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TRES METROS SOBRE EL CIELO 14 page

‘Gracias Pallina. Voy a mi casa, y ya te lo dije, no quiero ver a Step. Y no insistas con esta historia, sino terminara con nosotras peleando.’

‘Como quieras. Entonces a las cinco nos vemos en Parnaso…’ Babi trata te responderle, pero Pallina es mas rápida que ella: ‘Si, con mi Vespa.’

Babi le sonríe y se aleja. Porque la da tanto? Piensa Pallina. Cosas suyas. Quizás es una técnica. Bueno, de igual forma es demasiado simpática. Y puso en su lugar a la Giacci de ese modo. Es hora de difundir la noticia. Pallina se acerca a un grupo de chicas más pequeñas. Son del segundo.

‘Supieron lo que le paso a la Giacci?’

‘No, que paso?’

‘Estaba por interrogar a Silvia Festa, una de mi clase. En vez de eso, se equivoco y le había puesto la nota de otra.’

‘Juralo!’

‘Si, por suerte Babi se dio cuenta.’

‘Quien, la Gervasi?’

‘Si, ella misma.’

Una chica con ‘El Mensajero’ entre las manos se le acerca.

‘Ve Pallina, esta aquí no es Babi?’

Pallina le quita el periódico de las manos. Lee el artículo de la carrera. Mira a Babi. Ya casi llego al carro de la madre. Trata de llamarla. Grita fuerte, pero el ruido del tráfico cubre su voz. Muy tarde.

Babi abre la puerta para montarse detrás del carro.

‘Hola mama.’ Se inclina adelante para besarla. Una cachetada la golpea en plena cara. ‘Ay!’ Babi cae sentada sobre los asientos posteriores. Se masajea la mejilla adolorida, sin entender.

Daniela también entra en el carro.

‘Hey viste que genial! Babi, estas en el periódico…’

Mira alrededor. Ese silencio. La cara de Raffaella. La mano de Babi que se masajea la mejilla adolorida. Entiende todo rápido.

‘Como si nada paso.’ Mientras esperan a Giovanna, la usual retrasada, Raffaella grita como una loca. Babi trata de explicarle toda la historia. Daniela testimonia a su favor. Raffaella se molesta aun más. Pallina se convierte en la culpable principal.

Finalmente llega Giovanna, y con su usual ‘Disculpen’ se monta detrás. El carro arranca. Hacen todo el viaje en silencio. Giovanna piensa que es una situación muy pesada. No pueden estar siempre así nerviosas.

‘Disculpen, pero hoy no llegue muy tarde, no?’

Daniela se comienza a reír. Babi se controla un poco, después también se deja llevar. A la final, Raffaella también ríe.

Giovanna, naturalmente no entiende nada, por ello se ofende.

Porque no son solo exageradas, sino malas por burlarse de ella así. Se lo dirá a su madre. Desde mañana, decide Giovanna, o me viene a buscar ella o regreso en autobús.

Al menos toda esa historia sirvió de algo: no tendrían que esperar más a Giovanna.

 

El viejo maletín de piel negra fuerte debajo del brazo. Una chaqueta de color mostaza. Los cabellos cansados como su caminar, son cortos y recogidos, ligeramente alborotados. Las medias pantis marrones le regalan aun otro año, aunque le diera igual. Y esos viejos mocasines con el talón a media altura y el borde apretado le hacen daño. Pero no se comparan con lo que siente adentro.



Su corazón debe tener los zapatos de dos tallas más pequeños. La Giacci abre el portón de vidrio del viejo edificio. Chilla sin sorprenderla. Se para frente al ascensor. Presiona el botón. La Giacci mira las casetas del correo. Algunas están sin nombre. Una siquiera tiene la cubierta, esta abierta y desordenada igual que la casa de Nicolodi, el propietario. Son las cosas que se vuelven similares a los hombres que las poseen, o son ellos que terminar por semejarse a estas? La Giacci no sabe darse una respuesta. Entra en el ascensor. Algunas escrituras se ven en la madera. Se lee el nombre de un amor pasado. Mas en alto un símbolo perfectamente esculpido por un iluso escultor. Debajo, a la derecha, un órgano masculino resulta ligeramente imperfecto, al menos a sus viejos recuerdos. Segundo piso. Saca fuera del maletín un mazo de llaves. Mete la más larga en la cerradura del medio. Siente un sonido detrás de la puerta. Es el, su único amor. La razón de su vida.

‘Pepito!’ Un pequeño perro corre hacia ella ladrando. La Giacci se inclina. ‘Como estas tesoro?’ El perro le salta entre los brazos. Comienza a darle vueltas. ‘Pepito, no sabes que le hicieron hoy a tu mama.’ La Giacci cierra la puerta, pone el maletín sobre una fría mesa de mármol y se quita la chaqueta.

‘Una tonta muchacha se atrevió a reprenderme, y frente a todas… tendrías que haber escuchado como lo dijo.’ La Giacci entra en la cocina. El perro la sigue trotando. Parece sinceramente interesado.

‘Ella, por un mísero error, me arruino, entiendes? Me humillo frente a la clase.’ Abre un viejo grifo con el tubo arruinado por el tiempo. El agua sale sobre un lavamanos blanco, de contornos imprecisos. Fue tallada a mano para hacerla entrar.

‘Ella tiene todo. Tiene una bella casa, alguno que le prepara de comer. Ella no se debe preocupar de nada. Ahora ni esta pensando en lo que hizo. Que le importa a ella?’ De una vitrina llena de vasos diversos entre ellos, la Giacci agarra uno y lo llena de agua. Bebe y regresa a la sala. El perro la sigue obediente.

‘Tenias que ver las otras muchachas. Estaban felices. Reían a mis espaldas contentas de verme equivocar…’ La Giacci saca fuera del maletín algunas tareas y se sienta en una mesa. Comienza a corregirlas. ‘Ella no tenia que hacerlo.’ Y subraya en rojo muchas veces el error de una pobre inocente. ‘No tenia porque ridiculizarme frente a todas.’ El perro salta sobre un viejo sofá vinotinto y se acurruca al suave cojin ahora acostumbrado a su pequeño cuerpo.

‘Entenderas, como hago para regresar a esa clase? Cada vez que ponga una nota alguna dirá: ‘Esta segura de que me lo puso a mi, profesora?’ y reirán, estoy segura que se reirán…’ El perro cierra los ojos. La Giacci pone cuatro a la tarea que esta revisando. La pobre inocente quizás merecía algo más. La Giacci continúa a hablar sola. Pepito se duerme. Otra tarea viene sacrificada. En días más serenos podría haber tranquilamente alcanzado la suficiencia.

Mañana no será un bello día para la clase. Mientras tanto, en esa habitación, una mujer sobre una mesa cubierta de un viejo mantel se dio prácticamente sola una respuesta. Son las personas que se parecen a las cosas que poseen. Y por un momento en esa casa todo parece más gris y viejo. Y por un momento, una bella virgen pegada al muro parece malvada.

 

Parnaso. Bellas muchachas de ojos perfectamente maquillados, de cejas largas y rubores delicados, están sentadas en las mesas redondas y hablan bajo el intrépido sol de esa tarde primaveral.

‘Que mala suerte, me manche!’ Alguna chica en la mesa se ríe, otra mas pesimista se revisa también su camisa para ver que no haya tenido la misma suerte. La chica de la camisa manchada mete la punta de una servilleta de papel en el vaso llena de agua. Frota con fuerza la mancha de chocolate alargándola. La camisa de color blanco comienza a parecer beige en ese momento. La chica se desespera.

‘Estos vasos de agua no ayudan. Parece que los camareros te los dan a propósito, apenas saben que te manchas. Disculpe!’

Para a un camarero.

‘Me puede traer algo para quitar esto, por favor?’ La chica agarra con las dos manos la camiseta mostrándole la mancha mojada. El camarero no se detiene en la superficie. Hace un análisis bien profundo. La camisa, transparente en ese punto mojado, se apoya sobre el sostén mostrándole el diseño.

El camarero sonríe. ‘Ya se lo traigo rápido, señorita.’ Profesional y mentiroso, quisiera darle otra cosa, también sabiendo frustrado que ese botón desabotonado no esta dedicado a el. Ninguna chica del Parnaso se volvería novia de un camarero.

Pallina, Silvia Festa y alguna otra chica de la Falconieri están apoyadas afuera en un banco que extiende su peso repartiéndolo a un pilar pequeño de mármol y a su gemelo.

‘Ahí esta.’ Babi tiene las mejillas enrojecidas. Las saluda con una sonrisa divertida, ligeramente cansada de la caminata. Pallina corre hacia ella. ‘Hola.’ Se besan, afectuosas y sinceras. A diferencia de la mayor parte de los besos en las mesas del Parnaso. ‘Que cansancio. No creía que fuera así de lejos!’

‘Viniste a pie?’ Silvia Festa la mira sorprendida.

‘Si, no teniendo mi Vespa.’ Babi mira refiriéndose a Pallina. ‘Y tenia ganas de dar dos pasos. Pero exagere un poco, estoy destruida. No es que me toca regresar de la misma manera, no?’

‘No, toma.’ Pallina le da un llavero. ‘Mi Vespa esta a tu disposición.’ Babi mira la gruesa p de goma azul entre las manos.

‘Y tienes noticias de la mía?’

‘Pollo ha dicho que nadie sabe nada. Debe tenerla la policía. Ha dicho que dentro de poco te avisan.’

‘Imaginate si hablan con mis padres.’ Babi mira el grupo de chicos. Reconoce a Pollo y algún otro amigo de Step. Un tipo con una venda en el ojo le sonríe. Babi mira alrededor. Algunas motos se paran cerca. Babi se voltea esperanzada hacia los que acaban de llegar. El corazón le late fuerte. Inútilmente. Chicos anónimos, al menos a sus ojos, van hacia las mesas saludando.

‘A quien buscas?’ El tono y la cara de Pallina no dejan dudas. Pallina sabe.

‘Nadie, porque?’ Babi mete las llaves en el bolsillo sin mirarla. Esta segura que sus ojos sinceros la traicionarían.

Pallina insiste: ‘No, nada, me parecía que estuvieras buscando a alguien…’

‘Bueno, chao muchachas.’ Un saludo rápido. Sus mejillas se enrojecen. Y no es solo por el cansancio. Pallina la acompaña a la Vespa.

‘Sabes como funciona?’ Babi sonríe, le quita el candado de seguro y la enciende.

‘Que harán esta noche?’

‘Hey, que pasa? Te dignas de salir con nosotros?’

‘Que polémica eres. Solo pregunte que harían!’

‘No lo se. Si quieres te llamo o te hago llamar.’

Pallina la mira alusiva. Detrás de esa sonrisa, rápidamente aparece el: Step. Sus ojos seguros, su piel clara pero bronceada, sus cabellos cortos, sus manos marcadas de sonrisas rotas, de narices golpeadas. ‘Pareces mi pececito.’ La boca abierta… los ojos cerrados… ‘Ah, pero entonces eres incoherente… incoherente… incoherente.’ Como un eco. Babi tiene un momento de orgullo.

‘No gracias, déjalo así. Nos vemos mañana en la escuela. Era solo curiosidad.’

‘Como quieras…’ La Vespa se la lleva veloz antes de que aquella débil onda de orgullo venga acogido por un mar peligroso que aun no recibe la tempestad. Pallina saca afuera del bolsillo el teléfono y sonríe.

Babi mete la Vespa de Pallina en el garaje. Perfecta. Su padre nunca podrá notar la diferencia. La pega aun más del muro, así no puede decir nada.

Mira el reloj. Las siete menos un cuarto. Diablos! Sale corriendo por la escalera. Abre veloz la puerta.

‘Dani, regreso mama?’

‘No, aun no.’

‘Menos mal.’ Raffaella la castigo, Babi no puede salir hasta la próxima semana, y es mucho arriesgarse el primer día. Daniela la mira preocupada.

‘Entonces, se sabe algo de nuestra Vespa?’

‘Nada. Debe tenerla la policía.’

‘Que? Perfecto! Y si hacen el seguimiento?’

‘Me han dicho que antes o después la policía llamara para restituirla. Debemos solo interceptar la llamada antes que papa y mama…’

‘Facil. Y si llaman en la mañana?’

‘Estamos muertas. Por ahora Pallina nos dejo su Vespa. La metí en el garaje, así cuando regrese papa no se dará cuenta de nada.’

‘Ah, a propósito, te llamo Pallina.’

‘Cuando?’

‘Hace poco, cuando estabas afuera. Dijo que esta noche salen y que van al club Vetrine. Que te espera, que no seas orgullosa y que vayas porque descubrió todo. Y después me dijo algo como el nombre de un animal. Conejito, ratoncito… ah si, dijo, salúdame al pececito. Pero quien es el pececito?’

Babi se voltea hacia Daniela: se siente golpeada, descubierta, traicionada. Pallina sabe.

‘Nada, es solo un chiste.’

Seria muy largo de explicar. Muy humillante. La rabia la toma por un momento, la lleva silenciosa a su cuarto. En el atardecer visto desde los vidrios de su ventana ve plasmada toda la historia. La boca de Step, su sonrisa divertida, el cuento a Pollo, sus risas y después el mismo cuento a Pallina y quien sabe a quien mas aun. Fue estupida, debió contárselo a su mejor amiga. La hubiera entendido, consolado. Hubiera estado de su parte, como siempre. Después mira el póster en su armario. Y por un momento siente odio. Pero es solo un momento. Lentamente baja las manos. ‘Mitica pareja!’ Orgullo, dignidad, rabia, indignación. Deslizan fuera de ella como si se quitara una camisa de noche de seda sin mangas, a través de su cuerpo liso y dorado. Y ella, finalmente libre, sale fuera simplemente, con un paso. Desnuda de amor se acerca a el, a su imagen.

Por un momento parecen sonreírse. Abrazados en el sol del horizonte, cerca aun si no es así. El de papel plastificado, ella llena de lucidas emociones, finalmente claras y sinceras.

Ella baja tímida los ojos y sin quererlo se encuentra de nuevo frente al espejo. No se reconoce. Sus ojos así sonrientes, esa piel brillante… hasta la cara le parece diferente. Se echa los cabellos hacia atrás. Es otra. Sonríe feliz a esa que nunca había sido. Una chica enamorada. No solo eso. Una chica indecisa y preocupada de cómo vestirse esa noche.

Mas tarde, después de que sus padres la regañaran de nuevo y hubieran salido para una de sus cenas, Babi entra en el cuarto de Daniela.

‘Dani, voy a salir.’

‘Adonde vas?’ Daniela aparece en la puerta.

‘A Vetrine.’ Babi saca afuera de las gavetas algunas camisas y abre el armario de la hermana. ‘Mira, donde metiste la falda negra… la nueva…’

‘No te la presto! Así me botas también esa! No insistas.’

‘Pero anda, solo fue una vez, no?’

‘Si, quizás esta noche pasa otra cosa. Quizás esta vez terminas en el fango. No, no te la presto. Esa es la única que me queda bien. No te la puedo dar, en serio.’

‘Si, pero cuando yo hago la groupie o salgo en el periódico, ahí vas con tus amigas diciéndole a todas que eres mi hermana. Nunca les dices que no me prestas la falda!’

‘Eso que tiene que ver?’

‘Tiene que ver, tiene que ver, cuando me pidas un favor…’

‘Esta bien, llevatela.’

‘No, ahora no la quiero mas…’

‘No, ahora la agarras…’

‘No, no la quiero…’

‘Ah no? Entonces si no te pones mi falda, cuando salgas yo llamo rápido a mama y le aviso.’

Babi se voltea molesta a la hermana. ‘Que vas a hacer?’

‘Lo que escuchaste.’

‘Veras que cachetes rojos tendrás…’

Daniela hace una cara graciosa y al final terminan las dos riéndose.

‘Toma.’ Daniela pone la falda negra sobre la cama. ‘Es toda tuya. Lánzate dentro del estiércol de nuevo, si te divierte.’

Babi agarra la falda con las dos manos y se la apoya sobre la barriga. Comienza a imaginar que se podría poner encima. Suena el teléfono. Daniela va a responder. En su cuarto, Babi sube el volumen a la radio. La música inunda la casa. Daniela suelta el teléfono. ‘Andrea, espera un momento.’ Cierra la puerta del corredor, después regresa tranquila a hablar. Babi saca afuera todo. El armario abierto, las gavetas en el suelo. La ropa tirada sobre la cama. Indecisión. Va al cuarto de su madre. Abre el armario grande. Comienza a hurgar. Cada tanto se recuerda de algo. Podría quedar bien si lo combino con la falda negra? Abre las gavetas. Debe tener cuidado de donde mete las manos. Las cosas siempre deben regresar a su lugar. Las madres siempre se dan cuenta de todo, o casi. A Raffaella tampoco se dio cuenta de la Vespa de Pallina. Las madres se dan cuenta de todo, pero no entienden nada de motos o de Sony.

No mandes nunca a una mama a comprarte ese estilo de jeans que le viste a tu amiga. Te llevara siempre esos que usa la más gafa de la clase.

Sonríe. Una chaqueta azul? Muy caliente. La camisa de seda? Muy elegante. La chaqueta negra con el body debajo? Muy fúnebre. El body, sin embargo, no queda mal. Body debajo de la camisa? Se puede probar. Cierra las gavetas. Va hacia su cuarto. Dejo una chaqueta roja en la cama. La hubieran descubierto. Lo mete en su puesto. Se hubiera dado cuenta antes de tiempo? El entusiasmo vence al miedo.

‘Pero a quien le importa!’ El castigo desaparece desintegrándose en el espejo. Babi se mira perpleja. Body debajo de la camisa, no. La falda de Dani no va. Mejor así. Pobrecita, de verdad es la única cosa que le queda muy bien. Decide que se la llevaría a las carreras. Mañana. Pero ahora? Ahora que me pongo? Regresa a su cuarto. Que me pongo? En un momento. Abre corriendo la última gaveta. La braga de jeans! La saca afuera. Descolorida, corta y un poco deteriorada, justo como la odia la mama. Justo como la amaría el. Se cambia veloz. Se mete la camisa clara, la empuja debajo del pantalón. Se lanza en la cama, agarra las medias cortas y se las pone, después las cubre con los Converse All Star, altos hasta el talón, azul oscuros, igual que el cepillo que consigue en el baño. Se peina recogiendo hacia atrás los cabellos. Dos zarcillos de colores con forma de peces de los mares del sur. La música enloquece a todo volumen. Una línea negra le alarga los ojos. La esponja gris los difumina, tratando de hacerlos aun mas bellos. Los dientes blancos saben a menta. Un delicado brillo le cubre los suaves labios haciéndolos aun mas deseables. Las mejillas, pintadas de rojo naturalmente, se difuminan solas perfectamente.

Daniela esta todavía en el teléfono. La música de repente se apaga. La puerta del corredor se abre lentamente. Daniela deja de hablar por teléfono.

‘Pero que bella!’

Babi se mete la chaqueta oscura de jeans Levi’s.

‘De verdad estoy bien?’

‘Te ves fenomenal!!!’

‘Gracias Dani… sabes que paso… tu falda era muy seriecita.’

Le da un beso. Después escapa veloz. Saca fuera del garaje la Vespa de Pallina. La prende, mete primera. Va por toda la bajada, deslizándose así por el fresco de la noche. Su perfume Caronne francés se mezcla con el perfume de los jazmines italianos en una delicada igualdad. Saluda a Fiore, el portero. Después maneja en medio del tráfico. Sonríe. Que pensara Step? Le gustara? Que dirá del maquillaje? Que dirá de la camisa debajo de la braga? Se dará cuenta que es del color de sus ojos? Su pequeño corazón comienza a latir veloz. Inútilmente preocupado. No sabe que rápido tendrá todas las respuestas.

 

La Vetrine. Frente a la puerta un tipo obeso con un pequeño zarcillo en la oreja derecha y la nariz grande hace esperar a un grupo de personas. Babi se mete en la línea. Cerca de ella, dos chicas demasiado maquilladas con especie de sobretodos ligeros de tela y sus acompañantes, dos tipos con chaquetas curiosas. Frente de la solapa tiene un prendedor dorados con forma de saxofón, tan extraño como la idea de que el supiera tocar uno. El otro viene traicionado por los zapatos mocasines ligeros de piel. Esa Marlboro en la boca no lo salvaría. Nunca entrarían.

El portero mira a Babi. ‘Tu.’ Babi sobrepasa las chicas con peinados extravagantes, una pareja muy melosa y dos chicos hermosos que venían de lejos. Alguno se lamenta, pero lo hace en voz baja. Babi sonríe al portero y entra. El vuelve a mirar hacia su pequeño rebaño, la cara decidida, las gruesas cejas, listas a apagar cualquier rebelión. Pero no existe la necesidad. Todos continúan a esperar en silencio, mirándose entre ellos, con esa media sonrisa que solo vale por una frase entera: ‘Nosotros no valemos un coño.’

Dos enormes cornetas suenan en lo alto haciendo retumbar el bajo. En la barra, chicos y chicas gritan tratando de hablarse y riendo. Babi se apoya al vidrio. Mira debajo la gran pista. Todos bailan como locos. En los bordes también la gente mas calmada viene transportada por el house. Vetrine le gusta mucho: entras y miras a través de ese vidrio la gente que baila debajo de ti, después si quieres, bajas tu también, lanzándote a la mezcla, observada por los otros, pequeño espectáculo de colores. Algunas chicas agitan los brazos, otra baila divertida bromeando con su amiga. Con sus pequeños top elásticos blancos y negros, con sus pantaloncillos pegados en la cintura y un poco cortes. Ombligos descubiertos y jeans de colores, ligeramente alargados al final, envueltos por un largo pañuelo en la cintura. Las situaciones de siempre, una chica que es ciegamente ingenua y el chico que trata de enamorar a alguna. Un tipo imitando a John Travolta con un copete en la cabeza y una camisa larga. Una pareja que intenta decirse algo. Quizás el le esta proponiendo un baile mas sensual en casa, solos, con una música mas dulce. Ella ríe. Quizás aceptara. Nada, ninguna pista de Pallina, de Pollo, de los demás amigos y sobretodo de el, de Step. No habrán venido? Imposible. Pallina le hubiera avisado. De repente Babi siente algo. Una extraña sensación. Esta mirando en la dirección equivocada. Y como guiada por una mano divida, por dulce empujón del destino, se voltea. Ahí están. Allí, en la misma sala, sentados en la esquina del fondo, justo contra el ultimo vidrio. Esta todo el grupo: Pollo, Pallina, ese de la venda, otros chicos de cabellos cortos y gruesos bíceps, acompañados por chicas más pequeñas y tiernas. Esta Maddalena, con su amiga de la cara redonda. Y esta el. Step esta bebiendo una cerveza y cada tanto mira abajo. Pareciera buscar algo o alguien. Babi siente algo en el corazón. La esta buscando a ella? Pallina quizás le ha dicho que vendría. Regresa a mirar abajo. La pista le parece enloquecer detrás del vidrio. No, Pallina no se lo pudo haber dicho. Lentamente regresa a mirarlo. Sonríe para si misma. Que extraño. Es así de genial, con ese aire de duro, los cabellos cortos y bajos detrás, la chaqueta cerrada y esa forma de estar sentado, de dueño, tranquilo. Quizás algo en el es dulce y bueno. Quizás su mirada. Step se gira hacia ella. Babi se voltea asustada. No quiere dejarse ver, se mezcla entre la gente y se aleja del vidrio. Va al fondo del local y le paga a un tipo que le da un ticket amarillo y la deja pasar. Baja veloz las escaleras. Debajo la música es más fuerte. En la barra Babi pide una bebida llamada Bellini. Le gusta porque tiene durazno. Step se levanto. Esta apoyado en el vidrio con las tos manos. Mueve arriba y abajo la cabeza al ritmo de la música. Babi sonríe. De ahí no puede verla. Llega el Bellini y en un momento desaparece.

Babi, sin dejarse ver, se voltea hacia la pista, va justo debajo de ellos. Se siente extrañamente eufórica. El Bellini esta haciendo efecto. La música la toma. Se deja llevar. Cierra los ojos y lentamente, bailando, atraviesa la pista. Mueve la cabeza siguiendo el ritmo. Feliz y un poco ebria, en medio de desconocidos. Sus cabellos vuelan. Sale hacia un lado más alto de la pista. Cierra las manos y comienza a bailar ondeando con los hombros, con la boca cerrada y soñadora abre los ojos, mirando arriba. A través del vidrio sus miradas se encuentran. Step esta ahí y la esta viendo. Por un momento no la reconoce. Pallina también la ve. Step se voltea hacia Pallina y le pregunta algo. Desde abajo, Babi no puede escuchar, pero intuye fácilmente la pregunta. Pallina asiente. Step regresa a mirar abajo. Babi le sonríe y después baja la mirada y regresa a bailar, tomada por la música.

Step se aleja veloz, sin preocuparse de nada y de ninguno. Pollo mueve la cabeza. Pallina salta encima de su chico, lo abraza con amor y lo besa en la boca. El tipo tosco y bajo en la escalera deja pasar a Step sin pagar. Lo saluda con respeto. Step se para. Babi esta ahí, frente a el. Un tipo de cabellos largos le baila alrededor a ella interesado. Viendo a Step se aleja como llego, haciéndose el loco. Babi continua bailando mirándolo a los ojos, y en ese momento el se pierde en ese azul. Mudos y sonrientes bailan cerca. Respirando sus miradas, sus ojos, sus corazones. Babi se mueve ondeando. Step se le acerca más. Puede sentir su perfume. Ella alza las manos, las lleva frente a la cara y baila detrás, sonriente. Se deja llevar. El la mira encantado. Es bellísima. Con los ojos así ingenuos como nunca los había visto. Esa boca suave, de color pastel, esa piel terciopelo. Todo en ella parece ser frágil pero perfecto. Sus cabellos bajan felices debajo de la cara, bailan alegres saltando de una parte a otra, haciéndole pareja a su sonrisa.

Step la agarra por la mano, la lleva hacia el. Le acaricia la cara. Están cerca. Step se detiene. Tiembla con la idea. Un pequeño movimiento y quizás ella, frágil sueño de cristal, se destrozaría en miles de pedazos. Entonces le sonríe y la saca de ahí. Secuestrándola de esa confusión, de toda esa gente desencadenada, a esos tipos que se mueven frenéticos, que parecen enloquecer mientras pasan. Step la lleva a través de ese mar de brazos agitándose protegiéndola de empujones humanos, de peligrosos codazos empujados de ritmo, de pasos agitados y se inocente alegría. Más en alto, detrás del vidrio. Alegría y dolor. Pallina mira a Babi desaparecer con el, finalmente coherente y sincera. Maddalena mira a Step desaparecer con ella, culpable solo de no haberla amado y de nunca haberla dejado creerlo. Y mientras ellos dos, frescos de amor, salen a la calle, Maddalena se deja caer sobre el sofá cercano. Desilusionada y de la misma forma que se enamoro, sola. Se mantiene con un vaso vacía entre las manos y algo más difícil de llenar adentro. Ella, simple abono de esa planta que siempre florece sobre la tumba de un amor sepultado. Esa rara planta llamada felicidad.

 

Bellos y vestidos de jeans, mejor que una publicidad en vivo. Sobre la moto azul oscura como la noche, se confunden en la ciudad, riendo. Hablando de todo y de nada a la vez, sonriéndose en los espejos doblados hacia adentro. Ella apoyada sobre su hombro, se deja llevar así, rozada por el viento y de esa nueva emoción. Avenida Cuatro Fuentes. Plaza Santa Maria Mayor. Esquina a la derecha. Un pequeño club. Un tipo ingles en la puerta reconoce a Step. Lo deja pasar. Babi sonríe. Con el se entra a todos lados. Es su ticket. El ticket para la felicidad. Esta tan feliz que no se acuerda de ordenar una cerveza oscura, ella que odia las claras, al final divide feliz con el un plato de pasta olvidándose la pesadilla de la dieta. Como un río sigue hablándole de todo, se no tener secretos. Le parece inteligente y fuerte, bello y dulce. Y ella que no había dado cuenta antes, estupida y ciega, ella que lo ofendió, áspera y mala. Pero después se disculpa. Solo tenía miedo. Juegan a dardos. Ella alza el tiro al blanco y lo aguanta cerca de su corazón. Si voltea hacia el. ‘Seria un buen resultado, no?’ El le sonríe. Hace seña de si. Babi lanza divertida otro dardo, pero sus ojos no se dan cuenta que ya había logrado hacer un centro.

De nuevo secuestrada. Vía Cavour. La pirámide. A toda velocidad, saboreando el viento fresco de esa noche a finales de abril. Step mete la tercera y después la cuarta. El semáforo en el cruce se muestra amarillo. Step lo atraviesa. De repente siente un chirrido de frenos. Cauchos que se queman sobre el asfalto. Un Jaguar Sovereign viene de la izquierda a toda velocidad, trata de frenar. Step, agarrado de sorpresa, frena manteniéndose en el medio del cruce. La moto se apaga. Babi lo abraza fuerte. En sus ojos asustados se ven los potentes faros del carro se avecina.


Date: 2016-01-05; view: 522


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