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TRES METROS SOBRE EL CIELO 15 page

El conductor de la pantera salvaje se revela al freno violento. El carro se detiene. Babi cierra los ojos. Siente el rugido del motor frenando, el perfecto ABS controlar las ruedas, los cauchos presionados por los frenos. Después nada más. Abre los ojos. El Jaguar esta ahí, a pocos centímetros de la moto, inmóvil. Babi da un suspiro de relajo y libera la chaqueta de Step de su apretón asustado.

Step, impasible, mira el conductor del carro.

‘No deberías correr, pendejo!’ El tipo, un hombre por sus treinta y cinco años, con los cabellos de corte perfecto, baja la ventanilla eléctrica.

‘Que has dicho, disculpa muchachito?’ Step le sonríe bajándose de la moto. Conoce esos tipos. Debe tener a la mujer al lado y no quiere quedar mal. Se acerca al carro. De hecho, a través del vidrio ve las piernas femeninas cerca de el. Bellas manos cruzadas sobre una cartera negra y un vestido elegante. Trata de ver a la mujer en la cara, pero la luz de un poste se refleja sobre el vidrio escondiéndola. Muchachito. Ya veras quien será el muchachito. Step abre la puerta al tipo con educación.

‘Venga afuera idiota, así escuchas mejor.’ El hombre de los treinta y cinco años hace por bajar. Step lo agarra por la chaqueta y lo lleva directamente afuera. Lo lanza contra el Jaguar. El puño de Step se alza en el aire listo a golpearlo.

‘Step, No!’ Es Babi. La ve de pies cerca de la moto. Su mirada disgustada y preocupada. Los brazos abandonados por la cadera. ‘No lo hagas!’ Step libera un poco la presión. El tipo se aprovecha rápido. Libre y villano, lo golpea con un puño en la cara. Step va hacia atrás con la cabeza. Pero es un momento. Sorprendido, se lleva la mano a la boca. Su labio sangra. ‘Horrible hijo de…’ Step se lanza encima de el. El tipo lleva sus brazos al frente, baja la cabeza intentando cubrirse, asustado. Step lo agarra por sus cabellos rizos, le lleva la cabeza hacia abajo listo para darle un rodillazo, cuando de repente viene golpeado de nuevo.

Esta vez de una forma diferente, más fuerte, directamente en su corazón.

Un golpe seco. Una simple palabra. Su nombre.

‘Stefano…’

La mujer se bajo del carro. La cartera apoyada en el asiento y ella cerca, de pie. Step la mira. Mira la cartera, no la conoce. Quien sabe quien se la habrá regalado. Que pensamiento más extraño. Lentamente abre la mano. El tipo rizado y afortunado se consigue libre. Step se queda mirándola en silencio. Esta bella como siempre. Un débil ‘Hola’ sale de sus labios. El tipo lo empuja de lado. Step va hacia atrás dejándose llevar. El tipo se monta en su Jaguar y la apura.

‘Larguemonos, rápido.’

Step y la mujer se miran por un último instante. Entre esos ojos similares, una extraña magia, una larga historia de amor y tristeza, sufrimiento y pasado. Después ella se monta en el carro, bella y elegante, igual como apareció. Lo deja ahí, en la calle, con el labio sangriento y el corazón en pedazos. Babi se le acerca. Preocupada por esa única herida que puede ver, le toca ligeramente el labio con la mano. Step se aleja y se monta en silencio en la moto. Espera que ella este detrás para partir con rabia. Corre al frente, acelera bastante. La moto se desliza en la calle, sube rápido por la avenida Lungotevere.



Step, sin hablar, comienza a correr. Y deja detrás los recuerdos lejanos, acelerando. Ciento treinta, ciento cuarenta. Siempre más fuerte. El aire frío le golpea la cara, y ese fresco sufrimiento le da alivio. Ciento cincuenta, ciento sesenta. Aun más fuerte. Pasa rápido entre dos carros cercanos. Casi los toca mientras sus ojos entrecerrados miran alrededor. Imágenes felices de esa mujer le llena su mente confundida. Ciento setenta, ciento ochenta, una dulce cuneta y la moto casi vuela a través de un cruce. Un semáforo da rojo rápidamente. Los carros a su izquierda suenan, frenando apenas partidas. Sumisos a esa moto prepotente, a ese bólido nocturno débilmente iluminado, peligroso y veloz como un proyectil cromado de azul. Ciento ochenta, doscientos. El viento sopla. La calle, borrosa a los bordes, se une en el centro. Otro cruce. Una luz lejana. El verde desaparece. El amarillo que llega. Step se agarra al pequeño botón de la izquierda. Su bocina se alza en la noche. Como el grito de un animal herido que esta yendo al encuentro de la muerte, como la sirena de una ambulancia, chillón como el grito de la herida que lleva adentro. El semáforo cambia de nuevo. Rojo.

Babi comienza a golpearlo en la espalda con los puños. ‘Parate, párame.’ En el cruce, los carros parten. Un muro de metal de maquinas costosas y coloridas se alzan sonoras frente a ellos. ‘Parate!’

Ese ultimo grito, aquel reclamo a la vida. Step parece despertarse de repente. El manubrio del acelerador, libre, regresa a cero. El motor se mantiene debajo de sus pies prepotente. Cuarta, tercera, segunda. Step aprieta fuerte el freno de acero, doblándolo casi. La moto tiembla frenando, mientras la pasajera baja veloz. Las ruedas dejan dos marcas derechas y profundas en el asfalto. Un olor de quemado sale de los pistones humeantes. Los carros desfilan tranquilos a pocos centímetros de la rueda delantera de la moto. No se dieron cuenta de nada. Solo Step se acuerda de ella, de Babi. Se asusto. La ve ahí, apoyada a un muro en el borde de la calle.

Sollozos cortos le salen del pecho, no contenidos como las pequeñas lágrimas que riegan su pálida cara. Step no sabe que haces. Parado de pie, frente a ella, con los brazos abiertos, miedoso de tocarla, asustado por la idea que esos pequeños nerviosos sollozos solo con su simple toque se transformen en un llanto desenfrenado. Decide intentar de igual forma. Pero la reacción es inesperada. Babi le aleja con fuerza la mano, sus palabras salen casi gritando, cortadas por el llanto.

‘Porque? Porque te pusiste así? Estas loco? Te parece bien ponerse a correr de ese modo?’ Step no sabe que responderle. Mira sus ojos húmedos y grandes, mojados de lágrimas.

Como puede explicarle? Como puede decirle lo que esta detrás de todo?

Su corazón queda apretado en una confusión silenciosa. Babi lo mira. Sus ojos azules, sufrientes e interrogativos, buscan en el una respuesta. No puedo, parece repetirse a si mismo. No puedo. Babi respira fuerte y casi retomando fuerza ataca de nuevo.

‘Quien era esa mujer? Porque cambiaste así de repente? Step me lo debes decir. Que paso entre ustedes?’

Y esa ultima frase, ese gran error, esa equivocación imposible parece golpearlo de lleno. En un momento todas sus defensas desaparecen. Su guardia constante y fuerte, entrenada en silencio día tras día, se baja repentinamente. Su corazón se deja llevar, por la primera vez tranquilo. Sonríe a esa chica ingenua.

‘Quieres saber quien es esa mujer?’

Babi asienta.

‘Es mi madre.’

 

Apenas dos años antes.

Step, encerrado en su cuarto, trata mientras camina, de repetir la lección de química. Se apoya con las manos en la mesa. Hojea el cuaderno con los apuntes. Nada que hacer. Esas formulas no quieren entrarle en la cabeza.

De repente, del último piso del edificio de enfrente, el cantante Battisti suena alto y fuerte ‘Me vienes a la mente, bella como eres…’ Afortunado el, a mi no me viene nada a la mente y odio la química. Después, viendo que quieren poner todo el CD, se levanta y abre la ventana.

‘Hey, podrías bajarle?!’

Lentamente la música baja de volumen. ‘Estos inútiles.’ Step regresa a sentarse y se concentra de nuevo en química.

‘Stefano…’ Step se voltea. Su madre esta ahí frente a el. Viste una camisa marrón con diseños extraños, claros y dorados. Debajo, una falda vinotinto le cubre las esplendidas piernas envueltas en medias pantis que desaparecen en un par de elegantes zapatos marrón oscuro. ‘Estoy saliendo, quieres algo?’

‘No gracias, mama.’

‘Esta bien, nos vemos esta noche. Si llama tu papa le dices que debí salir para llevarle los papeles que el sabe al agente.’

‘Esta bien.’

Su madre se le acerca y le da un suave beso en la mejilla. De mechones de su largo cabello negro sale una caricia de perfume. Step piensa que quizás se echo mucho. Decide no decírselo. Después, mirándola salir entiende que hizo bien. Es perfecta. Su madre no puede equivocarse. Ni siquiera poniéndose el perfume. Debajo del brazo tenia la cartera que le regalaron el y su hermano. Paolo puso casi todo el dinero, pero fue el quien la eligió, en ese negocio en la vía Cola de Rienzo donde tantas veces ha visto a su mama detenerse indecisa.

‘Eres un verdadero conocedor’ le susurro ella a su oído poniéndosela bajo el brazo y, caminando feliz, ha hecho una especie de desfile. ‘Bueno, como me queda?’

Todos dan respuestas divertidas. Pero ella de verdad quería escuchar solo la opinión del ‘verdadero conocedor’.

‘Estas bellísima, mama.’

Step regresa a su cuarto. Siente la puerta de la cocina cerrarse. Cuando fue que le regalaron esa cartera? Por navidad o su cumpleaños? Decide que en ese momento es mejor recordar las formulas de química.

Más tarde. Casi las siete. Le faltan tres páginas para terminar de repasar. Después sucede. Battisti regresa a cantar. De la ventana entrecerrada del ultimo piso del edificio de frente. Más fuerte que antes. Insistente. Provocante. Sin respeto por nada ni nadie. Por el que estudia, por el que no puede ir al gimnasio. Esto es mucho.

Step agarra las llaves de la casa y sale corriendo batiendo la puerta a sus espaldas. Atraviesa la calle y entra en el portón del piso de enfrente. El ascensor esta ocupado. Sube por las escaleras saltando dos escalones a la vez. Basta, no puede más. No tiene nada contra Battisti, sin embargo. Pero tenerlo de ese modo. Llega al último piso. Justo en ese momento el ascensor se abre. Sale un mensajero con un paquete cerrado en la mano. Es más rápido que Step. Revisa el apellido en la tarjeta de la puerta y suena. Step recupera la respiración al lado de el. El mensaje lo mira curioso. Step le devuelve la mirada sonriendo, después mira el paquete que tiene en la mano. Encima tiene la escritura Antonini. Deben ser las famosas tartas. Ellos también las compran, cada domingo. Tienen de todo tipo. Con salmón, con caviar, con frutos de mar. Su madre se vuelve loca por ellos.

‘Quien es?’

‘Antonini. Son las tartas que ordeno, señor.’

Step sonríe a si mismo. Lo adivino, quizás aquel para disculparse le ofrecería una. La puerta se abre. Aparece un muchacho de treinta años. Tiene una camisa abotonada a la mitad y debajo solamente un bóxer. El mensajero hace para darle el paquete pero cuando el muchacho ve a Step se lanza contra la puerta tratando de cerrarla. Step no entiende, pero instintivamente va hacia delante. Pone el pie en medio a la puerta parándola. El mensajero va hacia atrás para tener en equilibrio el empaque de cartón. Mientras Step esta ahí, con la cara apoyada contra la fría madera oscura, a través de la abertura de la puerta, la ve. Esta puesta sobre un sofá. De repente recuerda. Esa cartera, el y su hermano, se la regalaron en navidad. Esa rabia y desesperación, las ganas de no estar ahí, de no creer sus propios ojos, multiplican su fuerza. Lanza la puerta haciéndolo caer al suelo. Entra en la sala como una furia. Y sus ojos quisieran haber estado ciegos para nunca haber visto todo lo que tenía al frente. La puerta del cuarto de dormir esta abierta. Ahí, entre las sabanas desordenadas, con una cara diferente, irreconocible a el que la ha visto miles de veces, esta ella. Se esta prendiendo un cigarrillo con aire inocente. Sus ojos se encuentran, y en un momento algo se rompe, se apaga por siempre. Y también ese último cordón umbilical de amor viene roto y los dos, mirándose, gritan en silencio, llorando en el interior. Después el se aleja mientras ella se queda ahí, en la cama, sin hablar, consumiéndose como ese cigarrillo que apenas prendió. Quemándose de amor por el, de odio por si misma, por el otro, por esa situación. Step va lentamente hacia la puerta, se detiene. Ve al mensajero afuera, cerca del ascensor, con las tartas en la mano mirándolo en silencio. De repente siente una mano en su hombro. ‘Escucha…’ Es ese muchacho. Que debe escuchar. No siente mas nada. Ríe. El muchacho no entiende. Se queda mirándolo estupefacto. Después Step lo golpea con un puño en plena cara. Justo en ese momento, las palabras de Battisti, inocente culpable de ese descubrimiento, hacen eco en el piso o quizás vienen solo en la mente a Step ‘Disculpame si puedes, señor pido disculpa también a ella’ Pero de que me debo disculpar?

Giovanni Ambrosini se lleva las manos a la cara llenándolas de sangre. Step lo agarra por la camisa y rompiéndosela lo lanza fuera de esa casa sucia de amor ilegal.

Lo golpea muchas veces en la cabeza. El muchacho trata de huir. Comienza a bajar las escaleras. Step es rápidamente detrás. Con una patada precisa lo empuja con fuerza, haciéndolo caer. Giovanni Ambrosini rueda bajando las escaleras. Apenas se para, Step es encima de el. Lo llena de paradas en la espalda, las piernas, mientras el se aguanta al pasamanos tratando de bajar, de huir. Lo esta masacrando. Step comienza a agarrarlo por los cabellos, tratando de hacer que se soltara, pero mientras su mano se llena de cabellos, Giovanni Ambrosini se mantiene ahí, pegado a esas barras de hierro, gritando aterrorizado. Las puertas de los otros apartamentos se abren. Step agarra a patadas sus manos que comienzan a sangrar. Pero Giovanni Ambrosini no se despega, se mantiene ahí pegado, sabe que es su única salvación. Entonces Step lo hace. Lleva hacia atrás la pierna y con toda la fuerza le golpea la cabeza desde atrás. Una patada violenta y exacta. La cara de Ambrosini se estampa contra el pasamano. Con un sonido sordo. Todos los dos pómulos se golpean, lacerándose. La sangre salpica. Los huesos de la boca se rompen. Un diente cae sonando lejos en el mármol. El pasamano comienza a vibrar y ese sonido de hierro se aleja bajando por las escaleras junto al último grito de Ambrosini. Step escapa, bajando corriendo, pasando veloz entre terribles caras de inquilinos curiosos, tropezando con cuerpos flácidos que intentan inútilmente detenerlo. Vaga por la ciudad. No regresa a su casa esa noche. Va a dormir donde Pollo. El amigo no le hace preguntas. Por suerte su padre salio esa noche, así que pueden dividir la cama. Pollo siente a Step agitarse mientras duerme, sufrir en un sueño. Pero la mañana después hace como si nada, aun si uno de las dos almohadas esta mojada de lágrimas.

Desayunan sonriendo, hablando más o menos, dividiéndose un cigarrillo. Después Step va a la escuela y en la interrogación de química logra conseguir un seis. Pero desde ese día su vida cambio. Nadie nunca supo porque, pero nunca fue igual.

Algo malo se metió dentro de el. Una bestia, un terrible animal hizo su casa adentro de su corazón, listo a salir afuera en cualquier momento, a golpear, con rabia, con maldad, hijo del sufrimiento y de un amor destruido. Desde entonces la vida en la casa no fue posible. Silencios y miradas incomodas. No más sonrisas, ni con la persona que más había amado. Después el proceso. La condena. Su madre que no testimonio a su favor. Su padre que lo regaño. Su hermano que nunca entendió. Y nadie que nunca supiera que pasó entre ellos dos. Guardianes forzados de ese terrible secreto. El mismo año sus padres se separaron. Step se fue a vivir con Paolo. El primer día que entra en esa nueva casa mira fuera de la ventana de su cuarto. Solo hay un prado tranquilo. Comienza a arreglar su ropa. Agarra de la maleta algunas camisas y las apoya en el fondo del armario. Después agarra un suéter. Mientras la saca afuera se le abre entre las manos. Por un momento le pareciera que su madre estuviera ahí. Le recuerda de cuando se la presto, de aquel día que corrieron juntos por avenidas con árboles. Cuando el estaba tan cerca de ella. Y ahora esta en esa casa, tan lejos de ella, en todos los sentidos.

Aprieta duro el suéter entre sus manos y se la lleva a la cara. Siente su perfume, comienza a llorar. Después, tontamente, se pregunta si aquel día hubiera sido mejor decirle que se había puesto mucho perfume.

 

De nuevo ahora, de noche.

La moto corre tranquila sobre las orillas. Pequeñas ondas se regresan lentas. Van y vienen, respiro regular del mar profundo y oscuro que los observa de lejos. La luna alta en el cielo ilumina todo. La playa se pierde lejana entre las manchas más oscuras del monte. Step apaga los faros. Envueltos en la oscuridad, comienzan a correr así, sobre ese suave suelo mojado. Llegan a la mitad de la playa Feniglia y se detienen. Caminan cerca, solos, envueltos por esa paz. Babi va a la orilla. Pequeñas ondas de playa se rompen antes de bañar sus All Star azules. Una onda más caprichosa de las otras trata de alcanzarla. Babi echa para atrás veloz huyéndole. Termina contra Step. Sus brazos fuertes la acogen segura. Ella no se aleja. En esa luz nocturna aparece su sonrisa. Sus ojos azules llenos de amor lo miran divertidos. El se le avecina y lentamente, abrazándola, la besa. Labios suaves y calidos, frescos y salados, acariciados por el viento del mar. Step le pasa una mano entre los cabellos. Se los lleva atrás descubriéndole la cara. La mejilla pintada de plateado, pequeño espejo de la luna arriba, se une a una sonrisa. Otro beso. Nubes lentas pasean en el cielo azul de la noche. Ahora Step y Babi están echados sobre la arena fresca, abrazados. Las manos sucias de pequeños granitos de arena se buscan divertidas.

Otro beso. Ahora Babi se pone encima alzándose sobre los dos brazos. Lo mira, el esta debajo de ella. Esos ojos ahora tranquilos la miran. Su piel parece color ébano, lisa y delicada. Sus cabellos cortos no tienen miedo de ensuciarse. Parece pertenecer a esa playa echado ahí, con los brazos estirados, dueños también de ella, tomándola en un beso mas largo y fuerte. La abraza teniéndola cerca, respirando su sabor suave. Y ella se deja llevar, tomada por esa fuerza, y en ese momento se da cuenta que no había besado a ninguno de verdad.

Ahora esta sentado detrás de ella, la tiene abrazada entre sus piernas. El, sólido espaldar, interrumpe cada tanto sus pensamientos con un beso en el cuello.

‘Que piensas?’

Babi se voltea hacia el viéndolo con la esquina de los ojos.

‘Sabia que me lo preguntarías.’ Regresa a apoyar la cabeza en su pecho. ‘Ves esa casa allá arriba en las rocas?’ Step mira esa dirección que indica su mano. Antes de perderse lejos se detienen sobre ese pequeño índice y le parece estupendo eso también. Sonríe, único dueño de sus pensamientos.

‘Si, la veo.’

‘Es mi sueño! Cuanto me gustaría vivir en esa casa. Piensa como debe ser la vista desde allá. Una ventana al mar. Una sala donde estar abrazados mirando el atardecer.’

Step la aprieta de nuevo. Babi se mantiene un momento aun mirando lejos soñadora. El se le acerca poniendo su mejilla contra la suya. Ella, divertida y caprichosa trata de alejarlo, sonriéndole a la luna, fingiendo de querer escaparse. Step le agarra la cara entre las manos y ella, pálida perla, sonríe prisionera de esa concha humana.

‘Quieres bañarte?’

‘Bromeas, con este frío? Y no tengo el traje.’

‘Anda, no hace frío y un pececito como tu no necesita traje de baño.’

Babi hace una mueca de rabia y lo empuja hacia atrás con las dos manos.

‘A propósito, le contaste a Pollo la historia de la otra noche, verdad?’

Step se alza y trata de abrazarla.

‘Que, bromeas?’

‘Y como Pallina lo sabe? Se lo dijo Pollo!’

‘Te lo juro que no le dije nada. Quizás debí hablar en mis sueños…’

‘Hablar en tus sueños, si seguro… ya te dije que no creo en tus juramentos.’

‘De verdad, cada tanto hablo mientras estoy dormido y después te darás cuenta tu misma.’

Step va hacia la moto mirando atrás divertido.

‘Me daré cuenta? Estas bromeando verdad?’

Babi lo alcanza un poco preocupada.

Step ríe. Su frase alcanzo el resultado esperado.

‘Porque, esta noche no dormiremos juntos? Si faltan pocas horas para que amanezca.’

Babi mira preocupada el reloj.

‘Las dos y media. Diablos, si regresan mis padres antes que yo estoy muerta. Rápido, debo regresar a casa.’

‘Entonces no duermes en mi casa?’

‘Estas locos? Quizás no has entendido que sucederá si no llego. Y de paso, alguna vez has visto a un pececito que duerme con alguno?’

Step prende la moto, tiene presionado el freno delantero y acelera. La moto obediente en medio de sus piernas gira sobre su misma y se para frente a ella. Babi se monta detrás. Step mete la primera. Dulcemente se alejan, cada vez más veloces, dejando atrás una marca precisa de largos neumáticos. Más lejos entre la arena agitada de besos inocentes, esta un pequeño corazón. Lo dibujo ella escondida, con ese índice que a el le gusto tanto. Una onda solitaria le borra los bordes. Pero con un poco de imaginación todavía se puede leer esa S y la B. un perro ladra lejos a la luna. La moto continua su carrera enamorada desapareciendo lejos en la noche. Una onda más determinada borra del todo ese corazón. Pero ninguno podrá nunca borrar ese momento de sus recuerdos.

 

Frente a Vetrine, se para en medio de la calle desierta, ahora solo esta su Vespa. Babi baja de la moto, le quita el seguro de la rueda delantera y la prende. Monta en la silla y la empuja adelante. Después pareciera casi acordarse de el.

‘Chao’ Le sonríe con ternura. Step se le acerca.

‘Te acompaño, te escolto hasta tu casa.’ Llegaron en la calle Francia, Step se acerca a la Vespa y apoya el pie derecho debajo del farol, bajo la pequeña placa.

Acelera. La Vespa aumenta la velocidad. Babi se voltea asustada hacia el.

‘Tengo miedo.’

‘Manten derecho el manubrio…’

Babi regresa a mirar frente aguantándose fuerte y segura a las manillas. La Vespa de Pallina va mas rápido que la suya, pero a esos niveles nunca hubiera llegado. Hacen todo el recorrido de la calle Francia y después suben por la salida de la vía Jacini, hasta la plaza. Step le da un último empujón justo debajo de su complejo. La deja ir. Lentamente la Vespa pierde velocidad. Babi frena y se gira hacia el. Esta parada, derecho en su moto, a pocos pasos de ella. Step se mantiene mirándola un rato. Después le sonríe, mete la primera y se aleja. Ella lo sigue con la mirada hasta cuando desaparece detrás de la curva. Lo siente acelerar siempre más, un cambio veloz de marcha, a toda velocidad. Babi espera que Fiore, somnoliento, suba la barra. Después va por la subida del complejo. Cuando gira derecho por la curva, una triste sorpresa. Su casa esta toda iluminada y su madre esta ahí, asomada en la ventana de su cuarto.

‘Claudio, ahí esta!’

Babi sonríe desesperadamente. No sirve de nada. Su madre cierra la ventana golpeándola. Babi mete la Vespa en el garaje, logrando pasarla entre el muro y la Mercedes. Mientras cierra el portón piensa en la cachetada de esa mañana. Inconscientemente se lleva la mano a el cachete. Trata de recordar cuanto daño le hizo. No se preocupa tanto. Rápido lo sabría. Sube las escaleras lentamente tratando de retardar lo más posible el tiempo de esa descubierta ahora inevitable. La puerta esta abierta. Pasa debajo del marco de la puerta. Condenada a la guillotina, ella, moderna culpable en braga, perdería la cabeza. Cierra la puerta. Una cachetada la golpea en plena cara.

‘Ay.’ Siempre en la misma parte, piensa, masajeándose la mejilla.

‘Ve rápido a la cama, pero antes dale las llaves de la Vespa a tu padre.’

Babi atraviesa el corredor. Claudio esta ahí, cerca de la puerta.

Babi le da el llavero de Pallina.

‘Babi?’

Ella se voltea preocupada. ‘Que sucede?’

‘Porque esta P?’

La P de goma del llavero de Pallina esta entre las manos de Claudio. Babi lo mira perpleja por un momento, despierta por la cachetada, fresca creadora al instante, improvisa.

‘Pero papa, no recuerdas? Es el sobrenombre que me diste tú? De pequeña siempre me llamabas Pitufina!’

Claudio se mantiene indeciso un momento, después sonríe.

‘Es cierto! Pitufina. No lo recordaba.’ Después regresa a ser serio. ‘Ve a la cama ya. Hablamos mañana de toda esta historia. No me gusto para nada, Babi!’

Las puertas de los cuartos se cierran. Claudio y Raffaella, ahora tranquilos, discuten acerca de esa hija que era calmada y tranquila, ahora rebelde a irreconocible. Regresa a horas de la madrugada, participa en carreras de moto, termina con una fotografía en los periódicos. Que le paso? Que le sucedió a la Pitufina de un tiempo?

En el cuarto de al lado, Babi se quita la ropa y se mete en la cama. Su cachete enrojecido consigue un fresco descanso en la almohada. Se mantiene así, soñadora por un rato. Le parece sentir todavía el sonido de las pequeñas ondas y el viento que le acaricia los cabellos, y ese beso, fuerte y tierno al mismo tiempo. Se gira en la cama. Piensa en el mientras mete las manos debajo de la almohada, soñando en abrazarlo. Entre las lisas sabanas, pequeños granitos de arena la hacen sonreír. En la oscuridad del cuarto, lentamente consigue la respuesta que sus padres están buscando. Eso es lo que le paso a la Pitufina de un tiempo atrás. Se enamoro.

 

Babi no tiene tiempo de subir las escaleras de la escuela sin que Pallina le salte encima rápidamente.

‘Bueno, como te fue? Te desapareciste…’

‘Bien, fuimos a Ansedonia.’

‘Hasta allá, tan lejos?’

Babi asiente.

‘Y lo hicieron?’

‘Pallina!’

‘Lo siento, fueron allá lejos, estaban seguro en la playa, no?’

‘Si.’

‘Y no hicieron nada?’

‘Nos besamos.’

‘Yahooo.’ Pallina le salta encima. ‘Eso! Que suerte, te conseguiste el mas bello de la ciudad.’ Después se da cuenta que Babi esta un poco triste. ‘Que pasa?’

‘Nada.’

‘Anda, no digas mentiras, di que pasa. Anda. Confía en tu vieja y sabia amiga Pallina. Lo hicieron, verdad?’

‘Nooo! Solo nos besamos, y fue bellísimo. Pero…’

‘Pero…?’

‘Pero no se como quedamos.’

Pallina la mira confusa. ‘Pero intento algo…? Bajo el puño dos veces hacia debajo de manera elocuente.

Babi niega con la cabeza resoplando: ‘No.’

‘Entonces es verdaderamente preocupante.’

‘Porque?’

‘Le interesas.’

‘Tu crees?’

‘Estoy segura. Normalmente se acuesta con todas la primera noche.’

‘Ah, gracias, eres un gran apoyo.’

‘Quieres la verdad, no? Disculpa, debes estar feliz. No te preocupes, si este es tu problema, solo debes esperar la próxima vez, ya veras!’

Babi le da un empujón. ‘Estupida… por cierto Pallina, te secuestraron tu Vespa…’

‘Mi Vespa?’ Pallina cambia de expresión. ‘Quien fue?’

‘Mis padres.’

‘Esa simpaticona de Raffaella. Uno de estos días le debo dar un sermoncito. Sabes que la otra noche se estaba propasando?’

‘Mi madre? Y con quien?’

‘Conmigo! Me beso mientras dormía en tu cama creyendo que eras tu!’

‘Juralo!’

‘Si!’

‘Ve que mi padre agarro tu llavero pensando que era el mío.’

‘Y no se dio cuenta de la P?’


Date: 2016-01-05; view: 623


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