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ARMAS Y TÉCNICAS DE COMBATE 5 page


 

LA FORTALEZA

 

En los brotes de clase 3, las residencias privadas e incluso las estructuras públicas no son suficientes para auxiliar a los huma­nos. Finalmente, las personas que hay dentro sufrirán la degrada­ción final de sus defensas o simplemente agotarán sus provisio­nes. En un brote severo necesitamos una estructura prácticamente impenetrable con todas las instalaciones de una biosfera autosostenible. Lo que se necesita es una fortaleza. Esto no quiere decir que debas buscar una inmediatamente. Los primeros días, incluso semanas, de una infestación de clase 3 vendrán marcados por un caos total, una orgía de violencia histérica que hará arriesgado el viaje. Cuando las cosas se hayan calmado, los humanos de la zona se habrán organizado, los habrán evacuado o los habrán devorado. Sólo entonces deberías empezar a buscar una fortaleza.

 

1. Complejos militares

Cuando buscas una fortaleza, tu prioridad principal deberían ser ­las bases del Ejército de Tierra, la Marina o incluso las Fuerzas Aéreas. Muchas están situadas en áreas poco pobladas y por eso menos infectadas. Casi todas tienen elaboradas vallas de seguridad alrededor de sus perímetros. Algunas tienen posicio­nes defensivas secundarias e incluso de tercer grado. La mayo­ría están equipadas con un refugio antinuclear lleno de reser­vas y completamente funcional, otras con la capacidad de una pequeña ciudad. Como tienen múltiples medios de comunica­ción, sin duda serán las últimas instalaciones en el mundo en perder el contacto con el exterior. Lo que es más importante, sin embargo, no son las fortificaciones físicas, sino los hombres y las mujeres que se encuentran dentro. Como se ha dicho, las personas bien entrenadas, bien armadas, bien disciplinadas son siempre la mejor defensa. Incluso con algunas deserciones, un pequeño grupo entrenado de soldados sería suficiente para mantener el perímetro indefinidamente. Al entrar en una base militar en tiempos de crisis, encontrarías un mundo independiente de especialistas entrenados, probablemente con personas a su cargo (familiares), todos listos para defender su nuevo hogar. El mejor ejemplo fue el Fort Louis Philippe en la zona francesa del norte de África (véase pp. 261-263), donde, en 1893, una unidad de legionarios extranjeros franceses sobrevivió con éxito a un asedio zombi durante el periodo increíble de tres años. Un obvio problema con las bases militares es que sus ventajas las convierten en el centro de atracción de la población durante un brote, lo que crea peligros adicionales como el consumo intenso de las provisiones y la degradación de la seguridad.

 

2. Prisiones

Aunque se diseñaron para retener a los vivos dentro, las instalaciones correccionales pueden también ser más que eficientes para retener a los muertos fuera. Tras unos muros formidables, cada celda, pasillo y sala, es una fortaleza en sí misma.



Por supuesto, los problemas surgen cuando consideramos las prisiones como un refugio. De forma irónica, las penitenciarías modernas son menos defendibles que los anteriores modelos por el modo en que fueron diseñadas. Los muros altos de cemento minado son la marca registrada clásica de las prisiones anteriores a 1965. Su diseño es un producto de la era industrial, cuando exagerar el tamaño se valoraba como un medio de intimidación y respeto. Aunque este aspecto psicológico puede haberse perdido en los muertos, cualquiera que busque refugio no podría reclamar si existe una barrera mejor y más consagrada que las que mantenían a nuestros ancestros a salvo de elementos de la sociedad criminal. En una época de balance y presupuesto moderado, la tecnología disponible ha reemplazado a las construcciones macizas y caras. Las cámaras de seguridad y los sensores de movimiento dejan únicamente una alambrada de espino doble como único impedimento físico para escapar. Esto pararía a una docena de zombis. Cientos de ellos podrían causar algún daño.

Varios miles de ellos, sin embargo, gateando los unos sobre los otros formando un montículo retorcido y cada vez mayor, final­mente podrían alcanzar la altura suficiente para desplomar la primera alambrada, luego la segunda, para a continuación entrar en tropel al complejo. Ante esta avalancha, ¿quién no querría cambiar toda la maquinaria de alta tecnología por un muro de cemento pasado de moda de seis metros de alto?

¿Y qué hay de los reclusos? Considera que dentro de los muros de una prisión se encuentran los miembros más peligro­sos de nuestra sociedad. ¿No sería más prudente enfrentarse a los no muertos? La mayoría de las veces, la respuesta es sí. Cualquiera con sentido común sabe que es más seguro enfren­tarse a diez zombis que a un aguerrido criminal. Sin embargo, en los acontecimientos a gran escala, una infestación a largo plazo, sin duda alguna, los prisioneros serían liberados. Algunos decidirían quedarse y luchar por su seguridad (véase «1960 d. C, Byelgoransk, Unión Soviética, pp. 278-280»), o arriesgarse a los peligros del exterior por la libertad, incluso con la posibili­dad de invadir los campos del alrededor. Ten cuidado cuando te acerques a una prisión. Asegúrate de que los presos no se hacen cargo de ella. Se cauteloso si el liderazgo dentro consiste en una coalición de guardias y prisioneros. En otras palabras, a menos que el centro penitenciario esté abandonado o poblado por civi­les y guardias, siempre debes estar alerta.

Una vez que cruzas las puertas, debes seguir varios pasos importantes para transformar esta instalación correccional en un pueblo autónomo. Lo que sigue es una lista de tareas para la supervivencia que deberías tener en cuenta en una penitencia­ría abandonada.

 

A. Localiza y cataloga todas las provisiones que hay dentro de los muros: armas, comida, herramientas, mantas, medicinas y otros objetos útiles. Las prisiones no estarán altas en una lista de saqueos. Podrías encontrar casi todo lo que necesites.

B. Crea un suministro de agua renovable. Pueden usarse pozos experimentales y una variedad de receptores de lluvia cuando se sequen las tuberías. Antes de que esto ocurra, asegúrate de que todos los contenedores más grandes estén Henos y cubiertos. El agua no sólo será importante para beber y asearse, también será vital para la agricultura.

C. Planta verduras y, si es posible, cultiva cereales como el trigo o el centeno. Una emergencia a largo plazo podría durar estaciones enteras, el tiempo suficiente para recoger y consumir varias cosechas. Probablemente no encontra­rás semillas dentro del complejo, así que cuenta con asaltar las áreas colindantes. Es peligroso, pero necesario, porque la agricultura será el único medio de subsistencia a largo plazo.

D. Aprovecha las fuentes de energía. Cuando se acabe la red de suministros, puede que tengas suficiente combustible para encender los generadores de emergencia durante días, incluso semanas. Las dinamos accionadas mediante fuerza física pueden modificarse fácilmente desde los generado­res existentes. Accionar estas máquinas eliminará también la necesidad de un régimen de ejercicios. Puede que el gene­rador no cree la cantidad de electricidad que tenías mientras estabas conectado a la red de suministros, pero debería apor­tar más que suficiente para un grupo pequeño o mediano.

E. El plan para cuando logren cruzar los muros. ¿Y si de repente las puertas se desploman? ¿Y si una grieta se agrandara en alguna parte del muro? ¿Y si, por alguna razón inesperada, los no muertos desbordaran el complejo? No importa lo resistente que parezca tu perímetro, ten siempre una defensa de apoyo. Elige qué bloque de celdas será tu último recurso. Refuérzalo, ármalo y mantenlo constantemente. Debería ser también tu zona prioritaria para vivir, capaz de albergar a tu grupo hasta que el complejo pudiera ser recuperado o pudiera llevarse a cabo una escapada.

¡Permanece entretenido! Al igual que cuando defiendes una vivienda privada, es esencial mantener una actitud mental positiva. Encuentra al animador nato en tu grupo y motí­valo o motívala para desarrollar una rutina de espectáculos. Motiva noches de talentos y competiciones entre los demás. Música, baile, cuentacuentos, comedia; cualquier cosa que puedan hacer, sin importar lo mal que lo hagan. Parecerá estúpido, incluso ridículo: ¿Quién prepararía un concurso de talentos cuando hay cientos de zombis arañando las puertas? Alguien que sabe lo importante que es mantener la moral alta en tiempos de crisis. Alguien que sabe el daño psicológico que un asedio puede causar. Alguien que sabe que un grupo de personas confundidas, enfadadas y frustra­das puede ser tan peligroso como los cientos de zombis que arañan las puertas.

¡Aprende! Casi todas las cárceles de Estados Unidos tienen su propia biblioteca. Usa tu tiempo libre (que tendrás mucho) para leer cualquier texto útil. Materias como la medicina, la mecánica, la construcción, la horticultura y el psicoanálisis; hay tantas disciplinas esperando ser aprendidas... Haz que cada miembro de tu grupo se especialice en algo. Organiza clases para que se enseñen entre ellos. Nunca sabrás cuando puedes perder a un experto y tener que nombrar a otro que lo sustituya. Lo que aprendas en la biblioteca de la prisión ayudará con cada tarea de esta lista.

 

3. Plataformas petrolíferas

Cuando elegimos una fortaleza principalmente por su seguri­dad, nada en la Tierra puede compararse con estas islas artificiales. Están completamente aisladas de la costa, con espacio para vivir y trabajar muy por encima del nivel del mar, donde ni un zombi hinchado ni flotante podría llegar a subir. Esta razón hace que la seguridad ni se cuestione, por lo que podéis permitiros, tanto tú como tu grupo, concentraros plenamente en la tarea de sobrevivir.

 

Las plataformas en mar abierto también destacan por la auto­nomía, especialmente a corto plazo. Al igual que los barcos, cuentan con instalaciones médicas y dependencias donde vivir. Muchas están equipadas para abastecer todas las necesidades de la tripulación durante al menos seis meses. Todas tienen sus propias destilerías, así que el agua fresca nunca resultará un problema. Como todas están equipadas para extraer tanto petróleo como gas natural, la energía será ilimitada.

Hay comida en abundancia también, porque el océano provee de una dieta nutritiva (y, algunos argumentarían, superior) de pescado, kelp y, si es posible, de mamíferos marinos. A menos que la plataforma esté extremadamente cerca de la orilla, no hay peligro de contaminación industrial. La gente puede, y lo hace, vivir entera e indefinidamente de las riquezas del mar.

Este aislamiento completo, tan atractivo como suena, también presenta su propia gama de dificultades.

Cualquier persona que viva cerca de la playa te dirá que el Mentó salado puede ser mortal. La corrosión será tu enemigo número uno y, a la larga, las medidas preventivas no serán sufi­cientes. Las máquinas esenciales pueden repararse. Las desti­lerías de crudo de acero y las tuberías de cobre funcionan tan bien como las desalinizadoras de alta tecnología. Las dinamos accionadas por el viento o las mareas pueden proveer más de la mitad de la energía de los generadores de combustible fósil. Sin embargo, los equipos electrónicos delicados como los orde­nadores, las radios y los aparatos médicos, serán los primeros en estropearse y los más difíciles de reemplazar. Finalmente, el complejo entero se deteriorará, de una maravilla industrial puntera a un simple y oxidado, aunque útil, armazón.

Al contrario que las prisiones y las bases militares, las plata­formas petrolíferas serán el primer lugar que se abandone. Durante los primeros días de un brote, los trabajadores no duda­rán en solicitar volver con sus familias, dejando la plataforma sin tripulación especializada. Si ninguna persona de tu grupo sabe cómo funciona la maquinaria, aprender podría ser difícil. A diferencia de las prisiones, no hay bibliotecas con manuales de uso en cada estantería. Esto puede requerir una pequeña impro­visación creativa, apañándote con lo que puedas operar en lugar de o hasta que puedas dominar toda la tecnología que se puede encontrar en las más sofisticadas plataformas.

Los accidentes industriales (como explosiones de reservas de petróleo o gas) son suficientemente malos en tierra. En mitad del océano, se han materializado como algunos de los peores desas­tres de la historia. Incluso con todas las instalaciones antiincen­dios y de rescate, de un mundo funcional y activo, tripulaciones enteras murieron cuando las plataformas estallaron en llamas. ¿Qué pasaría si comienza un incendio y no hay nadie a quien pedir ayuda? Esto no quiere decir que las plataformas petrolí­feras sean bombas marinas esperando a estallar; no quiere decir que deberían ser evitadas por todos excepto los más arriesga­dos. Lo que se recomienda, sin embargo, es apagar la perfora dora. Esto te quitará el nuevo petróleo, pero hará maravillas con lu esperanza de vida. Usa el combustible ya almacenado para el generador. Como se ha dicho más arriba, no te dará el mismo nmperaje que el generador principal, pero con la perforadora apagada y las instalaciones industriales cerradas, ¿para qué lo necesitarás?

El océano puede ser una fuente de vida, pero también un asesino despiadado. Las tormentas, golpeando con una feroci­dad raramente vista en tierra, pueden destrozar incluso las plata­formas más firmes. Las grabaciones de noticias de platafor­mas literalmente volcadas en el mar del Norte, hechas escom­bros y hundidas bajo las olas, son suficientes para hacerle a uno pensárselo dos veces antes de alejarse de la costa. Desafortu­nadamente, es un problema que la humanidad no puede resol­ver. No hay nada en este o en otro libro que pueda salvarte de la naturaleza cuando decide borrar este amasijo de acero de su océano.

 

HUYENDO

 

La «Película Lawson», como es llamada ahora comúnmente, de 1965, es una película casera grabada en 8 mm de cinco personas que intentan escapar de la infestación de Lawson, en Montana. Su metraje tembloroso y sin sonido muestra al grupo corriendo hacia el autobús de un colegio, arrancando el motor e intentando sal ir del pueblo conduciendo. Después de dos manzanas, chocaron por accidente con dos coches que estaban estropeados, retrocedieron hacia un edificio, pero terminaron rompiendo el eje trasero. Dos de los miembros del grupo rompieron el parabrisas y lo intenta­ron a pie. El cámara filmó a uno de ellos siendo agarrado y mutilado por seis zombis. El otro corrió para salvar la vida desapa­reciendo a la vuelta de una esquina. Momentos después, siete zombis rodearon el autobús. Afortunadamente, fueron incapaces de volcar el vehículo o romper los cristales de la puerta lateral. Ya que la filmación se interrumpió después de sólo unos pocos minutos, poco se sabe de lo que les sucedió a los supervivientes. Al final, el autobús fue encontrado con la puerta echada abajo. La sangre seca cubría el interior.

 

Durante el transcurso de un brote, puedes encontrar necesario abandonar la zona. Pueden invadir tu fortaleza. Se te pueden acabar las provisiones. Puedes acabar seriamente herido o enfermo, en la necesidad de atención médica profesional. El fuego, los productos químicos o incluso la radiación podrían invadirlo todo rápidamente. Atravesar un área infestada es en general lo más peligroso que puedes hacer. Nunca estarás n salvo, nunca estarás seguro. Siempre expuesto, en territorio hostil, sabrás lo que significa ser una presa.

 

REGLAS GENERALES:

 

1. UN OBJETIVO: Con demasiada frecuencia, la gente que se ha escondido en viviendas fortificadas se sienten tenta­dos por las distracciones de su libertad inicial. La mayoría de esas personas nunca alcanzan la seguridad. No pases a formar parte innecesaria de esas estadísticas. Tu misión es escapar, nada más ni nada menos. No mires los objetos de valor que abandonas. No caces al zombi de turno. No inves­tigues ningún ruido extraño o luces en la distancia. Sólo vete. Cada desvío, cada pausa en la jornada, aumenta las posibilidades de ser encontrado y devorado. Si por alguna casualidad te cruzas con humanos que necesiten ayuda, párate a ayudarlos. (En ciertas ocasiones, la lógica debe dar paso a la humanidad.) De otro modo, ¡no te pares!

 

2. ELIGE UN DESTINO: ¿Hacia dónde te diriges exacta­mente? A menudo, las personas abandonan sus fortificacio­nes para deambular sin rumbo fijo y desesperanzados por una zona abarrotada de gules. Sin un destino fijado en mente, las probabilidades de sobrevivir al viaje son muy pocas. Usa la radio para descubrir el refugio más cercano. Si es posible, intenta comunicarte con el mundo exterior para confirmar que el destino es seguro. Ten siempre un destino alternativo en caso de que invadan el primero. A menos que otros huma­nos estén esperando, y a no ser que se mantenga una comu­nicación constante, puedes encontrarte con una reunión de zombis hambrientos esperándote en la línea de llegada.

 

3. REÚNE INFORMACIÓN Y PLANEA TU VIAJE:

¿Cuántos zombis, aproximadamente, hay entre tú y tu


destino? ¿Dónde están las fronteras naturales? ¿Ha habido accidentes peligrosos como incendios o vertidos químicos? ¿Cuáles son los caminos más seguros a escoger? ¿Cuáles son los más peligrosos? ¿Cuáles se han bloqueado desde que comenzó el brote? ¿Supondrá la meteorología un problema? ¿Hay recursos a lo largo del camino? ¿Estás seguro de que aún están allí? ¿Puedes pensar en alguna información que te gustaría tener antes de emprender el viaje? Obviamente, uno vez que te has escondido en tu fortaleza, reunir información puede ser difícil. Puede resultar imposible saber cuántos zombis hay fuera, si un puente se ha derribado o si todas las embarcaciones del puerto deportivo se han marchado. Asi que conoce tu terreno. Esto, al menos, no cambiará con un brote. Considera dónde estarás cuando acabe el día. Asegúrate, al menos en el mapa, de que es relativamente defendible, con buenos escondites y varias rutas de escape. También has de considerar un equipamiento específico, dependiendo del camino que elijas. ¿Será necesaria una cuerda para escalar? ¿Qué hay de agua extra en caso de no existir una fuente natural?

Una vez calculados todos estos factores, considera la variantes desconocidas y formula planes alternativos en torno a ellas. ¿Qué harás si un incendio o un vertido químico te bloquean el paso? ¿A dónde irás si la amenaza zombi se vuelve mayor de lo previsto? ¿Y si hieren a un miem­bro de tu grupo? Considera todas las posibilidades y haz lo máximo para planearlas. Si alguien te dice: «Eh, vamonos y ya nos las arreglaremos con lo que nos encontremos», ponle una pistola con una bala en la mano y dile que esa sería una forma más fácil de suicidarse.

 

4. PONTE EN FORMA: Si las instrucciones anteriores se han seguido al pie de la letra, tu cuerpo debería estar prepa­rado para un largo viaje. Si no es ese el caso, comienza un régimen cardiovascular estricto. Si no hay tiempo, asegú­rate de que el camino que has elegido está dentro de tus posibilidades físicas.

 

5. EVITA GRUPOS NUMEROSOS: Cuando te defiendes, la ventaja radica en el número. Cuando viajas por territo­rio zombi, lo contrario es lo válido. Los grupos numero­sos aumentan las posibilidades de ser detectados. Incluso con una disciplina estricta, los accidentes ocurren. Los grupos numerosos también retrasan la movilidad, porque los miembros más lentos tienen que luchar para alcanzar el paso de los más rápidos, y viceversa. Por supuesto, viajar solo también conlleva problemas. La seguridad, la vigilan­cia y, naturalmente, dormir se vuelven más complicados si alguien intenta hacerlo solo. Para la ejecución ideal, haz que tu equipo sea de tres personas. De cuatro a diez aún puede ser aceptable. Cualquier cosa por encima de eso es buscar problemas. Tres miembros permiten una protección mutua en el combate cuerpo a cuerpo, la dispersión en las guar­dias durante la noche y la habilidad para que dos miembros carguen durante periodos cortos de tiempo con un tercero que ha sido herido.

 

6. ENTRENA A TU GRUPO: Apunta las habilidades de los miembros de tu equipo y úsalas como corresponde. ¿Quién puede cargar con más cosas? ¿Quién es el que corre más rápido? ¿Quién es el más silencioso en el combate cuerpo a cuerpo? Elige trabajos individuales tanto para el combate como para la supervivencia diarios. Cuando tu equipo comienza la marcha, cada uno debería saber qué se espera de él o ella. El trabajo conjunto también debería ser una prioridad. Practica técnicas de supervivencia simuladas así como también instrucciones de combate. Por ejemplo, calcula cuánto tiempo tardaríais en empaquetar todo vues­tro equipo y salir durante un ataque de zombis repentino. Obviamente, el tiempo puede ser crítico en tu salida. En una situación ideal, tu grupo debería desplazarse como si fuera un individuo, actuar como si fuera un individuo y matar como si fuera un individuo.

 

7. PERMANECE EN MOVIMIENTO: Una vez descu­bierto, los zombis se dirigirán hacia ti desde todas direc­ciones. La movilidad, y no la capacidad de disparo, es üi mejor defensa. Prepárate para correr en cuanto los perci­bas. Nunca empaquetes más cosas de las que puedas llevar mientras corres. Nunca desempaquetes todo tu equipo de una vez. ¡Nunca te quites los zapatos a menos que la segu­ridad inmediata sea un hecho! Encuentra tu propio ritmo. Realiza carreras a gran velocidad sólo cuando sea necesario, ya que desperdician grandes cantidades de preciosa ener­gía. Realiza pausas frecuentes y cortas. No te permitas estar demasiado cómodo. Recuerda estirar en cada pausa. Nunca corras riesgos innecesarios. Saltar, escalar y cualquier acti­vidad que pueda causarte lesiones debería evitarse en 1 posible. En un territorio infestado de gules, lo último que necesitas es torcerte el tobillo.

 

8.PERMANECE INVISIBLE: Aparte de la velocidad, tu siguiente aliado más próximo será el sigilo. Al igual que un ratón intentando arrastrarse a través de un nido de serpientes, debes hacer todo lo posible por evitar la detección. Apaga cualquier radio portátil o equipo electrónico. Si llevas un reloj digital, asegúrate de que la alarma está desactivada. Ata bien tu equipo, asegurándote de que no hay nada que haga ruido mientras caminas. Si es posible, ten siempre la cantimplora llena (para así evitar el ruido del chapoteo cuando te desplaces). Si vas en grupo, evita hablar. Susurra o usa señales visuales para comunicarte. Permanece en áreas con buenos escondites. Viaja en campo abierto sólo cuando sea necesario. Por la noche, evita encender fuegos, linternas o cualquier otra fuente de luz. Esto restringirá tu movilidad a las horas del día y tu dieta a raciones frías, pero estos sacrificios deben hacerse.
Los estudios han demostrado que los zombis con ojos intactos pueden divisar la brasa de un cigarrillo encendido a más de medio kilómetro de distancia. (Lo que no se sabe es si esto les hace investigar, pero ¿para qué arriesgarse?)

Pelea sólo cuando tengas que hacerlo. Retrasarse a causa de la batalla servirá únicamente para atraer a más zombis. Se sabe de personas que mataron a un zombi sólo para acabar encontrándose rodeadas por docenas más. Si el combate resulta inevitable, usa armas de fuego sólo en las circuns­tancias más desesperadas. Disparar no es diferente a lanzar una bengala. Al encenderla atraerás a los zombis que haya a kilómetros a la redonda. A menos que tengas vías de escape fiables y muy rápidas, o a menos que tu arma de fuego esté silenciada, usa un arma de mano secundaria. Si no es el caso, planea una vía de escape que puedas tomar en cuanto hayas abierto fuego.

 

9. MIRA Y ESCUCHA: Aparte de permanecer escondido, debes intentar avistar amenazas potenciales. Vigila cada movimiento. No ignores las sombras o las figuras humanoides en la distancia. Durante los descansos y mientras estés en marcha, párate a escuchar a tu alrededor. ¿Oyes pasos o chirridos? ¿Están los zombis gimiendo, o es sólo el viento? Por supuesto, es fácil volverse paranoico y creer que hay zombis al cruzar cada esquina. ¿Es eso malo? En este caso, no. Una cosa es creer que todo el mundo te persigue y otra muy diferente cuando te persiguen de verdad.

 

10. ¡DUERME!: Tú o tu grupo estáis solos, intentando perma­necer en silencio, intentando estar alerta. Los zombis podrían estar en cualquier parte, escondidos, cazando. Podrían aparecer docenas en cualquier momento y la ayuda se encuentra a muchos kilómetros. ¿Cómo demonios se supone que vas a dormir? Parece de locos, imposible, pero es vital si quieres resistir con vida este calvario. Si no descansas, los músculos se deterioran, los sentidos se debili­tan y cada hora que pasa reduce tus habilidades para actuar. Muchos humanos inconscientes creyeron que su cuerpo podría aguantar el duro viaje a base de cafeína y muchas ganas, y se dieron cuenta demasiado tarde de las consecuen­cias de su estupidez. Una ventaja de viajar durante el día es que, te guste o no, no vas a dirigirte a ninguna parte durante al menos unas horas. En lugar de maldecir la oscuridad, úsala. Viajar en pequeños grupos, al contrario de si vas solo, permite dormir más seguro porque los diferentes miembros del grupo pueden hacer turnos para vigilar. Por supuesto, no resulta fácil dormirse ni cuando hay alguien que vigila mientras tú no lo haces. Resiste la tentación de usar somní­feros. Sus efectos podrían inhabilitarte para reaccionar si los zombis atacan durante la noche. Aparte de la meditación y otros ejercicios mentales, no hay una solución rápida para dormirse en mitad de una infestación.

 

11. ABSTENTE DE REALIZAR SEÑALES EXPLÍCI­TAS: La primera visión de un avión podría causar que intentases atraer la atención del piloto disparando tu arma, encendiendo una bengala o una hoguera, o por algún otro medio dramático. Esto podría atraer la atención del piloto, que podría contactar por radio con un helicóptero o con un equipo de salvamento de a pie para que se dirigiera a tu posición. Aunque esta acción también podría atraer a los zombis que se encontraran cerca. A menos que el helicóp­tero se encuentre a unos minutos de distancia, los zombis le alcanzarían primero, sin lugar a dudas. A no ser que el aparato de vuelo que veas tenga la capacidad para aterri­zar en ese mismo momento donde te encuentras, no intentes mandarles señales si no es con una radio o con un espejo. Si estos no están disponibles, sigue avanzando.


Date: 2015-12-24; view: 735


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