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Lector como liberado y liberador

Cuando el lector logra por fin estar “dentro” del texto, es capaz de liberarse de la molestia de sus preconcepciones, de sus canones, de sus lecturas previas y, lo mas importante, logra liberarse del peso del autor que lo lleva siempre, si bien a crearse una expectativa frente a la lectura, a concidionarla hasta tal punto que no le permite imaginar e interpretar individualmente el texto, sino que el conocimiento del autor le dice lo que tiene que pensar, como se debe imaginar los personajes, los espacios, y hasta como sera el final de la historia en el peor de los casos.

Tan pronto como el lector se centra en el escritor para “comprender la obra”, su papel dentro de esta termina, incluso si no ha empezado aun su lectura, ya que se esta limitando a las tendencias politicas, clase social, vision de mundo, que el escritor, como hombre comun, que vive en sociedad, posee y de las cuales tal vez no pudo liberarse al escribir su libro. Nos importa acaso esta informacion? Se nos hace imposible producir significado si no tenemos acceso a ella? No. No es necesario y, de hecho, es sumamente nocivo y sin sentido ya que asi el lector se esta autodenominando como un “lector ocioso” que no tiene la voluntad de hacer el minimo esfuerzo en “trabajar” en la obra, en hacer parte de ella. Este, en últimas, no puede ser un lector de literatura.

Hay que tener sumo cuidado con la consideracion anterior. Normalmente se piensa que son las obras mismas las que exigen un conocimiento detallado de la época, del escritor, de las motivaciones que lo llevaron a elaborar la obra, de la escuela a la que pertenecia, de sus técnicas mas frecuentemente utilizadas. Si bien es cierto que en algunos casos la historia tiene un valor auxiliar en la decodificacion de ciertos textos, por ejemplo cambios en el lenguaje, o signos que no conservan el significado convencional, no es necesaria para la comprension de la obra, como dice Cleanth Brooks: “ (...) el poema ha de ser leido como tal (…) ninguna cantidad de evidencia historica en si puede, en fin de cuentas, determinar lo que el poema dice” ( 155). En este orden de ideas, es el lector quien debe liberarse de esa tendencia, de esa mala costumbre, ya que impide que la lectura se nos presente como un reto, como un esfuerzo intelectual.

En el momento en el cual el lector logra liberarse de todo lo anteriormente descrito, se produce la ultima parte del camino, la meta, que tiene que ver con liberar la obra en si. Al no poseer mas el condicionamiento de la informacion externa de la obra, el lector logra finalmente liberar las palabras de su contenido, de su significacion. En ese momento estas palabras ya no son signos, se vuelven formas y se crea una interaccion entre los dos (lector y palabras), que permite que se creen significados diversos. El lector siente placer jugando con estas formas, desarmandolas, rearmandolas, construyendo formas nuevas, porque ahora le pertenecen.

Por mucho tiempo se nos habia hecho creer que el autor era el unico propietario de los lugares, de los personajes, de los hechos, del lenguaje mismo que mora en la obra de arte, sin embargo, cuando el lector alcanza este punto del camino, cuando finalmente logra llevar a cabo una lectura seria, una lectura conciente, trabajadora, intelectual, se da cuenta que él también tiene poder sobre estas formas y que puede moverlas a su gusto. Es una reorganizacion cooperativa, grupal, en la cual el escritor le ofrece cierta parte, cierta estructura del texto y el lector la recibe y la transforma, la reforma, inventa unidades nuevas, suprime actos. De ésta manera, un lector de literatura no busca sentido dentro de la obra, lo produce a partir de las herramientas que le brindan el autor y el lenguaje mismo, como afirma Barthes: (…) sustituir por el propio lenguaje al que hasta entonces se suponia que era su propietario; para él, igual que para nosotros, es el lenguaje y no el autor el que habla (…) ( 66)



En ultima instancia, y a manera de conclusion, observamos a los largo de este escrito las caracteristicas generales de los lectores de literatura y, a su vez, lo que los textos exigen de nosotros. En primera instancia, no podemos olvidar que la literatura es un proceso imaginativo doble: por una parte el escritor se inventa un mundo de ficcion que le transmite al lector y este, por otra parte, crea un mundo imaginario propio a partir de los elementos dados por su interlocutor. Por otro lado el lector debe participar en el proceso de creacion de la obra como coautor o reescritor, ya que es éste quien, a partir de sus vivencias y de su propia imaginacion, produce un significado de la obra, en la mayoria de los casos distinto al del escritor y al de otros posibles lectores de la misma. Como tercer aspecto el lector de literatura debe vencer sus miedos frente a situaciones desconocidadas y perderse en el texto para redescubrirse después como parte de él y, finalmente, él debe liberarse de preconceptos y canones establecidos, sobretodo de la idea del autor real, para asi ser capaz de liberar a la obra misma y poder, en ultimas, producir significado y llegar por fin a ser el lector a quien Macedonio Fernandez dedica su obra:

“Al ‘por-todos-nosotros-artistas-servido-de-ensuenos’ Lector.

Al ‘tan-sonado’ Lector; Al ‘ que-el-autor-suena-que-lee-sus-suenos’ Lector.

Al ‘que-el-arte-escritor-quiere-real-mas-solo-real-lector-de suenos’ Lector.

A ‘lo-unico-real-que-el-arte-quiere’ el lector de suenos.

A ‘lo-menos-real, el-que suena-suenos-de-otro-y-mas-fuerte-en realidad, -pues-no-la-pierde-aunque-no-lo-dejan-sonar-sino-solo-re-sonar’ Lector (212)


[1] Nietzsche hace incapié en la importante y aveces olvidada tarea del lector: “leer no adquirir. Leer es trabajar” (Nietsche 86)

[2] Termino introducido por Wayne Booth por primera vez en su articulo « distance et point de vue » publicado

junto con otros ensayos en « poétique du récit » (1977)

[3] Termino utilizado por Roland Barthes en su ensayo: La muerte del autor resenado aqui en la bibliografia.

[4] Tratar entendido en este caso como referirse a un asunto y no como “tratamineto”, como dar solucion a algo.

[5] Segun Wayne Booth : « (…) el autor implicito es siempre diferente del hombre real (…) y crea, al mismo tiempo que su obra, una version superior de si mismo. Toda novela logra hacernos creer en un autor que interpretamos como una especie de segundo yo.” (92-93)

[6] Ibid.


Date: 2016-01-03; view: 717


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