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Equipo y armamento utilizado en Azincourt

La armadura

Era el equipo clásico del hombre de armas. La base de la armadura constaba de anillos de hierro entrelazados. Sobre esta cota de malla el caballero llevaba numerosas piezas de acero pulido que lo cubrían desde la cabeza hasta los pies. Completa con todas sus piezas y con el yelmo o casco, la armadura pesaba casi 35 kg, siendo su principal desventaja el aumento de la temperatura en su interior. Esto provocaba que muchos hombres fuertes y sanos sucumbieran en medio del combate debido al golpe de calor.

El yelmo, si bien protegía el rostro y la cabeza, era la pieza más pesada y generadora de calor, dificultando la visión. Por ello muchos caballeros se lo quitaban cuando no era estrictamente necesario su uso.

El escudo

El escudo llevaba pintadas las armas de su propietario. Aparte de su obvia función de defensa, la identificación que suponía constituía una póliza de seguro para el combatiente. En caso de ser capturado, su escudo proclamaba su estatus social y la familia a la que pertenecía, lo que podía salvar su vida si el enemigo se contentaba con la posibilidad de cobrar un rescate a sus parientes por su libertad.

La alabarda

Se trataba de una larga lanza con una cabeza semejante a la del hacha, de efectos verdaderamente aterradores incluso contra un enemigo provisto de armadura. La unión de la cabeza y el astil estaba rodeada de acero para que no pudiese ser desmochada con un golpe de espada. Esta arma constituía también la defensa definitiva, era utilizada para mantener distante al enemigo y bloquear partes del castillo, protegían las puertas y pasillos defendiendo a los nobles o a quien quiera que se les ordenara proteger.

La lanza

Las lanzas de este período estaban hechas de roble o fresno, medían más de 4 m y terminaban en una punta de acero fina y larga.

Cuando el caballero se apeaba, cortaba el cabo de su lanza a 2 m para hacerla más manejable. La lanza del siglo XV podía atravesar de pecho a espalda a un caballero en su armadura, bajarlo del caballo y mantenerlo de pie una vez muerto.

La espada

Muy caras, sólo los caballeros tenían el derecho y el dinero necesario para utilizarlas. Normalmente estaban hechas de acero de Burdeos y medían unos 90 cm. Además, eran las armas más prestigiosas.

El mandoble

Muchos combatientes preferían unas espadas más largas, que se empuñaban con ambas manos y se denominaban, por tanto, mandobles. Devastadoras cuando hacían blanco, eran, sin embargo, muy pesadas, requerían una gran fuerza física y tenían la desagradable costumbre de hacer girar al que la esgrimía (al lanzar un golpe horizontal), dejando al descubierto el flanco (lugar menos protegido por la armadura), la axila (propicia para un golpe de espada mortal) o la espalda.



La daga

También llamada ballock o misericordia, fue muy usada en Azincourt. Este último apodo se debía a que solía utilizársela para rematar heridos incurables en el campo de batalla. Se la usaba como último recurso: un soldado que había perdido sus otras armas podía aproximarse al caballero en armadura (a una distancia tan cercana que éste no pudiese utilizar la alabarda, la espada ni el mandoble), pegarse a él y pasar la misericordia por la mirilla del casco. Este golpe, si se vivía lo suficiente como para asestarlo, era mortal de necesidad. Los arqueros ingleses llevaban dagas que introducían por las viseras de los caballeros que habían caído de sus caballos.

El arco

Batalla de Poitiers (miniatura de Froissart).

Estaba constituido por una pieza de tejo, fresno u olmo de 1,80 m de longitud. Sólo se le colocaba la cuerda en el momento de usarlo, y el encordado de un arco podía hacerse en menos de 3 segundos si el arquero era experto. La cuerda debía usarse seca, y por ello se la transportaba en una bolsita de tela impermeable.

Los arqueros y el arco largo (longbow) constituyeron la ventaja decisiva que permitió a los ingleses ganar la batalla. El mejor alcance de sus arcos (365 m de alcance total, 180 m de alcance efectivo y 50 m de mortalidad segura), y la gran cantidad de arqueros expertos que los ingleses habían venido entrenando desde tiempos de Eduardo II, hicieron estragos entre las tropas francesas.

Varios cientos de arqueros ingleses, con su excelente cadencia de disparo de 10 a 12 flechas por minuto, podían aterrorizar a un ejército francés completo, espantar a sus cabalgaduras y desmoralizar a cualquiera que se viera sometido a una lluvia de estos mortales proyectiles.

Los arcos ingleses desarrollaban potencias de entre 80 y 150 libras, que sólo fue superado a mediados del siglo XIX.

Cada arquero inglés llevaba 48 flechas en su carcaj.

Como nota anecdótica, cabe mencionar que los arqueros ingleses lucharon en Azincourt prácticamente desnudos de la cintura para abajo. Esto se debía a que la mayoría de ellos enfermaron de disentería en el sitio de Harfleur, y las continuas diarreas que sufrían no les permitían perder tiempo en quitarse y ponerse pantalones o calzones. Por ello, lucharon sólo con un breve "pañal" o taparrabos. Esto demuestra la efectividad de la protección brindada por el muro de estacas previamente colocado al frente de los regimientos de arqueros ingleses.

La ballesta

Recarga de la ballesta

Los franceses confiaron más en las ballestas que en los arcos, y esta mala decisión le costó la vida a la mayoría de ellos. Las ballestas de caza eran livianas y cortas, cómodas para usar desde un caballo. Las de guerra eran más largas y pesadas. El arco o duela era largo y fuerte y la culata lo igualaba en longitud.

El proyectil (dardo o saeta) medía entre 30 y 45 cm y era más recio que las flechas. Podía tener un alcance semejante al de los arcos, pero su escasa cadencia de fuego (3-4 por minuto en el mejor de los casos) le restaba efectividad. Esa era la gran desventaja de la ballesta frente al arco largo, ya que este podía disparar 12 flechas aproximadamente por minuto. En Azincourt se usó en el tiro raso (horizontal), pero también al modo de un mortero, con trayectorias altas y parabólicas para atacar a los lanceros de retaguardia.

Recargar era una tarea penosa: podía hacerse con las manos, con un gancho atado al cinturón que el ballestero tensaba estirando la espalda, o por medio de un complicado torno. Se disparaba oprimiendo un gatillo.


Date: 2015-12-24; view: 659


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