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VIVIR EN UN MUNDO NO MUERTO

 

 

¿Y si lo impensable ha ocurrido? ¿Si las hordas han crecido lo suficiente para dominar el planeta entero? Se trataría de un broto de clase 4 o del brote del Día del Juicio Final, en el que la humanidad estaría al borde de la extinción. ¿Improbable? Sí. ¿Imposible? No. Cualquier gobierno no es más que una colección de seres humanos; seres humanos tan temerosos, estrechos de miras, arrogantes, de mentes cerradas y, por lo general, incom­petentes como el resto de personas. ¿Por qué estarían dispuestos a reconocer y manejar un ataque de cadáveres andantes y sedientos de sangre cuando la mayoría de la humanidad no 1o está? Por supuesto, uno podría argumentar que una lógica así podría surgir al enfrentar brotes de clase 1 o incluso de clase 2, pero la amenaza que suponen incluso varios cientos de zonbis podría ser suficiente para impulsar a nuestros líderes a entrar en acción. ¿Cómo podrían no hacerlo? ¿Cómo podrían los que están en el poder, especialmente en una era moderna y progresista como la nuestra, ignorar la propagación de una enfermedad mortal hasta que alcanzara proporciones de plaga? Simplemente fíjate en la respuesta de los gobiernos del mundo a la epidemia del sida y tendrás tu respuesta. ¿Y si las autoridades reconocieran la amenaza por lo que es, pero no fueran capaces de controlarla? La recesión económica masiva, la guerra mundial, el descontento social o las catástrofes naturales fácilmente podrían distraer los recursos del gobierno de un brote que crece por momentos. Incluso en las condiciones perfectas, enfrentarse a un ataque de clase 2 es extremadamente difícil. Imagina tratar de poner en cuarentena una ciudad tan grande como Chicago o Los Angeles. De los millones de personas que tratan de escapar, ¿cuántos habrían sido mordidos ya propagando la infección más allá de la zona en cuarentena?

¿Pero los grandes océanos que bañan la mayor parte de nuestro planeta no podrían salvamos? ¿Las personas que viven en Europa, Africa, Asia y Australia no podrían estar a salvo de un brote infeccioso en América del Norte? Quizá. Esto es asumiendo que todas las fronteras están cerradas, ha cesado el tráfico aéreo y todos los gobiernos del planeta son conscientes de la situación y trabajan para parar el brote. Aun así, con las filas de los no muertos ya en decenas de millones, ¿es posible imaginar todos los aparatos de vuelo que lleven a un pasajero infectado, todos los barcos que lleven a un tripulante infectado? ¿Es posible patrullar cada centímetro de las costas en busca de un gul que surja del agua? Llegados a este punto, lamentablemente, la respuesta es no. El tiempo está del lado de los no muertos. Con el paso de los días, sus filas aumentarían, haciendo más difícil la contención y la exterminación. A diferencia de sus homólo­gos humanos, un ejército de zombis es completamente inde­pendiente del apoyo. No necesitan comida, munición o atención médica. No sufrirían de baja moral, cansancio de batalla o falta de liderazgo. No sucumbirán al pánico, a la deserción o a la rebelión total. Al igual que el virus que les dio la vida, esta fuerza de no muertos continuará creciendo, extendiéndose a través del cuerpo de este planeta hasta que no quede nada que devorar. ¿A dónde irías? ¿Qué harías?



 

 

EL MUNDO NO MUERTO

 

Si triunfan los muertos vivientes, el mundo degeneraría en el caos absoluto. Se evaporaría toda clase de orden social. Los que se encontraran en el poder, además de sus familias y compañe­ros, se esconderían en bunkeres y áreas de seguridad alrededor del país. Seguros en estos refugios, construidos en un principio para la Guerra Fría, sobrevivirían. Tal vez mantengan la fachada de la estructura de mando del gobierno. Tal vez esté disponi­ble la tecnología para comunicarse con otras agencias o incluso con otros líderes mundiales protegidos. Sin embargo, a efectos prácticos, no serían más que un gobierno en el exilio. Con el colapso total de la ley y el orden, pequeños grupos de personas emergerían para afirmar su autoridad. Saqueadores, bandidos y gamberros se aprovecharían de los supervivientes, cogiendo lo que quisieran y permitiéndose cualquier placer que encontraran, Al final de toda civilización es común celebrar una última fiesta masiva. Por muy perverso que suene, orgías de personas que creen que este día es su último día brotan por todo el país.

Lo que quedara de la policía y las fuerzas militares servi­ría como protección para el gobierno que estuviera escondido, desertaría en un intento de salvar a sus familias o degenerarían ellos mismos en bandidos. Un colapso total en la comunicación y el transporte se extendería por el globo. Las ciudades aisladas se convertirían en campos de batalla abiertos, con grupos dispersos de ciudadanos que pelearían por defender zonas de barrica­das tanto de los gules como de humanos renegados. Las máquinas abandonadas finalmente se estropearían o, en algunos casos, explotarían. Son habituales la fundición de los reactores y otros accidentes industriales contaminando el medio con productos químicos tóxicos. En las afueras se desarrollarían rápidamente los zombis. Al no quedar humanos en las ciudades, los no muertos se desplegarían en abanico en busca de la presa. Las casas de las afueras y los barrios residenciales serían completamente destruidos mientras sus habitantes huyen, intentan permanecer y luchar o esperan desamparados a que los rodeen las multitudes de hombres caídos. La masacre no sólo se limitaría a los humanos: el aire se llenaría de los alaridos de los animales de granja que estarían atrapados en los corrales o incluso de las mascotas que intentaran defender a sus amos con valentía.

Conforme pasara el tiempo, los incendios se apagarían, las explosiones cesarían, los gritos se desvanecerían. Las zonas fortificadas empezarían a agotar sus provisiones, forzando a mis ocupantes a enfrentarse a sus atacantes no muertos durante misiones de pillaje, evacuaciones o batallas conducidas por una locura desesperada. Las bajas continuarían aumentando al igual que muchos humanos que estuvieran bien protegidos, bien equi­pados, pero que no tuvieran fuerza de voluntad, dejarían sus vidas en manos de la desesperación total.

A los saqueadores que hemos mencionado antes no les iría mucho mejor que al resto de los humanos. Estos bárbaros moder­nos se encontrarían así a causa de su falta de respeto hacia la ley, su repulsión hacia la organización y su elección de la destruc­ción en lugar de la creación. Su existencia nihilista y parasitaria se alimentaría de las riquezas de los otros en lugar de crear la suya propia. Esta mentalidad evita que se asienten y construyan una nueva vida. Ellos siempre están huyendo, luchando contra los no muertos sin importar dónde paren. Incluso si tienen éxito defendiéndose de esta amenaza externa, su necesidad de anarquía finalmente les encaminaría a atacarse entre ellos. Muchas de estas sociedades podrían mantenerse unidas por la fuerte perso­nalidad de un jefe. Una vez que él o ella desapareciera, no habría nada que mantuviera al grupo unido. Una banda de gamberros que huyera en desbandada, que deambulara sin rumbo por territorio hostil, no podría sobrevivir siempre. Tras varios años, poco quedaría de estos depredadores humanos despiadados.

Más difícil decir lo que pasaría con los remanentes del gobierno. Ello dependerá en gran medida del país del que hablemos, de los recursos que tuviera antes de la crisis y del tipo de gobierno que fuera. Una sociedad que se rige por ideales como la democracia o el fundamentalismo religioso tiene mayores posibilidades de sobrevivir. Estos supervivientes no necesitarán depender del magnetismo personal (o la intimidación) de una única persona, Algún que otro dictador del Tercer Mundo podría mantener n sus acólitos juntos siempre y cuando él sobreviviera. Al igual que con las bandas de bárbaros, su muerte, o simplemente una demostración de debilidad podría significar el final del gobierno al completo.

Pero no importa lo que les ocurriera a los humanos que sobrevivieran, siempre habrá muertos andantes. Con ojos vidriosos y bocas abiertas, sus pútridas figuras cubrirán la Tierra, cazando a toda cosa viviente a su alcance. Sin lugar a dudas, algunas espe­cies de animales se enfrentarán a su extinción. Otras que fueran capaces de escapar a este destino podrían encontrar maneras de adaptarse e incluso prosperar en un ecosistema completamente diferente.

Este mundo postapocalíptico tendrá el aspecto de un paisaje devastado: ciudades quemadas, carreteras silenciosas, casas desmoronadas, barcos abandonados oxidándose en la costa, huesos roídos y descoloridos esparcidos sobre un mundo que ahora dirigirían máquinas de carne muerta andante. Afortunada­mente, no lo verás, porque antes de que esto ocurra, ¡tú ya estarás lejos de allí!

 

 

EMPEZAR DESDE CERO

 

En «Defendiendo» aprendiste cómo preparar un lugar para lo que podría ser un largo asedio hasta el rescate. En «Huyendo» aprendiste cómo viajar por lo que podrían ser largas distancias hasta alcanzar la seguridad. Ahora es el momento de imaginar y prepararte para lo que sería el peor escenario posible. Un este escenario, tú y tus amigos más cercanos y tu familia debéis ser capaces de escapar de la civilización, encontrar un rincón remoto y deshabitado de nuestro planeta (hay más de los que piensas), y reconstruir vuestra vida desde cero. Imagina a un grupo de supervivientes de un naufragio en una isla, o a una colonia de humanos en un nuevo planeta. Esta debe ser tu acti­tud si quieres sobrevivir. Nadie viene a salvarte, no hay plan de rescate. No hay fuerzas amigas a las que dirigirse, no hay líneas de batalla tras las que esconderse. ¡Tu antigua vida ha desaparecido para siempre! La nueva, en términos tanto de cali­dad como de duración, dependerá por completo de ti. Por muy horrible que esta posibilidad suene, recuerda que los humanos nos hemos adaptado y reconstruido desde el comienzo de nues­tra historia. Incluso hoy en día, cuando la sociedad parece que nos ha ablandado más allá de la redención, el deseo por sobrevi­vir es profundo en nuestros genes. De forma irónica, en el peor escenario posible, el mayor desafío será enfrentarse al día a día de la vida y no los muertos vivientes. De hecho, si tu estrate­gia para sobrevivir funciona a la perfección, podrías no ver a un zombi jamás. Tu objetivo es crear un pequeño microcosmos del mundo seguro, equipado con todo lo que necesitarás no sólo para sobrevivir, sino para mantener una pizca de civilización.

¿Y cuándo es el mejor momento para empezar? ¡Inmediata­mente! Una guerra total podría no tener lugar nunca. Podrían faltar años. ¿Pero y si es pronto? ¿Y si un brote de clase 1ha empezado ya y no está controlado? ¿Qué pasa si ha empezado un brote de clase 2 o incluso de clase 3 en un país totalitario donde la prensa está muy censurada? Si es así, la guerra total podría estar a pocos meses. Con toda probabilidad, este no es el caso. Pero ¿hay alguna razón para no estar preparado? A diferencia de abastecerse para un asedio, prepararse para recrear un pequeño rincón de civilización lleva mucho tiempo. Cuanto más tiempo tengas, en mejor posición estarás. ¿Significa eso que debes aban­donar tu vida entera y no hacer nada sino prepararte para el fin del mundo? Por supuesto que no. Este texto está preparado para coincidir con la media del estilo de vida convencional del ciuda­dano. Sin embargo, la preparación mínima llevaría no menos de 1500 horas. Incluso si se distribuye en el transcurso de varios años, esta es una cantidad extraordinaria de tiempo. Si crees que puedes lograrlo preparándolo todo en el último momento, por supuesto no muevas un dedo ahora. Pero deberías pensártelo dos veces antes de comenzar a construir tu arca cuando haya empezado a llover ya.

 

REGLAS GENERALES:

 

1. REÚNE UN GRUPO: Como detallamos en capítulos ante­riores, la respuesta colectiva siempre es preferible a un intento individual. Un grupo aumentará tus recursos financie ros, permitiéndote la adquisición de una cantidad de terreno y equipo mayor. Al igual que en un asedio, estarán disponi­bles también una gran variedad de habilidades. A diferencia de un asedio, donde serás afortunado con cualquier talento que encuentres, preparar el peor escenario posible te deja tiempo para entrenar a los miembros de tu grupo en cualquier habilidad que necesites. Por ejemplo, ¿cuántos herre­ros conoces? ¿Cuántos doctores pueden encontrar medici­nas en la naturaleza? ¿Cuántos verdaderos urbanitas saben algo sobre ganadería? La especialización también permite una preparación más rápida (un equipo explora el posible terreno mientras otro adquiere el equipo, etc.). Durante la crisis, puedes enviar a uno o a varios miembros del grupo a la zona segura designada para prepararla si la situación empeora. Por supuesto, hay peligros potenciales. A diferencia de los relativamente cortos asedios de áreas protegidas, el superviviente a largo plazo puede encontrarse con problemas sociales desconocidos para la sociedad moderna. La gente que cree que la ayuda finalmente llegará es mucho más probable que permanezca leal que aquellos que saben que el futuro es lo que ellos hagan. El descontento, los motines, incluso los derramamientos de sangre, siempre son una posibilidad. ¡Estate preparado! He aquí el mantra de este manual. Toma varias clases de liderazgo y de dinámica de grupo. Los libros y lecturas de psicología básica humana son siempre una obligación. Este aprendizaje será impor­tante en la elección de los miembros y la forma de gobernarlos a continuación. Reiterando declaraciones anterio­res, formar un grupo de individuos que cooperan durante un largo periodo de tiempo es la tarea más complicada de la Tierra. Sin embargo, si se consigue, este grupo será capaz de cualquier cosa.

 

2. ¡ESTUDIA, ESTUDIA, ESTUDIA!: Decir que tendrás que empezar desde la primera casilla es inexacto. Nuestros ancestros se encontraron en esta posición porque el saber se tardó mucho en descubrir, acumular e intercambiar. Tu mayor ventaja sobre los primeros primates conscientes será miles de años de experiencia puestos al alcance de tu mano. Incluso si te encontraras en un entorno desolador y hostil sin ninguna clase de herramienta, el conocimiento alma­cenado en tu cerebro te situaría a años luz del Neandertal mejor equipado. Además de los manuales de superviven­cia comunes, también deberías añadir trabajos sobre otros tipos de escenarios en el peor de los casos. Se han publi­cado muchos libros relacionados con la supervivencia en territorio salvaje durante una guerra nuclear. Asegúrate de que estén lo más actualizados posible. Las historias sobre supervivientes reales también serán de gran ayuda. Los rela­tos sobre naufragios, accidentes de avión, incluso sobre los primeros colonizadores europeos contienen un tesoro oculto de las cosas que deben y no deben hacerse. Aprende sobre nuestros ancestros y cómo se adaptaron a su entorno. Los relatos de ficción, siempre que estén basados en la reali­dad, también pueden ser de ayuda, como Las aventuras de Robinson Crusoe. Absorber todas estas historias, de ficción o basadas en hechos reales, te ayudará a darte cuenta de que no eres el primero en enfrentarte a tal hazaña. Saber que ya se ha hecho debería ser una influencia tranquilizadora cuando te embarcas hacia tu nueva vida.

 

3. ABANDONA POCO A POCO LOS ARTÍCULOS DE LUJO: La mayoría de nosotros soñamos con una dieta más simple y nutritiva. «Estoy dejando el café», «Tengo que tomar menos azúcar», «Intento comer más ensaladas» son frases que decimos y escuchamos con frecuencia en el día a día. Vivir un brote de clase 4 no te dejará mucha elección. Incluso en las condiciones ideales, sería imposible plantar o producir toda la comida y los productos químicos de los que disfrutas ahora. Pasar de tanto a nada de la noche a la mañana puede suponer un tremendo golpe para tu sistema. En lugar de eso, comienza a reducir los alimentos y los artículos de lujo que no tendrás en tu nuevo hogar. Obviamente, necesi­tarás saber cuál es este nuevo entorno y qué serás capaz de producir en él. Aunque no hagamos ahora una lista larga, el sentido común te dirá exactamente con lo que puedes vivir y con lo que no. Por ejemplo, por mucho que te gusten, el tabaco y el alcohol no forman parte de la fisiología humana. El deseo de vitaminas, minerales y azúcares pueden satisfacerlo los alimentos naturales. Incluso ciertos medicamen­tos como los calmantes leves pueden sustituirse por habilidades como la digitopuntura, varias técnicas de masajes o incluso, simple y llanamente, la meditación. Todas estas sugerencias pueden sonar algo extrañas o de biohippie para nuestra práctica sociedad occidental. Aunque recuerda que muchas de estas dietas y técnicas de curación no nacieron de la depresión del norte de California, sino de las socieda­des del Tercer Mundo donde los recursos eran y son escasos. Ten siempre presente lo derrochadores que son los estadounidenses en comparación con el resto del planeta. Estudiar a los «menos afortunados», como así les llaman, podría permitirte comprender cómo tratar problemas con medios, si no tan cómodos, más simples.

 

4. PERMANECE VIGILANTE: Desarrollar planes para un brote de clase 4 debería comenzar durante las primeras etapas de un clase 1. A la primera señal de un brote (homici­dios extraños, personas desaparecidas, enfermedades insóli­tas, prensa contradictoria, intervención del gobierno), ponte en contacto con todos los miembros de tu grupo. Comienza a discutir vuestros planes de evacuación. Asegúrate de que no ha cambiado ninguna de las leyes sobre desplazamiento, permisos, licencias de equipo, etc. Si el brote aumenta a clase 2, prepárate para desplazarte. Cataloga y empaqueta todo tu equipo. Envía una patrulla de reconocimiento para preparar la zona segura. Empieza la primera etapa de tu coartada. (Si es el funeral de un ser querido, comenta que el ser querido está enfermo.) Prepárate para irte de un momento a otro. Una vez que el brote aumenta a clase 3, ¡lárgate!

 

5. ¡HASTA EL FIN DEL MUNDO!: Puedes sentir la tenta­ción de quedarte para siempre en tu casa o en tu fortaleza contra los zombis recientemente construida en lugar de dirigirte a territorio salvaje. Esto no es recomendable. Incluso si vives en alguna especie de complejo bien provisto y protegido, con medios para producir comida y agua para las próximas décadas, las posibilidades de que sobrevivas son insignificantes. En un futuro inmediato, las ciudades se convertirán en el centro de un combate cruel entre los vivos y los muertos. Aunque tu fortaleza sobreviviera a estas batallas callejeras, finalmente serías víctima de las extremas medidas militares, como el bombardeo masivo. Como se discutió anteriormente en «Defendiendo», los centros urbanos son las zonas más propensas a sufrir accidentes industriales, incendios grandes y demás. Dicho de forma simple: Quédate en la ciudad y tendrás muy pocas o ninguna posibilidad de sobrevivir. Las zonas residenciales o incluso los asentamientos cercanos al campo correrán más o menos la misma suerte. Conforme aumenta el número de muertos vivientes, con toda certeza acabarán encontrando tu vivienda. Un asedio que empieza con docenas de zombis, pasará a cientos de ellos, miles, y después cientos de miles en poco tiempo. Cuando te encuentren, nunca se irán, en todo caso, los gemidos, el alarido conjunto de varios miles de zombis, alertará a otros cientos de miles que se encuentren lejos de allí. En teoría, podrías verte asediado por más de un millón de zombis.

Por supuesto, puede que no llegues a eso. Si tu fortaleza está en los estados centrales de Estados Unidos, las Grandes Llanuras o incluso en las Montañas Rocosas, las posibilidades de que te asedien un millón de zombis son escasas (¡aunque no es imposible!). En estos lugares, sin embargo, hay mayor posibilidad de encontrar bandidos. No sabemos exactamente cómo serán estos bandoleros del futuro si viajarán en motocicletas o a caballo, si llevarán espadas o armamento militar. Lo que sí sabemos es que siempre estarán a la busca de botín. Conforme pasa el tiempo esto podría significar mujeres. Más tarde podría significar niños para esclavizarlos o convertirlos en nuevos guerre­ros. Y, por si la amenaza zombi no fuera lo suficientemente mala, estos matones podrían finalmente mirar a sus compa­ñeros humanos como desesperada fuente de comida. Si descubren tu recinto, atacarán. Aunque rechaces con fuerza el asalto, un superviviente es suficiente para poner tu forta­leza para siempre en los mapas. Hasta que estas bandas se autodestruyan finalmente, siempre serás su objetivo. Así que cuando huyas, tendrá que ser muy lejos de la civiliza­ción. Lejos, pero no donde lo único que veas sea la carre­tera. No debe haber carretera, ni tendido eléctrico, ni líneas telefónicas, ¡nada! Debe estar en los márgenes del globo, un lugar no habitado por los humanos. Debe estar lo suficiente­mente lejos para dificultar la migración de los zombis, que haga un asalto bandido impracticable y el riesgo de la lluvia radiactiva y de los ataques militares insignificante. Sin volar a otro planeta o colonizar el fondo del océano, el refugio debe encontrarse tan lejos como sea posible de los focos de población.

 

6. CONOCE TU POSICIÓN: Cuando llegue el momento de huir, no llenes el jeep simplemente, te dirijas al norte y esperes encontrar algún rincón seguro en el Yukon. Cuando planeas escapar de los muertos vivientes, especialmente a un lugar no habitado del mundo, debes saber exactamente hacia donde te diriges. Dedica tiempo a estudiar los mapas más actualizados. Los mapas más antiguos pueden no tener listadas carreteras, tuberías, puestos fronterizos y otro tipo de estructuras. Cuando elijas un destino, asegúrate de contestar las siguientes preguntas:

 

A. ¿Es remoto, al menos a varios cientos de kilómetros de toda civilización?

B. ¿Tiene una fuente de agua fresca no sólo para ti, sino también para cualquier animal que decidas llevar? Recuerda que necesitarás agua para multitud de propó­sitos, incluyendo beber, lavarte, cocinar y cultivar.

C. ¿Tiene la capacidad para producir alimentos? ¿El terreno es lo bastante bueno para cultivar? ¿Qué hay del pasto para los animales y la pesca? ¿Producirá el forraje una subsistencia consistente y suficiente sin agotarse?

D. ¿Tiene defensas naturales de algún tipo? ¿Está en lo alto de una cima alta o rodeado de acantilados o ríos? Durante el ataque de los muertos vivientes o bandidos humanos, ¿el terreno te ayudaría a ti o a tu enemigo?

E. ¿Cuáles son sus recursos naturales? ¿Hay materiales para construir como madera, piedra o metal? ¿Qué hay de combustibles como el carbón, el petróleo, la turba o, de nuevo, la madera? ¿Cuánto material de cons­trucción necesitarías llevar contigo para construir el complejo? ¿De la flora local, cuánta tiene propiedades medicinales?

 

Todas estas preguntas deben responderse antes incluso de empezar a considerar un refugio permanente. Los materiales de construcción y las defensas naturales son negociables. ¡La comida, el agua y la distancia extrema, no! Sin alguno de estos tres elementos esenciales, comprometes seriamente tu supervivencia a largo plazo. Cuando elijas un nuevo hogar, haz una lista con al menos cinco emplazamientos posibles. Visítalos todos, preferiblemente en la estación más dura. Acampa al menos una semana entera con el equipo básico y sin contacto alguno con el exterior. Sólo entonces deberías tomar una decisión sobre el que satisface mejor tus necesidades.

 

7. CONVIÉRTETE EN UN EXPERTO: Investiga a conciencia tu nuevo hogar potencial. Lee cada libro, cada artículo, cada frase escrita sobre él. Examina todos los mapas y fotografías. El tipo de terreno que elijas tendrá sus propios manuales de supervivencia específicos. Cómpralos y estúdiatelos todos. Además, estudia los relatos de los primeros indí­genas que vivieron en entornos similares. De nuevo, visita el lugar muchas veces y en todas las estaciones. Por lo menos pasa varias semanas allí, explorando y acampando en cada sector. Intenta conocer cada árbol y roca; cada duna de arena o témpano de hielo. Calcula la forma más eficiente de produ­cir alimento (ganadería, pesca, caza, recolecta) y cuán­tos humanos puede soportar la tierra con este método. La respuesta será vital para elegir el tamaño de tu grupo. Si es legalmente viable, adquiere el terreno. Esto te permitirá (si los recursos lo hacen) empezar a construir una vivienda de verdad. Puede que no sea tu domicilio permanente, pero sí sería al menos un lugar donde poder refugiarte durante la construcción del futuro complejo. Si es pequeño y prác­tico, debería servir como cobertizo para almacenar antes las provisiones. Si es grande y cómodo, podría servir como una segunda casa o un lugar donde escaparte durante las vaca­ciones. Durante la Guerra Fría, mucha gente construyó resi­dencias de vacaciones que también servían como posibles vías de escape del holocausto nuclear. Familiarízate con la población más cercana. Si hablan otra lengua, apréndela, así como las costumbres locales y la historia de la zona. El conocimiento y la experiencia deberían complementar todo lo que has aprendido en los libros sobre el entorno. Nunca le digas a los vecinos por qué estás allí. (Más sobre esto después.)

 

8. PLANEA TU RUTA: Sigue las reglas relacionadas con este apartado de «Huyendo». Luego multiplícalas por cien. No sólo te enfrentarás a peligros como carreteras cortadas y barreras naturales, sino que cruzarás un territorio abarro­tado de zombis, bandidos y todos los elementos caóticos de una sociedad desintegrada. ¡Y todo esto es antes de que se declare el estado de emergencia! Una vez que eso ocurre, todos tus problemas anteriores palidecerán ante la amenaza de tu propio ejército. A diferencia de huir simplemente de una zona infestada de zombis, no tendrás el lujo de elegir entre una variedad de destinos posibles. Sólo puede haber uno y tendrás que llegar hasta él para sobrevivir. Como ya se ha afirmado antes muchas veces: ¡Los planes de avance nunca pueden darse por garantizados! Debería incluso ser un factor para elegir tu localización. Por ejemplo, un oasis remoto en mitad del desierto del Sahara suena genial, pero ¿cómo llegarás hasta allí si las líneas aéreas dejan de funcio­nar? Incluso una isla a varias millas de la costa podría parecerte tan lejana como el Sahara si no tuvieras una barca, todas las lecciones aprendidas en «Huyendo» se aplicarán a este escenario. Lo que no cubre es la perspectiva internacional. ¿Y si, digamos, compras un terreno en los bosques de Siberia y las líneas aéreas aún funcionan, pero Rusia ha cerrado sus fronteras? Esto no significa que no debe­rías escoger un lugar en Siberia, pero asegúrate de que has preparado los medios (legales o no) para entrar en el país.

 

9. ¡PLANES B, C, D, E!: ¿Y si tu primer medio de transporte no funciona? ¿Y si la carretera o la vía fluvial están bloqueados? ¿Y si descubres que los zombis, los bandidos, el ejército u otros refugiados han invadido tu refugio seguro? ¿Y si cien cosas más van mal? Ten planes de apoyo. Planea los posibles peligros de tu camino y desarrolla formas individuales y hechas a medida para contrarrestarlos. Alterna vehículos, rutas, incluso una zona segura de apoyo que aunque puede que no sea tan perfecta o esté tan preparada como la primera, al menos te mantendrá con vida el tiempo suficiente para inventar una nueva estrategia.

 

10. HAZ UNA LISTA CON TU EQUIPO Y PREPÁRATE PARA IR DE COMPRAS: Cualquier manual sobre cómo sobrevivir a las catástrofes que sea competente debería enumerar todo lo que necesitarás para empezar una nueva vida. Manten siempre tres listas detalladas y actualizadas:

1. Lo que necesitas incondicionalmente para sobrevivir.

2. El equipo para ayudar a construir y ampliar tu vivienda y sus alrededores.

3. Si no todas las comodidades del hogar, al menos lo más parecido. Si las finanzas lo permiten, adquiere todos tus artículos inmediatamente. Si no puedes, debes saber

dónde comprarlos. Comprueba los precios y dónde localizarlos con frecuencia. Sígueles el rastro a los proveedores que cambian de dirección y localiza sustitutos para los que cierran el negocio. Ten siempre al menos dos opciones alter­nativas en caso de que tu principal proveedor se quede sin la mercancía. Asegúrate de que los proveedores se encuen­tran a varias horas de distancia en coche como mucho. No dependas de los catálogos o de las compras on-line. Lo que se conoce como transporte «exprés» es bastante informal en circunstancias normales. ¿Cómo sería en situación de emer­gencia? Guarda toda esta información con la lista. Ajústala consecuentemente. Ten siempre una reserva de dinero en efectivo para cosas esenciales (la cantidad total dependerá de los precios de tu equipo). Incluso antes de que la situa­ción dé un giro en espiral y esté fuera de control, los cheques y las tarjetas de crédito no tienen ni punto de comparación con la comodidad del papel moneda.

 

11. CONSTRUYE DEFENSAS: Nada es más importante que aquellas estructuras que ayudan a protegerte. Una vez que has situado a tu grupo en un rincón tranquilo de la naturaleza, empieza a fortalecerlo de inmediato. Nunca sabes cuándo un zombi ocasional acabará por casualidad en tu campamento, atrayendo a otros con sus gemidos. Formula planes detallados para vuestra defensa. Las instalaciones deberían ser exploradas y los materiales de construcción comprados o elegidos en el terreno. Todo, incluyendo los materiales de construcción, herramientas y provisiones, deberían estar en su sitio cuando llegues, de modo que no quede nada más por hacer que construir. Recuerda: Tus defensas deben protegerte no sólo de los zombis, sino también de los bandidos. Recuerda, además, que los atacantes humanos tendrán, al menos al principio, armas de fuego y quizá explosivos. Si consiguen romper tus defensas, ten siempre una posición de retirada preparada. Esta defensa secundaria podría ser una casa fortificada, una cueva o incluso otro muro. Mantenla preparada para la acción. Una posición de retirada fácil podría suponer el momento decisivo en una batalla que, sin ella, sería desesperada.

 

12. PLANIFICA UNA VÍA DE ESCAPE: ¿Y si durante un ataque rompen tus defensas? Asegúrate de que todos saben dónde se encuentra la vía de escape y de que puedan llegar allí por ellos mismos. Cerciórate de que las provisiones de emergencia y las armas están empaquetadas y preparadas en todo momento. Elige un punto de reunión para tu grupo cuando huyáis, un lugar donde reagruparos si os dispersar, durante un ataque. Abandonar tu nuevo hogar no será ni psicológica, ni emocionalmente fácil, en especial después de todo el tiempo y la energía puestos en construirlo. En todo el mundo, las personas que viven en situaciones precarias te dirán lo duro que esto puede ser. Por muy unido que acabes estando a este lugar que ahora llamas hogar, siem­pre será mejor abandonarlo y correr que morir defendiéndolo. También deberías elegir un emplazamiento alternativo antes de llegar a tu nuevo hogar. Debe estar lo bastante lejos para que los zombis y los atracadores no puedan seguirte el rastro de un lugar a otro. También debe estar lo bastante cerca para que sea posible realizar una expedición por tierra en las condiciones más duras (nunca sabes cuándo tendrás que abandonar la primera base). De nuevo, debes haberla elegido antes del brote. Explorar en busca de un nuevo hogar o cualquier otra cosa después del brote no será fácil (ver la siguiente sección).

 

13. HAZ GUARDIAS: Una vez que estás instalado, las defen­sas están construidas, las viviendas levantadas, las cosechas plantadas y el trabajo repartido, de ningún modo deberías relajarte del todo. Los vigías deberían estar apostados todo el tiempo. Camúflalos y equípalos con un modo fiable para alertar a los demás. Asegúrate de que los medios de alarma no alertarán a los atacantes también. Designa un perímetro de seguridad fuera de tus defensas fijas. Haz que se patrulle durante el día y la noche. Las personas que se aventuren a salir del recinto nunca deberían ir solas y jamás desarmadas. Los que estén dentro del campamento deberían encontrarse siempre a varios segundos del almacén de las armas, prepa­rados para la batalla en caso de que se produzca un ataque.

 

14. PERMANECE ESCONDIDO: Aunque la topografía de tu emplazamiento debería disminuir las posibilidades de ser descubierto, nunca sabes cuándo un zombi o un asaltante se aventurará cerca de tu campamento. Asegúrate de que no pueden verse luces por la noche. Asegúrate de que el humo de las hogueras se apaga antes de que amanezca. Si los elementos naturales de la zona no son suficientes para camuflar el complejo, hazlo de manera artificial. Practica la disciplina del ruido a todas horas del día y de la noche. Grita sólo cuando sea necesario. Aisla los edificios comu­nes de modo que la música, la conversación y otros sonidos no se escapen. Durante una construcción nueva y el mante­nimiento diario, sitúa exploradores adicionales en los lími­tes exteriores del alcance potencial de ruido. Recuerda que el sonido más efímero puede llevárselo el viento y revelar tu posición. Determina siempre la dirección en la que sopla el viento, o bien en la dirección donde pueda haber habitan tes (la dirección de la que viniste), o bien a través de una zona que consideras segura (una masa de agua muy grande, un desierto extenso, etc.). Si tu fuente de energía es ruidosa (ej.: un generador de combustible fósil), asegúrate de que está aislada y de que la usas con moderación. Tal estado de vigilancia constante puede resultar difícil al principio. Conforme pasa el tiempo, se convertirá en segunda naturaleza. Se ha vivido de este modo durante siglos desde la Europa medieval a las estepas de Asia central. La mayor parte de la historia de la humanidad ha sido la historia de pequeñas islas de orden en un océano de caos, la gente luchando por sobrevivir con la amenaza constante de la invasión cerniéndose sobre sus cabezas. Si pudieron sobrevivir de este modo durante innumerables generaciones, entonces, con un poco de práctica, tú también podrás.

 

15. PERMANECE AISLADO: No dejes que la curiosidad te venza bajo ninguna circunstancia. Incluso un explorador experto, muy entrenado en el arte del sigilo, puede conducir por accidente a multitud de zombis al complejo. Si los bandoleros capturan y torturan a uno de tus exploradores los bandidos pueden averiguar tu posición. Más allá de la amenaza dramática de los zombis o los bandidos, siempre existe el riesgo de que un explorador contraiga alguna enfermedad común e infecte al resto de la población (con pocas medicinas a tu disposición, una epidemia de cualquier clase puede resultar devastadora). Quedarse en el mismo sitio no quiere decir que ignores lo que pasa en el mundo exterior. Las radios solares o con dinamos son el medio seguro e ideal para reunir información. Pero ¡sólo escucha! Transmitir revelará tu posición a cualquiera que tenga el equipo de radiogoniometría más primitivo. Por mucho que confíes en los miembros de tu grupo, no sería mala idea guardar todos los transmisores, bengalas y otros dispositi­vos de advertencia en un armario y bajo llave. Un momento de debilidad podría condenar tu existencia por completo. El entrenamiento como líder será la mejor instrucción sobre cómo manejar un asunto tan delicado.

 

 

CLASES DE TERRENO

 

Examina un mapa mundial y encuentra el mejor terreno y el clima más templado. Ahora añádele la población más densa que puedas y verás el combate perfecto. Los primeros huma­nos sabían qué buscar cuando comenzaron a construir comu­nidades: tiempo moderado, un terreno fértil, gran cantidad de agua fresca y abundancia de recursos naturales. Los sitios que cumplían estas condiciones se convirtieron en los prime­ros centros de humanidad, expandiéndose hasta llegar a ser los centros modernos de población que conocemos hoy. Es este modo de pensar, un proceso de pensamiento perfectamente lógico, el que tendrás que abandonar por completo cuando elijas tu nuevo hogar. Vuelve al mapa. Digamos que encuentras un lugar que parece atractivo inmediatamente. Lo más probable es que varios millones de personas pensarán lo mismo cuando llegue el momento de huir. Combate este pensamiento con el lema más duro es más seguro, y para estar lo más seguro posible tendrás que encontrar los lugares más duros y extremos en la Tierra. Tendrás que encontrar una zona que parezca tan poco atractiva, tan inhóspita, que lo último que querrías hacer es llamarlo hogar. La siguiente lista de entornos naturales tiene la intención de ayudarte a tomar una decisión informada. Los textos adicionales te darán una información más detallada en relación a los patrones meteorológicos exactos, los alimentos disponibles, el agua, los recursos naturales y demás. Lo que esta sección demuestra es cómo se relacionan con todos los factores asociados con un mundo no muerto.

 

1. Desierto

Sólo superado por las regiones polares, es uno de los entornos más duros y, por eso, más seguros del mundo. A pesar de lo que vemos en las películas, los desiertos raramente son océanos de arena. Las rocas pueden romperse fácilmente y moldearse para construir casas cómodas y, lo que es más importante, muros defensivos. Cuanto más remoto sea tu campamento, más posibilidades tendrás de evitar a los asaltadores. Estos carroñeros renegados no tendrán mucho interés en cruzar un desierto amplio donde saben que no existen puestos de avanzada importantes. ¿De qué serviría? Incluso si lo intentaran algunos, el calor intenso y la falta de agua probablemente les matarían antes incluso de que alcanzaran tu campamento. Los zombis, por otro lado, no sufrirían este problema. El calor y la sed no forman parte de la ecuación. El aire seco retrasaría su ya de por sí lenta descomposición. Si el desierto escogido se encuentra entre zonas pobladas, como los que se encuentran al suroeste de Estados Unidos, habrá una probabilidad muy real de que alguien descu­bra tu complejo. A menos que construyas tu fortificación en lo alto de una colina o de una gran formación de rocas, el terreno plano incrementará la necesidad de defensas artificiales.

2. Montañas

Dependiendo de su localización y elevación, este entorno ofrece una defensa excelente contra los muertos vivientes. Cuanto más pronunciada sea la pendiente, más complicado será para ellos escalar. Si la montaña en cuestión no tiene carreteras ni pasos anchos, los bandidos humanos también podrían ser disuadidos. Aunque la alta elevación permita ver mejor los alrededores, también hará que el camuflaje sea más dificultoso. Las medidas de ocultación visual deben ser una de las prioridades principales, especialmente en lo que concierne a la luz y al humo. Otro inconveniente de los terrenos altos estratégicos es la distancia a la que se encuentran los recursos disponibles. Viajar a diario a zonas a nivel del suelo en busca de comida, agua y materiales de construcción comprometerá tu seguridad. En consecuencia, la cumbre de la montaña que elijas no debería ser ni la más alta, ni la más fácil de defender, pero debe tener todo lo que necesitas para sobrevivir.

3. Jungla

Al contrario que los desiertos. Las junglas o las selvas tropica­les ofrecen todo el agua, los alimentos y los materiales de cons­trucción que necesitas, así como plantas medicinales en abun­dancia, combustible y camuflaje instantáneo. El follaje denso actúa como amortiguador del sonido, aislando los ruidos que podrían viajar kilómetros en terreno abierto. A diferencia de lo que vimos en «Atacando», donde el terreno iría en contra de un equipo de cazadores, la ausencia de visibilidad y el terreno fangoso se adecúan perfectamente a una postura defensiva Los grupos de bandidos pueden ser fácilmente emboscados y destruidos. Los zombis que van solos pueden ser eliminados sin alertar al resto. Por supuesto, hay puntos negativos asociados a este ecosistema ecuatorial. La humedad engendra vida, lo que incluye a millones de especies de bioorganismos. La enfermedad será una amenaza constante. Cualquier corte o rasguño puede gangrenarse rápidamente. La comida se descompone mucho más rápido que en climas más secos. Hay que vigilar que el equipo hecho de metal no se oxide. Cualquier tipo de ropa que no esté hecha de caucho o tratada de algún modo, literalmente se pudrirá mientras la llevas puesta. Habrá moho por todas partes. La población local de insectos será tu enemigo más constante. Algunos serán meras molestias; otros podrían tener aguijones dolorosos e incluso totalmente venenosos. Otros pueden portar enfermedades horribles como la fiebre amarilla, la malaria o la fiebre del dengue. Un aspecto natural positivo de sobrevivir en la jungla es que la humedad tan intensa, mezclada con la multitud de microorganismos vivos, acelera la descomposición de los no muertos. Pruebas de campo muestran al menos un aumento del 10 % en el índice de decadencia de los zombis en las junglas. En algunos casos, ¡el porcentaje ha sido del 25 %! Lo que crea un equilibrio entre todos estos factores es que se trata de un entorno con muchas dificultades naturales pero un índice de supervivencia para el peor de los escenarios posibles extremadamente apropiado.

 

4. Bosques templados

Esta zona, que se encuentra por todo el mundo, es, con mucho, la más cómoda para una supervivencia a largo plazo. Sin embargo, con un terreno tan atractivo vendrán multitud de problemas. Los lugares inexplorados del norte de Canadá seguro que se abarrotarán de refugiados. Cogidas sin preparar, estas multitudes asus­tadas seguramente huyan al norte. Al menos durante el primer año, vagarán por las zonas salvajes, arrasando con los alimen­tos de la tierra, usando la violencia para obtener provisiones, quizá incluso recurran al canibalismo durante los fríos meses de invierno, etc. No hay duda de que habrá bandidos entre ellos o los seguirán durante los años siguientes cuando alguno decida intentar hacer un asentamiento seguro. Y por supuesto, siempre está la amenaza zombi. Los bosques templados todavía están relativamente próximos a la civilización, así como están puntua­dos por pequeñas poblaciones humanas. Los encuentros con los gules serán diez veces más probable, que en situaciones norma­les. Con la afluencia de refugiados que se dará, las posibilidades de que los no muertos simplemente les sigan hacia el norte se da casi por supuesto. Recuerda también el problema de los zombis que se congelan en invierno y se derriten en verano. Elige un área sólo si está aislada por fronteras naturales: montañas, ríos y demás. Menos que esto, incluso si parece alejado de la civiliza­ción, será un riesgo excesivo. No creas que una extensión grande ni Siberia será más segura que Canadá del Norte. Recuerda que al sur de esta zona salvaje poco poblada se encuentran India y China, las dos naciones más pobladas de la Tierra.

 

5. Tundra

Los refugiados no considerarán que estas tierras, aparentemente yermas, sean capaces de soportar vida alguna. Los que lo intenten perecerán si no llevan grandes cantidades de provisiones, un equipo elaborado o conocimiento extenso del terreno. Los bandidos también se verán en apuros para sobrevivir. Con toda probabilidad, ninguno se aventurará tan al norte. Sin embargo, los muertos vivientes pueden alcanzar tu campamento. Los que hayan migrado al norte siguiendo a los refugiados que huían o los primeros refugiados que ahora han resucitado convirtiéndose en zombis pueden detectar tu presencia y señalársela al resto. No serán muchos y pueden ser manejados por los miembros de tu grupo. De todas maneras, construye unas defensas fuertes y manten una vigilancia constante. Al igual que en los bosque, templados, prepárate para la actividad zombi siguiendo las estaciones.

 

6. Región polar

Este medio es, sin ninguna duda, el más duro del planeta. Las temperaturas extremadamente bajas con fuertes vientos helados, pueden matar a un humano expuesto a ellos en segundos. Los materiales de construcción serán principalmente el hielo y la nieve. El combustible será escaso. Las plantas medicinales y de cualquier otro tipo no se conocen. Hay comida en abundancia pero obtenerla requiere habilidad y experiencia. Incluso en verano, la hipotermia será un peligro constante. Cada día pasa en el límite de la existencia. Un error en relación con la comida, la ropa, el refugio, incluso la higiene, podría significar la muerte. Mucha gente ha oído hablar de Allariallak, el inuit cuya vida en la región helada de la bahía de Hudson se documentó en la película Nanuk, el esquimal. Muy pocos saben que Nanuk murió de hambre un año después de que se rodara el documental. Esto no quiere decir que la vida en las regiones polares sea imposible Las personas lo han conseguido con éxito durante miles de años Lo que se necesita es diez veces el conocimiento y la determinación para intentar vivir en la parte más alta o en la más baja del planeta. Si no estás preparado para pasar al menos un invierno practicando bajo estas condiciones, no lo intentes cuando llegue el momento de huir. ¿Entonces, para qué ir? ¿Para qué arriesgar la vida en un entorno tan hostil cuando el objetivo es permanecer con vida? Lo cierto es que este entorno es lo único que tendría que preocuparte. Los refugiados y los bandidos nunca llegarán tan lejos. Las posibilidades de zombis casualmente deambulando tan al norte son de 1 entre 35 millones (un cálculo estadístico probado). Al igual que en los bosques templados y en la tundra correrás el riesgo de que algún que otro gul se hiele y se derrita en el transcurso del viaje. Si acampas cerca de una zona costera, vigila por si alguno ha sido llevado por la corriente o por un barco abandonado, infectado y en ruinas. En principio, las líneas costeras también te hacen vulnerable a los piratas. (Y más en estas islas de las que hablamos.) Manten algunos medios de defensa estática y mantente siempre alerta, aunque la necesi­dad de ambas es menor en relación a otros entornos.

 

Islas

¿Qué puede ser más seguro que tierra rodeada de agua por todos lados? Los zombis no pueden nadar. ¿No significa eso que vivir en una isla es la elección más obvia para el peor de los esce­narios posibles? En cierto grado, sí. El aislamiento geográfico suprime la posibilidad de que migre una masa de zombis, algo que debe tenerse en cuenta cuando billones de ellos merodearán por cada continente del globo. Incluso las islas que están a varios kilómetros de la costa te salvarán de las hordas retorcidas v clamorosas. Por esta sola razón, siempre es preferible escoger las islas. Sin embargo, únicamente porque decidas vivir en una roca rodeada de agua no tienes garantizada la supervivencia. Las islas alejadas de la costa serán la opción de muchos refugiados. Cualquiera con una barca o una balsa se dirigirá hacia ellas. Los bandidos las usarán como bases desde donde dirigir los asaltos en el continente. Las islas alejadas de la costa también pueden ser destruidas por accidentes industriales, algunos bastante tierra adentro, a causa de la polución emitida a los ríos cercanos. Para evitar estos peligros inmediatos, elige una isla a la que se pueda acceder únicamente con una embarcación robusta y una nave­gación experta. Busca una que no tenga puerto natural o dema­siadas playas accesibles. Esto la hará menos atractiva para otros refugiados marítimos intentando la misma estrategia que tú. (Recuerda, ¡comprar una isla mantendrá a la gente alejada sólo antes de la crisis! Ninguna embarcación de refugiados frenéti­cos y muriéndose de hambre obedecerá la señal de «Manténgase alejado».) Busca islas con altos acantilados y, si es posible, arre­cifes anchos y peligrosos.

Incluso con estas limitaciones naturales, construye defensas y mantenías ocultas. ¡El peligro sigue ahí fuera! Los pira­tas, en las primeras fases de la crisis, irán de isla en isla, con la esperanza de rapiñar lo que puedan a los supervivientes, Manten siempre un punto de vigilancia para sus barcos en el horizonte. También los zombis pueden llegar de muchas formas Con el mundo completamente infestado, ciertamente, muchos se encontrarán deambulando por el fondo de nuestros océanos, Existe la posibilidad, mínima pero real, de que uno suba torpemente la pendiente submarina que conduce a tu pequeña costa. Otros, aún llevando los salvavidas de su vida mortal, pueden ser arrastrados por la corriente hasta tu isla. Luego existe la posibi­lidad de que llegue un barco infestado de zombis y, en el peor de los casos posibles, podría ser uno rompiéndose contra tu costa y derramando su cargamento mortal. Bajo ningún concepto destruyas tus medios de escape. Arrastra tu bote hasta la playa o camúflalo tierra adentro. Perderlo significaría convertir tu fortaleza en una prisión.

 

8. Vivir en el mar

Se ha sugerido que, con el buque y la tripulación adecuados, un grupo podría sobrevivir en el mar al peor de los escenarios posi­bles. En teoría, esto es posible, pero las posibilidades de éxito son astronómicas. A corto plazo, muchas personas se dirigirían al agua en veleros para dos personas pero también en cargueros de 80.000 toneladas. Sobrevivirían con lo que consiguieron llevar a bordo, robando de todos los puertos infestados del mundo, cogiendo peces y destilando agua fresca si fuera posible. Los piratas, en barcos rápidos y armados, vagarían por los mares. Estos bucaneros contemporáneos ya existen en la actualidad, robando cargueros y yates por muchas costas del Tercer Mundo e incluso en cuellos de botella estratégicos. En el peor de los casos posibles su número aumentará a varios miles y sus objetivos no serán exclusivos. Cuando los puertos militares fueran invadidos, los buques de guerra que no apoyaran operaciones en tierra navegarían hacia un lugar donde pudieran realizar un anclaje más seguro. En estas bases remotas en los atolones, los navíos de todo el mundo esperarían a que la crisis pasara, y esperarían y esperarían.

Después de varios años, el tiempo y los elementos tendrían su efecto en estas poblaciones marítimas ad hoc. Los barcos que emplearan combustible fósil finalmente lo agotarían, condena­dos a ir a la deriva desamparados. Algunos intentando robar en los puertos abandonados y en los depósitos de combustible podrían encontrar su final como comida para zombis. Cuando se acabaran las medicinas y las vitaminas, enfermedades como el escorbuto comenzarían a tener su efecto. El mar bravio destruirá muchas naves. Los piratas al final se agotarán por las disputas, los enfrentamientos con las víctimas que hayan elegido no serlo y los encuentros con ocasionales muertos vivientes. Esta última eventualidad también llevaría a la infección de los asaltantes, aumentando el peligro de los no muertos en el mar. Abandona­dos y en ruinas, los barcos zombis fantasmas flotarían sin rumbo por los océanos, el viento salado transportaría sus gemidos. Al final, este viento corroería la maquinaria delicada, incluyendo la que purifica el agua y genera la energía. En varios años sólo podrían surcar las olas unos pocos barcos. El resto se hundiría, naufragaría, resucitaría o simplemente soltaría el ancla en alguna playa remota, con la determinación de intentarlo en tierra.

Cualquiera que haya considerado la idea de una existencia marítima tiene que contar con los siguientes recursos:

 

A. Al menos diez años de experiencia en el mar, en servicio comercial o militar. Solamente ser el dueño de una embar­cación de recreo durante este periodo de tiempo no cuenta.

B. Una nave robusta y de vela, de al menos treinta metros o más de eslora con un equipo construido principalmente con material que no sea orgánico ni corrosivo.

C. La habilidad de destilar agua fresca de forma constante sin confiar en la lluvia. No sólo tu sistema y tu aparato deben ser simples, fáciles de mantener y resistentes a la oxidación, sino que también has de contar con un sistema de apoyo a bordo.

D. La habilidad de atrapar y preparar la comida sin usar combustible no renovable. En otras palabras, cocina de propano.

E. Conocimiento completo de cada animal y planta acuáticos. Todas las vitaminas y minerales que se obtienen en tierra pueden reemplazarse por un sustituto marino.

F. Un equipo completo de emergencia para cada miembro del grupo por si os vierais en la necesidad de abandonar el barco.

G. Conocer la localización de un refugio seguro. Todos los barcos necesitan un puerto, sin importar lo primitivo quo sea. Podría ser un conjunto de rocas en Canadá o algún atolón yermo en el Pacífico. Da igual cuál sea; a menos que durante una tormenta sepas dónde se encuentra tu puerto, lo habrás, literalmente y en sentido figurado, hundido.

 

Teniendo en cuenta todo esto, debería ser más sencillo simplemente reducir tus condiciones de vida. Usa tu barco como casa móvil mientras buscas comida de islote en islote, o de costa a costa. Aun así, vigila que no haya zombis en las aguas menos profundas, y siempre, siempre, ¡vigila el ancla! En teoría, es posible llevar esta clase de vida, pero no es recomendable.

 

 

DURACIÓN

 

¿Cuánto tiempo tendrás que llevar esta existencia primitiva? ¿Cuánto tiempo ha de pasar para que los zombis se desinte­gren hasta convertirse en polvo? ¿Cuánto tiempo has de espe­rar antes de que la vida pueda volver aunque sea a una aparien­cia de normalidad? Lamentablemente, no hay cifra exacta. El primer zombi que aparezca tardará, a menos que se congele, embalsame o se preserve de cualquier otro modo, cinco años en descomponerse por completo. Sin embargo, para cuando los no muertos dominen el mundo podrían haber pasado ya diez años. (Recuerda, huirás cuando la guerra comience, no cuando acabe.) Cuando los zombis realmente dominen el planeta y ya no haya más humanos nuevos que infectar, realmente llevará cinco años que la mayoría de ellos se pudran. El clima seco y el frío preservarán a muchos, manteniéndolos operativos potencialmente durante décadas. Los bandidos, los refugiados y otros supervivientes como tú pueden convertirse más tarde en presas, añadiendo una nueva pero más pequeña generación a la antigua y decadente horda. Para cuando estos se conviertan en polvo, el único no muerto que quede será el que se haya conservado arti­ficialmente o se haya congelado constantemente cada invierno. Tendrás que vigilar durante décadas su llegada. Tus hijos, e incluso los hijos de tus hijos, tendrán que tener cuidado con ellos. ¿Pero cuándo será seguro salir?

 

Año 1: Se declara el estado de emergencia. Huyes. Tus defensas están construidas; tu complejo está establecido. El trabajo se ha repartido. Comienza una nueva vida. Todo este tiempo controlas las emisiones de radio y televisión poniendo especial atención al desarrollo del conflicto.

 

Año 5 a 10: En algún lugar durante este periodo, la guerra termina. Han ganado los muertos. Ya no se recibe ninguna señal. Supones que han invadido todo el planeta. Continúas con tu vida, prestando especial atención a defenderte ya que los bandidos y los refugiados podrían empezar a entrar en tu zona.

 

Año 20: Tras dos décadas de aislamiento, consideras enviar una partida de reconocimiento. Al hacerlo te arriesgarás a ser descu­bierto. Si la partida no vuelve para una fecha fijada asumes que se han perdido, quizá incluso hayan divulgado tu localización. Permaneces escondido. No envías una nueva patrulla de reconocimiento y te preparas para la batalla. No enviarás otra partida de búsqueda hasta que pasen al menos cinco años y te preparas para la batalla. Si los exploradores vuelven, lo que hayan encontrado determinará tu siguiente paso.

 

Tus exploradores encontrarán un nuevo mundo en el que prevalece uno de estos tres escenarios:

1. Los zombis aún vagan por la Tierra. Entre los que se conservaron artificialmente y los que se congelaban cada invierno continúan existiendo millones. Aunque pueden ser infrecuentes, uno por cada tres kilómetros cuadrados, siguen siendo el depredador dominante del planeta. Casi toda la humanidad ha desaparecido. Aquellos que han sobrevivido permanecen escondidos.

2. Quedan pocos no muertos. La descomposición y la guerra constante han tenido su efecto. Quizá sólo se encuentra un zombi cada cien o más kilómetros. La humanidad ha


Date: 2015-12-24; view: 713


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