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Mujeres veterinarias en tiempos de la República

Pacto de lealtad también es un homenaje a ellas.

He fabulado la presencia de Zoe entre un grupo de valerosas mujeres que a principio de los años treinta, y gracias a una modificación del plan de estudios, pudieron abrazar una profesión reservada al varón hasta entonces. Y lo hicieron con una garra, ilusión e inteligencia notables. He seguido la trayectoria individual de cada una de ellas, y sé que muchas no lograron terminar sus estudios por culpa de la Guerra Civil. Pero otras lo consiguieron, iniciando su ejercicio profesional en una España que, a pesar de los avances legislativos en favor de la mujer, no terminaba de aceptarla en el trabajo, y menos entre animales. Algunos de sus nombres aparecen en esta novela, junto al de un auténtico preboste de la profesión: don Félix Gordón Ordás, que murió exiliado en México sin haber podido volver a pisar su amada tierra leonesa. Además de ser una de las personalidades que más han prestigiado la profesión veterinaria, en su caso rescatándola de anticuados procederes, fue un gran político, orador, conferenciante, ministro, embajador y presidente del Consejo de Ministros de la República en el exilio. Y además buena persona.

En uno de los capítulos de la novela he introducido una alocución radiofónica real, pero no en su integridad para no cansar al lector. Si lo hice fue para visualizar una realidad social que hoy casi nos hace reír, pero que constituyó el marco que a ellas les tocó vivir.

Durante la Guerra Civil muchos estudiantes de Veterinaria fueron de inmediato alistados en ambos ejércitos para atender a la importante cabaña mular y equina, como también para asegurar la higiene y salubridad de los alimentos de la tropa y la organización de los centros de producción intensiva de carne, donde se cebaban los cerdos o terneros con ese fin.

Lo he dicho en anteriores novelas, pero renuevo con esta mi gratitud a la maravillosa profesión que tengo, un oficio que tanto en horas bajas como en altas nunca ha dejado de demostrar un enorme espíritu de entrega y profesionalidad.

Vivo con orgullo ser veterinario.

AGRADECIMIENTOS

 

Esta novela ha disfrutado de la ayuda de muchos compañeros de profesión que han contribuido en diferente medida a enriquecerla, y no quiero olvidar a ninguno. Entre todos, quien me facilitó la ambientación de la antigua escuela de Veterinaria de Madrid, ubicada en la calle Embajadores, los planes de estudio de aquellos años y la realidad veterinaria en tiempos de la Segunda República fue mi estimado amigo Joaquín Sánchez de Lollano, a quien vuelvo a agradecerle su permanente y desinteresada contribución. La prestigiosa catedrática de Medicina y Cirugía Animal, doña María Castaño Rosado, a la que disfruté como profesora de Anatomía Patológica, me aportó una ingente documentación, incluso de índole privada, sobre las primeras mujeres veterinarias en España, con alguna de las cuales supe que la unió una gran amistad. Sus investigaciones sobre la aparición de la mujer en el campo de la veterinaria son, además de rigurosas, una fuente de datos y anécdotas que me han ayudado a construir las circunstancias de su gesta.



Para profundizar en la personalidad de don Félix Gordón Ordás conté con la inestimable ayuda del presidente de la Asociación Nacional de Historia de la Veterinaria, el doctor veterinario y responsable de salud pública del Ayuntamiento de San Sebastián, don José Manuel Etxaniz, uno de los mayores expertos en la vida y obra del insigne colega Gordón Ordás.

Agradezco el soporte técnico que me brindó el actual catedrático de Genética de la Facultad de Veterinaria de Madrid, don Javier Cañón, ayudándome a plantear cómo se podía reconstruir una raza desaparecida a través de las descendientes. Y desde luego no puedo olvidar la amabilísima charla que tuve con el general veterinario don Luis Caparrós, quien es sin duda el mayor especialista en veterinaria militar. De sus trabajos de investigación sobre la Guerra Civil he sacado algunos datos que han salpicado varios capítulos.

Para obtener respuesta a las muchas dudas que aparecieron cuando intentaba describir algunas patologías caninas y sobre todo los tratamientos que se podían emplear ochenta años atrás, tuve la perfecta ayuda de una compañera a la que tengo en gran estima. Reyes Cuesta me regaló sus conocimientos como propietaria de una clínica de pequeños animales en Benalmádena, y además es mi amiga. ¡Gracias, Reyes!

Sin abandonar el mundo veterinario, no puedo dejar de hacer una especial mención a mi estimado colega don José Manuel Sanz Timón. José Manuel es uno de los mayores expertos en el conocimiento de las diferentes razas caninas que tenemos en España. Con él compartí una agradable comida y luego sobremesa en su casa de Toledo, al ser el autor del artículo donde se citaban los transportes de perros a Alemania por parte de la Legión Cóndor, que a su vez escuchó de boca de uno de sus protagonistas, el coronel García Bengoechea.

Y por fin llego a Raquel Gisbert. Una vez más, mi editora ha puesto no solo todo su interés, sino su compromiso personal por defender esta novela, algo que solo puedo agradecer. Su apuesta ha significado verla arropada por el Grupo Planeta en su conjunto. Hemos compartido Pacto de lealtad desde su génesis y me ha ratificado que trabajar con ella sigue siendo un auténtico placer.

En esa misma labor, aprecio la enorme contribución que han hecho Antonio Quintanilla, Emilio Albi y Rocío Verdasco. El privilegiado soporte que he recibido de su parte se ha visto plasmado en una mejora de la arquitectura narrativa de un relato de por sí complejo. Les debo mucho.

Y me dejo para el final de la lista, aunque créanme que para mi no lo son, a ustedes, mis lectores. Espero de todo corazón que la historia de Campeón, Zoe y Luther les haya gustado.

Les prometo que ese ha sido mi único deseo.

Si ha sido así, nos vemos en la siguiente y, si no, ruego me disculpen.

Nota


[1] Entre comillas, alocución exacta de la histórica entrevista radiofónica. El autor ha preferido no sustituirla por una narración para que el lector aprecie en todos sus matices la forma de valorar la gesta de esas primeras veterinarias españolas en el entorno de la época. De Unión Radio nació más tarde la actual Cadena Ser.


Date: 2015-12-24; view: 419


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