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La destitución de Severus Snape

En el momento que sus dedos tocaron la Marca, la cicatriz de Harry ardia salvajemente, el cuarto estrellado se desvaneció, y el estaba parado en una roca debajo de un acantilado, y el mar arrastrandose alrededor de él y sentia triunfo en su corazon—Ellos tienen al muchacho.

Una gran explosion devolvio a Harry a donde estaba. Desorientado, el alzó su varita, pero la bruja en frente suyo ya estaba callendo hacia adelante; ella golpeó el piso tan fuertemente que el vidrio en las estanterias tintineó.

—Yo nunca he aturdido a nadie excepto en nuestras clases de E.D.— díjo Luna con un tono un poco interesado, — Eso fue mas ruidoso de lo que pensé que iba a ser.

Y dicho y hecho, el techo había empezado a temblar. Corriendo rapidamente, pasos resonantes empezaban a oirse mas fuertemente detras de la puerta que llevaba hacia los dormitorios. El hechizo de Luna había despertado a los Ravenclaw que dormían arriba.

—¿Luna, donde estas? ¡Necesito meterme debajo de la capa!.

Los pies de luna aparecieron de la nada, el corrió hacia su lado y ella dejó que la capa callera sobre ellos mientras la puerta se abria y una multitud de Ravenclaws, todos en su ropa de dormir, inundaron la Sala Común. Habían gritos y llantos de asombro mientras veian a Alecto tirada ahí inconciente. Lentamente se agruparon al rededor de ella, una bestia salvaje que podria despertarse en cualquier momento y atacarlos. Luego, un pequeño valiente de primer año se apresuró hacia ella y le pinchó la espalda con su dedo gordo del pie.

—¡Creo que está muerta!— Gritó con alegría.

—Oh, mira,— Susurró Luna alegremente, mientras los de Ravenclaw se agrupaban alrededor de Alecto. —¡Ellos estan complacidos!

—Si... grandioso...

Harry cerró sus ojos, y mientras su cicatriz palpitaba decidió hundirse otra vez en la mente de Voldemort... El se estaba moviendo atravez del tunel de la primera cueva... El había decidido asegurarse del medallón antes de venir...pero eso no le tomaria mucho tiempo...

Un golpe sonó en la puerta de la sala común y todos lo de Ravenclaw quedaron congelados. Desde el otro lado, Harry oyó la voz suave y musical del que era el águila tocadora de puertas. —¿A dónde van los objetos desvanecidos?

—Yo no sé, ¿o si? ¡Callate!— gruñó una voz grosera que Harry sabía era del hermano Carrow, Amycus, —¿Alecto? ¿Alecto? ¿Estas ahí? ¿Lo tienes? ¡Abre la puerta!

Los de Ravenclaw estaban susurrando entre ellos, aterrados. Entonces, sin aviso, empezaron una serie de fuertes estallidos, como si alguien estubiera disparando una pistola hacia la puerta.

—¡Alecto! Si él viene, y no tenemos a Potter—¿Quieres ir al mismo lugar de los Malfoys? ¡CONTESTAME!— Amycus gritó, agitando la puerta con toda su fuerza, pero igual no abrió. Todos los de Ravenclaw estaban alejandose,y unos de los más asustados empezaron a esconderse arriba de las escaleras a sus camas. Luego, justo cuando Harry se estaba preguntando si deberia abrir la puerta y Aturdir a Amycus antes de que los Mortifagos pudieran hacer algo mas, una segunda voz muy familiar sonó afuera, detras de la puerta.



—¿Puedo preguntar que esta haciendo, profesor Carrow?

—¡Tratando... de pasar... por esta maldita...puerta! Gritó Amycus. —¡Ve y trae a Flitwick! ¡Hazlo abrirla, ahora!

—¿Pero su hermana no esta ahi?—Preguntó la profesora McGonagall. —¿El profesor Flitwick no la dejó entrar temprano esta noche, acudiendo a su petición urgente?

¿Quizás ella pueda abrirle la puerta? Asi usted no tiene que despertar a la mitad del castillo.

—¡Ella no está respondiendo, vieja bruja! ¡Abrala usted! ¡(Garn)! ¡Azlo ahora!

—Ciertamente, si usted lo desea,— díjo la profesora McGonagall, con una terrible frialdad. Un gentil golpe sonó en la puerta y la voz musical preguntó de nuevo.

—¿A dónde se van los objetos desvanecidos?

—Al no ser, es como decir, todo,—Respondió la profesroa McGonagall.

—Muy bien estrucurada la respuesta,—Respondió el aguila golpeadora de puertas y la puerta se abrió.

Los pocos de Ravenclaw que quedaban corrieron hacia las escaleras cuando Amycus se lanzó en el umbral, oleando su varita. Jorobado como su hermana, tena una carada palida y gorda y ojos pequeños, que calleron imediatamente en Alecto, extendida e inmovil en el piso. El dió un grito de furia y miedo.

—¿Qué han hecho esos pequeños perros?—Gritó—Los voy a matar con el Cruciatus a todos hasta que me digan quien lo hizo... ¿Y que va a decir el Señor Tenebroso?—Chilló, parado al lado de su hermana y golpeandose en la frente con su puño.— ¡No lo tenemos y ellos la mataron!

—Solo esta Aturdida,—Dijo la profesroa McGonagall impacientemente quien habia agachado a examinar Alecto,—Ella va a estar bien.

—¡No, ella no lo va a estar! Gritó Amycus.— ¡No despues de que el Señor Tenebroso la tenga en su poder! Ella fue a traerlo. ¡Yo senti mi Marca quemarme, y el piensa que tenemos a Potter!

—¿Tienen a Potter?— Dijo la profesora McGonagall con dureza.— ¿Que quieres decir con “tenemos a Potter?”

—¡El nos dijo que Potter podria tratar de entrar a la Torre de Ravenclaw, y que lo agarraramos si lo veiamos!

—¿Por qué iba Harry Potter a tratar de entrar a la Torre de Ravenclaw? ¡Potter pertenece a mi Casa!

Detras de la incredulidad y la rabia, Harrry oyó una pequeño rastro de orgullo en su voz, y una sensación de cariño por Minerva McGonagall lo envolvió.

—¡A nosotros nos dijeron que el podria venir aquí!— díjo Carrow—Yo no se por qué, ¿ó si?

La Profesora McGonagall se paró y sus ojos pequeños atravezaron el lugar. Dós veces pasaron sobre el lugar donde Harry y Luna estaban.

—Podemos culpar a los niños,—díjo Amycus, su cara de cerdo de repente muy astuta.—Si, eso es lo que vamos a hacer. Vamos a decir que a Alecto la emboscaron los niños, eso niños de allá arriba.—El miró hacia el techo estrellado hacia los dormitorios. —y vamos a decir que elllos la forzaron a presionar su Marca, y por eso le dieron una falsa alarma... El puede castigarlos. Un par de niños mas o menos, ¿cual es la diferencia?

—La unica diferencia entre la verdad y mentiras, coraje y covardia,— díjo la profesora McGonagall, quien se había vuelto pálida,—Una diferencia, en resúmen, que usted y su hermana no pueden apreciar. Pero dejame hacer una cosa clara. Usted no va a pasar sus ineptitudes a los estudiantes de Hogwarts. No lo permitiré.

—¿Perdón?

Amycus se movió hacia adelante hasta que estaba ofensivamente cerca a la Profesora McGonagall, su cara sólo a centímetros de ella. Ella se rehusó a retroceder, pero lo miraba con desprecio como si fuera algo asqueroso que encontró pegado al retrete.

—No es un questión de que usted lo permita, Minerva McGonagall. Su momento terminó. Somos nosotros los que estámos a cargo ahora, y usted me va a ayudar ó pagará por esto.

Y le escupió en la cara.

Harry se quitó la Capa, alzó su varita, y díjo, —No debiste hacer éso.

Mientras Amicus revoloteaba, harry gritó, —¡Crucio!

El Mortifago fue alzdo del piso. Se retorcia por el aire como un hombre ahogado, azotando y aullando del dolor, y luego, con un crujido y un ruido de vidrios rotos, se estrelló con una estantería y calló, anesteciado, al piso.

—Ya veo lo que quería decir Bellatrix,—díjo Harry, la sangre tronando en su cerebro, —Tienes que desearlo de verdad.

—¡Potter! Susurrró la Profesora McGonagall, agarrandose el corazón.—Potter... ¡estás aquí! ¿Que...? ¿Cómo...?—Ella luchó por lucir tranquila.— ¡Potter, eso fue imprudente!

—El le escupió—díjo Harry.

—Potter, yo... eso fué...muy cortés de tu parte... pero no te dás cuenta...?

—Sí me doy cuenta— le aseguró Harry. De alguna manera su panico lo estabilizó a él.—Profesora McGonagall, Voldemort esta de camino.

—Oh, ya se nos ha permitido decir ese nombre?—Preguntó Luna con un aire de interés, quitandose la Capa de Invisibilidad. La aparición de una segunda fujitiva abrumó a la Profesora McGonagall, quien se tambaleó hacia atrás y se calló en una silla cercana, agarrando el cuello del viejo traje de tartán.

—Yo no creo que hay alguna diferencia de como lo llamemos,—Harry le díjo a Luna.—El ya sabe donde estoy.

En una parte lejana del cerebro de Harry, la parte conectaba con la furiosa y ardiente cicatriz, el podía ver a Voldemort navegando rápidamente por el lago en el fantasmal bote verde...El casi habia alcanzado la isla donde estaba la píla de piedra...

—Débe huir,—Susurró la Profesora McGonagall.— ¡Ahora, Potter, lo más rápido que puedas!

—No puedo,—díjo Harry.—Hay algo que tengo que hacer. Profesora, ¿sabes donde esta la diadema de Ravenclaw?

—¿La d—diadema de Ravenclaw? Claro que no... ¿no ha estado perdida por siglos? —Se sentó un poco mas firme.— Potter, fue una locura, una total locura, que usted entrara al castillo...

—Tenia que hacerlo—Hay algo escondido aqui que tengo que encontrar, y podria ser la diadema...Si yo pudiera hablar con el profesor Fitwick...

Hubo un sonido de movimiento, de vidrio tintineando. Amycus venia. Antes de que Harry y Luna pudiearan actuar, la Profesora McGonagall se paró, apuntó su varita hacia el Mortifago aturdido y díjo—¡Imperio!

Amycus se paró, caminó hacia su hermana, recogió su varita, y luego corrió obedientemente hacia McGonagall y se la dió junto con la suya.

—Potter,—díjo la Profesora McGonagall, volteando a verlo otra vez con mucha indiferencia al probelma de Carrow,—si El—Que—No—Debe—Ser—Nombrado si sabe que estas aquí.

Mientras él díjo eso, una rabia que era como un dolor físico se apoderó de Harry, quemandole la cicatriz., y por un segundo miro hacia una basija en la que la posion se volvió clara, y vió que no había ningun medallón debajo de la superficie...

—Potter, ¿estas bien?—díjo una voz, y Harry volvió: El estaba agarrando el hombro de Luna para balancearse.

—Se nos está acabando el tiemp;o, Voldemort está cerca. ¡Profesora, estoy actuando con las ordenes de Dumbledore, debo encontrar lo que quería que encontrara! Pero tenemos que sacar a los estudiantes mientras busco en el castillo...Soy yo a quien quiere Voldemort, pero a él no le va a importar matar unos cuantos mas, ahora no...— ahorano mientras sabe que esto atacando Horcruxos, Harry terminó la oración en su cabeza.

—Estás actuando con las ordenes de Dumbledore?—repitió con una mirada de asombro. Luego se paro lo mas alto que pudo.

—Debemos asegurar la escuela de El—Que—No—Debe—Ser—Nombrado mientras que busca por ese...objeto.

—¿Eso es posible?

—Yo creo que sí,—d’ijo la Profesora McGonagall secamente, —los maestros somos muy buenos magos, sabes. Estoy segura que podremos detenerlo por un momento si todos ponemos nuestro mejor esfuerzo. Claro, algo tenemos que hacer con el Profesor Snape...

—...y si Hogwarts está a punto de ser asedida, con el Señor Tenebroso en las puertas, seria muy aconsejable tener en lo posible mas gente inocente afuera. Con la Red Flu bajo observación, y Aparición imposible dentro del castillo...

—Hay una manera,—díjo Harry rapidamente, y le explico todo sobre el pasadiso que llega hacia la Cabeza de Puerco.

—Potter, estamos hablando de cientos de estudiantes...

—Yo se, profesora, pero si Voldemort y los Mortifagos están concentrados en los límites de la escuela no van a estar interesados en alguien que esté Desapareciendo afuera de la Cabeza de Puerco.

—Hay algo ahí,—consintió. Ella apuntó su varita a los Carrow, y una malla plateada calló sobre sus cuerpos pegados, se amarró alrededor de ellos, y los cargó en el aire, donde estaban colgando bajo el cielo azul y dorado como dos grandes y feas creaturas del mar.—Vamos. Debemos alertar a los otros Jefes de Casa. Es mejor que te pongas la Capa otra vez.

Ella marchó hacia la puerta, y meintras hacía eso alzó su varita. De la punta salió tres gatos plateados con marcas de lentes al rededor de sus ojos. Los Patronus corrian facilmente adelante, llenando la escalera en espiral con luz platead, minetras la Profesora McGonagall, Harry y Luna trotaban detras de ella debajo de la Capa.

Ellos habían bajado dos pisos más cuando otro set de suaves pasos unieron a los de ellos. Harry, a quien la cicatriz le estaba picando, los oyó primero: Buscó en la bolsa al rededor de su cuello por el Mapa del Merodeador, pero antes de que lo pudera sacar, McGonagall también se dió cuenta de que tenían compañia. Ella paró, alzó su varita lista para un duelo,, y dijo,— ¿Quién está ahí?

—Soy yo,—díjo una voz leve.

Detrás de una armadura salió Severus Snape.

Odio hirvió dentro de Harry al verlo: Se le habían olvidado los detalles de la apariencia de Snape en la magnitud de sus crimenes, se lo olvidó como su pelo grasoso y negro colgaba ocmo cortinas alrededor de su cara delgada, como sus ojos negros tenian un aspecto muerto y frío. No tenía ropa de dormir, pero estaba vestido con su capa nagra, y el tambien tenia una varita lista para pelear.

—¿Dónde estan los Carrow?—Preguntó silenciosamente

—Donde usted les díjo que estubieran, me imagino, Severus,—díjo la Profesora McGonagall.

Snape se paró mas cerca, y sus ojos revolotearon sobre la Profesora McGonagall en el aire alrededor de ella, como si supiera que Harry estaba ahí. Harry sostubo su varita arriba tambien, listo para atacar.

—Tuve la impresión,—díjo Snape,—Que Alecto habia detenido a un intruso.

—¿Verdad?—díjo la Profesora McGonagall.— ¿Y que le dió esa impresión?

Snape hizo un pequeño movimiento de su brazo, donde la Marca Oscura marcada en su piel.

—Ah, pero naturalmente,—díjo la Profesora McGonagall.—Ustedes los Mortifagos tienen su modo de communicación privado, me olvidé.

Snape pretendió no oirla. Sus ojos estaban todavía sondeando el aire alrededor de ella, y estaba moviendose gradualmente mas cerca, con un aire de que no sabía lo que estaba haciendo.

—No sabía que era su noche de patrullar los corredores, Minerva.

—¿Tiene alguna objeción?

—¿Me pregunto que pudo haberla sacado de su cama a esta hora?

—Pensé que oí un disturbio,—díjo la Profesora McGonagall.

—¿Verdad? Pero todo se ve muy calmado.

Snape la miró a los ojos

—¿Haz visto a Harry Potter, Minerva? Perco si lo ha visto, devo insistir...

La Profesora McGonagall se movió más rápido que Harry pudo creer: Su varita acuchilló el aire y por un segundo Harry pensó que Snape debería caer inconciente, pero la rapidés de su Hechizo de Escudo fue tal que McGonagall fue tirada fuera de balance. Ella empuñó su varita hacia una antorcha en la pared y voló fuera de su soporte: Harry, a punto de maldecír a snape, fue forzado a quitar a Luna lejos de las llamas que caían, que se convirtieron en un anillo de fuego que llenó el corredor y voló como un lazo hacia Snape...

Luego ya no era fuego, pero un a gran serpiente que McGonagall volvió humo, que se re—formó y se solidifico en segundos para volverse un enjambre de dagas amenazadoras: Snape las evitó sólo cuando se escondió dentrás de la armadura, y con sonidos resonantes las dagas se hundieron, una después de la otra, en su pecho...

—¡Minerva!—díjo una voz chillona, y mirando detras de él, todavía protegiendo a Luna de los hechizos voladores, Harry vió a los Profesores Flitwick y Sprout corriendo por el corredor hacia ellos con su ropa de dormir, con un profesor Slughorn jadeando atrás.

—¡No!—chilló Flitwick, alzando su varita.— ¡Vás a hacer más asesinatos en Hogwarts!

El hichizo de Flitwick le pegó a la armadura donde Snape se había escondido: Con un ruido se revivió. Snape luchó fuera de los brazos aplastadores y lo mandó volando hacia sus atacantes: Harry y Luna tuvieron que tirarse al lado para evitarlo mientras se destrulló en la pared y callo. Cuando Harry miró hacia arria otra vez, Snape estaba escapando, McGonagall, Flitwick, y Sprout todos estaban corriendo detras de él: El entro por una puerta de un salón y momentos después, oyó a McGonagall gritar,— ¡Cobarde! ¡COBARDE!

—¿Que pasó, qué pasó?—preguntó Luna.

Harry la arrastró hacia arriba y corrieron por el corredor, con la Capa Invisible detrás de ellos, en el salón desierto donde los profesores McGonagall, Flitwick, y Sprout estaban parados al lado de una ventana rota.

—Saltó,—Díjo la profesora McGonagall mientras Harry y Luna corrian dentro del salón.

—¿Quieres decír que está muerto?— Harry corrió hacia la ventana, ignorando los gritos de shock de Flitwick y Spout por su aparición.

—No, no está muerto,—díjo McGonagall amargamente.—Al contrario de Dumbledore, todavía tenía una varita...y se ve que ha aprendido unos cuantos trucos con su maestro.

Con un cosquilleo de horror, Harry vió en la distancia una figura grande con forma de murcielago atravez de la oscuridad hacia la pared del perimetro.

Habían pasos pesados detrás de ellos, y muchos jadeos: Slughorn acababa de alcanzarlos.

—¡Harry! Jadeó, masageandose su inmenso pecho debajo de sus pijama de seda de color esmeralda. —Mi querido niño...que sorpresa...Minerva, explica...Severus... ¿que...?

—Nuestro director se está tomando un pequeño descanso—díjo la Profesora McGonagall, apuntando hacia la figura de Snape en la ventana.

—¡Profesora! Harry gritó, sus manos en su frente. Podía ver el lago lleno de Inferi debajo de el, y sintió el fantasmal bote verde estrellarse con la orilla, y Voldemort saltoó afuera con un sentimiento de asesino en su corazón...

—Profesora, tenemos que cerrar con barricadas la escuela, ¡el ya viene!

—Muy bien. El—Que—No—Debe—Ser—Nombrado ya viene— le díjo a los otros profesores. Sprout y Flitwick quedaron boquiabieartos; Slughorn dejó escapar un pequeño grito.—Potter tiene que trabajar en el castillo bajo las ordeners de Dumbledore. Tenemos que poner cada protección de la que somos capaces de hacer mientras Potter hace lo que tenga que hacer.

—¿Te das cuenta, claro, que nada de lo que hagamos puede dejara a Tu—Sabes—Quien afuera indifinidamente?—Chilló Flitwick.

—Pero lo podemos detener,— díjo la Profesora Sprout

—Gracias, Pomona,—díjo la profesora McGonagall, y entre las dos brujas pasó una triste mirada de entendimiento.— Yo sugiero que establescamos porección basica al rededor del lugar, luego reunir a nuestros estudiantes y encontrarnos en el Gran Comedor. La mayoria deben ser evacuados, pero si algunos de los que son mayores de edad quieren quedarse a pelear, yo creo que tenemos que darles esa oportunidad.

—Estóy de acuerdo,— díjo la Profesora Sprout, quien ya estaba apurandose hacia la puerta. —Los veré en el Gran Comedor en veinte minutos con los de mi Casa.

Y trotó fuera de la vista de elllos, la podian oir murmurando,—Tentacula. Lazo del Diablo. Y cascara de Snargaluff... si, quiero ver a los Mortifagos peleando esos.

—Puedo actuar desde aquí,—díjo Flitwick, y aunque casi no podia ver fuera de ella, le apunto con su varita atravez de la ventana rota y empezó a susurrar encantos de gran complejidad. Harry olló un raro ruido rafagante, como si Flitwick hubiera desencadenado el poder del viento dentro del castillo.

—Profesor,—díjo Harry, acercandose al pequeño maestro de Encantos, —Profesor, perdón por interrumpir, pero esto es importante. ¿Tiene alguna idea de donde está la diadema de Ravenclaw?

—Protego Horribilis... ¿la diadema de Ravenclaw?—Chilló Flitwick. —Un poco de sabiduria extra nunca se pierde, Potter, pero creo que no va a ser de mucho uso en esta situación.

—Solo quise decir... ¿Usted sabe donde está? ¿Alguna vez la ha visto?

Harry sintió una mezcla de decepción desesperada y panico. Entonces, que era el Horcrux?

—¡Debemos encontrarlos a usted a su Ravenclaws en el Gran Comedor, Filius! Díjo la Profesora McGonagall, señalandole a Harry y Luna que la siguieran.

Acababan de alcanzar la puerta cuando Slughorn retumbo en habla

—Mi Dios,— jadeó, palido y sudoroso, su bigote de morsa temblando. ¡Que hacer! No estoy seguro que esto sea prudente, Minerva. Va a encontrar una manera de entrar, usted sabe, y cualquiera de los que han tratado de detenerlo va a estar en gran peligro...

—Voy a esperarlos a usted y a los de Slytherin en Gran Comedor en veinte minutos, tambien,—díjo la profesora McGonagall.—Si desea irse sin sus estudiantes, no lo vamos a parar. Pero si algunos de ustedes tratan de sabotear nuestra resistencia o tomar armas en contra de nosotros dentro del castillo, entonces, Horacio, vamos a hacer un duelo hasta matar.

—¡Minerva!—díjo, horrorizado.

—Ha llegado el momento que la Casa de Slytherin decida cuales son sus lealtades,—Interrumpió la profesora McGonagall.— Ve y despierta a tus estudiantes, Horace.

Harry no se quedó para ver a Slughorn balbucear: El y Luna correron detras de la Profesora McGonagall, quien habia adoptado una posiciónen la mitad del corredor y alzó su varita.

Piertotum...oh, por el amor de Dios, Filch, ahorita no...

El viejo portero acababa de aparecer, gritando —¡Estudiantes fueras de sus camas! ¡Estudiantes en los corredores!

—¡Se supone que estén afuera, idiota!— Gritó McGonagall.— ¡Ahora, vaya y haga algo constructivo! ¡Encuentre a Peeves!

—¿P—Peeves?— tartamudeó Filch como si nunca hubiera oido ese nombre antes.

—Si, Peeves, tonto, ¡ Peeves! ¿No ha estado quejandose de el por un quarto de siglo? ¡Vaya y traigalo, ahora!

Evidentemente, Filch pensó que la profesora McGonagall se había vulto loca, pero se fue cojeando, con los hombros jorobados, susurrando en voz baja.

—Y ahora... ¡Piertotum Locomotor! Chilló la Profesora McGonagall.

Y atravez del corredor las estatuas y armaduras saltaron fuera de su pedestal, y con golpes resonantes de los pisos de arriba y abajo, Harry sabía que sus compañeros atravez del castillo habían hecho lo mismo.

—¡Hogwarts está amenazada!— Gritó lal Profesora McGonagall.— ¡Cuiden los alrededores, protegenos, cumplan con su deber en esta escuela!

Haciendo ruidos y gritando, el rebaño de statuas móviles se precipitó delante de Harry: Algunos de ellos más pequeños, otros mas grandes, que un sers humano. Tambien habían animales, y las armaduras con su sonido metálico empuñaron espadas y pelotas en cadenas con púas.

—Ahora, Potter,—díjo McGonagall,—Es mejor que usted y la Señorita Lovegood se devuelvan con sus amigos y los traigan al Gran Comedor... Yo despertaré a los otros de Gryffindor.

Ellos se fueron cuando estában en el último escalon, Harry y Luna corriendo hacia la entrada oculta hacia el Cuarto de Requerimientos. Mientras corrían, se encontraron con grupos de estudiantes, casi todos con su capa de viaje sobre sus pijama, siendo guiados hacia el Gran Comedor por maestros y prefectos

—¡Ese era Potter!

—¡Harry Potter!

—¡Era el, lo juro, lo acabé de ver!

Pero Harry no los miró, y finalmente llegaron a la entrada del Cuarto de Requerimientos. Harry se inclinó hacia la pared encantada, que se abrió para dejarlos entrar, y el y Luna corrieron hacia la escalera

—¿Qu...?

Mientras el cuarto salió a la vista, Harry bajó unos escalones del shock. Estaba llena, más llena de cuando el había estado ahí. Kingsley y Lupin estaban mirandolo a el, como también Oliver Wood, Katie Bell, Angelina Johnson, y Alicia Spinner, Bill y Fleur, y el Señor y la Señora Weasley.

—Harry, ¿que está pasando?— díjo Lupin, encontrandose con él al final de las escaleras.

—Ya viene Voldemort, están haciendole barricadas a la escuela...Snape se escapó... ¿Que están haciendo aquí? ¿Cómo sabían?

—Le mandamos mensajes al resto del Ejercito de Dumbledore,—explicó Fred.— No esperabas que todos se perdieran de la diversión, Harry, y el E.D. le contó a la Orden del Fenix, y todo se juntó.

—¿Primero qué, Harry? Díjo George. —¿Qué está pasando?

—Están evacuando los niños mas jóvenes y todos se estan reuniendo en el Gran Comedor para organizarse,—Díjo Harry.—Vamos a pelear.

Hubo un gran clamor y una oleada hacia el final de las escaleras; el estaba presionado en contra de la pared mientras corrian después de el, los miembros de la Orden del Fenix, el Ejercito de Dumbledore, y el viejo equipo de Quidditch de Harry mezclados, todas sus varitas afuera, caminando hacia el castillo principal.

—Vamos Luna,—Dean llamó mientras pasaba, dando su mano libre; ella la tomo y lo siguió arriba de las escaleras.

El grupo de personas se estaba haciendo mas pequeño: Solo un pequeño grupo de personas quedaban en el Cuarto de Requerimientos, y Harry se les unió. La Señora Weasley estaba luchando con Ginny. Al rededor estaba Lupin, Fred, George, Bill, y Fleur.

—Eres menor de edad!— le gritó la Señora Weasley a su hija mientras Harry se acercaba.— ¡No lo permitiré! Los hombres, si, pero tu, ¡tu tienes que ir a casa!

—¡No lo haré!

El cabello de Ginny voló cuando tiró su brazo fuera del puño de la Señora Weasley.

—Estoy en el Ejercito de Dumbledore...

—¡Una pandilla de adolescentes!

—¡Una pandilla de adolescentes que va a pelear contra el, lo que nadie se ha atrevido a hacer!— díjo Fred.

—¡Ella tiene dieciseis años!—gritó la Señora Weasley.— ¡No es lo sufisientemente grande! Ustedes dos estaban pensando entraerla con ustedes...

Fred y George se veian avergonzados.

—Mi mamá tiene razón, Ginny,—díjo Bill gentilmente. —No puedes hacer esto. Todos los menores de edad tienen que irse, es lo justo.

—¡No puedor ir a casa!— Gritó Ginny, furiosa y con lagrimas brillandole en los ojos. —Toda mi familia esta aquí, no puedo quedarme parada a esperar sola sin saber y...

Sus ojos se encontraron con los de Harry por primera vez. Lo miró suplicantemente, pero el díjo que no con la cabeza y ella se volteó rencorosamente.

—Está bien,— d’ijo, mirando hacia la entrada del tunel que llegaba a la Cabeza de Puerco. —Voy a despedirme ahora, luego, y....

Se oyeron pies arrastrandose y un gran ruido sordo: Alguien más había salido del tunel, perdió un poco el equililbrio, y calló. Se paró con la silla mas cercana, miró al rededor detras de sus lentes de sus lentes torcidos, y díjo, —¿Llegué tarde? ¿Ya empezó? Me acabé de enterar, entonces yo...yo...

Percy quedó en silencio. Evidentemente nohabía esperado encontrarse con la mayoria de su familia. Hubo un momento de asombro, que fue interrumpido por Fleur diciendole a Lupin, en un intento muy transparente de romper la tension, —¿Y... como está el pequeño Teddy?

Lupin le parpadeó, sorprendido. El silencio entre los Weasleys se solidificó, como un hielo.

—Yo...oh si... ¡está bien!—Díjo Lupin fuertemente.—Si, Tonks esta con el...en la casa de su madre...

Percy y los otros Weasleys todavía se estaban mirando, congelados.

—¡Mira, tengo una foto!—Gritó Lupin, sacando la foto del bolsillo de su chaqueta y mostrandoselo a Fleur y Harry, quien vió un pequeño bebe con un mechón de colór turquesa, salundando con gordas manos a la camara.

—¡Fuí un estupido!— Rugió Percy, tan duro que Lupin casi bota la foto.—Fuí un idiota, fui un presumido, fuí un...un...

—Un idiota, amante del ministerio, repudiante de la familia, hambriento de poder,— díjo Fred

Percy pasó saliva

—¡Si, lo fuí!

—Bueno, no puedes decir mejor que eso,— díjo Fred, dandole la mano a Percy

La Señora Weasly empezó a llorar. Corrió hacia adelante, empujó a Fred, y le dió a Percy un abrazo estrangulador, mientras el le daba palmaditas en la espalda, sus ojos mirando a su padre.

—Perdoname, padre,— díjo Percy

El Señor Weasly parpadeo rapidamente, luego tambien se apuró a abrazar su hijo.

—¿Que te hizo volver a tus sentidos, Perce?— Preguntó George.

—Me ha estado pasando por un tiempo,—díjo Percy, limpiandose los ojos debajo de los lentes con la esquina de su capa. —Pero tenia que encontrar una manera de salirme y no es facil en el Ministerio, estan mentiendo a la carcel a los traidores. Logré contactarme con Alberforth y me paso el dato hace diez minutos que Hogwarts iba a pelear, entonces aqui estoy.

—Bueno, si esperamos que nuestros prefectos sean lideres en momentos como este,— díjoGeorge con una buena imitacíon del gesto más presumido de Percy.—Ahora vamos a arriba y peleemos, o todos los mejores Mortifagos ya estaran tomados.

—¿Entonces, tu eres mi cuñada ahora?—díjo Percy, dandole la mano a Fleur mientras caminaban hacia las escaleras con Bill, Fred, y George.

—¡Ginny!—gritó la señora Weasley.

Ginny estaba tratando, aprovechando la reconciliación, de subir a escondidas.

—Molly, que opinas,— díjo Lupin.— ¿Por qué no se queda Ginny, asi almenos esta en la escena y sabe lo que está pasando, pero no estarán en la mitad de la pelea?

—Yo...

—ES una buena idea,—díjo el señor Weasley firmemente. —Ginny, te quedas en este cuarto, ¿entiendes?

A Ginny no le gustó mucho la idea, pero bajo la mirada preocupada de su padre, asintió. La Señora y el Señor Weasly y Lupin caminaron hacia las escaleras tambien.

—¿Dónde está Ron?—Preguntó Harry.— ¿Dónde está Hermione?

—Deben estar en el Gran Comedor,—díjo el Señor Weasley.

—No los vi pasar,— díjo Harry.

—Dijeron algo sobre un baño,—díjo Ginny,—Poco después de que te fuiste.

—¿Un baño?

Harry caminó atravez del cuarto hacia una puerta abierta que llevaba al Cuarto de Requerimientos y buscó en el baño. Estaba vacio.

—¿Estás segura de que dijeron bañ...?

Pero luego su cicatriz le quemóy el Cuarto de Requerimientos desapareció: El estaba mirando atravez de las altas rejas de hierro con jabalís con alas en columnas en cada lado, mirando atravez del oscuro campo hacia el castillo, que estaba ardiendo con luces. Nagini estaba sobre sus hombros. Estaba poseido con ese sentimiento cruel y frio de un proposito precedia asesinato.

 

Capítulo 31


Date: 2015-12-11; view: 505


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