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LOS MINEROS SALIERON DE LA MINA

Los mineros salieron de la mina

remontando sus ruinas venideras,

fajaron su salud con estampidos

y, elaborando su función mental

cerraron con sus voces

el socavón, en forma de síntoma profundo.

¡Era de ver sus polvos corrosivos!

¡Era de oír sus óxidos de altura!

Cuñas de boca, yunques de boca, aparatos de boca (¡Es formidable!)

El orden de sus túmulos,

sus inducciones plásticas, sus respuestas corales,

agolpáronse al pie de ígneos percances

y airente amarillura conocieron los trístidos y tristes,

imbuidos

del metal que se acaba, del metaloide pálido y pequeño.

Craneados de labor,

y calzados de cuero de vizcacha,

calzados de senderos infinitos,

y los ojos de físico llorar,

creadores de la profundidad,

saben, a cielo intermitente de escalera,

bajar mirando para arriba,

saben subir mirando para abajo.

¡Loor al antiguo juego de su naturaleza,

a sus insomnes órganos, a su saliva rústica!

¡Temple, filo y punta, a sus pestañas!

¡Crezcan la yerba, el liquen y la rana en sus adverbios!

¡Felpa de hierro a sus nupciales sábanas!

¡Mujeres hasta abajo, sus mujeres!

¡Mucha felicidad para los suyos!

¡Son algo portentoso, los mineros

remontando sus ruinas venideras,

elaborando su función mental

y abriendo con sus voces

el socavón, en forma de síntoma profundo!

¡Loor a su naturaleza amarillenta,

a su linterna mágica,

a sus cubos y rombos, a sus percances plásticos,

a sus ojazos de seis nervios ópticos

y a sus hijos que juegan en la iglesia

y a sus tácitos padres infantiles!

¡Salud, oh creadores de la profundidad...! (Es formidable.)

 

PRIMAVERA TUBEROSA

Esta vez, arrastrando briosa sus pobrezas

al sesgo de mi pompa delantera,

coteja su coturno con mi traspié sin taco,

la primavera exacta de picotón de buitre.

La perdí en cuanto tela de mis despilfarros,

juguéla en cuanto pomo de mi aplauso;

el termómetro puesto, puesto el fin, puesto el gusano,

contusa mi doblez del otro Tia,

aguardéla al arrullo de un grillo fugitivo

y despedía uñoso, somático, sufrido.

Veces latentes de astro,

ocasiones de ser gallina negra, `.

entabló la bandida primavera

con mi chusma de aprietos,

con mis apocamientos en camisa, ~'~`~ ~``"'~

mi derecho soviético y mi gorra.' 5`q #j

Veces las del bocado lauríneo,

con símbolos, tabaco, mundo y carne,

deglusión translaticia bajo palio,

al són de los testículos cantores;

talentoso torrente el de mi suave suavidad,

rebatible a pedradas, ganable con tan sólo suspirar...

Flora de estilo, plena,

citada en fangos de honor por rosas auditivas...



Respingo, coz, patada sencilla,

triquiñuela adorada... Cantan... Sudan...

Parado en una piedra,

desocupado,

astroso, espeluznante,

a la orilla del Sena, va y viene.

Del río brota entonces la conciencia,

con peciolo y rasguños de árbol ávido:

del río sube y baja la ciudad, hecha de lobos abrazados.

El parado la ve yendo y viniendo,

monumental, llevando sus ayunos en la cabeza cóncava,

en el pecho sus piojos purísimos

y abajo

su pequeño sonido, el de su pelvis,

callado entre dos grandes decisiones,

y abajo,

más abajo,

un papelito, un clavo, una cerilla...

¡Este es, trabajadores, aquel

que en la labor sudaba para afuera,

que suda hoy para adentro su secreción de sangre rehusada!

Fundidor del cañón, que sabe cuántas zarpas son acero,

tejedor que conoce los hilos positivos de sus venas,

albañil de pirámides,

constructor de descensos por columnas

serenas, por fracasos triunfales,

parado individual entre treinta millones de parados,

andante en multitud,

¡qué salto el retratado en su talón

y qué humo el de su boca ayuna, y cómo

su talle incide, canto a canto, en su herramienta atroz, parada,

y qué idea pie dolorosa válvula en su pómulo!

También parado el hierro frente al horno,

paradas las semillas con sus sumisas síntesis al aire,

parados los petróleos conexos,

parada en sus auténticos apóstrofes la luz,

parados de crecer los laureles,

paradas en un pie las aguas móviles

y hasta la tierra misma, parada de estupor ante este paro,

¡qué salto el retratado en su tendones!

¡qué transmisión entablan sus cien pasos!

¡cómo chilla el motor en su tobillo!

¡cómo gruñe el reloj, paseándose impaciente a sus espaldas!

¡cómo oye deglutir a los patrones

el trago que le falta, camaradas,

y el pan que se equivoca de saliva,

y, oyéndolo, sintiéndolo, en plural, humanamente,

¡cómo clava el relámpago

su fuerza sin cabeza en su cabeza!

y lo que hacen, abajo, entonces, ¡ay!

más abajo, camaradas,

el papelucho, el clavo, la cerilla,

el pequeño sonido, el piojo padre!

De disturbio en disturbio

subes a acompañarme a estar solo;

yo lo comprendo andando de puntillas,

con un pan en la mano, un camino en el pie

y haciendo, negro hasta sacar espuma,

mi perfil su papel espeluznante.

Ya habías disparado para atrás tu violencia

neumática, otra época, mas luego

me sostienes ahora en brazo de honra fúnebre

y sostienes el rumbo de las cosas en brazo de honra fúnebre,

la muerte de las cosas resumida en brazo de honra fúnebre.

Pero, realmente y puesto

que tratamos de la vida,

cuando el hecho de entonces eche crin en tu mano,

al seguir tu rumor como regando,

cuando sufras en suma de kanguro,

olvídame, sosténme todavía, compañero de cantidad pequeña,

azotado de fechas con espinas,

olvídame y sosténme por el pecho,

jumento que te paras en dos para abrazarme;

duda de tu excremento unos segundos,

observa cómo el aire empieza a ser el cielo levantándose,

hombrecillo,

hombrezuelo,

hombre con taco, quiéreme, acompáñame...

Ten presente que un día

ha de cantar un mirlo de sotana

sobre mi tonelada ya desnuda.

(Cantó un mirlo llevando las cintas de mi gramo entre su pico)

Ha de cantar calzado de este sollozo innato,

hombre con taco,

y, simultánea, doloridamente,

ha de cantar calzado de mi paso,

y no oírlo, hombrezuelo, será malo,

será denuesto y hoja,

pesadumbre, trenza, humo quieto.

Perro parado al borde de una piedra

es el vuelo en su curva;

también tenlo presente, hombrón hasta arriba.

Te lo recordarán el peso bajo, de ribera adversa,

el peso temporal, de gran silencio,

más eso de los meses y aquello que regresa de los años.

Quisiera hoy ser feliz de buena gana,

ser feliz y portarme frondoso de preguntas,

abrir por temperamento de par en par mi cuarto, como loco,

y reclamar, en fin,

en mi confianza física acostado,

sólo por ver si quieren,

sólo por ver si quieren probar de mi espontánea posición,

reclamar, voy diciendo,

por qué me dan así tánto en el alma.

Pues quisiera en sustancia ser dichoso,

obrar sin bastón, laica humildad, ni burro negro.

Así las sensaciones de este mundo,

los cantos subjuntivos, .

el lápiz que perdí en mi cavidad

y mis amados órganos de llanto.

Hermano persuasible, camarada,

padre por la grandeza, hijo mortal,

amigo y contendor, inmenso documento de Darwin:

¿a qué hora, pues, vendrán con mi retrato?

¿A los goces? ¿Acaso sobre goce amortajado?

¿Más temprano? ¿Quién sabe, a las porfías?

A las misericordias, camarada,

hombre mío en rechazo y observación, vecino

en cuyo cuello enorme sube y baja,

al natural, sin hilo, mi esperanza...

Pero antes que se acabe

toda esta dicha, piérdela atajándola,

tómale la medida, por si rebasa tu ademán; rebásala,

ve si cabe tendida en tu extensión.

Bien la sé por su llave,

aunque no sepa, a veces, si esta dicha

anda sola, apoyada en tu infortunio

o tañida, por sólo darte gusto, en tus falanjas.

Bien la sé única, sola,

de una sabiduría solitaria.

En tu oreja el cartílago está hermoso

y te escribo por eso, te medito:

No olvides en tu sueño de pensar que eres feliz,

que la dicha es un hecho profundo, cuando acaba,

pero al llegar, asume

un caótico aroma de asta muerta.

Silbando a tu muerte,

sombrero a la pedrada,

blanco, ladeas a ganar tu batalla de escaleras,

soldado del tallo, filósofo del grano, mecánico del sueño.

(¿Me percibes, animal?

¿me dejo comparar como tamaño?

No respondes y callado me miras

a través de la edad de tu palabra).

Ladeando así tu dicha, volverá

a clamarla tu lengua, a despedirla,

dicha tan desgraciada de durar.

Antes, se acabará violentamente,

dentada, pedemalina estampa,

y entonces oirás cómo medito

y entonces tocarás cómo tu sombra es ésta mía desvestida

y entonces olerás cómo he sufrido.

 

Y SI DESPUÉS DE TANTAS PALABRAS...

¡Y si después de tantas palabras,

no sobrevive la palabra!

¡Si después de las alas de los pájaros,

no sobrevive el pájaro parado!

¡Más valdría, en verdad,

que se lo coman todo y acabemos!

¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!

¡Levantarse del cielo hacia la tierra

por sus propios desastres

y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!

¡Más valdría, francamente,

que se lo coman todo y qué más da...!

¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,

no ya de eternidad,

sino de esas cosas sencillas, como estar

en la casa o ponerse a cavilar!

¡Y si luego encontramos,

de buenas a primeras, que vivimos,

a juzgar por la altura de los astros,

por el peine y las manchas del pañuelo!

¡Más valdría, en verdad,

que se lo coman todo, desde luego!

Se dirá que tenemos

en uno de los ojos mucha pena

y también en el otro, mucha pena

y en los dos, cuando miran, mucha pena...

Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡ni palabra!

Calor, cansado voy con mi oro, a donde

acaba mi enemigo de quererme.

¡C'est Septembre attiédi, por ti, Febrero!

Es como si me hubieran puesto aretes.

París, y 4, y 5, y la ansiedad

colgada, en el calor, de mi hecho muerto.

¡c'est Paris, reine du monde!

Es como si se hubieran orinado.

Hojas amargas de mensual tamaño

y hojas del Luxemburgo polvorosas.

iC'est 1'été, por ti, invierno de alta pleura!

Es como si se hubieran dado vuelta.

Calor, París, Otoño, ¡cuánto estío

en medio del calor y de la urbe!

¡C'est la vie, mort de la Mort!

Es como si contaran mis pisadas.

¡Es como si me hubieran puesto aretes!

¡Es como si se hubieran orinado!

¡Es como si te hubieras dado vuelta!

¡Es como si contaran mis pisadas!

Un pilar soportando consuelos,

pilar otro,

pilar en duplicado, pilaroso

y como nieto de una puerta oscura.

Ruido perdido, el uno, oyendo, al borde del cansancio;

bebiendo, el otro, dos a dos, con asas.

¿Ignoro acaso el año de este día,

el odio de este amor, las tablas de esta frente?

¿Ignoro que esta tarde cuesta días?

¿Ignoro que jamás se dice < nuncať , de rodillas?

Los pilares que vi me están oyendo;

otros pilares son, doses y nietos tristes de mi pierna.

¡Lo digo en cobre americano,

que le debe a la plata tánto fuego!

Consolado en terceras nupcias,

pálido, nacido,

voy a cerrar mi pila bautismal, esta vidriera,

este susto con tetas,

este dedo en capilla,

corazónmente unido a mi esqueleto.

A1 cavilar en la vida, al cavilar

despacio en el esfuerzo del torrente,

alivia, ofrece asiento el existir,

condena a muerte;

envuelto en trapos blancos cae,

cae planetariamente

el clavo hervido en pesadumbre; cae!

(Acritud oficial, la de mi izquierda;

viejo bolsillo, en sí considerada, esta derecha.)

¡Todo está alegre, menos mi alegría

y todo, largo, menos mi candor,

mi incertidumbre!

A juzgar por la forma, no obstante, voy de frente,

cojeando antiguamente,

y olvido por mis lágrimas mis ojos (Muy interesante)

y subo hasta mis pies desde mi estrella.

Tejo; de haber hilado, héme tejiendo.

Busco lo que me sigue y se me esconde entre arzobispos,

por debajo de mi alma y tras del humo de mi aliento.

Tal era la sensual desolación

de la cabra doncella que ascendía,

exhalando petróleos fatídicos,

ayer domingo en que perdí mi sábado.

Tal es la muerte, con su audaz marido.

 


Date: 2016-01-05; view: 569


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