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Capítulo 12: Plata y ópalos

 

¿Dónde estaba Dumbledore, y qué estaba haciendo?

 

Harry vio al director sólo dos veces en las semanas siguientes. Ahora ocasionalmente aparecía en las comidas, y Harry estaba seguro de que Hermione tenia razón cuando pensaba que se estaba yendo del colegio por días a veces. ¿Habría Dumbledore olvidado las lecciones que le tendría que estar dando a Harry? Dumbledore había dicho que las lecciones iban a llevar a algo que tenía que ver con la profecía; Harry se había sentido alentado, confortado, y ahora se sentía un poco abandonado.

 

A mediados de octubre llegó la primera salida a Hogsmeade del curso. Harry se había estado preguntando si estos paseos iban a seguir permitidos, por todas las medidas de seguridad alrededor del colegio, y se alegró de que se llevaran a cabo; siempre era bueno salir del área del castillo por unas horas.

 

Harry se despertó temprano la mañana del paseo, que amaneció tormentosa, y pasó el tiempo hasta el desayuno leyendo el libro de Pociones Avanzadas. Generalmente no se quedaba en la cama estudiando; ese comportamiento, como decía Ron acertadamente, era indecente en todos menos Hermione, quien era rara en ese sentido. Sin embargo, Harry pensaba que la copia del Príncipe Mestizo de Pociones Avanzadas difícilmente podía ser considerado como un libro de estudio. Cuanto más leía Harry ese libro, más se daba cuenta cuánto había en él, no solo las pistas y atajos en las pociones que tan buena reputación le estaba dando con Slughorn, sino también las imaginativas fórmulas y maleficios garabateadas en los márgenes, las cuales, Harry estaba seguro por las tachaduras y revisiones, habían sido inventadas por el Príncipe.

 

Harry ya había intentado unos pocos de los hechizos inventados por el Príncipe. Hubo uno que hacia que las uñas de los pies crecieran alarmantemente rápido (éste lo había probado en Crabbe en el pasillo, con resultados muy entretenidos); otro que pegaba la lengua al paladar (que había usado dos veces, aplaudido por todos, en un desarmado Argus Filch); y, quizás el mas útil de todos, Muffliato, un hechizo que llenaba los oídos de todos en los alrededores con un zumbido inidentificable, para poder mantener conversaciones largas en clase sin que el resto escuche. La única persona que no lo encontraba entretenido era Hermione, que ponía una expresión rígida de desaprobación durante el hechizo y se negaba a hablar si Harry había usado el Muffliato en alguien alrededor.

 

Incorporándose en la cama, Harry dio vuelta el libro para examinar mas de cerca las garabateadas instrucciones de un hechizo que parecía haberle costado un poco al Príncipe. Había muchas tachaduras y alteraciones, pero finalmente, abarrotado en una esquina de la pagina, estaba el garabato:



 

Levicorpus (nvbl).

 

Mientras el viento y aguanieve caían implacablemente en las ventanas y Neville roncaba fuertemente, Harry miraba fijamente las letras entre paréntesis. “Nvbl”. Eso tenia que significar “No verbal”. Harry en realidad dudaba que pudiera realizar ese hechizo; seguía teniendo dificultades con los hechizos no verbales, algo que Snape había comentado frecuentemente en cada clase de Defensa contra las Artes Oscuras. Por otro lado, el Príncipe había probado ser mucho mejor profesor que Snape hasta ahora.

 

Señalando hacia nada en particular, agitó su varita y pensó: “¡Levicorpus!. “¡¡Aaaaaaaaaaaaaahh!!"

 

Hubo un flash de luz y el cuarto se llenó de voces: Ron había lanzado un grito y todo el mundo se despertó. Harry lanzó el libro de Pociones Avanzadas por el aire en pánico; Ron estaba balanceándose de cabeza como si un gancho invisible lo tuviera agarrado del tobillo.

 

- ¡Perdón!- grito Harry, mientras que Dean y Seamos reían a los gritos, y Neville se levantaba del piso, porque se había caído de la cama–. Espera, te voy a bajar.

 

Se agachó para levantar el libro de texto y lo recorrió en pánico, tratando de encontrar la pagina correcta; al final lo hizo y descifró la palabra encogida abajo del hechizo, y rezando que ese fuera en contra-maleficio, Harry pensó “¡Liberacorpus! Con toda su fuerza. Hubo otro flash de luz, y Ron cayó de un solo golpe en su colchón.

 

- Perdón…-repitió Harry débilmente, mientras Dean y Seamos continuaban riéndose.

 

- Mañana –dijo Ron con una voz bromista -preferiría que pusieras el despertador.

 

Cuando terminaron de vestirse, abrigándose con varias capas de los sweaters tejidos a mano de la señora Weasley y cargando capas, bufandas y guantes, el shock de Ron se había disipado y había decidido que el nuevo hechizo de Harry era muy entretenido; tan entretenido, que no perdió tiempo y le contó a Hermione la historia mientras tomaban el desayuno.

 

- …¡Y entonces hubo otro flash de luz y aterricé en la cama otra vez!- masculló Ron, tomando unas salchichas.

 

Hermione no había sonreído ni una vez durante la anécdota, y ahora se volvió a Harry con una expresión de gélida desaprobación.

 

- ¿Por casualidad ese hechizo era otro de ese libro tuyo de pociones?- preguntó.

 

Harry le frunció el seño.

 

- ¿Siempre piensas lo peor?

- ¿Era del libro ese o no?

- Bueno… si, era de ese libro, ¿y que tiene de malo?

- ¿O sea que solo decidiste probar un maleficio escrito a mano, desconocido, y ver que pasaba?

 

- ¿Qué importa que sea escrita a mano?- dijo Harry, evadiendo el resto de la pregunta.

 

- Es importante porque seguramente no ha sido aprobada por el Ministerio de Magia- dijo Hermione- y además –agregó mientras que Harry y Ron revoleaban los ojos- porque estoy empezando a pensar que este Príncipe estaba un poco loco.

 

Ambos chicos le gritaron al mismo tiempo.

 

- ¡Fue un chiste!- dijo Ron, levantando la botella de ketchup sobre sus salchichas- solo un chiste Hermione. ¡Eso es todo!

 

- ¿Balancear a la gente patas para arriba por el tobillo?- respondió Hermione- ¿Quién gasta tiempo y energía en inventar hechizos como ése?

 

- Fred y George –dijo Ron, encogiéndose de hombros- es la clase de cosa que ellos harían y …

 

- Mi padre –dijo Harry. Recién en ese momento recordó.

 

- ¿Qué?- dijeron Ron y Hermione al unísono

 

- Mi padre uso ese hechizo -dijo Harry- Yo… Lupin me dijo.

 

Ésta ultima parte no era verdad en realidad, Harry había visto a su padre usar ese hechizo sobre Snape, pero nunca les había contado a Ron y Hermione sobre esa excursión particular en el Pensadero. Ahora, no obstante, se le ocurrió una posibilidad extraordinaria. ¿Podría el Príncipe mestizo ser…?

 

- A lo mejor tu padre lo usó, Harry –pero él no fue el único. Hemos visto mucha gente usarlo, por si se te había olvidado. Balancear gente en el aire, hacerla flotar en el aire, soñolienta.

 

Harry la miro fijamente. Con una sensación enfermiza, el también recordó el comportamiento de los mortífagos en la Copa Mundial de Quidditch. Ron fue en su ayuda.

 

- Eso fue diferente –dijo Ron robustamente-. Ellos estaban abusando del hechizo. Harry y su padre solo estaban bromeando. A ti no te simpatiza el Príncipe, Hermione –agregó, señalándola amenazadoramente con una salchicha- porque te supera en Pociones y…

 

- ¡No tiene nada que ver con eso! –dijo Hermione, sonrojándose- solo me parece que es muy irresponsable empezar a practicar hechizos cuando no sabemos siquiera para que sirven, y dejen de hablar del “Príncipe” como si fuera su titulo, apuesto a que es solo un estúpido apodo, ¡y no me parece que haya sido una persona muy amigable!

 

- ¡No sé de donde sacas eso! -dijo Harry enojándose- si el Príncipe hubiera sido un mortífago no hubiera estado pavoneándose de ser “mestizo”, ¿o no?

 

Mientras decía eso, Harry recordó que su padre había sido de sangre pura, pero sacó ese pensamiento de su mente, ya se preocuparía por eso más tarde…

 

- No todos los mortífagos pueden ser de sangre pura, ya no hay tantos magos de sangre pura –dijo Hermione con bronca- yo creo que son todos mestizos que pretenden ser puros. Solo odian a los nacidos de muggles, estarían contentos de que tu y Ron se unan.

 

- ¡Nunca me dejarían ser un mortífago! –dijo Ron indignado, antes de que un pedazo de salchicha volara escapándose del tenedor que estaba blandiendo hacia Hermione y le pegara a Ernie Macmillan en la cabeza.- ¡Todos en mi familia son “traidores a la sangre! ¡Para los mortífagos eso es tan malo como ser hijo de muggles!

 

- Y les encantaría tenerme a mí –dijo Harry sarcásticamente- seríamos mejores amigos si no trataran de matarme.

 

Este comentario hizo reír a Ron; hasta Hermione sonrió desganadamente, pero Ginny llego y desvió la atención.

 

- Hola Harry, tengo que darte esto.

 

Era un rollo de pergamino con el nombre de Harry escrito sobre él en una letra sencilla, familiar.

 

- Gracias Ginny… ¡Es la próxima lección de Dumbledore! –les dijo Harry a Ron y Hermione, desenrollando el pergamino y leyendo rápidamente su contenido - ¡El domingo a la noche! –de pronto se sintió ligero y feliz-. ¿Quieres venir con nosotros a Hogsmeade, Ginny? – preguntó.

 

- Voy con Dean, quizás los veo ahí –respondió ella, saludando con la mano mientras se alejaba.

 

 

Filch estaba parado en la puerta principal de roble como siempre, cotejando los nombres de los alumnos que tenían permiso para ir a Hogsmeade. El proceso fue todavía mas largo que lo normal ya que Filch chequeaba a todo el mundo tres veces con su Sensor de Secretos.

 

- ¿Que importa si contrabandeamos cosas oscuras para AFUERA? –denunció Ron, mirando el largo, angosto Sensor de Secreto con aprehensión- ¿No tendrían que estar controlando lo que traemos de vuelta ADENTRO?

 

Su comentario le ganó unas pasadas extras del Sensor, y todavía estaba haciendo muecas de dolor cuando salieron al viento y aguanieve.

 

La caminata en Hogsmeade no fue agradable. Harry se envolvió con su bufanda la parte baja de la cara; lo expuesto se sintió rápidamente entumecido. El camino a la aldea estaba lleno de estudiantes doblados ante el viento despiadado. Más de una vez Harry se preguntaba si no hubieran disfrutado más el tiempo en la cálida Sala Común, y cuando finalmente llegaron a Hogsmeade y vieron que la tienda de bromas de Zonko había sido cerrada, Harry lo tomó como una confirmación de que ese viaje no estaba destinado a ser divertido. Ron señaló con una mano gruesamente recubierta de guantes hacia Honeydukes, que estaba misericordiosamente abierta, y Harry y Hermione subieron los escalones yendo hacia la abarrotada tienda.

 

- Gracias a Dios –dijo Ron temblando cuando entraban y se sentían envueltos en un aire cálido, con perfume a caramelo.- ¡Quedémonos aquí toda la tarde!

 

- ¡Harry, mi chico! –dijo una voz detrás de ellos.

 

- Oh no –musito Harry.

 

Los tres se dieron vuelta y se toparon con el Profesor Slughorn, quien vestía un sombrero peludo, un abrigo de piel con collar de piel que hacía juego y agarraba un bolso de piña cristalizada, y ocupaba al menos un cuarto de la tienda.

 

- Harry, ¡Ahora son tres las pequeñas cenas que te perdiste! –dijo Slughorn, empujándolo cordialmente en el pecho- Eso no funcionará, mi chiquito, ¡Estoy determinado a tenerlo conmigo! A la señorita Granger le encantan, ¿no es así?

 

- Si –dijo Hermione desamparadamente- son realmente…

 

- Entonces, ¿por qué no vienes Harry? –exigió Slughorn.

 

- Bueno, he tenido practica de Quidditch, profesor –dijo Harry, quien realmente había programado prácticas cada vez que Slughorn le había mandado una invitación violeta, adornada con un moñito. Esta estrategia significaba que Ron no era dejado afuera, y generalmente se reían con Ginny, imaginándose a Hermione callada con McLaggen y Zabini.

 

- Bueno, ¡Entonces espero que ganen el primer partido después de tanto esfuerzo! –dijo Slughorn- pero un poco de recreación nunca le hizo mal a nadie. Bien, ¿Qué tal el lunes por la noche? No es posible practicar con este clima…

 

- No puedo, profesor, esa noche tengo… eh… una cita con el profesor Dumbledore.

 

- ¡Sin suerte otra vez! –lloriqueo Slughorn dramáticamente- Oh, bueno, ¡No me podrás evadir para siempre Harry!

 

Y con un saludo cordial se deslizo fuera de la tienda, fijándose tan poco en Ron como si él hubiera sido una exhibición de cucarachas garapiñadas.

 

- No puedo creer que te saliste de otra mas –dijo Hermione, sacudiendo la cabeza- no son tan malas, sabes… A veces son hasta divertidas… -pero en ese momento se dio cuenta de la expresión que llevaba Ron- Oh, miren, tienen plumas de azúcar de lujo, ¡Esas que duran horas!

 

Harry, contento de que Hermione haya cambiado de tema, mostró mucho mas interés en las nuevas plumas de azúcar extra-grandes, pero Ron seguía viéndose confundido y un poco encogido cundo Hermione le pregunto a donde deseaba ir después.

 

- Vayamos a Las Tres Escobas –dijo Harry- Allí estará templado.

 

Nuevamente se envolvieron con las bufandas alrededor de las caras y salieron de la tienda de dulces. El viento frío era como cuchillos sobre las caras después de la tibieza azucarada de Honeydukes. La calle no estaba muy transitada, nadie se preocupaba en charlar, solo se apuraban en llegar a sus destinos. La excepción eran dos hombres parados delante de ellos, justo delante de la puerta de Las Tres Escobas. Uno de ellos era muy alto y flaco; escudriñando a través de sus gafas empañadas por la lluvia, Harry reconoció al cantinero que trabajaba en el otro bar de Hogsmeade, La Cabeza del Cerdo. A medida que Harry, Ron y Hermione se acercaban, el cantinero se ajusto mas su capa alrededor del cuello y se alejo caminando, dejando al hombre bajito tomando torpemente algo en sus brazos. Estaban poca distancia de él cuando Harry se dio cuenta de quien era el hombre.

 

- ¡Mundungus!

 

El hombre de piernas cortas con pelo largo, desordenado y del color del jengibre dio un salto y dejó caer un portafolios antiguo, el cual se abrió, liberando lo que parecía toda la vidriera de una tienda de chatarra.

 

- Oh, hola Harry –dijo Mundungus Fletcher, con una disconforme puñalada en el aire- Bueno, no se detengan por mí...

 

Y empezó a rasguñar el piso para recuperar el contenido de la maleta con toda la apariencia de un hombre que se quería ir de allí.

 

- ¿Esta vendiendo esto? –pregunto Harry, mirando como Mundungus levantaba objetos que lucían sucios.

 

- Oh... Bueno... Hay que vivir de algo dijo Mundungus- ¡Dame eso!

 

Ron se había agachado y levantado algo plateado.

 

- Espera, esto luce familiar...

 

- ¡Gracias! –dijo Mundungus, arrebatándole el cáliz de la mano de Ron y meciéndolo de nuevo en su maleta- Bueno, los veré a todos en – ¡Ouch!

 

Harry había empujado a Mundungus contra la pared del bar por la garganta. Sosteniéndolo con una mano, desenfundó su varita.

 

- ¡Harry! –chillo Hermione

 

- Tomaste eso de la casa de Sirius –dijo Harry, quien estaba casi nariz con nariz con Mundungus y respiraba un desagradable olor a tabaco viejo y alcohol.- Eso tenia escrito “Familia Black” encima.

 

- Yo... no... ¿qué? –mascullo rápidamente Mundungus, quien lentamente se estaba poniendo violeta.

- ¿Qué hiciste, volviste la noche que murió y vaciaste el lugar? –gruño Harry.

 

- Yo... no...

 

- ¡Dámelo!

 

- ¡Harry, no deberías! –chilló Hermione, mientras Mundungus seguía cambiando de color, ahora a azul.

 

Hubo un ¡bang!, y Harry sintió que sus manos volaban a la garganta de Mundungus. Jadeando y mascullando, Mundungus vio que no tenia caso, se oyó un ¡crack! Y había desaparecido.

 

Harry maldijo tan fuerte como podía, dando vueltas en el lugar para ver a donde se había ido Mundungus.

 

- ¡Vuelve, ladrón de... !

 

- No tiene caso, Harry –Tonks había aparecido de la nada, con su pelo marrón mojado por el aguanieve.

 

- Mundungus seguramente estará en Londres a esta altura. No tiene caso gritar.

 

- ¡Se llevado las cosas de Sirius! ¡Robado!

 

- Si, pero igual... –dijo Tonks, quien parecía nada sorprendida por esta información-. Deberían ir a algún lugar caliente.

 

Ella los miró mientras entraban a Las Tres Escobas. En el momento que estaban adentro, Harry explotó;

 

- ¡Se estaba robando las cosas de Sirius!

 

- Lo sé Harry, pero por favor no grites, la gente nos esta mirando –murmuró Hermione-. Ve y siéntate, te llevare algo para tomar.

 

Harry seguía molesto cuando Hermione volvió a la mesa unos minutos después con tres botellas de cerveza de mantequilla.

 

- ¿La Orden no puede controlar a Mundungus? –exigió Harry a los otros dos en un susurro furioso-. ¿No pueden al menos impedir que se robe todo lo que no esta pegado al piso cuando esta en el cuartel general?

 

- ¡Sh! –dijo Hermione desesperadamente, mirando alrededor para estar segura que nadie estaba escuchando; había un par de brujos sentados cerca que miraban a Harry con gran interés, y Zabini estaba apoyado en una columna no muy lejos-. Harry, yo estaría molesta también, yo sé que son tus cosas las que se esta robando...

 

Harry tomo un trago de cerveza de manteca; se había olvidado por un momento que era el dueño del numero 12 de Grimmauld Place.

 

- ¡Si, son mis cosas! –dijo-. ¡Con razón no se alegro de verme! Bueno, le diré a Dumbledore lo que esta pasando, él es el único al que Mundungus le teme.

 

- Buena idea –susurró Hermione, claramente contenta de que Harry se tranquilice- Ron, ¿qué miras?

 

- Nada –dijo Ron, sacando la vista precipitadamente de la barra, pero Harry sabia que estaba tratando de encontrar a la curvosa y atractiva cantinera, Madame Rosmerta, para quien había guardado largamente un lugar.

 

- Creo que ‘nada’ estará allá atrás consiguiendo más whisky de fuego –dijo Hermione antipáticamente.

 

Ron ignoró ente comentario, dando sorbos a su bebida en lo que evidentemente él consideraba un silencio dignificante. Harry estaba pensando en Sirius, y en cómo, al fin y al cabo, había odiado esas copas de plata. Hermione tamborileaba los dedos en la mesa, con los ojos alternativamente entre Ron y en la barra. En el momento en que Harry termino su botella dijo, “Entonces, ¿Damos la visita por terminada y volvemos al colegio?”

 

Los otros dos asintieron; no había sido un paseo divertido y el clima se estaba poniendo peor a medida que pasaba el tiempo. Nuevamente se ajustaron las capas, reacomodaron las bufandas, se pusieron los guantes y siguieron a Katie Bell y una amiga afuera del bar y para arriba por la Calle Principal. Los pensamientos de Harry se perdieron hacia Ginny mientras caminaban penosamente por el camino congelado hacia Hogwarts. No se había encontrado con ella, indudablemente, pensó Harry, porque ella y Dean estaban acogedoramente abrazados en la Casa de Té de Madame Puddifoot, ese refugio de parejas felices. Arremetió con la cabeza hacia la arremolinada aguanieve y siguió caminando penosamente.

 

Pasó un rato hasta que Harry se dio cuenta de que las voces de Katie Bell y su amiga, que eran traídas por el viento, se habían vuelto más fuertes y chillonas. Harry escudriñó en sus figuras indistintas. Las dos chicas estaban discutiendo por algo que Katie estaba sosteniendo en la mano.

 

- ¡No tiene nada que ver contigo, Leanne! –Harry oyó decir a Katie.

 

Dieron la vuelta en la esquina de la calle, el aguanieve les caía encima, gruesa y rápidamente, empañando las gafas de Harry. Justo cuando levantó su mano enguantada para limpiarlos, Leanne lo hizo para tomar lo que Katie estaba sosteniendo; ésta tiró de él paquete hacia atrás y éste cayó al suelo.

 

En ese momento, Katie se levantó en el aire, no como Ron antes, suspendido cómicamente por el tobillo, sino con gracia, con los brazos extendidos, como si estuviera a punto de volar. Sin embargo había algo fuera de lugar, algo misterioso... Su cabello era azotado a su alrededor por el viento feroz, pero tenia los ojos cerrados y su cara estaba inexpresiva. Harry, Ron, Hermione y Leanne se habían quedado duros, mirando.

 

Entonces, seis pies por arriba del suelo, Katie lanzó un terrible grito. Sus ojos se abrieron pero lo que fuera que estaba viendo, o sintiendo, claramente le estaba causando una terrible angustia. Gritó y gritó; Leanne comenzó a gritar también y tomó los tobillos de Katie, tratando de bajarla al piso. Harry, Ron y Hermione corrieron a ayudarla, pero cuando estaban deteniendo las piernas de Katie se les cayó encima; Harry y Ron pudieron atraparla, pero pesaba demasiado, apenas podían mantenerla en esa posición. En vez, la bajaron al suelo, y ella empezó a golpear y gritar, aparentemente no reconocía a ninguno de ellos.

 

Harry miro alrededor, el paisaje parecía desierto.

 

- ¡Quédense aquí! –les gritó a los otros por sobre el ruidoso viento- ¡Iré en busca de ayuda!

 

Comenzó el camino hacia el colegio; nunca había visto a nadie comportarse como Katie lo había hecho y no se le ocurría que lo podría haber causado; dobló por una curva en la calle y chocó con lo que parecía ser un oso en sus patas traseras.

 

- ¡Hagrid! –jadeo, desencantándose del pensamiento en el que había caído.

 

- ¡Harry! –dijo Hagrid, quien tenia aguanieve en sus cejas y barba, y usaba su gran capa ancha de piel de topo- Vengo de visitar a Grawp, se está comportando tan bien que...

 

- Hagrid, alguien se lastimó mas allá, o fue hechizado, o algo...

 

- ¿Qué? –dijo Hagrid, agachándose para escuchar lo que Harry le estaba diciendo a pesar del ruidoso viento.

 

- ¡Alguien ha sido maldecido! –gritó Harry

- ¿Maldición? ¿Quién ha sido maldecido? ¿Ron? ¿Hermione?

 

- No, ellos no, Katie Bell. Por acá...

 

Juntos corrieron de vuelta al punto donde Harry había dejado a los otros. No les llevo mucho tiempo encontrar un grupo de gente alrededor de Katie, quien seguía gritando en el suelo; Ron, Hermione y Leanne trataban de tranquilizarla.

 

- ¡Abran paso! –grito Hagrid- ¡Déjenme verla!

 

- ¡Algo le ha ocurrido! –jadeo Leanne- No sé qué...

 

Hagrid miro a Katie por un instante y después, sin una palabra, se agachó, la tomó en sus brazos, y salió corriendo en dirección al castillo. En unos segundos, los gritos de Katie se habían dejado de escuchar y el único sonido era el rugido del viento.

 

Hermione se apuró a consolar a la amiga de Katie que se estaba lamentando y puso su brazo sobre su hombro.

 

- Tu nombre es Leanne, ¿no?

 

La chica asintió.

 

- Ocurrió de repente, o...

 

- Fue cuando ese paquete se rompió –soltó Leanne, señalando el ahora roto paquete envuelto en papel marrón que yacía en el suelo, que se había partido revelando una cosa brillante y verdosa. Ron se agacho con el brazo extendido pero Harry se dio cuenta y lo tiro para atrás.

 

- ¡No lo toques!

 

Se volvió al suelo. Asomando del papel, se veía un collar de ópalo muy adornado.

 

- He visto esto antes –dijo Harry, mirándolo-. Estaba en la vidriera de Borgin y Burkes hace años. La etiqueta decía que había sido maldecido. Seguramente Katie lo tocó. –miró a Leanne, quien había empezado a temblar descontroladamente-. ¿De dónde sacó esto?

 

- Bueno, por eso estábamos discutiendo. Volvió del baño de Las tres escobas con él, diciendo que era una sorpresa para alguien en Hogwarts y ella tenía que entregarlo. Parecía divertida cuando me contaba... ¡Oh no!, ¡Apuesto a que estaba bajo el Imperius y yo no me di cuenta!

 

Leanne sacudía la cabeza resoplando. Hermione acariciaba su hombro cariñosamente.

 

- ¿No dijo quien se lo había dado, Leanne?

 

- No... no me quería decir... y yo le dije que estaba actuando como tonta, que no lo llevara al colegio, pero no me escucho y... y entonces trate de sacárselo de la mano y... y...

 

Leanne largó un lamento desesperado.

 

- Deberíamos volver al colegio –dijo Hermione, con el brazo alrededor de Leanne-. Podremos averiguar como está. Vamos...

 

Harry dudo un momento, luego se saco la bufanda e, ignorando el resoplido de Ron, envolvió el collar en ella y lo levantó.

 

- Necesitaremos esto para mostrárselo a Madame Pomfrey –dijo.

 

Mientras seguían a Hermione y Leanne subiendo por el camino, Harry pensaba furiosamente. Empezó a hablar cuando habían entrado a los suelos del castillo, incapaz de guardar sus pensamientos para sí mas tiempo.

 

- Malfoy sabe de este collar. Estuvo en una caja en Borgin y Burkes por años, yo lo vi mirándolo detenidamente mientras me escondía de él y de su padre. ¡Esto es lo que estaba comprando ese DIA que lo seguimos! ¡Lo recordó y volvió por él!

 

- No... no lo creo... –dijo Ron dudoso-. Mucha gente va a Borgin y Burkes... y ¿no dijo esa chica que Katie lo había sacado del baño?

 

- Dijo que volvió del baño con el, no necesariamente lo sacó del baño...

 

- ¡McGonagall! –dijo Ron atento.

 

Harry miró para arriba. De seguro, la profesora McGonagall bajaba los escalones de piedra cubiertos de escarcha para encontrarse con ellos.

 

- Hagrid dice que ustedes cuarto vieron lo que le pasó a Katie Bell. ¡Suban a mi oficina ahora por favor! ¿Qué tiene en la mano, Potter?

 

- Es lo que toco Katie –dijo Harry

- Santo Dios –dijo la profesora McGonagall, alarmada, sacándole el collar de las manos a Harry-. No, no, Filch, ellos están conmigo –agregó molesta, cuando vio a Filch caminando con ganas a través del Hall Central con el Sensor de Secretos-. Llévele este collar al profesor Snape rápido, pero asegúrese de no tocarlo, ¡Déjelo envuelto con la bufanda!

 

Harry y los otros siguieron a la profesora McGonagall escaleras arriba hacia su oficina. Las ventanas cubiertas de aguanieve se confundían con sus marcos y la habitación estaba fresca a pesar del fuego en la chimenea. La profesora cerró la puerta y se deslizo alrededor de su escritorio para enfrentar a Harry, Ron, Hermione y a la todavía confundida Leanne.

 

- Bueno –dijo tajantemente- ¿Qué paso?

 

Intranquila, y con muchas pausas para controlar su llanto, Leanne le contó a la profesora McGonagall como Katie había ido al baño en Las tres escobas y había vuelto sosteniendo el paquete sin nombre, también como Katie le había parecido un poco rara y como habían discutido por la conveniencia de entregar el objeto desconocido. Siguió con la culminación de la discusión cuando se les resbaló el paquete y se rompió. En este punto, Leanne estaba tan nerviosa que no se pudo sacar otra palabra de ella.

 

- Muy bien –dijo la profesora McGonagall, cálidamente- Leanne, ve a la enfermería por favor, y pídele a Madame Pomfrey que te dé algo para el shock.

 

Cuando había salido de la habitación, la profesora se volvió a Harry, Ron y Hermione.

 

- ¿Qué fue lo que paso cuando Katie toco el collar?

 

- Se levantó en el aire –dijo Harry, antes que Ron o Hermione pudieran decir nada- y comenzó a gritar, y se desplomó. Profesora, ¿puedo ver al profesor Dumbledore, por favor?

 

- El director no volverá hasta el lunes, Potter –dijo la profesora, luciendo sorprendida.

 

- ¿No está? –repitió Harry enojado.

 

- No, Potter, ¡No está! –bramó la profesora McGonagall- ¡Pero todo lo que tenga que ver con este suceso horrible me lo puede decir a mí, me imagino!

 

Por un instante, Harry dudó. La profesora McGonagall no parecía la indicada para las confidencias; Dumbledore, aunque de muchas maneras era mas intimidante, parecía más renuente a despreciar una teoría, por más salvaje que fuera. Esta era una cuestión de vida o muerte, y no había tiempo de preocuparse por si se iban a reír de él.

 

- Creo que Draco Malfoy le dio ese collar a Katie, profesora.

 

De un lado de él, Ron se frotó la nariz avergonzado; en el otro, Hermione sacudió sus pies como queriendo poner distancia entre ella y Harry

 

- Esa es una acusación muy seria, Potter –dijo la profesora, después de una pausa alarmante-. ¿Tiene alguna prueba?

 

- No –dijo Harry-, pero...

 

Y le contó sobre cuando habían seguido a Malfoy hasta Borgin y Burkes y la conversación que habían oído entre él y el señor Borgin.

 

Cuando había terminado de hablar, la profesora McGonagall parecía un poco confundida.

 

- ¿Malfoy llevó algo a Borgin y Burkes para ser reparado?

 

- No, profesora, solo quería que Borgin le explicara como reparar algo, no lo tenia con él. Pero ese no es el punto, la cosa es que compro algo en ese momento, y me parece que era el collar...

 

- ¿Usted vio a Malfoy salir del negocio con un paquete similar?

 

- No, profesora, le pidió a Borgin que se lo guardara en la tienda.

 

- Pero Harry –interrumpió Hermione- Borgin le pregunto si se lo quería llevar en el momento y el dijo que no...

 

- Obviamente, ¡Porque no quería tocarlo! –dijo Harry enojado.

 

- Lo que dijo exactamente fue: “¿Cómo me vería llevando esto por la calle?” –termino Hermione.

 

- Bueno, parecería un tonto llevando un collar –objeto Ron.

 

- Oh, Ron –dijo Hermione en desacuerdo-, ¡Hubiera estado envuelto, así que no tendría que haberlo tocado, y seria muy fácil de esconder bajo la capa, así que nadie lo hubiera visto! Yo creo que lo que sea que reservo en Borgin y Burkes era ruidoso o abultado, algo que él sabia que iba a llamar la atención si lo llevaba en la calle, y en cualquier caso –mantuvo su voz alta, antes de que Harry pudiera interrumpirla- yo le pregunte a Borgin por el collar, ¿No lo recuerdan? Cuando entré a averiguar que era lo que Malfoy le había pedido que guardara, yo lo vi ahí. Y Borgin me dijo el precio, no me dijo que estaba reservado ni vendido...

 

- Bueno, estabas siendo muy obvia, se dio cuenta en segundos lo que tenias en mente, por supuesto que no iba a contártelo. De cualquier manera, Malfoy podía haber ido a buscarlo...

 

- ¡Es suficiente! –dijo la profesora McGonagall, cuando Hermione abrió la boca para responder, con expresión furiosa-. Potter, aprecio que me cuente esto, pero no podemos señalar al señor Malfoy solamente porque visito la tienda donde este collar puede haber sido comprado. Lo mismo hicieron centenares de personas...

 

- Eso es lo que yo dije... –murmuró Ron.

 

- Y en cualquier caso, hemos colocado rigurosas medidas de seguridad este año. No creo que el collar haya podido entrar al colegio sin que lo sepamos...

 

- Pero...

 

- Y además, -agregó la profesora McGonagall, con un aire de finalización- el señor Malfoy no estaba en Hogsmeade hoy.

 

Harry la miró boquiabierto, desinflándose

 

- ¿Cómo lo sabe, profesora?

 

- Lo sé porque estaba cumpliendo un castigo conmigo. No había hecho la tarea de Transformaciones dos veces seguidas. Así que, gracias por contarme su sospecha, Potter, -dijo mientras se marchaba-, pero necesito ir a la enfermería para ver como sigue Katie Bell. Buen día a todos.

 

Mantuvo abierta la puerta de su oficina para que todos salieran. No tuvieron opción mas que salir sin decir otra palabra.

 

Harry estaba enojado con los otros dos por ponerse del lado de McGonagall; sin embargo, no pudo contenerse en participar de la discusión de lo que había pasado.

 

- Así que, ¿A quién piensan que le tendría que haber dado el collar Katie? –pregunto Ron, mientras subían las escaleras a la Sala Común.

 

- Solo Dios lo sabe –dijo Hermione-, pero quien sea se escapo por poco. Nadie podría haber abierto ese paquete sin tocar el collar.

 

- Puede haber estado pensado para mucha gente –dijo Harry-. Dumbledore –a los mortífagos les encantaría que desapareciera, debe ser uno de sus objetivos principales. O Slughorn –Dumbledore sabe que Voldemort lo necesitaba y no le puede haber caído bien que se alineara con Dumbledore. O...

 

- O tu –dijo Hermione, con expresión preocupada.

 

- No lo creo –dijo Harry-. Si fuera así Katie solamente tendría que haberse dado vuelta y dármelo, ¿no? Estuve atrás de ella todo el camino desde Las Tres Escobas. Tiene más sentido entregar el paquete afuera de Hogwarts, con Filch controlando todos los que salen y entran. Me pregunto por que Malfoy le dijo que lo llevara dentro del castillo.

 

- ¡Harry, Malfoy no estaba en Hogsmeade! –dijo Hermione, pegándole al piso con frustración.

 

- Entonces debe haber usado un cómplice –respondió Harry-. Crabbe o Goyle, o, ahora que lo pienso, otro mortífago, debe tener muchos compañeros mejores que Crabbe o Goyle ahora que es parte de ellos...

 

Ron y Hermione intercambiaron miradas que significaban “no tiene caso discutir con él”.

 

“Dilligrout” dijo Hermione firmemente cuando llegaron a la Señora Gorda.

 

El cuadro se abrió para dejarlos entrar a la Sala Común. Estaba llena y olía a ropa húmeda; mucha gente parecía haber regresado de Hogsmeade temprano por el mal clima. Sin embargo no había murmullo de miedo o especulación; claramente las noticias de Katie no se habían esparcido todavía.

 

- No fue un ataque muy pulido, si lo piensas –dijo Ron, sacando casualmente a un chico de primer año de uno de los sillones cómodos cerca del fuego para sentarse-. La maldición ni siquiera llegó al castillo. No es lo que llamarías a prueba de tontos.

 

- Tienes razón, -dijo Hermione, pinchando a Ron con su pie de la silla y ofreciéndosela al de primero otra vez-. No estaba nada bien planeado.

 

- ¿Pero desde cuando Malfoy es una de las mentes más brillantes del mundo?

 

Ni Ron ni Hermione le respondieron.

 

 


Date: 2015-12-11; view: 377


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