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BIBLIOGRAFÍA

 

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AGRADECIMIENTOS

 

Por sus enmiendas y aportaciones, a Pilar Barbeito y a Pepa Fernández.

 
 


* Diccionario de la Real Academia Española

[1] Ramón Menéndez Pidal, Manual de Gramática Histórica de España, Madrid, Espasa,1999

[2] Un ejemplo de eso. El verbo «decir» es morfológicamente irregular (digo, dices), pero regular desde el punto de vista de la fonología histórica, por la evolución del idioma. La /k/ latina se palatalizaba cuando iba seguida de vocales palatales (como la /i/), pero permaneció como velar ante las no palatales (Ralph Penny, Gramática histórica del español, Madrid, Ariel Lingüística, 1993, p.111). Así que el sonido /k/ de dico produce /g/, mientras que ese mismo sonido en dicis (que se pronuncia /dikis/), deriva finalmente en nuestro «dices». Dico-«dices»; dicis-«dices». Sin embargo, por medio de la analogía a menudo se restaura o se mantiene la similitud entre los componentes de un mismo paradigma, ya que, a través de este proceso, las formas relacionadas por su función gramatical llegan a asemejarse. El cambio morfológico puede entenderse (en parte) como el resultado de la lucha competitiva entre el cambio fonológico y el ajuste analógico. El éxito de una u otra fuerza guarda relación con la frecuencia de las palabras afectadas. Cuanto más se emplea un tipo de palabra, menos probable es que sus elementos se vean afectados por la analogía, y más posible resulta, en cambio, que muestre los efectos destructivos del cambio fonológico. Es precisamente el caso del verbo «decir».

[3] Eugenio Coseriu, El hombre y su lenguaje, Madrid, Gredos, 1991, p.87

[4] Menéndez Pidal, op. cit., p. 325. Agustín Mateos, Etimologías latinas del español, México, Esfinge, 2001, p. 229

[5] «Ha rebuenecido», oí decir a mi hermana María, cuando era niña, después de una tormenta.

[6] La palabra «reja», que usamos ahora para referirnos a los barrotes que defienden una propiedad, procede en última instancia de la expresión latina «porta regia», y llegó al español a través del italiano

[7] Walter Porzig, El mundo maravilloso del lenguaje, Madrid, Gredos, 1986, p.311.

[8] Se mantienen siempre las vocales acentuadas, pero no así las que carecen de esa fuerza. Las demás vocales átonas dependen de su colocación en la palabra respecto al lugar que ocupa el acento tónico, y la posición inicial es la más firme. Sin embargo, la a resiste todo (véase R Menéndez Pidal, op. cit., p. 67).

[9] En América central se ha inventado la voz «todólogo», como sátira contra quienes creen saber de todo y por contraste con otras palabras a las que acompaña ese sufijo y que denotan precisamente lo contrario, una especialización. Se suele emplear con matiz despectivo o chistoso: «Ese es un todólogo».

[10] W. Porzig, op. cit., p. 364

[11] R. Penny, op. cit., p. 103

[12] W. Porzig, op. cit

[13] El «tejo» del tejado viene de «teja», y esta palabra procede de tegula

[14] Los galicismos entraron casi todos a partir del s. XI (véase R. Penny, op. cit., p. 246).

[15] R. Menéndez Pidal, op. cit., p. 24. 38

[16] Ibíd., p. 25. W. Porzig, op. cit., p. 315.

 

[17] Jorge Bergua Cavero, Los helenismos del español, Madrid, Gredos, 2004, p.37.

[18] R. Penny, op. cit

[19] A. Mateos, op. cit., p. 45.

[20] Javier Medina López, Historia de la Lengua Española I. El español medieval, Madrid, Arco Libros, 1999

[21] Antonio Alatorre, Los 1.001 años de la lengua española, México, Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 103

[22] R. Penny, op. cit., p. 232

[23] Rafael Lapesa, Historia de la lengua española, Madrid, Gredos, 1997, p. 50.

[24] Ibid., p.87

[25] E. Coseriu, op. cit, p. 18.

[26] En los siglos X y XI era el romance más hablado en la Península

[27] «La castellanización de los reinos vecinos no fue, por supuesto, rápida (aunque indudablemente fue más veloz entre la gente culta que entre el vulgo) y todavía hoy resulta incompleta en áreas rurales de Asturias, occidente de León, norte de Huesca, etcétera (y naturalmente, en los dominios lingüísticos catalán y gallego)», R. Penny, op. cit., p. 15.

[28] R. Lapesa, op. cit., p. 160

[29] Emilio Lorenzo, El español y otras lenguas, Madrid, Sociedad General Española de Librería, 1980.

[30] E. Coseriu, op. cit., p. 191

[31] Juan Ramón Lodares, Lengua y patria, Madrid, Taurus, 2002, p.32

[32] Ibid., p.36

[33] Ibíd., p. 40

[34] R Menéndez Pidal, op. cit., p. 187

[35] W. Porzig, op. cit., p. 18

[36] R. Menéndez Pidal, op. cit., p. 269.

[37] Fernando Lázaro Carreter, El dardo en la palabra, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 1997.

[38] Emilio Marcos, Gramática, de la lengua española, Madrid, Espasa Calpe, 1994.

[39] El «trikini» es el bañador de dos piezas unidas entre sí por una tercera. El «monokini» no precisa más explicación.

[40] E. Lorenzo, op. cit., p. 142

[41]Oí en Bogotá al periodista mexicano Luis Alegre en 1997 la frase «Los políticos andan todo el día balconeándose». Entendí perfectamente la palabra, como podría pasarle a cualquiera, aunque era la primera vez que yo escuchaba este verbo. Esa analogía, esa relación entre los cromosomas de las palabras, es la que configura la unidad del idioma.

[42] El País, domingo 10 de agosto de 2003

[43] Desde 1884 está en el Diccionario «moretón»; en 1992 se incorporó la analogía fonética «moratón» como sinónimo de «cardenal» (que también se llama así por el color morado -o cárdeno-; he ahí la analogía completa).

[44] E. Coseriu, op. cit., pp. 86-88

[45] R. Menéndez Pidal, op. cit., p. 227. 77

[46] El español dispone de las posibilidades «raticida» y «matarratas», en las que se aprecia con claridad el distinto orden del morfema que representa al verbo y del que designa al complemento. El primero, no obstante, y por provenir del griego, suena más técnico y refinado. El segundo, más casero,

 

 

[47] Valentín García Yebra, Teoría y práctica de la traducción I y II, Madrid, Gredos, 1997, p. 92

[48] Ibíd.. p. 130

[49] Ibíd..

[50] R. Penny, op.cit.

[51] R. Penny, op. cit. p. 124

[52] Los numerosos ejemplos que hay en español de sustantivos masculinos terminados en -ta se explican por su origen griego, pues en esta lengua el sufijo -tes (del que deriva nuestro -ta) se utilizaba para formar nombres de agente de género masculino. Otro tanto ocurre con los nombres masculinos acabados en -ma (como «clima», «tema» o «poema»), que heredan otro de los procedimientos empleados por la lengua griega para la derivación nominal; en este caso, el sufijo se utilizaba para formar nombres de acción de género neutro.

[53] Un entendimiento desviado de aquella norma -pero analógico ha llevado a una nueva oposición singular-colectivo mediante el femenino para el segundo caso: «el militante» frente a «la militancia»; «el uniforme» y «la uniformidad», cuando tanto «militancia» como «uniformidad» tienen significados diferentes de ese pretendido colectivo. Pero el mero hecho de que hayan sido posibles (y publicables) da idea del vigor que aún tienen las viejas decisiones de nuestro genio.

[54] El País, 27 de septiembre de 2003.

[55] La Vanguardia, 10 de abril de 2004

[56] El País, 4 de abril de 2004

[57] J. Bergua, op. cit.

[58] Ibíd.

[59] Emilio Lorenzo criticaba la decisión académica de incluir «fútbol» en el Diccionario con esta escritura. «No fue un acierto»; [la t al final de sílaba] «va claramente contra el sistema fonológico español». Es decir, va contra el genio del idioma (E. Lorenzo, Anglicismos hispánicos, Madrid, Gredos, 1996).

[60] «Fútbol» y «gol» (goal en inglés) -tal vez penalty, también, adaptada en «penalti» pero con la alternativa «pena máxima»- son en la práctica las únicas palabras de este deporte que no han encontrado una traducción de éxito (sin embargo, a veces se usa «tanto» en vez de gol). Por el camino quedaron score (marcador») referee («árbitro»), goalkeeper («Portero», «guardameta»), linier («juez de línea», «abanderado», «línea», «auxiliar» o «asistente», según los países), offside (primero el préstamo «orsay» en España, después «fuera de juego»; o «fuera de lugar» en algunos países de América), corner (el préstamo «córner» y «córneres» ha dejado paso a «saque de esquina»; «tiro de esquina» en algunos países de América)... Estas y otras palabras inglesas se han venido usando hasta hace bien poco. Pero el genio ha encontrado después una solución mejor en su propio almacén de palabras. Algo parecido ocurre en el béisbol: en algunos lugares se llama «la pelota»; el pitcher es el «lanzador» y el catcher el «receptor». Para más información sobre estos aspectos, véase El idioma español en el deporte, VV.AA., Madrid, Cátedra, 1992; y Jesús Castañón Rodríguez, Reflexiones lingüísticas sobre el deporte, Valladolid, edición del autor, 1995.

[61] El deporte está lleno de préstamos, como «voleibol» (su calco fue «balonvolea») o «béisbol» (su calco, «pelota-base»). Sí prosperó el calco «baloncesto» (basket-ball, en inglés, que se emplea en Hispanoamérica).

[62] V. García Yebra, op. cit., p. 340.

[63] Ibíd.. p.342

[64] E. Coseriu, op. cit., p. 23

[65] Emilio Lorenzo ofrece una copiosa serie de palabras formadas con el prefijo des- que son difíciles de traducir: «desahogar», «desagraviar», «desahuciar», «desalmado», «desairar», «desalentar», «desenvoltura», «desaliño», «deslumbrar», «desazón, «desamor», «desamparar», «desandar», «desangrar», «desarraigar», (distinto de «erradicar»), «desnucarse»... (El español ..., p. 25). El diminutivo, añadimos, es uno de los recursos lingüísticos que mejor marcan la fisonomía de nuestra lengua. «Pequeñino», «un asuntico», un «tiempico» (en Colombia y en Navarra), los «muertitos», «ahorita», .ahoritita» (México)... Los sufijos sirven para diferenciar entre la visión objetiva y subjetiva de la realidad, uno de los recursos que mejor definen nuestro idioma, «por su desarrollo y vitalidad». Nebrija fue quien primero escribió la idea de que la lengua castellana supera a la griega o la latina en la formación de diminutivos.

[66] J. Bergua. op. cit., p.191

[67] R. Penny, op. cit., p. 7

[68] Ramos Perera, Antología de las canciones publicitarias, Madrid, Cámara de Comercio e Industria, 1993.

[69] El prefijo cíber- hunde sus raíces remotas en el griego, pero su camino ha sido curvilíneo. La cibernética refirió en biología a las conexiones nerviosas de los seres vivos, y ahora (en una nueva traslación de .significado, por campos próximos) nombra las conexiones entre los seres electrónicos El diccionario de María Moliner define la palabra «cibernética» como la «ciencia que estudia toda clase de aparatos y dispositivos que transforman ciertas señales o información que se les suministra en un resultado, de modo semejante a como lo hace la inteligencia humana». Como explica José Antonio Millán (http://jamillan.com/v_ciber.htm), en griego kybernetes era el «timonel», la persona que gobierna la nave. Por eso cuando Norman Wiener, en 1948, publicó una obra sobre el control de las máquinas, llamó a esa nueva ciencia cibernética. Lo cibernético se puso más de moda según se iban construyendo aparatos mecánicos o electrónicos que podían controlar procesos: robots, computadoras... A finales de los años ochenta existía un poderoso ordenador llamado Cyber, que -según se cree- sugirió a William Gibson en 1984 la creación del término cyberspace, en la novela Neuromante. Otros piensan que por esa época había bastante cibernética en el ambiente como para haberle podido influir. «Sea como fuere. Gibson dio el nombre de cyberspace al conjunto de las redes electrónicas, como lugar de tránsito, hallazgos y encuentros, y lo definió como "una alucinación consensuada". El término se adaptó bastante naturalmente al castellano como ciberespacio (la traducción de la novela la hizo Minotauro en 1989). El uso se extendió para casi cualquier cosa que ocurriese a través de la Internet». «En resumen: el prefijo ciber- es una forma clara -y no excesivamente violenta para la lengua- de marcar ciertos conceptos cuando se aplican al mundo de la Internet» concluye José Antonio Millán.

[70] R. Lapesa, op. cit., p.245

[71] Ibíd..

[72] Véase también Fernando Lázaro Carreter, El neologismo. Planteamiento general y actitudes históricas, en El neologismo necesario, Madrid, Agencia Efe, 1992

[73] W. Porzig, op. cit.

[74] Definiciones extraídas del Diccionario de la Real Academia del siglo XVIII: «Tecla. Una tablita de palo, o marfil, en que se afirman los dedos para hacer sonar los cañones, ó cuerdas al órgano, clavicordio, ú otro instrumento semejante». «Teclado. El compuesto de teclas del órgano, ú otro instrumento semejante, según su orden, y disposición». «Teclear. Mover las teclas. Vale también menear les dedos a la manera del que toca las teclas». Evidentemente, los primeros que escribieron con celeridad en una máquina mecanográfica no hacían otra cosa que teclear en este último sentido. Y de ahí todos los demás

[75] Al conductor del automóvil se le llamó chauffeur como al de la locomotora («calentador»: el que echaba el carbón). Después se empleó la palabra «mecánico», puesto que el chófer (o chofer) atendía además a los problemas del auto. La acepción décima de «mecánico» dice: «Conductor asalariado de un automóvil».

[76] Utilicé varios de estos ejemplos -y algunos otros de este libro- en la introducción de mi libro La punta de la lengua y en la ponencia que me correspondió presentar ante el Congreso Internacional de la Lengua celebrado en Valladolid en2001.

[77] R. Lapesa op. cit., p.455

[78] Gregorio Salvador y Juan Ramón Lodares, Historia de las letras, Madrid, Espasa Minor, 2001

[79] Ejemplos extraídos del Poema de Mío Cid. La traducción de esta Última frase al castellano actual, en la edición de M. Martínez (Burgos, Caja de Ahorros Municipal, 1982) es la siguiente: «Para fallar en justicia el rey fieles designó, / y que nadie entre con ellos en pleito de sí o de no». En los tiempos de Alfonso X, 1252-1284, la sintaxis se haría ya más compleja y sutil, para acercarse paulatinamente a la que hoy empleamos (véase R. Penny, op cit., p. 17).

 

[80] La palabra «posta» figura en el Diccionario del español desde 1737 (el llamado Diccionario de Autoridades, el primero que elaboró la Academia). Este lexicón cita a su vez al de Covarrubias, quien explicaba que la «posta» se llama así porque los caballos estaban «expuestos» para quien los necesitase.

[81] Una de las acepciones de «estación» es «paraje en que se hace alto durante un viaje, correría o paseo».También usamos la expresión «las siete estaciones», que se recorren en Semana Santa para visitar por devoción distintos templos, en los que se van parando los fieles para orar y luego seguir camino. Ese nombre reciben igualmente las paradas del vía crucis. «Estación» se halla en nuestro Diccionario desde 1732, definida así (entre otras acepciones meteorológicas y religiosas): «Lugar señalado para algún fin o efecto.

 

[82] E. Coseriu, op. cit., p. 50

[83] Psychedelic se formó sobre psyché (alma) y delóo (revelar). En griego clásico se podían usar como vocal de conexión o, e y, a. Pero el genio del español prefirió la o para las formaciones griegas -como en «psicología» o «psicópata»- y la i para las latinas -como en «altímetro» o «insecticida» -(véase Bergua, op, cit.). La forma inglesa original no era inocente, pues pretendía huir de las connotaciones de la forma psycho, asociada a menudo a enfermedades mentales

[84] «Telefonía móvil» en España, «celular. en América. Habría sido más adecuada la palabra «portátil», que se ha quedado en la retaguardia y ceñida por el momento a los ordenadores o computadoras que se pueden llevar de un sitio a otro. Pero el uso de «portátil» para los teléfonos empieza ya a notarse tímidamente, sobre todo en algunas zonas de América (así lo he oído en Colombia). Es previsible que dentro de unos años vuelvan a llamarse «teléfonos» todos ellos, en un fenómeno similar al de «disco» (superados y abandonados «elepé» y «cedé») o «radio» (superado y abandonado también progresivamente el concepto de «transistor»).

[85] R. Penny, op. cit., p.8

[86] Ibíd.. p.9

[87] R. Lapesa, op. cit, p. 37

[88] El catalán siempre estuvo más próximo al latín, también por su mayor proximidad geográfica a Roma

[89] Germanus fue en aquel latín el «hermano de padre y madre» (frater germanus), el «hermano genuino» o hermano carnal, frente a una voz frater más imprecisa (de hecho, se decía frater germanus para referirse al hermano de padre y madre; y fratres gemini para designar a los gemelos).

[90] R. Penny, op. cit., p. 20

[91] E. Lorenzo, El español..., op. cit.

[92] Hay quien defiende ese uso redundante de los posesivos en el español de México. Me sorprendió leerlo, pues no lo había percibido en mis numerosos viajes a ese país. Muchas otros autores han censurado estas fórmulas como impropias del español. Juan Luis Conde se refiere concretamente a doblajes y traducciones de películas: «pon el lazo en tu cuello», en vez de «ponte el lazo en el cuello; «sus manos son muy grandes», en vez de «tiene las manos muy grandes», etcétera (El segundo amo del lenguaje, Madrid, Debate, 2001).

[93] E. Lorenzo, El español …., p.78

[94] E. Coseriu, op. cit., p. 44

[95] V. García Yebra, op. cit

[96] E. Lorenzo, El español..., p.23

[97] V. García Yebra, op. cit., p. 163.

[98] Ibíd., p. 177

[99] E. Lorenzo, El español..., p.24

[100] En realidad, como sostiene Emilio Lorenzo, «no es posible transferir el significado de un idioma a otro en su integridad» (en El español..., op. cit.).

[101] Cambiar el alcalde por un ministro puede entenderse como visitar a uno en vez de al otro, y cambiarlos en la agenda. Cambiar al alcalde por un ministro puede significar que el alcalde es sustituido en alguna función. por alguien que ahora es ministro. Cambiar el presidente puede significar que se le sustituye por otro. Cambiar al presidente se entiende como alterar su carácter o su actitud. De todas formas, reconozco que se trata de sutilezas que. admiten discusión.

[102] E. Lorenzo, Anglicismos..., p. 622

[103] Me extiendo sobre este problema relativo a la pérdida de matices y significados propios en mi libro En la punta de la lengua, ya citado

[104] J. L. Conde, op. cit., p. 28.

[105] Hay más supuestos de economía en el español frente al inglés: por ejemplo, los tiempos continuos del inglés. It's raining. «está lloviendo»; pero también «llueve». Sin embargo, l am not wearing a coat as it isn't cold («no estoy llevando abrigo porque no hace frío») solo puede traducirse como «no llevo abrigo porque no hace frío» (tomo estos ejemplos de V. García Yebra, op. cit., p. 152).

[106] Gone with the wind sería literalmente «ido con el viento».

[107] E. Lorenzo, El español …., p. 16

[108] María Helena Cortés Palazuelos, en Tendencias actuales de la enseñanza del español como lengua extranjera II, León, Universidad de León, 1996.

[109] Graciela Reyes, Metapragmática. Lenguaje sobre lenguaje, ficciones, figuras, Valladolid, Universidad de Valladolid, 2002, p. 84.

[110] La definición primitiva del embrague mecánico era «mecanismo dispuesto para que un eje participe o no, a voluntad, del movimiento de otro».

[111] A mi entender, en la entrada «tarde» del Diccionario de la Real Academia falta una remisión o referencia a la expresión «más tarde», que se podría dar como equivalente de «después» o «más adelante».

[112] Citado por E. Coseriu, op. cit., p. 141.

[113] Coseriu, op. cit., p. 142.

[114] R. Menéndez Pidal, op. cit. p. 205

[115] Ibíd. p. 210.

[116] R, Penny, op. cit., p. 115

[117] Ibíd., p. 119

[118] Marta Luján, «La subida de clíticos y el modo en los complementos verbales del español», en Olga Fernández Soriano (ed.), Los pronombres átonos, Madrid, Taurus Universitaria, 1998. Estas combinaciones posibles e imposibles han traído de cabeza a los filólogos, que han buscado las reglas ocultas hasta ahora. El citado libro aporta algunas soluciones al respecto sobre en qué condiciones el genio se comporta de una u otra forma; pero uno sigue sin saber muy bien por qué.

 

[119] V. García Yebra, op. cit., p. 216

[120] Aquí el euskera sí se aparta: zortzi significa «ocho», y «noche» se dice gau.

[121] En español, evidentemente, con «defenestrar»: arrojar por la ventana; pero es posterior: no entra en el Diccionario hasta ¡1984!

[122] Noam Chomsky, El leguaje y los problemas del conocimiento, Madrid, Visor, 1992.

[123] Hay excepciones a este aserto, pero se trata de palabras insólitas o de procedencia foránea (corno «anorak»» o «robot»)

[124] Roberto Veciana, La acentuación española. Nuevo manual de normas acentúales, Santander, Universidad de Cantabria, 2004. Otras vocales: e, 10.584; i, 1.489. Otras consonantes: y, 148; z, 579; b, 22 (como «querub»); c, 38 (como .«vivac»); ch, 4 (como «huich»); f 12 (como «golf»); g, 6 (como «gong»); h, 18 (como «sah»); k, 3 (como «anorak»); ll, 3 (como «detall») »; m, 80 (generalmente latinismos, como «quórum» o «referéndum», o el arabismo «imam»); ñ, 1 (Veciana cita «estañ», que no figura ya en el Diccionario); p, 7 (Veciana cita «polop», ausente también del lexicón oficial); q, 5 (como el nombre propio Iraq); v, ninguna. EI estudio se ha hecho sobre 91.968 palabras consideradas españolas, pero ya se ve que las terminaciones menos frecuentes corresponden por lo general a voces tomadas de otras lenguas. (Por supuesto, hablamos de entradas en el Diccionario y de algunos nombres propios. Si considerásemos todas las construcciones posibles, la s y la n aumentarían espectacularmente, como consecuencia de la formación de los plurales y de las conjugaciones de los verbos).

[125] V. García Yebra, op. cit., p. 327. En otras lenguas aparece al revés: von Kopf bis Fuss, from head to foot; da capo a piedi o dalla testa ai piedi. El inglés tiende al monosílabo, pero el español no. Cosas del genio. No obstante, es una tendencia, no una obligación: decimos «ni bien ni mal», pero es que en ese caso no hay alternativa.

[126] V. García Yebra, op. cit., p. 324.

[127] Ibíd., p.328

[128] R. Menéndez Pidal, op. cit., p. 180

[129] Me he referido más extensamente a este fenómeno en La seducción de las palabras

[130] Algunos comentaristas deportivos empiezan a utilizarla palabra italiana volata en el lugar de sprint Indudablemente, la perciben más próxima al genio del idioma español (identifican sus cromosomas con el vuelo final de los ciclistas, casi a punto de despegar). De hecho, decimos «voy volando» cuando esperamos acudir deprisa a algún sitio.

[131] Menéndez Pidal (op. cit., p. 3) ilustra la diferencia entre la lengua clásica y la escrita diciendo que el cantero más rudo, al grabar un letrero, se proponía escribir en la lengua clásica, tan lejana de sus propias palabras y por tanto del latín vulgar. Sin embargo, en nuestros días es imposible a veces distinguir uno y otro registro: un presentador de televisión lee un texto, pero no lo percibimos así porque suena como el lenguaje oral; un libro se escribe mediante la reproducción textual de entrevistas, o reproduce una conversación imaginaria (como en Las Guerras de nuestros antepasados, de Miguel Delibes) ... Y una misma noticia de agencia sirve para la radio y para el periódico. Las distancias se reducen, pero esto no significa que hayan desaparecido.

[132] R Penny, op. cit., p. 35.

[133] Estos experimentos se han hecho invitando al niño a succionar una tetina. La atención del bebé en su tarea decrecía al oír palabras de su propia lengua, mientras que si se le hablaba en otro idioma no alteraba su dedicación (Alberto Anula Rebollo, El abecé de la psicolingüística, Madrid, Arco Libros, 1998, p. 23).

[134] Véanse la p. 188 y ss. de este trabajo, en las que estos datos se analizan de forma exhaustiva. (para esta edición digital 84 y ss.)

[135] R. Penny, op. cit., p. 244

[136] A explicar todo esto con sencillez se aplicó precisamente el profesor Roberto Veciana, que falleció en 2003 en Portsmouth (Reino Unido) sin alcanzar a ver publicado su trabajo. De sus manos recibí el manuscrito al que me refiero, editado después, en 2004, por la Universidad de Cantabria. AI menos, sí pudo ser entrevistado por Pepa Fernández en Radio Nacional de España y leer el reportaje que se publicó sobre él en El País del 20 de enero de 2003, firmado por Javier Sampedro y titulado así: «Un profesor de español propone un sistema fácil para aprender los acentos».

[137] A no ser que se trate de una palabra del latín o de otra lengua, como «déficit» o «hábitat», que pueden terminar en otra consonante. Pero éstas también contravendrían la norma, en este caso la del grupo 2, y precisan igualmente de tilde.

 

[138] Emilio Lorenzo (El español..., p. 154) se extiende en explicar que el inglés tiende también a economizar (you know? en vez de do you know?), y va quitando auxiliares sintácticos de pregunta. ¿Le vendría bien entonces la interrogación de entrada? Tal vez sí.

[139] También E. Lorenzo explica técnicamente estas diferencias (Ibíd., pp. 41-44)

[140] R Lapesa, op. cit., p. 31.

[141] Conviene recordar, corno hace Juan Ramón Lodares, que algunos textos históricos y decretos reales que se han esgrimido como muestra de la imposición del castellano en escuelas y tribunales tras los decretos de Nueva Planta (siglo XVIII) no estaban dirigidos contra el catalán y otras lenguas, sino contra el latín, que todavía era empleado en esas instituciones; cierto que en vez del castellano podían haber impuesto el catalán en Cataluña, pero eso no era la mentalidad de un francés de aquella época como Felipe V. De la misma estirpe es el error que atribuye referencia al castellano en la famosa frase de Nebrija «siempre fue la lengua compañera del imperio» (siglo XV). En aquel momento, Nebrija sólo se podía referir al latín, pues Colón aún no había puesto su pie sobre América. Y cuando el gramático sevillano habla de «las Ieies quel vencedor pone al vencido, y con ellas nuestra lengua» sólo puede referirse a los árabes, como indica más adelante: a «los enemigos de nuestra fe, que», precisa, «tienen la necesidad de saber el lenguaje castellano». Y cita marcadamente aparte a «los vizcaínos, navarros, franceses, italianas y todos los otros que tienen algún trato y conversación con España y necesidad de nuestra lengua». No está pensando aquí en imponer el castellano a los vizcaínos o a los navarros (aunque sí a los árabes, insistimos, pero por cuestiones religiosas), como tampoco a los franceses o italianos, sino que -en lo que a estos pueblos respecta- sólo tiene en su cuente la necesidad del comercio y el cultivo de las artes.

[142] J. R. Lodares, Lengua y Patria, p. 82.

[143]Ibíd., p. 64.

[144] R. Lapesa, op. cit., p. 274.

 

[145] Jaime Vicens Vives, Historia General Moderna, Barcelona, Montaner y Simón,1971, p.15.

[146] Julio Valdeón, Aproximación histórica a Castilla y León, Valladolid, Ámbito, 1982, pp. 84, 95 y 121.

[147] «La monarquía borbónica conseguirá ganarse a los fabricantes catalanes, verdaderas fuerzas vivas del Principado, al prohibir la importación de algodones y linos extranjeros en todo el territorio español» (Fernando García de Cortázar, Biografía de España, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 1998, p.249).

[148] Los barcos arriban a Barcelona de su viaje desde América cargados de algodón y salen luego de allí con aguardiente catalán, pero con sitio en las bodegas para embarcar, a su paso por África, a esclavos que acabarán sirviendo en las plantaciones americanas. Son los negocios de la época y la mentalidad de la época, y lo mismo habría que contextualizar estas actividades de la burguesía catalana que los desmanes de aquel rey mal llamado castellano (puesto que era francés). Cada tela salida de Reus o Mataró para su venta en cualquier punto de la Península o de Europa llevaba en su margen comercial la explotación de miles de inocentes de otra raza, sin que a nadie se le ocurra ahora acusar al idioma catalán de tamaña crueldad por haber asistido a esos hechos.

[149] R. Menéndez Pidal, op. cit., p. 3

[150] R. Lapesa, op. cit., p.56.

[151] R. Penny, op. cit., p. 6.

[152] Ibíd., p. 17

[153] J. R. Lodares, op, cit.

[154] Fernando Lázaro Carreter, Lengua española, historia, teoría y práctica II, Madrid, Anaya, 1974.

[155] J. L. Conde, op. cit., p. 28.

[156] Pío Cabanillas dejó alguna pieza más para la antología de personajes irónicos, también jugando con la primera persona del plural. Cuando aún se estaba formando UCD, una agrupación de partidos pequeños y heterogéneos que no tenía siquiera una ideología común, el político gallego pronosticó ante las inminentes elecciones: «ganaremos, pero no sé quiénes».

[157] V. García Yebra, op. cit.

[158] G. Reyes, op. cit., p. 84.

[159] En la definición de ediciones anteriores se decía «utensilio doméstico», pero luego se retiró ese adjetivo

[160] En el capítulo I 48, concretamente: «¿qué mayor disparate puede ser en el sujeto que tratamos que salir un niño en mantillas en la primera scena del primer acto, y en la segunda salir ya hecho hombre barbado? ¿Y qué mayor que pintarnos un viejo valiente y un mozo cobarde, un lacayo retórico, un paje consejero, un rey ganapán y una princesa fregona?».

 

[161] R. Menéndez Pidal, op. cit., p. 5.

[162] «Cabildear» está en el Diccionario de la Academia desde 1884, con esta definición; «gestionar con habilidad y maña par a ganar voluntades en un cuerpo colegiado o corporación... Eso es exactamente lo que queremos expresar cuando nos referimos a «hacer lobby». En correspondencia, la acción de los lobbies es «el cabildeo»; y sus integrantes, «cabilderos».

 

[163] Y no le faltaba lógica a esa otra persona que, también en televisión, dijo que para acordarse de algo recurría a reglas «menostécnicas». En efecto, las hay mucho más complicadas

[164] Ángel Rosenblat, «El futuro de la lengua», Revista de Occidente, 56-57 (1967), pp. 152-192 (citado por César Hernández Alonso en su conferencia Aspectos gramaticales del español actual, dentro del ciclo La lengua española a finales del milenio, cuyos textos fueron publicados por Cajaburgos en 1998).

[165] E. Coseriu, op. cit., p. 48

[166] Citado por W. Porzig, op. cit., p. 411

[167] Citado por E. Coseriu, op. cit., p. 19

[168] E. Anglicismos ... p. 616


Date: 2015-12-17; view: 586


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