Home Random Page


CATEGORIES:

BiologyChemistryConstructionCultureEcologyEconomyElectronicsFinanceGeographyHistoryInformaticsLawMathematicsMechanicsMedicineOtherPedagogyPhilosophyPhysicsPolicyPsychologySociologySportTourism






ATAQUES REGISTRADOS 1 page

 

 

Esta no es una lista de todos los ataques zombi a través de la histo­ria. Este apartado simplemente relata todos los ataques cuya infor­mación se ha documentado, ha sobrevivido y ha hecho pública el autor de este libro. Los relatos de sociedades con una historia oral han sido más difíciles de adquirir. Demasiado a menudo estas historias se han perdido cuando sus sociedades se han fragmen­tado como resultado de la guerra, la esclavitud, los desastres natu­rales o simplemente la corrupción de la modernización internacional. Quién sabe cuántas historias, cuánta información vital -tal vez incluso una cura- se han perdido a través de los siglos. Incluso en una sociedad tan bien informada como la nuestra, sólo se regis­tra una fracción de los brotes. En parte, esto se debe a varias orga­nizaciones políticas y religiosas que juraron guardar en secreto lodo conocimiento sobre los muertos vivientes. Esto también se debe a la ignorancia de un brote zombi. Aquellos que sospechan la verdad pero temen por su credibilidad, en la mayoría de los casos, ocultarán la información. Esto nos deja una lista corta pero bien documentada. Nota: Estos eventos se han ordenado en el orden cronológico de incidencia, no de descubrimiento.


 

 

60.000 A. C, KATANDA, ÁFRICA CENTRAL

 

Recientes expediciones arqueológicas descubrieron una cueva a orillas de la zona alta del río Semliki que contenía trece cráneos.


 


Todos habían sido aplastados. Muy cerca de ellos había una gran pila de cenizas fosilizadas. Los análisis en los laboratorios determinaron que las cenizas eran los restos de trece Homo sapiens En la pared de la cueva hay pintada una figura humana, con las manos alzadas en postura amenazadora y una mirada diabólica. Dentro de su enorme boca está el cuerpo de otro humano, este descubrimiento no ha sido aceptado como un incidente zombi auténtico. Una corriente de opinión afirma que los cráneos aplastados y los cuerpos quemados eran un modo de deshacerse de los gules, mientras el dibujo de la cueva sirve de aviso. Otros académicos solicitan algún tipo de prueba física, como un resto de Solanum fosilizado. Aún se están esperando los resultados, Si se confirma la autenticidad en Katanda, surgirá en nuestras cabezas la siguiente pregunta: ¿Por qué pasó un intervalo de tiempo tan grande entre este primer brote y el que le sigue?

 

 

3000 A. C, HIERACÓMPOLIS, EGIPTO

 

En 1892, una excavación británica desenterró una tumba sin inscripción. No pudieron encontrarse pistas que revelaran quién era la persona que la ocupaba ni nada sobre su posición en la sociedad. El cuerpo fue encontrado fuera de la cripta abierta, hecho un ovillo en una esquina y sólo parcialmente descompuesto. Miles de marcas de arañazos adornaban la superficie del interior de la tumba, como si el cadáver hubiera intentado abrirse camino hacia el exterior. ¡Los expertos forenses revelaron que las marcas se habían hecho durante un periodo de varios años! El cuerpo mismo tenía varias marcas de mordiscos en el radio derecho. La marca de los dientes mostraba que eran huma­nos. La autopsia completa reveló que el cerebro seco y parcial­mente descompuesto no sólo correspondía a los que están infec­tados con Solanum (el lóbulo frontal había desaparecido por completo) sino que también contenía restos del virus. Existe en la actualidad un debate enfurecido sobre si este caso provocó o no que los últimos egipcios extrajeran el cerebro a las momias.



 

 

500 A. C, ÁFRICA

 

Durante el viaje para explorar y colonizar la costa occidental del continente, Hanno de Cartago, uno de los antiguos marineros más famosos de la civilización occidental, escribió en su diario de a bordo:

 

A la orilla de una gran jungla, donde las verdes colinas esconden sus copas sobre las nubes, mandé una expedi­ción tierra adentro en busca de agua dulce. [....] Nuestros adivinos nos advirtieron sobre esta expedición. Según ellos se trataba de una tierra maldita, lugar de demonios aban­donado por los dioses. Ignoré tales advertencias y pagué el precio más alto. [...] De treinta y cinco hombres que envié, sólo siete regresaron. [...] Los supervivientes sollo­zaban un cuento sobre monstruos de la jungla. Hombres con colmillos de serpiente, garras de leopardo y ojos que ardían como las llamas del Infierno. Las espadas de bronce les cortaban la carne, pero no sangraban. Se alimentaron de nuestros marineros y el viento se llevó sus llantos [...] nuestros adivinos nos alertaron sobre los supervivientes que habían sido heridos, afirmando que traerían dolor a todo aquel que los tocara. [...] Nos apresuramos hacia los barcos y abandonamos a aquellas pobres almas en aque­lla tierra de hombres-bestia. Que los dioses me perdonen

 

Como saben la mayoría de lectores, mucho del trabajo de Hanno resulta polémico y es tema de debate entre los histo­riadores académicos. Dado que Hanno también describió un enfrentamiento con grandes criaturas parecidas a los monos que él apodó «gorilas» (los gorilas actuales nunca han habitado esa parte del continente) puede deducirse que ambos incidentes son producto tanto de su imaginación como de la de los historiadores posteriores. Incluso si tenemos en cuenta esto y sin considerar la exageración obvia de los colmillos de serpiente, las garras de leopardo y los ojos ardientes, la descripción básica de Hanuo se acerca bastante a la de los muertos andantes.

 

 

329 A. C, AFGANISTÁN

 

Una columna macedonia sin nombre, construida por el legendario conquistador Alejandro Magno, fue visitada muchas veces por las fuerzas soviéticas especiales durante su propia guerra de ocupación. A ocho kilómetros de este monumento, una unidad descubrió los restos antiguos de lo que se creyó que eran unas instalaciones mili­tares del ejército heleno. Entre otros objetos, había una vasija de bronce pequeña. El dibujo de la inscripción mostraba: (1) un hombre mordiendo a otro hombre; (2) la víctima yaciendo en el lecho de muerte; (3) la víctima volvía de nuevo a la vida, y de nuevo volvía a (I) mordiendo a otro hombre. La naturaleza circular de esta vasija, al igual que los dibujos en sí mismos, podrían ser la prueba de un brote no muerto que Alejandro presenció o que le relató alguien de las tribus locales.

 

 

212 A. C, CHINA

 

Durante la dinastía Qin, todos los libros no relacionados con asuntos prácticos como la agricultura o la construcción fueron quemados por orden del emperador para protegerse contra «pensamientos peligrosos». Nunca sabremos si los relatos sobre los ataques zombis terminaron en llamas. Esta sección oculta de un manuscrito médico, preservado dentro de la pared de la casa de un erudito chino que fue ejecutado, podría ser la prueba de tales ataques:

 

El único tratamiento para las víctimas de la Pesadilla de la Vigilia Eterna es una desmembración completa seguida de las llamas. Debe sujetarse al paciente, llenársele la boca de paja y entonces amarrarlo bien. Deben extirparse todos los miembros y órganos, evitando el contacto con cualquier fluido corporal. Debe quemarse todo hasta que sólo queden cenizas para seguidamente esparcirlas todas al menos a doce pies en todas direcciones. Cualquier otro remedio no bastará, puesto que la enfermedad no tiene cura [...] el deseo de carne humana es insaciable. [...] Si las víctimas son numerosas y no hay esperanza de poder contenerlas, debe realizarse la decapitación inmediatamente [...] la pala shaolin es el arma más veloz para realizar esta tarea.

 

No hay mención a las víctimas de esta Pesadilla de la Vigilia Eterna como seres realmente muertos. Sólo el fragmento sobre el ansia que sienten por la carne de los sanos y el «tratamiento» en sí, sugieren la presencia de los zombis en la antigua China.

 

 

121 D. C, FANUM COCIDI, CALEDONIA (ESCOCIA)

 

Aunque se desconoce la fuente del brote, sus acontecimientos están bien documentados. El jefe bárbaro de la zona, creyendo que los no muertos estaban simplemente locos, envió a más de 3000 guerreros a «poner fin a esta sublevación demente». Su resultado: más de 600 guerreros devorados, el resto herido y finalmente transformado en muertos andantes. Un comerciante romano llamado Sextus Sempronios Tubero, que viajaba por esa región en aquel momento, presenció la batalla. Aunque no se dió cuenta de que los muertos andantes eran sólo eso, Tubero vio lo suficiente para fijarse en que la decapitación era el único modo de que los zombis dejaran de ser una amenaza. Apenas hubo escapado, Tubero contó este acontecimiento a Marcus Lucius Terentius, comandante de la guarnición militar más próxima en la Britania romana. Estaban a menos de un día de 9000 zombis. Siguiendo el flujo de refugiados, estos gules continuaron migrando al sur, en dirección constante hacia territorio romano. Terentius solo contaba con una cohorte (480 hombres) a su disposición, los refuerzos se encontraban a tres semanas de allí. Terentius ordeno primero cavar dos zanjas estrechas de dos metros de profundidad que finalmente alinearía para formar un pasillo recto de más de un kilómetro de largo. El resultado fue similar a un embudo

abierto hacia el norte. Entonces ambas zanjas se llenaron de bitumen liquidum (aceite crudo: se usaba normalmente para encender lámparas en esta parte de Britania). Cuando los zombis se acercaron, prendieron el aceite. Todos los gules que cayeron en la zanja quedaron atrapados dentro de sus límites profundos y se incineraron. El resto fue forzado hasta el túnel, donde no más de 300 podían mantenerse en fila de pie. Terentius ordenó a sus hombres que sacaran las espadas, alzaran los escudos y avanzaran hacia el enemigo. Después de nueve horas de batalla, todos los zombis habían sido decapitados. Las cabezas partiéndose rodaban hacía la zanja para ser incineradas. Las bajas romanas sumaron 150 muertos, sin heridos (los legionarios mataron a cualquier camarada mordido).

Las ramificaciones de este brote fueron inmediata e histórica­mente importantes. El emperador Adriano mandó compilar toda la información sobre el brote en un trabajo inteligible. Este manual no sólo detallaba el patrón de comportamiento de los zombis y las instrucciones sobre los métodos más eficientes de deshacerse de los cuerpos, sino que también recomendaba una aplastante fuerza numérica «que se enfrentara al pánico inevitable del populacho general». Una copia de este documento, conocido simplemente como «Orden del Ejército XXXVII», fue distribuida a cada legión a través del imperio. Por este motivo, los brotes en zonas bajo el dominio romano nunca volvieron a alcanzar un número crítico v por eso nunca fueron registrados en detalle. También se cree que el primer brote impulsó la construcción del Muro de Adriano, una estructura que aislaba de forma eficaz Caledonia del norte del resto de la isla. Este es un brote de clase 3 de manual y, con mucho, el mayor registrado.

 

 

140-41 D. C, THAMUGADI, NUMIDIA (ARGELIA)

 

Seis pequeños brotes entre los nómadas del desierto fueron registrados por Lucius Valerius Strabo, gobernador romano de la provincia. Todos los brotes fueron aplastados por dos cohor­tes de la base de la Tercera Legión Augusta. Número total do zombis abatidos: 134. Bajas romanas: 5. Aparte del informe oficial, una entrada del diario personal de un ingeniero del ejér­cito registra un descubrimiento significativo:

 

Una familia de la zona permaneció prisionera en su casa durante al menos doce días mientras las criaturas salvajes arañaban e intentaban abrirse camino en vano por las puer­tas cerradas con cerrojos y las ventanas. Después de que acabáramos con la mugre y rescatáramos a la familia, su conducta parecía cercana a la locura. Por lo que pudimos deducir, los gemidos de las bestias, día tras día, noche tras noche, demostraron ser una forma de tortura despiadada

 

Este es el primer reconocimiento conocido de daño psicológico causado por un ataque zombi. Al estar los seis inciden­tes muy próximos en el tiempo puede considerarse creíble que uno o más zombis de ataques anteriores sobrevivieran el tiempo suficiente para volver a infectar una población.

 

 

156 D. C, CASTRA REGINA, GERMANIA (SUR DE ALEMANIA)

 

El ataque de diecisiete zombis acabó infectando a un clérigo importante. El comandante romano, al reconocer las señales de un recientemente transformado zombi, ordenó a sus tropas que destruyeran al antiguo hombre santo. Los ciudadanos de la zona encolerizaron y se desencadenaron disturbios. Número de zombis abatidos: 10, incluyendo al hombre santo. Bajas entre los romanos: 17, todos durante los disturbios. Número de civiles asesinados por las medidas represivas de los romanos: 198.

 

177 D. C, EMPLAZAMIENTO SIN NOMBRE CERCA DE TOLOSA, AQUITANIA (SUROESTE DE FRANCIA)

 

Una carta personal, escrita por un comerciante durante un viaje para ver a su hermano en Capua, describe al agresor:

Vino desde el bosque un hombre que apestaba a podrido. Su piel grisácea dejaba entrever muchas heridas de las que no emanaba la sangre. Al ver al niño gritar, pare­ció que el cuerpo le temblaba de excitación. Su cabeza se volvió en la dirección del niño; su boca abierta en un gemido estremecedor. [...] Darius, el anciano veterano de la legión, se acercó [...] apartando hacia un lado a la madre, agarró al niño con un brazo y empuñó su gladius con el otro. La cabeza de la criatura le cayó sobre los pies y rodó colina abajo antes de que el resto del cuerpo la siguiera. [...] Darius insistió en que llevaran ropas de cuero cuando tiraran el cuerpo al fuego [...] la cabeza, que aún se movía mordiendo de un modo desagradable, alimentó las llamas.

 

Este pasaje debería tomarse como la típica actitud romana hacia los muertos vivientes: sin miedo, sin supersticiones, simplemente otro problema que requiere una solución práctica. Este fue el último ataque registrado durante el Imperio romano. Los siguientes brotes ni se combatieron con la misma eficacia ni fueron registrados con la misma claridad.

 

 

SIGLO VIII D. C, FRISIA (NORTE DE HOLANDA)

 

Aunque parece que este acontecimiento tuvo lugar en o alrede­dor del año 700 d. C, las pruebas físicas las aporta un cuadro descubierto recientemente en la bóveda del Rijksmuseum de

Amsterdam. El análisis de los materiales fija la fecha señalada arriba. El cuadro muestra un grupo de caballeros con armadura completa atacando a una multitud de hombres rabiosos con carne gris, flechas y otras heridas cubriendo sus cuerpos y sangre chorreando de sus bocas. Mientras las dos fuerzas se enfrentan en el centro del lienzo, los caballeros empuñan la espadas para decapitar al enemigo. Se ve a tres zombis en la esquina de la parte inferior derecha, agachados sobre el cuerpo de un caballero muerto. Han quitado parte de su armadura y han arrancado una extremidad de su cuerpo. Los zombis se alimentan de la carne expuesta. Como el cuadro en sí no está firmado, nadie ha determinado aún de dónde procede esta obra o cómo terminó en el museo.

 

 

850 D. C, REGIÓN DESCONOCIDA DE SAJONIA (NORTE DE ALEMANIA)

 

Bearnt Kuntzel, un fraile que peregrinaba a Roma, registró este incidente en su diario personal. Un zombi que apareció deambulando de la Selva Negra mordió e infectó a un granjero de la zona. La víctima resucitó varias horas después de fallecer y atacó a su propia familia. Desde ese momento, el brote se extendió a la aldea entera. Los que sobrevivieron huyeron al castillo del señor, sin darse cuenta de que algunos de ellos habían sido mordidos. Cuando el brote se extendió aún más, los aldeanos vecinos se dirigieron en tropel a la zona infestada. El clero de la zona creyó que los no muertos habían sido infectados por el espíritu del demonio y que el agua bendita y los ensalmos desterrarían a los espíritus malignos. La «búsqueda sagrada» terminó en una masacre, con la congregación entera o devorada o convertida en muertos vivientes.

Desesperados, los señores y los caballeros vecinos se unieron para «purificar a la prole infernal en las llamas». Esta fuerza destartalada quemó todas las aldeas y zombis en un radio de ochenta kilómetros. Ni los humanos que no habían sido infec­tados sobrevivieron a la masacre. El castillo original del señor, habitado por personas que se habían visto acorraladas por los no muertos, se había transformado para entonces en una prisión de más de 200 gules. Como los habitantes habían bloqueado las puertas y subido el puente levadizo antes de perecer, los caballe­ros no pudieron entrar al castillo para purificarlo. El resultado: la fortaleza se declaró «embrujada». Más de una década después, los campesinos que pasaban cerca de allí podían oír los gemidos de los zombis que había aún dentro. Según las cifras de Kunt­zel, se contabilizaron más de 573 zombis y más de 900 humanos fueron devorados. Kuntzel cuenta también las represalias masi­vas contra un pueblo judío cercano, culpado del brote por su falta de «fe». El trabajo de Kuntzel sobrevivió en los archivos del Vaticano hasta su descubrimiento accidental en 1973.

 

 

1073 D. C, JERUSALÉN

 

La historia del doctor Ibrahim Obeidallah, uno de los pioneros más importantes en el campo de la fisiología zombi, tipifica los grandes progresos y los trágicos retrasos en el intento de la ciencia por entender a los no muertos. Una fuente descono­cida causó un brote de quince zombis en Jaffa, una ciudad de la costa palestina. La milicia local, que utilizó una copia tradu­cida de la Orden del Ejército Romano XXXVII, exterminó con éxito la amenaza con un mínimo de bajas humanas. Una mujer recientemente mordida quedó al cuidado de Obeidallah, un físico y biólogo eminente. A pesar de que la Orden del Ejército X XXVII hablaba de la decapitación inmediata y la incineración de todos los humanos a los que hubieran mordido, Obeidallah convenció (o quizá sobornó) a la milicia para que le permi­tiera estudiar a la mujer moribunda. Se alcanzó un compro­miso en el que se le permitía trasladar el cuerpo, y todo su equipo, a la cárcel. Allí, en la celda, bajo el ojo vigilante de la ley, observó a la víctima retenida hasta que expiró, y continuó estudiando el cadáver mientras se reanimó. Realizó numero­sos experimentos al gul retenido. Descubriendo que todas las funciones fisiológicas necesarias para mantenerse vivo habían dejado de funcionar, Obeidallah probó científicamente que el sujeto estaba físicamente muerto pero que aún funcionaba. Viajó por Oriente Medio recabando información sobre otros brotes posibles.

La investigación de Obeidallah documentó la fisiología completa de los muertos vivientes. Sus notas incluían informes sobre el sistema nervioso, la digestión, incluso el ritmo de descomposición en relación con el entorno. Este trabajo también incluía un estudio completo de los patrones de comportamiento de los muertos vivientes, un logro extraordinario, siempre que fuera cierto. De forma irónica, cuando los caballeros cristianos invadieron Jerusalén en 1099, este hombre fue decapitado como adorador de Satán y casi toda su obra fue destruida. Algunos fragmentos sobrevivieron en Bagdad durante los siglos siguientes con el rumor de que sólo una fracción del texto original sobrevivió. La historia de la vida de Obeidallah, sin embargo, excepto los detalles de sus experimentos, sobrevivió a la matanza de los cruzados, junto con su biógrafo (un historiador judío y anterior colega). El hombre escapó a Persia, donde el trabajo fue copiado, publicado y consiguió un modesto éxito en varias cortes de Oriente Medio. Una copia permanece en los Archivos Nacionales de Tel Aviv.

 

 

1253 D. C, FISKURHOFN, GROENLANDIA

 

Continuando la gran tradición de la exploración nórdica Gunnbjorn Lundergaart, un jefe islandés, estableció una colonia a la entrada de un fiordo aislado. Se ha dicho que en la partida había 153 colonos. Lundergaart volvió a Islandia después de un invierno, presumiblemente para procurarse provisiones y nuevos colonos. Cinco años después, Lundergaart volvió y encontró el complejo de la isla en ruinas. De los colonos, sólo encontró tres docenas de esqueletos; los huesos limpios de carne. También se dice que encontró tres seres: dos mujeres y un niño. Su piel tenía manchas grises y los huesos atravesaban la carne en algunos sitios. Las heridas eran obvias, pero no había restos de sangre. Cuando fueron vistos, las figuras se volvieron y se acercaron a la partida de Lundergaart. Sin dar respuesta a la comunicación verbal, atacaron a los vikingos e inmediatamente fueron corta­dos en pedazos. El escandinavo, al creer que la expedición al completo estaba maldita, ordenó que quemaran todos los cuer­pos y las estructuras artificiales. Como su propia familia estaba entre los esqueletos, Lundergaart ordenó a sus hombres que lo mataran a él también, que desmembraran su cuerpo y lo echa­ran a las llamas. El «Cuento de Fiskurhofn» que la patrulla de Lundergaart contó a unos monjes viajeros irlandeses sobrevive en los Archivos Nacionales de Reykiavik, Islandia. No se trata realmente del relato más fiel sobre un ataque zombi de la civi­lización escandinava antigua, sino que también puede explicar por qué los asentamientos vikingos en Groenlandia se desva­necieron misteriosamente durante los primeros años del siglo catorce.

 

 

1281 D. C, CHINA

 

El explorador veneciano Marco Polo escribió en su diario que durante una visita al palacio de verano del emperador en Xanadú, l'.ublai Khan le mostró una cabeza de zombi cortada conservada en un tarro de líquido alcohólico transparente (Polo describió el liquido como «con la esencia del vino pero transparente y ácido para el olfato»). Esta cabeza, afirmó Khan, la había cogido su abuelo, Gengis, cuando volvió de sus conquistas en el Oeste, Polo escribió que la cabeza se percató de la presencia de todos.

 

Incluso les miró con sus ojos casi descompuestos. Cuando se acercó a tocarla, la cabeza trató de morderle los dedos. Khan le castigó por este acto estúpido, volviéndole a contar el relato de un oficial de bajo rango de la corte que había intentado lo mismo y fue mordido por la cabeza cortada. El oficial «parecía haber muerto días después pero se levantó para atacar a sus sirvientes». Polo afirma que la cabeza permaneció «con vida» durante su estancia en China. Nadie sabe cuál fue el destino de esta reliquia. Cuando Polo volvió de Asia, su historia fue suprimida por la Iglesia católica y por eso no aparece en la publicación oficial de sus aventuras. Los historiadores han especulado que, ya que los mongoles llegaron tan lejos como a Bagdad, la cabeza puede ser uno de los sujetos originales de Ibrahim Obeidallah, lo cual da a esta cabeza el récord de la reliquia viva mejor conservada y más antigua de un espécimen zombi.

 

 

1523 D. C, OAXACA, MÉXICO

 

Los nativos hablan de una enfermedad que oscurece el alma, causando la sed de la sangre de sus hermanos. Hablan de hombres, mujeres, incluso niños cuya carne ha pasado a ser gris con partes pútridas y de olor impuro. Una vez que la oscuridad se cierne sobre ellos, no hay forma de curarlos, excepto con la muerte, que sólo puede conseguirse a través del fuego, debido a que el cuerpo se vuelve resistente a todas las armas del hombre. Creo que es una tragedia de los paganos, que, al no conocer a Nuestro Señor Jesu­cristo, no conocen la cura para esta enfermedad. Ahora que hemos bendecido a estas masas con la luz y la verdad de Su amor, debemos esforzarnos en buscar a estas almas oscure­cidas y purificarlas con toda la fuerza del Cielo.

 

Este texto fue tomado, supuestamente, de los relatos del padre Esteban Negrón, un cura español y estudiante de Bartolomé de las Casas, previamente editado desde sus trabajos originales y recientemente descubierto en Santo Domingo. Las opiniones sobre la autenticidad de este manuscrito varían. Algunos creen que es parte de una orden del Vaticano para suprimir toda la información al respecto. Otros creen que se trata de una elabo­rada patraña en la línea de los Diarios de Hitler.

 

 

1554 D. C, AMÉRICA DEL SUR

 

Una expedición española bajo el mando de Don Rafael Cordoza se adentró en la jungla amazónica en busca de la legendaria El Dorado, la Ciudad de Oro. Los guías tupís lo alertaron para que no entrara en una zona conocida como el Valle del Sueño sin Fin. En él, le advirtieron, encontraría una raza de criaturas que gemían como el viento y sentían sed de sangre. Muchos hombres habían entrado en este valle, contó el tupí. Ninguno regresó jamás. Muchos de los conquistadores sintieron miedo al oír este aviso y suplicaron volver a la costa. Cordoza, al creer que el tupí se había inventado esta historia para esconder la ciudad dorada, obligó a su expedición a que continuara. Cuando anocheció, docenas de muertos andantes atacaron el campamento. Lo que ocurrió aque­lla noche sigue siendo un misterio. Según proclamó un pasajero del Santa Verónica, el barco que llevó a Cordoza de América del Sur a Santo Domingo, él fue el único superviviente en alcan­zar la costa. Si luchó hasta el final o si abandonó simplemente a sus hombres nadie lo sabe. Un año después, Cordoza llegó a España, donde contó toda la historia sobre este ataque a la Corte Real en Madrid y a la Santa Inquisición en Roma. Acusado por ­la Corte Real de despilfarrar los recursos de la corona y de hablar sobre actos blasfemos por la Santa Inquisición, el conquistador fue despojado de su título y murió en la más profunda pobreza. Su historia es una recopilación de fragmentos de muchos textos referidos a este periodo de la historia de España. No se ha descu­bierto ningún texto original.


Date: 2015-12-24; view: 690


<== previous page | next page ==>
VIVIR EN UN MUNDO NO MUERTO | ATAQUES REGISTRADOS 2 page
doclecture.net - lectures - 2014-2024 year. Copyright infringement or personal data (0.012 sec.)