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ARMAS Y TÉCNICAS DE COMBATE 2 page

 

 

1. La ametralladora

Durante la Primera Guerra Mundial, este invento revolucionó el conflicto humano. Su mecanismo permite la descarga de una tormenta de plomo en segundos. Esta táctica puede ser incal­culable en el campo de batalla contra los humanos, pero es un desperdicio contra los muertos vivientes. Recuerda, lo que buscas es un tiro en la cabeza: una bala, colocada con preci­sión. Como la ametralladora fue diseñada para el fuego masivo, necesitaría cientos, incluso miles, de cartuchos para un único tiro fortuito letal. Incluso apuntar con la ametralladora como si se tratara de un rifle (una táctica usada por las fuerzas espe­ciales de EEUU) es un propósito perdido. ¿Por qué disparar a un zombi una certera ráfaga de cinco balas, cuando un único uro certero de un rifle produce el mismo resultado? Durante los años 70, una corriente de opinión era partidaria de la «teoría de la guadaña»: si una ametralladora se coloca al nivel del cuello de una fila de zombis amontonados, podría acribillarlos con una ráfaga larga. Este argumento ha sido desbancado: los gules, como los humanos que solían ser, no tienen la misma altura. Aunque algunos sean destruidos, al menos la mitad sobrevivi­ría cerca de tu posición. ¿Pero qué pasa con el inmenso daño que causan al cuerpo estas armas? ¿No tiene una ametralladora la fuerza suficiente para partir un cuerpo en dos y hacer inne­cesario el tiro en la cabeza? Sí y no. El cartucho estándar de 5,56 milímetros que usó el ejército estadounidense para la SAW (arma automática de escuadrón) posee la habilidad de partir en dos la columna vertebral de un humano, seccionar extremidades y, sí, cortar la figura de un zombi en dos. Esto, sin embargo, no quiere decir que un tiro en la cabeza no sea necesario. Primero, la probabilidad de desmembrar a un zombi es baja y, por consi­guiente, requiere grandes cantidades de munición. Segundo, a menos que el cerebro se destruya, el zombi continúa vivo (muti­lado, sí, quizá incluso inmóvil, pero vivo al fin y al cabo). ¿Para qué ponerte en la absurda necesidad de tener que acabar con un montón de partes del cuerpo que se retuercen a tu alrededor y que son potencialmente peligrosas?

 

2. El subfusil

El problema que presenta este arma es similar al que presenta la ametralladora: expender munición contra despachar muertos vivientes. Sin embargo, cuando luchamos en lugares estrechos, resulta útil su uso. El cañón corto hace que sea más fácil sujetarlo que un rifle y la culata plegable le da más apoyo que una pistola. Asegúrate de ponerla siempre en modo semiautomático. Como venimos discutiendo, el modo automático supone simple­mente desperdiciar munición. Asegúrate también de apuntar desde el hombro. Disparar desde la cadera sólo producirá un ruido estridente y fallar el objetivo. Una de las desventajas es la escasa precisión a largo alcance. Como el subfusil se diseñó para el combate cuerpo a cuerpo, tendrás que acercarte mucho más al zombi de lo que lo harías si llevaras un rifle o un arma de asalto. Esto, por lo general, no supondría un problema, excepto que el subfusil, como todas las armas automáticas y semiautomáticas, conlleva la posibilidad de que se atasquen mientras se usan. A corto alcance, estarías corriendo un riesgo innecesario. Es la única razón por la que habría que descontar el subfusil como arma principal.



 

3. El rifle de asalto

Esta arma se inventó en un principio para tender un puente entre el rifle y el subfusil, ofreciendo tanto alcance como disparo rápido. ¿No hacen estos rasgos que sea el arma ideal para luchar contra los no muertos? En realidad no. Aunque se necesita el alcance y la precisión, tal y como hemos visto, la rapidez al disparar, no. Aunque un rifle de asalto se puede configurar en modo semiautomático, como los subfusiles, la tentación de usar el modo automático aún existe, al igual que con el subfusil. Cuando luchas por tu vida, podría simplemente ser muy fácil darle al interruptor del rocanrol, sin importar cuánto derroche suponga y lo inútil que sea. Si eliges un rifle de asalto como arma principal, acuérdate de las cuestiones básicas que aplica­mos a todas las armas de fuego: ¿Cuál es su alcance? ¿Cuál es su precisión? ¿La munición apropiada se puede conseguir con facilidad? ¿Cómo de fácil resulta limpiarla y mantenerla? Para responder algunas de estas preguntas, es mejor exami­nar dos ejemplos extremos. El M16A1 del ejército de EEUU es considerado por muchos el peor rifle de asalto jamás inventado. Su mecanismo extremadamente complicado es difícil de limpiar y tiende a atascarse. Ajustar la mira, algo que ha de hacerse siempre que un objetivo se ponga a nuestro alcance, requiere el uso de un clavo, un bolígrafo y objetos por el estilo. ¿Qué pasa si no tienes uno o lo pierdes mientras varias decenas de zombis arrastran los pies acercándose sin parar a ti? La delicada culata de plástico del M16A1 hace imposible el uso como bayoneta, y si intentas darle este uso, puede que te estés arriesgando a destrozar el cañón y el resorte de la culata. Es un defecto muy grave. Si te estuvieras enfrentando a muchos gules y tu Al se atascara, serías incapaz de usarlo como una desesperada arma de combate cuerpo a cuerpo. En los años 60, el MI6 (original­mente el AR-15) fue diseñado para la seguridad de la base de las Fuerzas Aéreas. Por razones políticas usuales del complejo militar e industrial (compras mi arma, consigues mi voto y mi contribución en la campaña), fue acogida por el ejército de los EEUU como la principal arma de infantería. En sus comien­zos, los resultados en la batalla fueron tan pobres que, durante la guerra de Vietnam, las guerrillas comunistas se negaban a quitárselas a los estadounidenses muertos. El nuevo M16A2, aunque de algún modo se ha mejorado, se sigue considerando como un arma de segunda clase. Si tienes la oportunidad, emula al Vietcong e ignora totalmente el MI6. En el lado contrario de la escala, el AK-47 se considera el mejor rifle de asalto que jamás haya existido. A pesar de que es más pesado que el MI6 (4 kilos y medio frente a 3 kilos) y que posee un retroceso considerablemente más fuerte, esta arma es famosa por su resistente eficiencia y construcción robusta. El mecanismo de disparo ancho y espacioso impide que se atas­que debido a la suciedad o a la arena. En el combate cuerpo a cuerpo, puedes tanto traspasar la cuenca del ojo de un zombi con la bayoneta del arma como usar la culata de madera sólida y cubierta de acero para aplastar el cráneo de un zombi. Si la imitación es la forma más sincera de halago, entonces varias naciones han elegido halagar el AK con copias directas (el tipo 56 de China) o diseños modificados (el israelí Galil). De nuevo, aunque el riñe de asalto no es el ideal para defenderte de los muertos vivientes, un miembro de la familia del AK-47 será tu mejor apuesta.

 

4. El rifle de cerrojo y el de palanca

Productos de mediados del siglo XIX, estas armas se consideran, en ocasiones, obsoletas. ¿Por qué razón usar un rifle de caza cuando puedes agenciarte un subfusil? Esta arrogancia, infun­dada, tiene sus bases en el tecnochovinismo y la ausencia de la experiencia práctica. Un rifle de cerrojo o de palanca, bien lubricado y utilizado por expertos, ofrece una defensa contra los muertos vivientes que es igual de buena, o incluso mejor, que cualquier artilugio militar de última generación. La capacidad para un solo disparo de un rifle semiautomático obliga al usuario a hacer que cada bala cuente, aumentando las posibilidades de acertar. Esta característica también elimina incluso la posi­bilidad de rocanroíear, guardando, por consiguiente, munición tanto si el usuario lo pretende como si no. Una tercera razón es la relativa facilidad para limpiar y manejar el rifle, algo que no debe pasarse por alto. Los rifles de caza están diseñados para el mercado en general. Los fabricantes saben que si son demasiado complejos, las ventas caerán en picado. Una cuarta y última razón es la disponibilidad de munición. Como hay más tien­das de armas civiles que armerías militares en Estados Unidos (un patrón no compartido en el resto del mundo), será más fácil obtener munición para un rifle de caza que para un arma de asalto o un subfusil. Esto será decisivo en alguno de los escenarios registrados en la parte final de este manual. Cuando elijas un rifle de cerrojo o de palanca, si es posible, trata de encontrar la versión militar más antigua. Eso no quiere decir que los modelos civiles sean armas inferiores (todo lo contrario) pero casi todos los rifles de cerrojo fueron diseñados para el combate cuerpo a cuerpo. Asegúrate de que te tomas el tiempo para estudiar el uso de un rifle con este propósito. Sujetarlo como si fuera un garrote podría destruir cualquier arma, militar o civil. Hay manuales disponibles que explican cómo usar un rifle como una maza. Incluso las películas de guerras pasadas pueden demostrar lo mortífera que estas armas son sin disparar un solo tiro. Algunos ejemplos de rifles militares de cerrojo son el Springfield 1903 estadounidense, el Lee Enfield británico y el Mauser Kar 98k alemán. Muchos de estos existen todavía, algunos en buen funcionamiento. Pero antes de elegir, asegúrate de que la munición apropiada está disponible. Poseer un rifle de cerrojo militar impresionante no es aconsejable si los únicos cartuchos disponibles son los de los modelos civiles.

 

5. El rifle semiautomático

Desde su aparición, este arma ha mostrado ser un asesino de zombis superior. Dada la posibilidad de gastar munición (cada vez que se aprieta el gatillo se gasta un cartucho), se requiere una buena cantidad de disciplina. Sin embargo, al ocuparse de varios objetivos, esta opción puede llegar a ser una bendición. En un caso real, una mujer que estaba atrapada mató a quince zombis ¡en doce segundos! (Véase «1947 d. C, Jarvie, Columbia británica», pp. 275-276). Esta historia ilustra el potencial del rifle semiautomático. Para el combate cuerpo a cuerpo o para personas que están en movimiento, la carabina semiautomática sirve para la misma función que el modelo más grande. Aunque tiene la mitad de alcance, la carabina tiende a ser más ligera y más fácil de llevar y necesita munición más pequeña. Cual­quier tipo te servirá, dependiendo de la situación. Al elegir un arma semiautomática, el MI Garand y la carabina MI de la Segunda Guerra Mundial son, en muchos sentidos, superiores a las armas contemporáneas. Puede parecer sorprendente, pero estas armas militares antiguas fueron diseñadas para sobrevivir

 

a los conflictos más importantes de la historia. No sólo desempeñaron su función admirablemente, sino que el Garand conti­nuó siendo el rifle principal del ejército de los EEUU durante el conflicto de Corea, y la carabina se usó durante los prime­ros años en Vietnam. Otra ventaja del MI Garand es su papel secundario como arma de combate cuerpo a cuerpo (durante la Segunda Guerra Mundial, el uso de la bayoneta se consideraba aún una parte vital del combate). Aunque ya no se fabrican, muchos Garand siguen en el mercado con bastante munición disponible. La carabina MI, aunque pueda sorprender, aún se ligue fabricando. El peso ligero y la boca de fuego corta se ajustan a la perfección a un combate de interior o para largos viajes a pie. Otros modelos más modernos incluyen el Ruger Mini-30, el Ruger Mini-14 y el tipo 56 chino (una copia de la carabina SKS soviética, que no debe confundirse con el rifle de asalto del mismo nombre). Si puede mantenerse la disciplina, no encontraras un arma mejor que el rifle semiautomático.

 

6. La escopeta

A corto alcance contra atacantes humanos, esta arma reina sobre todas las demás. Contra los muertos vivientes, esto no es del todo cierto. Una buena escopeta del calibre 12 puede hacer volar por los aires la cabeza de un zombi. Sin embargo, cuanto mayor es la distancia, mayor es la dispersión del disparo v menor la posibilidad de perforar un cráneo. Una bala sólida podría tener el mismo efecto que un rifle, incluso a largo alcance (si el cañón es lo suficientemente largo), pero, en ese caso, ¿por qué no usar simplemente un rifle? Lo que las escopetas poseen es poder de detención. Un disparo de dispersión funciona como un muro sólido, mientras que el proyectil de un rifle podría pasar de largo o fallar el objetivo por completo. Si estás arrinco­nado o vas corriendo, y necesitas tiempo para escapar, un buen disparo de escopeta puede desparramar varios zombis. El incon­veniente de una escopeta es que los cartuchos del calibre 12 abultan mucho y además resultan pesados cuando viajas y dejan menos sitio para otros artilugios. Esto debe tenerse en cuenta si se va a realizar un viaje largo.

 

7. La pistola

Los estadounidenses tienen una relación especial con los revól­veres. Parece que salen en cada película, cada serie de televi­sión, cada novela popular, cada tebeo. Nuestros héroes siempre los llevan, desde el representante de la ley en el Lejano Oeste, hasta el valiente poli de ciudad. Los gángsteres dan el golpe con ellos; los liberales y los conservadores se pelean por ellos. Los padres protegen a sus hijos de ellos y las fábricas consiguen fortunas incalculables gracias a ellos. Posiblemente, más que los coches, la pistola es sinónimo de Estados Unidos. ¿Pero resulta útil este icono cultural contra una horda de recién emer­gidos comedores de carne? En realidad, no mucho. Al contrario que nuestros héroes en la ficción, la persona promedio encon­traría dificultades para disparar a cualquier cosa, y más si habla­mos de algo tan pequeño y móvil como la cabeza de un zombi. Las posibilidades de que aciertes al disparar a un zombi están un paso por debajo de intentar negociar con tu atacante, además de la tensión emocional que provoca combatir contra un no muerto.

 

Estudios han demostrado que el 73 % de las heridas producidas por malgastar munición (por ejemplo, las que se le hacen a un zombi sin matarlo) provienen de algún tipo de revólver. La visión láser incrementa un fortuito tiro certero pero no sirve para calmar una muñeca temblorosa. Los revólveres son prácticos en las circunstancias extremas. Si un zombi te agarra, una pistola puede ser un salvavidas. Presionar la boca de fuego contra la sien de un no muerto y apretar el gatillo no requiere habilidad y asegura una muerte definitiva. El hecho de que las pistolas sean pequeñas, ligeras y fáciles de llevar las hacen atractivas como arma secundaria para cualquier escenario. Si tu arma prin­cipal es una carabina, esto añade la posibilidad de compartir la munición y una carga más ligera. Por estas razones, deberíamos llevar siempre una pistola cuando nos enfrentemos a zombis, pero sólo como reserva. Nunca olvides que muchos cadáveres desmembrados y medio devorados se han encontrado con este arma maravillosa aún aferrada a sus frías y muertas manos.

 

8. Armas de percusión anular del calibre 22

Las balas de estas armas (rifles o pistolas), tienen un ancho de unos pocos milímetros y un largo de dos centímetros y medio. En circunstancias normales es habitual usarlas en la práctica, la competición y la caza menor. En un ataque de no muertos, sin embargo, la diminuta percu­sión anular del calibre 22 se mantiene dignamente al mismo nivel que la de sus primos más potentes. Al necesitar balas tan peque­ñas, puedes llevar el triple de munición. Esto hace que el arma sea más ligera y suponga una bendición en los viajes largos y prolon­gados por territorios infestados de gules. También resulta fácil confeccionar la munición y hay muchas existencias por todo el país. Ninguna tienda que venda este tipo de munición tiene en stock percusión anular del 22. Sin embargo, el uso de este cali­bre presenta dos desventajas. La bala pequeña no posee ningún poder de detención. Hay gente (incluyendo al ex presidente Ronald Reagan) a quien han disparado con este calibre 22 y tarda­ron tiempo en darse cuenta de ello. Un gul que reciba un disparo en el pecho no ralentizará su paso, y mucho menos se parará, por este proyectil insignificante. Otro problema es la imposibilidad de penetrar un cráneo a largo alcance. Con un calibre 22, debe­rías situarte demasiado cerca para que resultara cómodo, un hecho que podría incrementar el estrés y disminuir las posibilidades de conseguir una muerte. Por el mismo motivo, la falta de poten­cia de una bala disparada por un arma del calibre 22 se considera una bendición camuflada. Aunque no posee la fuerza para atra­vesar la zona posterior del cráneo de un zombi, las balas del 22 pueden rebotar dentro del cerebro, causando tanto daño como el que haría un arma del calibre 45. De modo que cuando haga falta armarse contra ¡a inminente amenaza zombi, no descartes esta ágil y eficiente arma de fuego de condición pequeña y parecida a un juguete.

 

9. Accesorios

Los silenciadores, si están disponibles, pueden ser un acceso­rio vital para las armas de fuego. Su habilidad para amortiguar el ruido elimina la necesidad de un arco o una honda, o cual­quier otro arma que no sea balística (esencial si estás en movi­miento).

Un visor telescópico puede aumentar la puntería de forma increíble, especialmente en los ataques de francotiradores de largo alcance. Los visores láser, en principio, son tu mejor puesta. Después de todo, ¿es muy difícil colocar un punto rojo en la frente de un gul? La desventaja es la duración de la batería. Pasa lo mismo con las lentes de visión nocturna. A pesar de pe permiten más precisión y disparar a largo alcance contra zombis después del anochecer, se convierten en meros tubos negros inútiles cuando se les acaba la batería. El cristal convencional y las lentes de metal son los accesorios más recomenda­bles. Pueden no ser elaborados, y puede faltarles el caché de los aparatos electrónicos, pero estos instrumentos básicos nunca te fallarán.

 

ALCANCE FRENTE A PRECISIÓN

Diferentes estudios demuestran que, dado el trauma de la batalla, cuanto más cerca está un humano de un zombi, dispara con mayor agresividad. Cuando practiques con tu(s) arma(s) de fuego, establece un alcance máximo para entre­nar tu precisión. Practica con objetivos en movimiento y las condiciones ideales (sin estrés). Una vez que el alcance esté fijado, redúcelo a la mitad. Esta será tu zona de matanza efectiva durante un ataque real. Asegúrate de que los no muertos no se acercan más que hasta esa zona, porque se reducirá tu precisión. Si te unes a un grupo, asegúrate de matar primero a los que entren en la zona antes que a los otros. No ignores este consejo sea cual sea tu experiencia previa. Los agentes de policía de a pie, veteranos condeco­rados por el combate, incluso contra asesinos de «sangre fría», han terminado siendo devorados porque creían en sus «nervios» y no en su entrenamiento.

 

EXPLOSIVOS

 

Pregunta: ¿Qué podría ser mejor que arrojar una granada de mano a un grupo de zombis que se están acercando? Respuesta: Casi nada. Los explosivos antipersona matan principalmente por metralla, lanzando esquirlas de metal a través de los órga­nos vitales. Ya que esto no afecta a los zombis y la posibilidad de que la metralla penetre el cráneo es muy pequeña, las grana­das, las bombas y otro tipo de explosivos resultan no ser armas eficientes.

De todos modos, estos dispositivos no deberían descartarse por completo. Para hacer estallar puertas, crear barrica­das al instante o incluso dispersar a un montón de zombis, nada funciona mejor que un recipiente de pólvora.

 

 

FUEGO

 

Los muertos vivientes no temen el fuego. Mover una llama de fuego ante la cara de un gul no conseguirá que ande más despa­cio ni le impedirá avanzar. Los zombis que han cogido fuego no lo notan ni reaccionan a las llamas que los envuelven de ninguna forma. ¡Demasiados humanos se han encontrado con la trage­dia por no comprender que el fuego no disuade a los zombis!

Como arma, sin embargo, el fuego sigue siendo el mayor aliado de la humanidad. La completa incineración es el mejor modo de destruir a un zombi para siempre. Quemarlos no sólo elimina el cuerpo, sino también cualquier rastro de Solanum.

Sin embargo, no creas que un lanzallamas o varios cócteles molotov son la solución a todos tus problemas. En el combate real, el fuego puede resultar ser tan mortalmente una amenaza como es un protector.

La carne (humana, de un no muerto, o cualquier otra) tarda mucho tiempo en quemarse. En los minutos u horas antes de que un zombi en llamas fallezca, se convierte en una antorcha andante, o para ser más precisos, renqueante. Se han registrado varios casos en los que gules en llamas han causado más daños, incluso provocado más muertes, que sólo con sus uñas y dientes.

El fuego no es fiel. Considera la naturaleza combustible de tus alrededores, la posibilidad de inhalación de humo, la posibi­lidad de que las llamaradas actúen como un faro para los otros zombis, etc. Todos estos factores deben ser considerados antes de que un arma tan potente e impredecible se desate.

Por este motivo, el fuego se considera principalmente un arma de ataque o de escape y pocas veces se usa en la defensa estática.

CÓCTEL MOLOTOV

Este término se aplica a cualquier recipiente lleno de líquido inflamable con una mecha casera. Es una forma barata y efectiva de matar a múltiples zombis de una vez. Si la situación lo permite: por ejemplo, huyes de una horda de zombis que se aproximan hacia ti; despeja una estructura a prueba de fuegos o destruye una construcción inflamable con muchos zombis atra­pados dentro. Sobre todo, consiste en bombardear gules hasta que no quede más que ceniza.

Rociar

El acto de rociar consiste, simplemente, en llenar un cubo de líquido inflamable (gasolina, queroseno, etc.), vaciarlo sobre uno o varios zombis, encender una cerilla y echar a correr. Si hay sitio para escapar y no hay peligro de dañarse con los residuos del fuego, el único inconveniente que acarrea este método es la proximidad que requiere empapar por completo al enemigo.

El soplete

El soplete común, que consiste en un tanque de propano unido a una boquilla, no tiene ni la fuerza ni el suministro de combus­tible suficiente para quemar el cráneo de un zombi. Pero puede servir para iniciar un fuego de manera fácil si los no muertos en cuestión ya están empapados en líquido inflamable.

 


El lanzallamas

Este artilugio, quizá más que cualquier otro, es visto por la gente como el eliminador de zombis definitivo. Una corriente de llamas, de sesenta metros de largo, compuesta de gasolina gelatinosa, puede convertir una multi­tud de zombis en una gimiente pira funeraria. ¿Por qué no adquirir uno entonces? ¿Por qué no renunciar al resto de armas por este dragón que escupe fuego hecho por el hombre? Las respuestas son tan realistas como numerosas. El lanzallamas fue desarrollado espe­cíficamente como arma militar y ya no se utiliza en el ejército de los EEUU y el Cuerpo de Marines. Sería complicado encon­trar algún modelo, y más uno que funcionara como es debido. Adquirir el combustible es incluso más difícil que el lanzalla­mas. Pero asumiendo que puedas encontrar los dos, debes tener en cuenta su uso práctico. ¿Para qué acarrear con treinta y dos kilos de equipo sobre la espalda cuando sólo un puñado de gules anda suelto? El peso de un lanzallamas lo convierte en un incor­dio si estás en movimiento. A menos que estés en un puesto fijo o tengas acceso a un transporte motorizado, la extenuación total será tan peligrosa como la amenaza de los muertos andan­tes. El sentido común sugeriría que el lugar de un lanzallamas en el campo de batalla es contra cantidades aplastantes, enjam­bres de no muertos que se cuentan por cientos si no miles. Si hordas como esta existieran, Dios no lo quiera, cabe la posi­bilidad de que se enfrentaran a una fuerza de gobierno mucho mayor y mejor equipada que un simple ciudadano y su digno de confianza (y no olvidemos que ilegal) lanzallamas.


 

OTRAS ARMAS

 

La imaginación y la improvisación son dos bienes incalculables en los conflictos con los muertos vivientes. De todas formas, siéntete libre para considerar todos los materiales que te rodean para una reserva de armas potenciales. Pero recuerda siempre la fisiología de un zombi y lo que es presumible que tu artilugio casero logre.

 

1. Ácido

Aparte del fuego, el ácido sulfúrico es la mejor forma de destruir un zombi por completo. Cómo utilizarlo es otro asunto. Si de alguna manera tienes los medios para adquirir o producir grandes cantidades de ácido sulfú­rico, úsalo con el mismo respeto con que tratarías un arma incendiaria. La sustancia en sí es igual de peligrosa para ti como para los no muertos. El tiempo que necesita para disolver la carne y los huesos de los zombis es considerable. El ácido debería usarse más para deshacerse de los cuerpos una vez finalizado el encuentro que para el combate.

 

2. Veneno

Aunque existen cientos o miles de compuestos letales en este mundo, es imposible discutir sobre todos ellos. En lugar de eso, revisaremos algunas reglas básicas que controlan la estructura física y fisiológica de los no muertos. Los zombis son inmu­nes a todo tipo de tranquilizantes e irritantes como el spray de pimienta o el gas lacrimógeno. Cualquier compuesto diseñado para paralizar las funciones corporales tampoco obtendrá ningún resultado, ya que los no muertos no requieren más esas funcio­nes. Los zombis no sufren ataques al corazón, parálisis nervio­sas, ahogo o cualquier otro efecto letal que cause un veneno.

3, Armamento biológico

No resultaría poético destruir a seres Infectados con un virus con otro virus? Desafortunadamente, no es una opción. Los virus sólo atacan a las células vivas. No tienen efecto en los muertos. Pasa lo mismo con todo tipo de bacterias. En varios ensayos en laboratorio se ha culti­vado y diseminado fascitis necrotizante (enfermedad producida una bacteria que se come la carne) entre zombis capturados. Ninguno se probó con éxito. Los experimentos que se realizan actualmente consisten en cultivar una nueva clase de bacteria que se alimenta únicamente de carne muerta. Muchos exper­tos son escépticos ante este éxito. Hay pruebas para determi­nar cuáles de los muchos microorganismos que normalmente están involucrados en la descomposición continúan consu­miendo la carne a pesar de su naturaleza infecciosa. Si los microbios pueden aislarse, reproducirse y repartirse de forma que no dañen a quien los use, podría tratarse del primer arma de destrucción masiva de la humanidad en la batalla contra los muertos vivientes.


Date: 2015-12-24; view: 726


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