 2016-01-05; view: 593


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