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TRES METROS SOBRE EL CIELO 22 page

‘Tu y yo… Tres metros sobre el cielo.’

 

24 de diciembre.

Esta despierto. En realidad no ha dormido nada. La radio esta encendida. Ram Power: uno lo vive, uno lo recuerdo. Que cosa hay para recordar? Tiene dolor de cabeza y los ojos le duelen. Se gira en la cama. De la cocina vienen sonidos. Su hermano esta haciendo el desayuno. Mira el reloj. Son las nueve. Quien sabe a donde va Paolo a esa hora, el día antes de navidad. Hay personas que siempre tienen algo que hacer, piensa, hasta en los días festivos. Siente la puerta cerrándose. Salio. Tiene un sentimiento de alivio. Tiene ganas de estar solo. Después un extraño sufrimiento lo toma. No tiene ganas. Esta solo. Con esa idea se siente aun peor. No tiene hambre, no tiene sueño, no tiene nada. Se queda así boca abajo. No sabe por cuanto tiempo. Poco a poco comienza a ver ese cuarto en días más felices. Cuantas veces por la mañana ha encontrado los zarcillos de Babi sobre la mesita de noche, cuantas veces su reloj, cuantas veces estuvieron juntos en esa cama, abrazados, enamorados, deseosos el uno del otro. Sonríe. Se acuerda de sus fríos pies, esos pequeños dedos helados que ella riendo apoyaba en sus piernas mas calientes. Después que habían hecho el amor, cuando se echaban ahí, a hablar, mirando la luna por la ventana, la lluvia o las estrellas, igualmente felices, si hiciera calor o lloviera. Acariciándole los cabellos sin importar que sucediera afuera, olvidando las guerras, los problemas del mundo, las nuevas calles, la gente. Después imagina de nuevo a ella yendo a su baño, admira de nuevo enamorado esas marcas más claras sobre su piel, la sombra de un traje de baño apenas quitado, un sostén desabrochado. La escucha reír con esa puerta cerrada, la ve caminar con su forma graciosa, con esos cabellos mojados, correr penosa hacia la cama, lanzarse encima de el, aun fresca de agua, aun perfumada de amor y de pasión. Step se voltea de nuevo en la cama, mira el suelo. Cuantas veces, con mala gana, ha llegado la hora de vestirse, de acompañarla a casa. Entonces silencioso y vecinos, sentados sobre esa cama comenzaban a vestirse, lentamente, pasándose cada tanto alguna cosa que pertenecía al otro. Intercambiando una sonrisa, un beso, poniéndose una falda, hablando inclinados, amarrándose los zapatos, dejando la radio prendida, por poco, antes de regresar. Donde estará en este momento. Y porque. Siente una puntada en el corazón.

 

En los días festivos siempre arregla el cuarto, si se siente más alegre o más triste. No sabe donde meter algunos pensamientos.

‘Dani, quieres esta? Sino la boto.’ Daniela mira a la hermana. Babi esta en la puerta de su cuarto con la chaqueta azul en la mano.

‘No, déjala me la pongo yo.’

‘Pero esta toda descosida.’

‘Yo la arreglo.’



‘Como quieras.’ Babi la deja en la cama. Daniela la mira salir del cuarto. Cuantas veces Babi y ella han peleado por esa chaqueta. No pensaría que la botaría. Su hermana si ha cambiado. Después deja ir ese pensamiento y se pone a envolver los últimos regalos. Babi esta terminando de limpiar el armario cuando entra su madre.

‘Bien. Has sacado bastante ropa.’

‘Si, toma, toda esta es para botar. Dani tampoco la quiere.’

Raffaella agarra algunas ropas puestas sobre la mesa.

‘Haré un paquete para los pobres. Deberían pasar hoy a buscarlos. Mas tarde salimos juntas?’

‘No lo se, mama.’ Babi se sonroja ligeramente.

‘Como quieras, no te preocupes.’

Raffaella sonríe y sale del cuarto. Babi abre algunas gavetas. Esta feliz. De un tiempo acá esta bien con su madre. Que extraño. Solo hace seis meses atrás peleaban siempre. Se acuerda del final del proceso penal, cuando salio del tribunal y su madre la alcanzo afuera corriendo.

‘Pero estas loca, porque no dijiste como fueron de verdad las cosas? Porque no dijiste que ese delincuente golpeo a Accado sin razón?’

‘Para mi las cosas fueron como yo dije. Step es inocente. No tiene que ver. Que saben ustedes que paso? Que sintió ese momento. Ustedes no saben justificar, no saben perdonar. La única cosa que están en grado de hacer es juzgar. Deciden la vida de sus hijos sobre sus deseos, sobre lo que ustedes piensan. Sin saber siquiera que pensamos. Para ustedes la vida es como jugar cartas, todo eso que no conocen es una carta incomoda que no quisieran haber pescado. No saben que hacer, les molesta tenerla entre las manos. Pero no se preguntan porque uno es violento, porque uno es drogadicto, que les importa, si no es su hijo, no les preocupa. Pero esta vez te interesa mama, esta vez tu hija esta con uno que tiene problemas, que no piensa solo en tener el GTI 16 válvulas, el Daytona o ir a Sardegna. Es violento, es cierto, pero quizás lo es porque no sabe explicar tantas cosas, porque le han dicho tantas mentiras, porque ese es su único modo de reaccionar.’

‘Pero que dices? Son todas idioteces… y que no piensas? Como quedaste? Eres una mentirosa. Mentiste frente a todos.’

‘A mi no me importa nada tus amigos, lo que piensan, como me juzgan. Dices siempre que es gente que lo lograron. Pero que lograron? Que han hecho? Solo dinero. No hablan con los hijos. No les importa en realidad lo que hacen, de cuanto sufren. Nosotros, no les importamos un coño.’

Raffaella le da una cachetada en plena cara. Babi se pasa la mano por la mejilla, después sonríe.

‘Lo hice a propósito, que crees? Ahora que me diste una cachetada tú conciencia esta limpia. Ahora puedes regresar a hablar con tus amigas y sentarte en la mesa de juego. Tu hija fue educada bien. Entendió que es bueno y que no… entendió que tiene que decir palabrotas y que se debe comportar bien. Pero no ves que eres ridícula, que das risa? Me mandas a la misa los domingos pero si escucho mucho el evangelio entonces no, no esta bien. Si amo mucho a mis prójimos, si traigo a casa a uno que no se alza cuando entras o que no sabe estar en la mesa, entonces no te gusta. Deberían inventar iglesias para ustedes, un evangelio, donde no todos resucitan, solo esos que no comen en cualquier lado, que no firman poniendo primero el apellido, esos que sabes de quien son hijos, esos que son bronceados y bellos, que visten como ustedes dicen. Son bufones.’

Babi se va. Raffaella se queda mirándola hasta que la ve montarse en la moto de Step y alejarse con el.

Cuanto tiempo ha pasado. Cuantas cosas han cambiado. Suspira, abriendo el segundo gabinete.

Pobre mama, cuantas cosas la hice pasar. En el fondo ella tenía razón. Lo entendí solamente ahora. Pero hay cosas más importantes en la vida. Continúa a acomodar su ropa. Pero de esas cosas tan importantes no le viene a la mente ni una, quizás porque no quiere pensar más, porque es más cómodo así. Quizás porque en realidad no hay tantas. Es un arrepentimiento o un sostén con el cual el se rió.

‘Que sexy estas esta noche.’ Uno tras otro llegan, implacables, malintencionados y tristes, lejanos. Los recuerdos. La fiesta de sus dieciocho años en Ansedonia. A las diez de la noche, repentinamente un sonido de moto. Todos los invitados se asomaron a la terraza. Finalmente algo de que hablar. Llegaron Step, Pollo y sus amigos. Bajan de las motos y entran en la fiesta riendo, seguros y arrogantes, mirando alrededor, los amigos buscando alguna chica bella, el buscándola a ella.

Babi corre a su encuentro, perdiéndose entre sus brazos, con un dulce ‘felicidadades tesoro’ y un beso en la boca apasionado.

‘Dale, están mis padres aquí…’

‘Lo se, por eso lo hice! Ven, vente conmigo…’

Después de la torta con las velas y el Rolex que sus padres le regalaron, se escapan. Se deja secuestrar por sus ojos alegres, de sus propuestas divertidas, de su moto veloz. Fuera, van por la bajada, hace el mar nocturno, con el perfume de las olas, lejos de inútiles invitados, de la mirada molesta de Raffaella, del desagrado de Claudio que quisiera bailar el vals con su hija como lo hacen todos los padres.

Pero ella no esta mas, ella esta lejos. Pequeña mayor de edad, se pierde bailando entre sus besos, sobre notas de suaves ondas saladas, por una romántica luna, por su joven amor.

‘Toma, esto es para ti.’ Sobre el cuello resplandece un collar de oro de piedras turquesas como sus ojos felices. Babi le sonríe y el besándola logra convencerla. ‘Te juro que no la he robado.’

Y la noche de la prueba de aptitud. Que risa esa vez, en casa hasta tarde para repasar. Hipótesis continuas, sopladas clandestinas. Todos creen saber el titulo del tema. Se llaman seguros, todos creen haber descubierto el justo.

‘Es el numero cincuenta de la televisión, fue descubierta una escritura del Manzoni, es acerca de la revolución francesa, de seguro.’

Algunos dicen que lo saben de Australia donde salio el día antes, otros de un amigo profesor, de uno en la comisión, alguno dice que lo saco por un médium. Cuando al día siguiente el futuro se volvió presente, se descubre que ese profesor no era tan amigo, que el médium era una estafa y que Australia es una tierra muy lejana para confiarse.

Después cuando salieron las notas, esa gran sorpresa.

Babi saco cien. Corre hacia Step feliz, entusiasmada por el resultado. El se ha reído, bromeando con ella.

‘Que aptitud tienes…!!’

La ha desnudado riendo, echándole broma, pareciera que lo hubiera sabido, como si esperara que ella sacara esa nota. Han hecho el amor. Después ella se venga riendo.

‘Te habrías imaginado? Tu aquí, un simple setenta que tiene el honor de besar un honorífico cien… pero te das cuenta de la suerte que tienes?’

El le ha sonreído. ‘Si, me doy cuenta.’ Y la ha abrazado en silencio.

Cualquier tiempo después, Babi fue a buscar a la Giacci. En el fondo, después de sus discusiones, la profesora pareciera haberle tenido simpatía. La comenzó a tratar bien, con delicadeza, con demasiado respeto. Ese día, cuando fue a su casa, descubrió porque.

Ese respeto era solo miedo. Miedo de estar sola, de no tener más su amigo y compañero. Miedo de no volver a ver a su perro, miedo de la soledad. Babi se quedo sin palabras. Escucho la furia de la profesora, su rabia, sus palabras malas. La Giacci estaba ahí frente a ella, de nuevo con su Pepito entre los brazos. Esa mujer anciana parecía aun más cansada, más ácida, mas desilusionada de ese mundo, de los jóvenes. Babi huyo disculpándose, sin saber que decir, sin sabe mas quien es, a quien tiene cerca, cual seria su nota, la verdadera, la que merecía.

Babi va a la ventana y mira afuera. Algunos árboles de navidad se prenden y apagan sobre las terrazas de las casas, en las salas elegantes del edificio de enfrente. Es navidad. Hay que ser buenos. Quizás debería llamarlo. Cuantas veces, sin embargo, fui buena. Cuantas veces lo perdone. Incluyendo lo de la Giacci. Se recuerda de las miles discusiones que tuvieron, su modo diferente de ver las cosas, las peleas, el dulce hacer las paces esperando que todo pudiera mejorar. Pero nunca fue así. Discusión tras discusión, día tras día, con sus padres que le hacían la guerra, llamadas escondidas, timbrazos nocturnos. Su madre que responde, Step que ataca. Y su celular en la casa no servia… y ella castigada, cada vez mas a seguido.

Aquella vez que Raffaella había organizado una cena en su casa, obligándola a quedarse. Había invitado mucha gente refinada, el hijo de un amigo de ellos muy rico. Un buen partido, le habían dicho. Después llego Step. Daniela abrió sin pensarlo, sin preguntar quien era. Step le lanzo la puerta golpeándole la cabeza.

‘Lo siento Dani, sabes que no es contigo, lo sabes!’

Agarro a Babi por un brazo y se la llevo fuera de ahí entre los inútiles gritos de Raffaella y el intento del buen partido de detenerlo. Ese tipo se encontró en el suelo con el labio golpeado y sangrante. Ella se durmió entre los brazos de Step, llorando.

‘Como todo se volvió difícil. Quisiera estar lejos de aquí contigo, sin mas problemas, sin mis padres, sin este desorden, en un lugar tranquilo, fuera del tiempo.’

El le sonrió.

‘No te preocupes. Yo se adonde ir, nadie nos fastidiara. Hemos ido bastante, solo hay que querer.’

Babi lo mira con los ojos llenos de esperanza.

‘Donde?’

‘Tres metros sobre el cielo, donde viven los enamorados.’

Pero el día después regreso a su casa y de ahí ha comenzado o quizás ha terminado todo.

Babi se inscribió en la universidad, comienza a ver economía y comercio, pasa las tardes estudiando. Comienza a verlo cada vez menos seguido ahora. Una tarde con el. Fueron a Giovanni a tomar un jugo. Están hablando fuera del bar cuando de repente llegan dos tipos tremendos. Step no le da tiempo de reaccionar. Le están rápido encima. Comienzan a agarrarlo a cabezazos teniéndolo abrazado entre ellos, golpeándolo con la cabeza por turnos, en una tremenda pelea sangrante. Babi ha comenzado a gritar. Step al final logra liberarse. Los dos han huido sobre una Vespa perdiéndose en el tráfico. Step se quedo en el suelo, atontado. Después, ayudado por ella, se alzo de nuevo. Con servilletas logro parar la sangre que le bajaba por la nariz. Más tarde la acompaño a la casa, en silencio, sin saber bien que decir. Ha hablado de una riña de tanto tiempo atrás, cuando aun no estaban juntos. Ella le creyó, o quizás ha querido hacerlo. Cuando Raffaella la vio entrar a la casa con la camiseta llena de sangre, le dio un susto.

‘Que te paso? Babi estas herida? Que te sucedió? Es culpa de ese delincuente verdad? No entiendes que terminaras mas?’

Ella fue a su cuarto, se cambio en silencio. Después se quedo ahí, sola, echada sobre la cama. Entendió que algo no iba bien. Algo debería cambiar. No seria así de fácil, no como quitarse una camiseta y botarla entre la ropa sucia. Cualquier día después vio a Step. Tiene otro corte en la cara. Le pusieron puntos en la ceja.

‘Pero que te paso?’

‘Bueno, para no despertar a Paolo entre a la casa y no prendí la luz del corredor. Me golpee contra un mueble. No sabes que mal, una cosa bestial.’

Justo como esa que ha hecho. La verdad la supo de Pallina por casualidad, hablando por teléfono. Fueron a buscar a los tipos, con palos y cadenas, guiados por Step. Una riña gigantesca, una verdadera venganza. Salio hasta una noticia en el periódico. Babi tranco. Es inútil discutir con Step, siempre hará como quiere, a su modo. Tiene la cabeza dura. Le ha dicho miles de veces que ella odia la violencia, los puños, los golpeadores.

Acomoda los escaparates, tira abajo algunos cuadernos botándolos por el suelo, sin interés. Cuadernos de años pasados, apuntes del liceo, viejos libros.

‘Que hacemos esta noche? Vamos a las carreras de moto? Anda, van todos.’

‘Estas bromeando espero, no pasara! Yo en ese lugar no vuelvo a poner un pie. Quizás encuentro a esa loca rabiosa y me toca caerle a golpes de nuevo. Tenemos una reunión, si quieres venir.’

Step se puso una chaqueta azul y se quedo todo el tiempo sentado sobre un sofá mirando alrededor, tratando de conseguir algo de divertido en eso que escuchaba, sin lograrlo. El siempre odio esa gente. Ha entrado a estas fiestas, ha arruinado todo, si divirtió bastante con los otros robando en los cuartos, a lanzar al suelo las cosas. Los otros. Quien sabe donde estarán en este momento. En la Serra, corriendo a ciento cuarenta, sobre la moto con los amigos que los animan, con Siga que agarra las apuestas, con las groupies, Ciccio y todos los otros. Que genial esa fiesta. Encuentra la mirada de Babi. Le sonríe. Ella esta molesta, sabe muy bien lo que el esta pensando.

Babi trata de agarrar aquel libro más alto que el resto.

Después lo recuerda como si fuera en ese momento.

El intercomunicador suena alocado. La dueña de la casa atraviesa la sala corriendo, la puerta que se abre y Pallina ahí, pálida, agitada y se echa a llorar.

Es una noche terrible. Deja de pensarlo. Comienza a recoger los libros que lanzo al suelo. Agarra otros poniéndolos sobre la mesa y cuando se inclina de nuevo, la ve. Esta ahí, clara y seca, amarilla. Arruinada, sobre la alfombra oscura, carente de la vida que tenia hace tanto tiempo.

La pequeña espiga que metió en su diario la primera vez que huyo de la escuela con Step. Esa mañana con el viento que anunciaba el verano, esos besos que sabían a piel perfumada por el sol. Su primer amor. Se recuerda cuando estaba convencida que nunca podría existir algún otro. La recoge. La espiga se rompe entre sus dedos, como viejos pensamientos, como ligeros sueños y débiles promesas.

 

Step mira la cafetera sobre la hornilla. El café todavía no esta listo. Sube un poco la llama. Cerca todavía queda un poco de cenizas y un último pedazo de hoja amarillenta. Sus amados diseños, las caricaturas de Andrea Pazienza. Son los originales. Los ha robado en la redacción de un nuevo periódico, ‘Zut’, cuando Andrea estaba aun vivo y colaboraba con ellos. Una noche rompió el vidrio de la ventana con el codo y entro desde arriba. Fue fácil, agarro solo los diseños del mítico Paz y después se fue veloz por la puerta, desapareciendo en la noche, feliz, con los dibujos de su ídolo entre las manos. Poco tiempo después Andrea muere.

Es junio. Una fotografía suya en un periódico. Alrededor de Andrea esta toda la noticia. Esa foto debe haber sido hecha días después de su hurto. Step recoge entre las rejillas de las hornillas ese pedazo de papel. Que caricatura era? Debe ser esa con la cara de Zanardi. Ahora no importa más. Las quedo todas esa noche después de la llamada. Se quedo ahí viendo los colores quemarse, las caras de sus héroes desaparecer abrazados por las llamas, las frases graciosas de poetas desconocidos desvanecer en humo. Después entro su hermano.

‘Pero que haces? Eres cretino? Mira estas quemando el tope de la cocina…’

Paolo ha tratado de apagar esa llama muy alta pero el lo paro.

‘Step pero te da vueltas el cerebro? Después la tengo que pagar yo, no? Estas estupideces hazlas afuera.’

Step no supo nada más. Lo batió contra el muro, cerca de la ventana. Paolo perdió sus lentes. Volaron lejos, al suelo, rompiéndose. Después Step se calmo. Lo dejo ir. Paolo recogió sus lentes rotos y salio en silencio, sin decir nada. Step se puso peor. Escucho cerrarse la puerta de la casa. Se quedo ahí, mirando sus dibujos que se quemaban, arruinando el tope de la cocina, sufriendo como nunca había sufrido. Solo como nunca lo había estado. Le viene a la mente Battisti. ‘Agarrar a puños a un hombre solo porque fue descortés, sabiendo que lo que duele no son las ofensas.’ Es cierto, tiene razón. Y a el le duele mucho mas. Ese hombre es su hermano. El café esta listo de repente, burbujeando, como si también tuviera algo que decir. Step lo echa en una taza y se lo toma. En su boca se queda un sabor caliente y amargo, el mismo sabor de los recuerdos abandonados en su corazón.

Septiembre. Los padres de Babi le compraron un ticket para Londres. Se pusieron de acuerdo con la madre de Pallina. Quieren alejarlas de esas nuevas malas amistades. Solo basto poco. Un plan bien pensado. Una cita con un amigo que trabaja para el estado. Pasaportes nuevos. En ese avión para Inglaterra salen dos, pero los tickets, cambiados pocos días antes, tienen nombres diferentes. Pollo y Pallina.

Son quince días inolvidables para todos. Para los padres de Babi, ilusionados y contentos, finalmente tranquilos. Para Pollo y Pallina, de paseo en Londres, en los pubs y discos, mandándoles a todos postales compradas en Roma, postales inglesas, ya firmadas por Babi. Mientras que Step y ella, lejos de todos, en esa isla griega, Astipaleia. Un viaje épico. Abrazados bajo las estrellas, echados sobre un puente, sobre coloridos sacos, cantando con gente extranjera canciones ingleses, mejorando así su pronunciación, no de la misma forma como hubiesen querido sus padres. Después los molinos blancos, las rocas, una pequeña casa sobre el mar. Pescar al alba, dormir la tarde, salir de noche, pasear en la playa. Dueños del lugar, del tiempo, solos, contando las estrellas, olvidando los días, telefoneando mentiras.

Step saborea el café. Parece aun mas amargo. Comienza a reír. Esa vez que Babi invito a todos los amigos de el a cenar. Un intento de socializar. Se sentaron en la mesa y se comportaron bien justo como Step les pidió tanto. Después no resistieron más. Uno tras otro se levantaron, adueñándose de los platos, llevándose las cervezas y todo hacia la sala. Nunca invites los miércoles. Mucho menos si están jugando las copas de fútbol. Naturalmente termino de forma trágica. La Roma perdió, alguno que apoyaba al rival, la Lazio, ha comenzado a echar broma y fue el comienzo de una riña. Step ha tenido que sacarlos a todos. Divergencias, diferencias, dificultades. Ha tratado de superarlas. Fiesta enmascarada. Se disfrazaron de Tony y Jerry y justo a esa fiesta llegaron Pollo y los demás. Un simple caso del destino cruel? O más simplemente un chisme de Pallina? Todos hicieron como si no lo conocieran.

Saludaron a Babi, ese pequeño Jerry de ojos azules y han ignorado a Tom, riendo cada vez que pasaba ese gato de músculos hinchados.

El día después, en la plaza, Pollo, Schello, Hook y algún otro se le acercaron con aire grave.

‘Step, te debemos decir algo. Sabes, ayer fuimos a una fiesta y estaba Babi.’

Step los miro fingiendo como si nada.

‘Entonces?’

‘Bueno, entonces, estaba disfrazada de rata y había un gato que la atacaba… como un puerco. Parecía uno fuerte, uno que golpea duro. Si quieres una mano para controlarlo, dilo. Sabes, hay un problema. Hay algunos gatos que tienen ciertas…’

Pollo no tiene tiempo de terminar la frase. Step le salta encima, bloqueandole la cabeza debajo del brazo, friccionando la nuca con su puño duro. Entre las risas de los otros, las risas de Pollo, sus risas. Que amigos! De repente se siente triste.

Esa noche. Porque fue a esa fiesta, porque fue, en ve de ir a las carreras? Babi insistió tanto. Cuantas cosas hizo por ella. Quizás no hubiera sucedido. Quizás.

El intercomunicador suena alocado. La dueña de la casa atraviesa la sala corriendo, la puerta se abre. Pallina pálida, temblante aparece en la puerta. Sus ojos tristes, llenos de lágrimas, de sufrimiento. Step se le acerca. Ella lo mira conteniendo ese primer sollozo.

‘Pollo esta muerto.’ Entonces lo abraza buscando en el eso que no puede conseguir más en ninguna parte. Su amigo, su novio, esa risa fuerte y llena. Fueron corriendo a la Serra con Babi, con la Y10 que hace poco le habían regalado los padres. Los tres juntos, en ese carro, con ese sabor nuevo que se tiñe de sufrimiento y silencio. Después lo vio. Luces brillantes alrededor a ese único punto. La moto de su amigo. Uniformes odiados y carros de la policía alrededor de Pollo, tirado ahí en el suelo, sin la fuerza de reír, de bromear, de echarle broma, de decir tonterías. Alguno mide algo extendiendo un metro. Algún otro chico mira. Pero ninguno puede ver o medir todo eso que se fue. Step se dobla encima de el en silencio, acaricia la cara del amigo. Ese gesto de amor que nunca hicieron en años de amistad, que nunca se permitieron. Después susurra llorando: ‘Me harás falta’. Y solo Dios sabe que tan sincero fue.

El café se termino. De repente le vienen ganas de escucharlo leer las últimas noticias del ‘Corriere dello Sport’, de ese tipo que aterroriza a Maria, que entra en la casa despertándolo cada mañana, que atraviesa su visa haciendo bochinche, riendo. Después se pregunta hace cuanto no come un sándwich de salmón. Pero extrañamente en ese momento no tiene ganas. Quizás porque, si quisiera un sándwich, lo podría tener.

 

Babi mira el regalo que compro para Pallina. Esta ahí, en la mesa, envuelto con papel rojo y un lazo dorado. Lo eligio con cuidado, le gustaría bastante, pago mucho por el. De igual forma esta ahí. No la ha llamado, no se han comunicado. Cuantas cosas han cambiado con Pallina. No es más la misma, no se visitan, no logran hablar. Quizás porque después del liceo han tomado dos vías diferentes. Ella economía y comercio, Pallina un instituto de gráficos. Siempre ha amado dibujar. Le vienen a la mente todos los papeles que le ha mandado durante las horas de clase. Caricaturas, frases felices, comentarios, caras de amigas. Adivina, quien es esta? Era tan buena que a Babi tardaba poquísimo tiempo en adivinar. Miraba el dibujo, alzaba la cabeza y ahí la veía. Esa compañera del mentón grande, de las orejas un poco alargadas, de la sonrisa excesiva. Y reían desde lejos, simples compañeras, grandes amigas. Cada pretexto era bueno para dejarse regañar, casi orgullosas de esa alegría, es esas sonrisas no muy bien escondidas.

Después de esa noche, y los días siguientes y el mes sucesivo. Silencios prologados, llantos. Pollo no esta más y ella no sabe conseguir la razón. Hasta que ese día fue llamada por la madre de Pallina. Corrió veloz hasta su casa. La consiguió ahí, echada en la cama, arruinada. Se tomo media botella de whisky y tomo un bocado de pastillas. El suicidio de los pobres, así Babi le dijo cuando la vio en grado de entender. Pallina se echo a reír y después a llorar entre sus brazos. La madre las dejo solas, sin saber bien que hacer. Babi le acaricia la cabeza.

‘Anda Pallina, no hagas así, todos pasamos momentos terribles, todos pensamos al menos una vez de terminar con todo, que no vale la pena vivir. Pero te olvidas de los cornettos de Mondi, la pizza de Baffetto, los helados de Giovanni?’ Pallina sonríe, se seca las lágrimas con la muñeca, respirando profundo.

‘Yo también, hace tanto tiempo, cuando termine con ese estupido de Marco pensé que moriría, que no podía mas, que no había otra razón valida para vivir. Pero me recupere, tu me ayudaste, me sacaste a pasear, encontré a Step. Claro, ahora quisiera golpearlo a el y su modo de ser, pero es mejor no?’

Se echan a reír. Pallina sollozando aun. Babi le da un pañuelo para secarse. Pero desde ese día algo comenzó a cambiar. Se llamaban cada vez menos y aquellas veces no han tenido tampoco muchas cosas que decirse.

Quizás porque dejarse ver muy débil por un amigo después te hace sentirte en dificultad. Quizás porque pensamos siempre que nuestro dolor es único, personal, como todo eso que lo resguarda.

Nadie puede amar como amamos nosotros, nadie sufre como sufrimos nosotros. Ese dolor de barriga, justamente, ‘lo tengo yo, no tu.’ Quizás Pallina nunca le había perdonado de ir a la fiesta con Step. Step, que si esa noche hubiese estado en las carreras, no le hubiera permitido a Pollo competir, Step que lo habría salvado, que no le hubiera permitido morir, Step que era su ángel de la guarda. Babi mira el regalo. Quizás hay otras razones, mas escondidas, más difíciles de entender. La debería llamar. En navidad todos son más buenos.

‘Babi!’ Es la voz de Raffaella. Llamaría a Pallina mas tarde.

‘Si, mama?’

‘Puedes venir un momento… ve quien esta?’

Alfredo esta ahí, parado en la puerta.

‘Hola.’


Date: 2016-01-05; view: 569


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