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Capítulo 17: La memoria de Slug

Unos días después de año nuevo, por la tarde, Harry, Ron y Ginny se alinearon frente a la chimenea de la cocina para regresar a Hogwarts. El ministerio había arreglado esta inusual conexión a la Red Flu para que los alumnos pudieran regresar de una manera más rápida y más segura a la escuela. Solo la Sra. Weasley estaba allí para despedirse, mientras el Sr. Weasley, Fred, George, Bill y Fleur estaban en el trabajo. La Sra. Weasley rompió a llorar al momento de la partida. En realidad, la habían visto poco últimamente, había estado llorando desde que Percy se marchó furioso de la casa el día de Navidad con los anteojos llenos de chirivía molida (hecho por el cual Fred, George y Ginny reclamaban crédito).

 

-No llores mamá.- dijo Ginny, dándole palmaditas en la espalda mientras la Sra. Weasley sollozaba en su hombro. –Está bien...-

 

-No te preocupes por nosotros,- dijo Ron permitiéndole a su madre plantarle un húmedo beso en su mejilla –ni por Percy. Es un imbécil, no vale la pena, ¿no?-

 

La Sra. Weasley sollozó más fuerte que antes mientras abrazaba a Harry fuertemente.

 

-Prométeme que te cuidarás... Aléjate del peligro... –

 

-Siempre lo hago Sra. Weasley,- dijo Harry. –A mí me gusta una vida tranquila, me conoce.-

 

Molly esbozó una sonrisa húmeda y se echó hacia atrás. –Sean buenos, todos... –

 

Harry se paró sobre el fuego esmeralda y gritó – ¡Hogwarts!- Tuvo una última visión borrosa de la cocina de los Weasley y de la cara llena de lágrimas de la Sra. Weasley antes de que las llamas lo engulleran; girando muy rápido, vio rápidamente otros cuartos de magos, los cuales cambiaban antes de que pudiera echar un vistazo más amplio; luego aminoró la marcha, finalmente frenando en la chimenea del despacho de la Profesora McGonagall. Ella apenas si lo miró desde su escritorio mientras caía fuera del hogar.

 

-Buenas noches, Potter. Trata de no ensuciar con ceniza la alfombra.-

 

-No, profesora. -

 

Harry acomodó sus lentes y aplastó su cabello mientras Ron aparecía girando. Cuando Ginny arribó, los tres salieron de la oficina de McGonagall y encararon hacia la torre de Griffindor. Harry miró hacia las ventanas mientras pasaban, el sol ya se hundía tras los terrenos cubiertos de nieve de una manera aún más espesa que la que había caído en el jardín de la Madriguera. A la distancia, pudo ver a Hagrid alimentando a Buckbeak enfrente de su cabaña.

 

-Baratijas.- dijo Ron confidencialmente mientras llegaban al retrato de la señora gorda, quien estaba más pálida que de costumbre y haciendo muecas de dolor al oír su voz.



 

-No,- dijo.

 

-¿A que te refieres con “no”? -

 

-Hay una nueva contraseña- dijo – Y por favor no grites.-

 

-Pero estuvimos fuera, ¿Cómo haremos para...?-

 

-¡Harry! ¡Ginny! -

 

Hermione se acercaba hacia ellos con la cara roja y usando una túnica, gorro y guantes.

 

-Llegué hace unas horas, he estado con Hagrid y Buck... digo Witherwings- dijo sin aliento.- ¿Tuvieron una buena Navidad? –

 

-Sí,- dijo Ron apresuradamente -Con muchos eventos inesperados, Rufus Scrim...

 

-Tengo algo para ti Harry- dijo Hermione, sin mirar a Ron ni dando signos de haberlo oído. –Espera... contraseña. Abstinencia.-

 

-Correctamente.- dijo la Dama Gorda con voz débil y se abrió para mostrar el agujero del retrato. –

 

-¿Qué le ha pasado?- preguntó Harry.

 

-Sobrepasada en Navidad, aparentemente,- dijo Hermione subiendo la mirada mientras entraba en la sala común. –Ella y su amiga Violeta tomaron todo el vino de esa pintura de los monjes ebrios bajo el corredor de Encantamientos. Como te decía... –

 

Revolvió en su bolsillo por un momento y luego sacó un rollo de pergamino escrito por Dumbledore.

 

-Genial,- dijo Harry desenrollándolo para descubrir que su próxima lección con Dumbledore había sido apuntaba para la noche siguiente. –Tengo muchas cosas que decirle... Y a ti también. Sentémonos... –

 

Pero en ese momento se oyó un chillido -¡Won-won!- y Lavender Brown apareció de la nada y se hundió en los brazos de Ron. Muchos presentes rieron por lo bajo, Hermione lanzó una carcajada y dijo –Hay un cable allí... ¿Vienes Ginny?-

-No, gracias, dije que vería a Dean,- dijo Ginny, pero Harry no dejó de notar que no sonaba entusiasmada. Dejando a Ron y a Lavender en una especie de combate vertical, Harry se dirigió a Hermione sobre la mesa.

 

-¿Cómo estuvieron tus vacaciones? -

 

-Bien,- dijo encogiéndose de hombros. –Nada especial. ¿Cómo estuvieron en casa de Won-Won? -

 

-Te lo diré en un minuto- dijo Harry. –Mira, Hermione, ¿no podrías...?-

 

-No, no puedo,- dijo tajantemente. -Así que ni preguntes.-

 

-Pensé que quizá, tú sabes, durante Navidad...-

 

-Fue la Señora Gorda quien bebió un contenedor de vino de hace quinientos años, Harry, no yo. ¿Qué era lo importante que tenías que decirme? –

 

Se mostró tan agresiva para discutir en ese momento que Harry dejó el tema de Ron y le dijo todo lo que había oído entre Malfoy y Snape. Cuando terminó, Hermione pensó por un momento y luego dijo, -¿No crees que...?-

 

-¿...pretendía ofrecer ayuda para que Malfoy le contara que hacía? -

 

-Bueno, sí.- dijo Hermione.

 

-El padre de Ron y Lupin piensan lo mismo- dijo Harry rencorosamente. –Pero esto prueba definitivamente que Malfoy planea algo, no lo puedes negar. –

 

-No, no puedo,- respondió lentamente.

 

-Y está trabajando bajo órdenes de Voldemort, ¡tal como dije! –

 

-mmm... ¿Alguno de ellos mencionó el nombre de Voldemort?-

 

Harry frunció el ceño, tratando de recordar. –No estoy seguro... Snape definitivamente dijo “tu maestro,” ¿Y quién otro podría ser? –

 

-No lo sé,- dijo Hermione, mordiendo su labio. – ¿Quizás su padre?

 

Miró por la sala, aparentemente perdida en sus pensamientos, sin siquiera notar a Lavender haciéndole cosquillas a Ron. -¿Cómo está Lupin?-

 

-No muy bien,- dijo Harry y le contó todo sobre la misión de Lupin entre los hombres lobo y las dificultades que enfrentaba. -¿Has oído hablar de Fenrir Greyback?-

 

-¡Sí!- dijo Hermione, sonando sorprendida. – ¡y tú también Harry!-

 

-¿Cuándo, Historia de la Magia? Sabes bien que jamás escuché..-

 

-No, no, no en Historia de la magia... ¡Malfoy amenazó a Borgin con él!- dijo Hermione. –En el Callejón Knocturn, ¿no recuerdas? ¡Le dijo a Borgin que Greyback era un antiguo amigo de su familia y que sería él quien miraría el progreso de Borgin! –

 

Harry la miró boquiabierto. – ¡Lo olvidé! Pero esto prueba que Malfoy es un Mortífago, ¿Cómo podría sino estar en contacto con Greyback y decirle que hacer? –

 

-Es muy sospechoso.- suspiró Hermione. –A menos que...-

 

-¡Oh! Por Dios,- dijo Harry exasperado, -¡No puedes salir de esta!-

 

-Bueno... pero está la posibilidad de que fuera una amenaza vacía.-

 

-Eres escéptica, realmente lo eres,- dijo Harry sacudiendo su cabeza. -Veremos quien tiene razón... te comerás tus palabras, Hermione, tal como el Ministro. ¡Ah! Tuve un enfrentamiento con Rufus Scrimgeour... –

 

Y el resto de la noche transcurrió amigablemente con ambos insultando al Ministerio de Magia, para Hermione y Ron, tenían gran coraje en pedirle ayuda ahora luego de lo que el Ministro había hecho con Harry el año anterior,

 

El nuevo período escolar comenzó la mañana siguiente con una sorpresa agradable para los del sexto año: Un gran cartel había sido colgado en las Salas Comunes por la noche.

 

LECCIONES DE APARICIÓN

 

Si tienes diecisiete años o cumplirás diecisiete el 31 de agosto próximo o antes, estás calificado para un curso de doce semanas de lecciones de aparición a cargo de un instructor de aparición del Ministerio de Magia. Por favor firmen quienes deseen participar: el costo es de 12 Galeones.

 

Harry y Ron se habían unido a la multitud que se había congregado alrededor del cartel para escribir sus nombres al final. Ron estaba sacando su pluma para firmar después de Hermione cuando Lavender apareció por detrás, puso sus manos sobre los ojos de Ron y preguntó -¿Adivina quién Won-Won?- Harry giró para ver a Hermione yéndose, se fue con ella, sin deseo de tener que quedarse atrás con Ron y Lavender, pero para su sorpresa, Ron lo siguió poco antes de llegar al agujero del retrato, con sus orejas coloradas y expresión fastidiada. Sin una palabra, Hermione se apresuró para caminar con Neville.

 

-Así que... Aparición.- dijo Ron con un tono que dejaba totalmente en claro que Harry no debía mencionar lo que había ocurrido. –Debe ser un chiste ¿eh?-

 

-No sé- dijo Harry. –Quizás es mejor cuando lo haces tú mismo, no disfruté mucho cuando Dumbledore me llevó así. -

 

-Olvidé que ya lo habías hecho... Espero pasar mi examen al primer intento,- dijo Ron ansioso –Fred y George lo hicieron.-

 

-Charlie falló, a pesar de todo, ¿no?-

 

-Sí, pero Charlie es más grande que yo.- Ron puso sus brazos fuera de su cuerpo como si fuera un gorila... -Así que Fred y George no le dieron muchas vueltas al tema... No en su cara, claro...-

 

-¿Cuándo tomaremos nuestros exámenes?-

 

-Tan pronto como tengamos diecisiete. ¡Eso es en Marzo para mí!-

 

-Sí, pero no podrías aparecerte aquí, no en el castillo.-

 

-No es el punto, todos sabrían que podría aparecerme si quisiera.-

 

Ron no era el único excitado ante la perspectiva de aparecerse. Durante el día se habló solamente de las lecciones que se acercaban. Una gran tienda había sido instalada para que pudieran desvanecerse y reaparecer allí.

 

-¿Qué bueno será cuando...?- Seamus chasqueó sus dedos para indicar su desaparición. –Mi primo Fergus lo hace tan solo para hacerme enojar, esperen a que pueda hacerlo... No tendrá un momento pacífico...-

 

Perdidos en las visiones del futuro feliz, movió su varita bastante entusiasmadamente, y en vez de producir una fuente de agua pura, el objetivo de la clase de Encantamientos, lanzó un gran chorro que golpeó el techo y luego noqueó al profesor Flitwick en la cara.

 

-Harry ya se ha aparecido,- le dijo Ron a un avergonzado Seamus, luego de que Flitwick se hubiera secado con un movimiento de varita y le hubiera dicho: “soy un mago, no un simio blandiendo un palito.” -Dumb... er... alguien lo llevó. Aparición Conjunta, tú sabes.

 

-¡Wow!- susurró Seamus, y él, Dean y Neville juntaron sus cabezas para oír que se sentía aparecerse. Por el resto del día Harry fue perseguido por pedidos de otros de sexto año para describir la sensación de la Aparición, aunque no se sintieron desilusionados cuando les dijo lo incómodo que era y todavia estaba respondiendo preguntas a las ocho menos diez de la noche, cuando se vio forzado a mentir y dijo que tenía que devolver un libro a la biblioteca, para poder así ir a su lección con Dumbledore.

 

Las lámparas en la oficina de Dumbledore estaban encendidas, los retratos de antiguos directores roncaban en sus marcos y el Pensadero estaba listo en el banco una vez más. Las manos de Dumbledore yacían a cada lado de su cuerpo, la derecha negra y quemada como siempre. No parecía haber curado del todo y Harry se preguntaba, quizá por centésima vez, qué había causado tal lesión, pero no preguntó; Dumbledore había dicho que eventualmente lo sabría, y en todo caso, ahora tenía otros temas que tratar. Pero antes de que Harry pudiera decir algo acerca de Snape y Malfoy, Dumbledore habló.

 

-Escuché que conociste al Ministro de Magia en Navidad.-

 

-Sí- dijo Harry. –No está muy contento conmigo.-

 

-No- asintió Dumbledore. –Tampoco está muy feliz conmigo. Debemos tratar de no hundirnos en la angustia, Harry. –

 

Harry sonrió.

 

-Quería que le dijera a la comunidad mágica que el Ministerio está haciendo un grandioso trabajo.-

 

Dumbledore sonrió.

 

-Fue idea de Fudge originalmente, debes saber. Sus últimos días en la oficina, cuando trataba desesperadamente de aferrarse a su puesto, pensó en un encuentro contigo, pensando en que le darías tu apoyo... –

 

-¿Luego de todo lo que Fudge hizo el año pasado?- dijo Harry enojado -¿Luego de Umbridge? –

 

-Le dije a Cornelius que no había oportunidad de eso, pero la idea no murió cuando abandonó la oficina. A las pocas horas de la asención de Scrimgeour, me reuní con él y me demandó que concertara una cita contigo. –

 

-¡Y por eso discutieron!- Replicó Harry. –Salió en El Profeta. –

 

-El Profeta está obligado a decir la verdad ocasionalmente- dijo Dumbledore –Aun si es solo accidentalmente. Parece que Rufus encontró la manera de arrinconarte finalmente. –

 

-Él me acusa de ser “hombre de Dumbledore hasta la médula.”-

 

 

-Muy grosero de su parte.-

 

-Le dije que lo soy.-

 

Dumbledore abrió su boca para hablar y después la cerró otra vez. Detrás de Harry, Fawkes el Phoenix dejaba escapar un silbido bajo, suave, musical. Para su vergüenza intensa, Harry se dio cuenta repentinamente que los ojos azul brillante de Dumbledore parecían algo acuosos, rápidamente miró fijo sus propias rodillas. Cuando Dumbledore habló, sin embargo, su voz estaba absolutamente firme.

 

-Me has tocado de veras, Harry. –

 

-Scrimgeour quería saber a dónde va cuando abandona Hogwarts.-dijo Harry, todavía mirando hacia sus rodillas.-

 

-Si, está muy interesado en eso.- dijo Dumbledore, sonando alegre, y Harry creyó que era seguro volver a mirar para arriba. -Hasta ha tratado que alguien me siguiera. Asombroso, realmente. Puso a Dawlish a perseguirme. No fue muy amable. Ya me había visto forzado a hechizar a Dawlish una vez, lo volví a hacer con el mayor arrepentimiento. –

 

-¿Entonces todavía no saben a dónde va?- preguntó Harry, esperando obtener más información de ese intrigante tema, pero Dumbledore tan solo sonrió sobre la punta de sus anteojos de media luna. –

 

-No, y tampoco es tiempo de que tú lo sepas. Ahora, sugeriría que empecemos, a menos que halla algo más...-

 

-En realidad lo hay, señor.- dijo Harry. -Es sobre Malfoy y Snape.-

 

-Profesor Snape, Harry. –

 

-Sí, señor. Los oí durante la fiesta del profesor Slughorn... bueno, en realidad los seguí... –

 

Dumbledore escuchó con una cara indiferente. Cuando Harry terminó no habló por unos momentos, pero luego dijo, -Gracias por decirme esto Harry, pero yo sugeriría que lo saques de tu mente. No creo que sea de gran importancia. –

 

-¿No de gran importancia?- repitió Harry incrédulo. -Profesor, ¿Entendió...?-

 

-Sí Harry, bendecido como estoy con un extraordinario poder mental, entendí todo lo que me dijiste.- dijo Dumbledore, un poco cortante. –Pienso que podrías considerar la posibilidad de que he entendido un poco más que tú. De nuevo, estoy contento de que hayas confiado en mí, pero déjame decirte que lo que me has dicho no me inquieta en lo absoluto. –

 

Harry se sentó en silencio, mirando a Dumbledore. ¿Qué estaba pasando? ¿Significaba esto que Dumbledore había ordenado a Snape averiguar qué estaba haciendo Malfoy y ya había oído todo lo que Harry había dicho por Snape? ¿O estaba verdaderamente preocupado por lo oído pero pretendía no estarlo?

 

-Entonces señor,- dijo Harry, en lo que esperaba era una voz calmada-¿Definitivamente sigue confiando...? –

 

-He estado tolerando suficiente para responder esa pregunta- dijo Dumbledore, sin sonar tolerante. –Mi respuesta no ha cambiado. –

 

-Debería saber que no- dijo una voz sarcástica, Phineas Nigellus estaba tan solo pretendiendo que dormía. Dumbledore lo ignoró. –

 

-Y ahora Harry, debo insistir en que prosigamos. Tengo cosas más importantes que discutir contigo esta noche.-

 

Harry se sentó sintiéndose rebelde. ¿Cómo habría sido si se hubiera negado a cambiar de tema, si hubiera insistido en discutir el caso de Malfoy? Como si hubiera leído la mente de Harry, Dumbledore sacudió su cabeza.

 

-¡Ay Harry, que seguido pasa, hasta en los mejores amigos! ¡Cada uno de nosotros piensa que lo que tiene que decir es mucho más importante que cualquier cosa que el otro tenga para agregar! –

 

-No creo que lo que tenga que decir usted no sea importante, señor.- dijo Harry rígido.

 

-Bien, estás en lo correcto en que no lo es,- dijo Dumbledore bruscamente. –Tengo dos memorias para mostrarte esta noche, ambas obtenidas con una enorme dificultad, y la segunda de ellas es, creo, la más importante que he conseguido.

 

Harry no dijo nada, todavía se sentía enojado por la respuesta a sus confidencias, pero no pudo ver que ganaría discutiéndolo más adelante.

 

-Así que.- dijo Dumbledore, en una resonante voz, -nos encontramos esta noche para continuar la historia de Tom Riddle, a quien dejamos a punto de pisar Hogwarts en la última lección. Recordarás qué excitado estaba al saber que era un mago, que había rechazado mi compañía en el viaje al Callejón Diagon y que yo, a modo de respuesta, le advertí en contra de seguir robando cuando llegara al colegio.

 

-Bien, el inicio del año escolar llegó y con éste, se presentó Tom Riddle, un chico callado envuelto en ropa de segunda mano, alineado junto con otros de primer año para ser sorteado. Fue ubicado en Slytherin casi al momento en que el gorro tocó su cabeza,- continuó Dumbledore, moviendo su mano negra hacia el estante sobre su cabeza donde el Sombrero Seleccionador estaba, anciano e inmutable. –Qué tan temprano supo Riddle que el más famoso de los fundadores hablaba con las serpientes no lo sé... quizás esa misma noche. Ese conocimiento tan solo lo excitó y aumentó su sentimiento de auto-importancia.-

 

-A pesar de todo, si estaba asustando a sus compañeros con muestras de la lengua Pársel en la sala común, ningún indicio de ello nos llegó a los docentes. No mostraba ningún signo de arrogancia ni de agresión. Como un inusualmente talentoso y muy buenmozo huérfano, naturalmente llamó la atención de todos los maestros casi al momento de su llegada. Parecía educado, callado y sediento de conocimientos. Casi todos estábamos favorablemente impresionados por él.

 

-¿No les dijo, señor, cómo había sido cuando se reunió con él en el orfanato?- preguntó Harry.

 

-No, no lo hice. A pesar de que no había mostrado signos de remordimiento, era posible que se sintiera arrepentido de su anterior comportamiento y hubiera decidido comenzar de nuevo como una hoja fresca. Decidí darle esa oportunidad.-

 

Dumbledore se detuvo brevemente y miró inquisitivo a Harry, que había abierto su boca para hablar. ¡Aquí, estaba otra vez la tendencia de Dumbledore a confiar en la gente a pesar de la evidencia abrumadora de que ella no lo merecía! Pero entonces Harry recordó algo. . .

 

-¿Solamente usted realmente no confiaba en él, señor? Él me dijo. . . el Riddle que salió de ese diario dijo, “Dumbledore nunca pareció quererme tanto como lo hicieron los otros profesores.”-

 

-Digamos que no consideré que fuera digno de confianza,- dijo Dumbledore. –tenía resuelto, como he indicado ya, guardar un ojo cercano sobre él, y así lo hice. No puedo fingir que conseguí mucho de mis observaciones al principio. Me lo ocultó bastante, él sentía estoy seguro, que en la emoción de descubrir su identidad verdadera me había dicho demasiado. Siempre tenía cuidado de no revelarme tanto nunca más, pero no podía retirar lo dicho en su entusiasmo, ni lo que la señora Cole había confiado en mí. Sin embargo, nunca intentó caerme bien como lo hizo con otros muchos colegas, a quienes realmente deleitaba.-

 

-Mientras avanzaba en el colegio se rodeó de un grupo de dedicados amigos, lo llamo así, para usar un mejor término, a pesar de que como te he indicado nunca sintió afecto por ninguno de ellos. Este grupo tenía una especie de aura maligna dentro del castillo. Eran un grupo heterogéneo, una mezcla de débiles en busca de protección, de ambiciosos en busca de gloria compartida y la fuerte gravitación en torno a un líder que podía mostrarles formas más refinadas de crueldad. En otras palabras, eran los predecesores de los Mortífagos y es así que algunos de ellos se convirtieron en los primeros Mortífagos luego de abandonar Hogwarts. -

-Rígidamente controlados por Riddle, nunca fueron detectados haciendo mal alguno, a pesar de que su séptimo año en Hogwarts estuvo marcado por horribles incidentes con los que nunca fueron satisfactoriamente conectados, el más serio de ellos fue, obviamente, la apertura de la Cámara de los Secretos, cuyo resultado fue la muerte de una niña. Como bien sabes, Hagrid fue erróneamente acusado por ese crimen. –

 

-No he sido capaz de encontrar muchas memorias de Riddle en Hogwarts- dijo Dumbledore, apoyando su mano marchita sobre el Pensadero. –Pocos que lo conocieron están preparados para hablar, el resto está demasiado aterrado. Lo que sé, es de cuando ya había abandonado Hogwarts, luego de mucho esfuerzo minucioso, luego de encontrar a aquellos que podía engañarlos para hablar, luego de buscar en viejos recuerdos y de preguntar a testigos muggles y magos por igual. -

 

-Aquellos a quienes persuadí para que hablaran me dijeron que Riddle estaba obsesionado con su ascendencia. Esto es entendible, claro está, había crecido en un orfanato y deseaba saber como era que había ido a parar ahí. Parece ser que buscó en vano algún rastro de su padre Tom Riddle en los escudos de la sala de trofeos, en las listas de prefectos de los historiales antiguos del colegio, hasta en los libros de la historia de los magos. Finalmente tuvo que aceptar que su padre jamás había puesto un pie en Hogwarts. Creo que fue ahí cuando abandonó su nombre por completo, asumió la identidad de Lord Voldemort y comenzó las investigaciones en la familia de su madre... la mujer que debes recordar, pensó que no podía haber sido una bruja si había sucumbido a la vergonzosa debilidad humana de la muerte-

 

-Todo lo que tenía era solo nombre de “Sorvolo”, el cual sabía por parte de quienes regían el orfanato había sido el nombre del padre de su madre. Finalmente, luego de una ardua búsqueda, por los libros de las familias mágicas, descubrió la existencia de la línea sobreviviente de Slytherin. En el verano de sus dieciséis años, dejó el orfanato al que regresaba anualmente y partió a encontrar a sus parientes Gaunt. Y ahora Harry, si te paras aquí...-

 

Dumbledore se levantó, y Harry vio que tenía otra vez una pequeña botella de cristal llena con una brillante y perlada memoria.

 

-Fui muy afortunado de recoger esto,- dijo, mientras metía la masa resplandeciente dentro del Pensadero. –como entenderás una vez que la hayamos visto. ¿Vamos? –

 

Harry se acercó a la vasija de piedra y se inclinó obedientemente hasta que su cara se sumergió dentro de la superficie de la memoria, tuvo la sensación familiar de caer a través de la nada y luego aterrizó en un sucio piso de piedra casi en total oscuridad.

 

Le tomó muchos segundos reconocer el lugar, para el momento en que Dumbledore había aterrizado a su lado. La casa de los Gaunt estaba ahora más sucia que cualquier otro lugar que Harry hubiera visto. El cielo raso estaba lleno de telas de arañas, el piso alfombrado en mugre, alimentos descompuestos y descomponiéndose sobre la mesa entre una masa de potes sucios. La única luz provenía de una sola vela situada a los pies de un hombre con el pelo y la barba tan crecidos que Harry no podía ver ni sus ojos ni su boca. Estaba sentado en un sillón junto al fuego y Harry se preguntó por un momento si el hombre no estaría muerto. Pero luego vino un gran golpe en la puerta y el hombre despertó sobresaltado, levantando la varita con su mano derecha y un pequeño cuchillo con la izquierda.

 

La puerta se abrió. Allí en el umbral, sosteniendo una antigua lámpara, estaba un chico a quien Harry reconoció al instante: alto, pálido, de pelo negro y apuesto... el adolescente Voldemort.

 

Los ojos de Voldemort se movieron lentamente alrededor de la cueva y encontraron al hombre en el sillón. Por unos pocos segundos se miraron el uno al otro, luego el hombre se levantó, las muchas botellas vacías tintineando al chocar con sus pies y caer al suelo.

 

-¡TÚ!- gritó – ¡TÚ!-

 

Y se acercó ebrio hacia Riddle, varita y cuchillo en mano.

 

-Frena.-

 

Riddle habló en Pársel. El hombre se deslizó hacia la mesa, mandando algunos de los mohosos recipientes a que dieran contra el piso. Miró sorprendido a Riddle. Hubo un largo silencio en el que se contemplaron el uno al otro. El hombre rompió el silencio.

 

-¿Lo hablas? –

 

-Sí, lo hablo.- dijo Riddle. Se adentró en el cuarto, permitiendo a la puerta cerrarse detrás de él. Harry no pudo menos que sentir una especie de admiración rencorosa por aquella falta de miedo que demostraba tener Voldemort. Su cara expresaba simplemente disgusto y quizás descontento.

 

-¿Dónde está Sorvolo?- preguntó.

 

-Muerto.- dijo el otro. –Murió hace años.-

 

Riddle lo miró hostilmente.

 

-¿Entonces quién eres?-

 

-Soy Morfin.-

 

-¿El hijo de Sorvolo? –

 

-Por supuesto que lo soy, pero... –

 

Morfin empujó el pelo fuera de su sucia cara, lo mejor posible para ver a Riddle, y Harry vio que usaba el anillo de piedra negra de Sorvolo en su mano derecha.

 

-Pensé que eras aquel muggle,- susurró Morfin. –Te pareces mucho a aquel muggle.-

 

-¿Qué muggle?- dijo Riddle cortante.

 

-Ese muggle por el que mi hermana sintió tanta atracción, ese muggle que vive en la gran casa yendo por ese camino,- dijo Morfin e inesperadamente escupió el suelo entre ellos. –Verdaderamente te le pareces. Riddle. Pero él es mucho más viejo ahora, ¿no? Es más Viejo que tu, ahora que lo pienso...-

 

Morfin se sintió un poco mareado y tuvo que tomar valor, todavía usando la mesa como soporte. –Él volvió,- agregó estúpidamente.

 

Voldemort acechaba a Morfin mientras analizaba todas sus posibilidades. Luego se movió un poco más cerca y dijo, -¿Riddle volvió? –

 

-¡Ah! ¡La dejó y nos entregó la basura de su matrimonio!- Dijo Morfin, escupiendo en el suelo de nuevo. –Nos robó, inteligentemente, antes de que huyera. ¿Dónde está la joya? ¿Eh? ¿Dónde está la joya de Slytherin? –

 

Voldemort no respondió. Morfin estaba montando en cólera nuevamente, blandió su cuchillo y gritó, -Nos deshonró, ella hizo eso, ¡Esa maldita ramera! ¿Y quién eres tú, que vienes y preguntas sobre todo aquello? Está todo terminado, entiendes… terminado... –

 

Miró para todos lados, un poco confundido y Voldemort se adelantó. Mientras lo hacía una oscuridad no natural cayó, extinguiendo la lámpara de Voldemort y la vela de Morfin, extinguiendo todo... Los dedos de Dumbledore se cerraron firmes alrededor del hombro de Harry y estaban volviendo al presente. La suave luz dorada del despacho de Dumbledore parecía confundir los ojos de Harry luego de tanta oscuridad impenetrable. |

-¿Eso es todo?- dijo Harry rápidamente. -¿Por qué se oscureció, qué pasó? –

 

-Porque Morfin no pudo recordar nada desde ese punto en adelante- dijo Dumbledore, haciendo que Harry volviera a su asiento. –Cuando se despertó a la siguiente mañana, totalmente solo. El anillo de Sorvolo había desaparecido. -

 

-Mientras, en Pequeño Hangleton, una doncella estaba corriendo por la calle principal, gritando que había tres cuerpos que yacían en la sala de estar de la gran casa: Tom Riddle y sus padres. –

 

-Las autoridades muggles estaban perplejas. Hasta donde sé, todavía no saben como murieron los Riddle, el Avada Kedavra usualmente no deja ninguna herida física... la excepción está sentada delante de mí,- agregó Dumbledore, echando un vistazo a la cicatriz de Harry. –El ministerio, en cambio, supo en seguida que había sido un asesinato mágico. También sabían que un convicto odia-muggles, vivía cruzando el valle desde la casa Riddle, un odia-muggles que había sido encarcelado antes por atacar a una de las personas asesinadas-

 

-Así que el ministerio llamó a Morfin. No necesitaron preguntarle, ni usar Veritaserum, ni Legilimancia. Admitió el asesinato en el lugar, dando detalles que solo el asesino podría saber. Estaba orgulloso, dijo, de haber matado a los muggles, había estado esperando esa oportunidad por todos esos años. Entregó su varita, que probó enseguida haber matado a los Riddles. Y se dejó llevar a Azkaban sin dar pelea. –

 

-Todo lo que lo perturbaba era el hecho de que el anillo de su padre hubiera desaparecido. “Me matará por haberlo perdido,” le decía a sus captores una y otra vez “me matará por perder su anillo.” Y eso, aparentemente, fue todo lo que dijo. Vivió el resto de su vida en Azkaban, lamentando la pérdida de la última pertenencia de Sorvolo y está enterrado al lado de la prisión, junto con las otras pobres almas que han muerto entre sus paredes.

 

-¿Entonces Voldemort robó la varita de Morfin y la usó?- dijo Harry sentándose.

 

-Exacto,- dijo Dumbledore. –No tenemos memorias que nos muestren esto, pero creo que podemos estar seguros sobre lo que pasó. Voldemort aturdió a su tío, tomó su varita y procedió a ir a “la gran casa siguiendo ese camino.” Ahí mató al hombre muggle que había abandonado a su madre bruja y para mejorar el trabajo, a sus abuelos muggles, consiguiendo con esto acabar con lo último de la vergonzosa línea Riddle y vengarse del padre que nunca lo quiso. Luego retornó a la caverna Gaunt, realizó un pequeño encantamiento para implantar una memoria falsa en su tío, dejó la varita de Morfin junto a su inconsciente propietario, robó el antiguo anillo que usaba el mismo, y partió. –

 

-¿Y Morfin nunca se dio cuenta que él no lo había hecho? –

 

-Nunca,- Dijo Dumbledore. –Dio, como digo, una completa y arrogante confesión.-

 

-¡Pero tuvo la memoria real dentro suyo todo el tiempo! –

 

-Sí, pero tomó un gran esfuerzo de legilimancia poder sacarla,- dijo Dumbledore, -¿Y por qué alguien iba a querer adentrarse dentro de la mente de Morfin cuando ya había confesado sus crímenes? A pesar de esto, fui capaz de visitarlo en las últimas semanas de su vida, tiempo en el cual estaba tratando de descubrir tanto como podía sobre el pasado de Voldemort. Extraje esta memoria con dificultad. Cuando vi lo que contenía, traté de utilizarla para que Morfin pudiera salir de Azkaban. Antes de que el ministerio tomara una decisión Morfin había muerto.-

 

-¿Pero como fue que el ministerio no se dio cuenta que Voldemort había hecho todo eso a Morfin?- Preguntó Harry enojado, -Era menor en ese momento ¿no lo era? ¡Pensé que podían detectar magia de menores!-

 

-Estás en lo correcto… detectan la magia, pero no al perpetrador: recordarás que fuiste culpado por el ministerio por el Encantamiento levitador que fue de hecho realizado por… -

 

-Dobby,- gruñó Harry, esa injusticia todavía lo enojaba. – ¿Entonces si eres menor de edad y haces magia dentro de una casa de un mago o una bruja mayor, el ministerio no lo sabrá? –

 

-Ciertamente serán incapaces de decir quien realizó el hechizo,- dijo Dumbledore, sonriendo apenas ante la gran indignación de la cara de Harry. –Dejan a los padres magos y brujas el conseguir la obediencia a la prohibición cuando los jóvenes se hallan dentro de sus casas. –

 

-Bueno, eso es basura,- espetó Harry. ¡Mire lo que pasó aquí, mire lo que le pasó a Morfin! –

 

-Concuerdo,- dijo Dumbledore. –A pesar de todo lo que Morfin fuera, no merecía morir como murió, condenado por asesinatos que no cometió. Pero se hace tarde y quiero que veas esta otra memoria antes de que salgamos...-

 

Dumbledore tomo de un bolsillo interior otra botellita de cristal y Harry calló al instante, recordando que Dumbledore había dicho que era la más importante de las que había recolectado. Harry se dio cuenta que su contenido era difícil de vaciar en el pensadero, como si hubieran sido congelados levemente ¿Se vencían las memorias?

 

-No tomará mucho,- dijo Dumbledore, una vez que hubo vaciado el recipiente. –Estaremos de vuelta antes de que lo sepas. Una vez más dentro del pensadero, luego…-

 

Y Harry se hundió de nuevo tras la superficie plateada, cayendo esta vez justo enfrente de un hombre al que reconoció al instante.

 

Era un mucho más joven Horace Slughorn. Harry estaba tan acostumbrado a verlo calvo que encontró desconcertante verlo con un espeso cabello color paja brillante, se veía como si hubiera tenido la cabeza decorada, a pesar de que ya había un agujero en la corona del tamaño de un galeon. Su bigote, menos masivo que lo que era ahora, tenía un color jengibre. No era tan rollizo como el actual Slughorn que Harry conocía, a pesar de que los botones dorados en su bastante inflado abrigo estaban cediendo. Sus pequeños pies descansaban sobre un almohadón de terciopelo y él estaba sentado en un confortable sillón, con una mano agarrando un pequeño vaso de vino y la otra hurgando en una pequeña caja de ananás cristalizadas.

 

Harry miró alrededor mientras Dumbledore aparecía a su lado y vio que estaban en la oficina de Slughorn. Media docena de jóvenes estaban sentados alrededor de Slguhorn, todos en asientos más bajos y duros que el suyo y todos en su media adolescencia. Harry reconoció a Voldemort al instante. Su cara era la más bonita y estaba más relajado que el resto de los muchachos. Su mano derecha estaba despreocupada sobre el brazo de su silla, con un estremecimiento, Harry vio que estaba usando el anillo dorado y negro de Sorvolo, ya había asesinado a su padre.

 

-Señor, ¿Es verdad que el profesor Merrythought se retirará?- preguntó.

 

-Tom, Tom, si lo supiera no te lo podría decir,- dijo Slughorn, sacudiendo un reprobante dedo cubierto de azúcar hacia Riddle, a pesar de que el efecto se corrompía apenas por el brillo. –Debo decir, me gustaría saber de donde sacas tu información, chico, estás mejor informado que la mitad del cuerpo docente. –

 

Riddle sonrió, los otros muchachos rieron y le dirigieron miradas admiradoras.

 

-Con tu extraña habilidad de saber cosas que no debes y tu cuidadosa adulación a las personas que importan (gracias por el ananá, es evidente que estás en lo correcto, es mi favorita)...

 

Mientras muchos de los chicos sonreían, algo muy extraño pasó. La sala entera se llenó con una espesa niebla blanca, por la que Harry no veía nada más que la cara de Dumbledore, que se hallaba tras él. La voz de Slughorn se escuchó a través de la niebla, inusualmente fuerte, -Vas por mal sendero, muchacho, toma en cuenta mis palabras. –

 

La niebla se aclaró tan rápido como había aparecido y nadie hizo alusión de ella, y nadie miró como si algo inusual hubiera pasado. Confuso, Harry miró el reloj dorado que tenía el profesor Slguhorn sobre el escritorio y que ahora daba las once de la noche.

 

-¿Ya es esta hora?- dijo Slughorn. –Deberían irse chicos, o estaremos todos en problemas. Lestrange, quiero tu ensayo para mañana o tendrás una detención. Lo mismo para ti, Avery. -

 

Slughorn se paró del sillón y llevó su vaso vacío al escritorio mientras los chicos salían. Voldemort, a pesar de esto, se quedó. Harry podía decir que se había retrasado a propósito, esperando ser el último en el salón con Slughorn.

 

-Tom,- dijo Slughorn, girando y hallándolo todavía presente. –No quieres ser encontrado fuera de las camas a deshoras, como eres prefecto... –

 

-Señor, quería preguntarle algo –

 

-Pregunta entonces, mi chico, pregunta…-

 

-Señor, ¿Me preguntaba que sabe sobre… sobre Horcruxes? –

 

Y pasó todo de Nuevo: la densa niebla llenó el salón y Harry no vio a Slughorn o a Voldemort, solo a Dumbledore, sonríendo serenamente a su lado. La voz de Slughron retumbaba de nuevo, justo como lo había hecho antes.

 

-¡No sé nada sobre Horcruxes y no te diría si supiera! ¡Ahora vete de aquí pronto y no me dejes encontrarte mencionando eso de nuevo! –

 

-Bueno, eso es todo, dijo Dumbledore plácidamente al lado de Harry. –

 

-Hora de irse. –

 

Y los pies de Harry dejaron el suelo para caer, segundos después, sobre la alfombra enfrente del escritorio de Dumbledore.

 

-¿Eso es todo lo que hay?- dijo Harry sin comprender.

 

Dumbledore había dicho que esa era la memoria más importante de todas, pero él no veía lo significativo de ella. Había que admitir que la niebla y que el hecho de que nadie la notara, era raro, pero aparte de eso, nada más parecía haber pasado que Voldemort hubiera hecho una pregunta y no hubiera obtenido una respuesta.

 

-Como te habrás dado cuenta,- dijo Dumbledore, sentándose detrás de su escritorio, -esa memoria ha sido obstruida.-

 

-¿Obstruida?- repitió Harry, también sentándose.

 

-Ciertamente,- dijo Dumbledore. –El profesor Slughorn ha interferido en sus propias memorias. –

 

-¿Pero por qué haría algo así?-

 

-Porque, creo, está avergonzado de lo que recuerda,- dijo Dumbledore. –Ha tratado de trabajar la memoria para verse en un mejor ángulo, eliminando aquellas partes que no desea que vea. Está, como te habrás dado cuenta, hecho muy crudamente, y eso es bueno, porque muestra que la verdadera memoria está allí a pesar de las alteraciones. –

 

-Y es así que por primera vez te daré deberes, Harry. Será tu trabajo persuadir al profesor Slughorn a que te divulgue la memoria verdadera, que será indudablemente la más crucial información de todas. -

 

Harry lo miró atónito.

 

-Pero seguramente señor,- dijo, manteniendo su voz los más respetuosa posible –no me necesita… podría usar legilimancia… o Veritaserum… -

 

-El profesor Slughorn es un mago extremadamente hábil que esperará ambas cosas,- dijo Dumbledore. –Está mucho más entrenado en oclumancia que el pobre Morfin Gaunt y yo estaría atónito si el profesor no tuviera un antídoto de Veritaserum con él desde que lo forcé a que me diera esta parodia de memoria. –

 

-No, creo que sería estúpido tratar de sacar por la fuerza la verdad del profesor Slughorn, y tal vez haga más daño que bien, no deseo que abandone Hogwarts. A pesar de esto, tiene sus debilidades como todos nosotros, y creo que tú eres la persona que será capaz de penetrar en sus defensas. Es muy importante que tengamos esa memoria verdadera, Harry... qué tan importante, eso ya lo veremos una vez que veamos la verdad. Así que, Buena suerte... y buenas noches. –

 

Un poco atontado por la despedida abrupta, Harry se paró en sus pies rápidamente. –Buenas noches señor. –

 

Mientras cerraba la puerta del estudio detrás suyo, escuchó claramente a Phineas Nigellus decir, -No veo porqué el chico podrá hacerlo mejor que tú, Dumbledore. –

 

-No esperaba que lo hicieras, Phineas- replicó Dumbledore y Fawkes dio otro grave silbido.

 


Date: 2015-12-11; view: 493


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