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Capítulo 11: La mano colaboradora de Hermione

Como Hermione había predicho, los períodos libres de los de sexto año no eran las horas de maravillosa relajación que Ron había anticipado, eran momentos en los que intentaban estar al día con la enorme cantidad de deberes que les estaban mandando. No solo estaban estudiando como si tuviesen exámenes a diario, sino que las mismas clases se habían hecho más exigentes que nunca. Harry apenas entendió la mitad de lo que la profesora McGonagall les dijo esos días, hasta Hermione había tenido que pedirle que repitiera las instrucciones una o dos veces. Increíblemente y para el creciente resentimiento de Hermione, Pociones se había convertido de repente en la asignatura favorita de Harry, gracias al Príncipe Mestizo.

Los hechizos no-verbales eran ahora exigidos, no sólo en Defensa Contra las Artes Oscuras, sino también en Encantamientos y Transformaciones. Harry miraba a sus compañeros de clase frecuentemente en la sala común o en las comidas con la cara púrpura y esforzándose como si hubiesen sufrido una sobredosis de Que-No-Haces, pero sabía que realmente estaban esforzándose en hacer que los hechizos funcionasen sin decir el encantamiento en voz alta. Era un alivio ir fuera y adentrarse en los invernaderos, estaban tratando con las plantas más peligrosas hasta ese entonces en Herbología, pero al menos tenían permitido lanzar juramentos en voz alta si la Tentácula Venenosa los agarraba inesperadamente por detrás.

Uno de los resultados de la enorme carga de trabajo y las frenéticas horas de practicar los hechizos no-verbales fue que Harry, Ron y Hermione estaban lejos de encontrar tiempo para ir a visitar a Hagrid. Él había dejado de ir a las comidas en la mesa de profesores, una muy mala señal, y en las pocas ocasiones en que se habían cruzado con el por los pasillos o en los terrenos, misteriosamente no había logrado darse cuenta de su presencia o de oír sus saludos.

-Tenemos que ir y explicarle,- dijo Hermione, mirando a la enorme silla vacía de Hagrid en la mesa de profesores el sábado siguiente durante el desayuno.

-¡Esta mañana tenemos las pruebas de Quidditch!- dijo Ron. -¡Y se supone que tendríamos que estar practicando el hechizo Aguamenti para Flitwick! De todas formas, ¿Para explicar qué? ¿Cómo vamos a decirle que odiábamos su estúpida asignatura?’-

-¡No la odiábamos!- dijo Hermione.

-Habla por ti misma, yo no he olvidado todavía a los Escregutos de cola explosiva,- dijo Ron siniestramente. -Y te lo digo ahora, nos hemos escapado por poco. Tú no lo tuviste que oír hablar sin parar de su estúpido hermano, hubiésemos estado enseñándole a Grawp cómo atarse los cordones de los zapatos si nos hubiésemos quedado.’-



-Odio no poder hablar con Hagrid,- dijo Hermione disgustada.

-Iremos después de Quidditch,- le aseguró Harry. Él también echaba de menos a Hagrid, aunque como Ron pensaba que estaban mejor sin Grawp dentro de sus vidas. -Aunque las pruebas pueden durar toda la mañana, se ha presentado mucha gente.- Se sentía ligeramente nervioso al enfrentarse con el primer obstáculo de su capitanía. -No sé por qué el equipo se hizo tan popular de repente.-

-Oh, vamos, Harry,- dijo Hermione, repentinamente impaciente. -No es el Quidditch lo que es popular, ¡Eres tú! Nunca has sido tan interesante y francamente, nunca has sido más fascinante.-

Ron se atragantó con un gran pedazo de arenque ahumado. Hermione le dirigió una mirada de desdén antes de voltearse nuevamente hacia Harry.

-Todos saben ahora que has estado diciendo la verdad, ¿O no? Todo el mundo mágico ha tenido que admitir que tenías razón acerca de la vuelta de Voldemort y que realmente has luchado con él dos veces en los dos últimos años y que en las dos ocasiones escapaste. Y ahora te llaman ‘El Elegido’. Bueno, vamos, ¿no puedes ver por qué la gente está fascinada contigo?-

Harry sentía que en el Gran Comedor hacía de repente mucho calor, a pesar de que el techo se veía frío y lluvioso.

-Y has pasado por toda esa persecución por parte del Ministerio cuando intentaban inventar que eras inestable mentalmente y un mentiroso. Aún se pueden ver las marcas en tu mano donde esa malvada mujer te hizo escribir con tu propia sangre, pero tú, de todas formas, seguías manteniéndote fiel a tu historia…-

-Aún puedes ver por dónde esos cerebros me aprisionaron en el Ministerio, mira,- dijo Ron, dando vuelta sus mangas.

-Y no hace daño el que hayas crecido alrededor de un pie durante el verano,-terminó Hermione ignorando a Ron.

-Yo soy alto,- dijo Ron insistentemente.

Las lechuzas del correo llegaron, descendiendo en picada a través de ventanas salpicadas de lluvia, rociando a todo el mundo con gotas de agua. Muchas personas estaban recibiendo más correo de lo usual; padres ansiosos estaban deseosos por saber de sus hijos y para tranquilizarlos también de que todo estaba bien en sus casas. Harry no había recibido ninguna carta desde el inicio del curso, su único corresponsal estaba ahora muerto y aunque tenia la esperanza de que Lupin le escribiese ocasionalmente, hasta ahora había sido decepcionado. Se sorprendió bastante, por lo tanto, al ver a una nevada y blanca Hedwig circulando entre todas las lechuzas marrones y grises. Aterrizó delante de él llevando un gran paquete cuadrado. Un momento después, un paquete idéntico aterrizó frente a Ron, aplastando bajo él a su minúsculo y exhausto búho, Pidwidgeon.

-¡Ja!- dijo Harry, desenvolviendo el paquete para revelar una nueva copia de ‘Preparación Avanzada de Pociones’ de Flourish y Blotts.

-Ah, perfecto,- dijo Hermione, encantada. -Ahora puedes devolver esa copia pintarrajeada.-

-¿Estás loca?- dijo Harry. -¡Me la voy a quedar! Mira, lo he estado pensado –

Sacó la vieja copia de ‘Preparación Avanzada de Pociones’ fuera de su mochila y dio un golpe a la cubierta con su varita, murmurando, ‘¡Diffindo!’ La cubierta se desprendió. Hizo lo mismo con el libro nuevo (Hermione parecía escandalizada). Entonces intercambió las cubiertas y las golpeó a cada una diciendo, ‘¡Reparo!’

Allí estaba la copia del Príncipe, disfrazada de libro nuevo, y allí estaba la copia nueva de Flourish y Blotts, pareciendo sin duda de segunda mano.

-Le devolveré a Slughorn el nuevo. No puede quejarse, me costó nueve Galeones.-

Hermione apretó sus labios, parecía enfadada y desaprobadora, pero fue distraída por una tercera lechuza aterrizando frente a ella, la cual portaba la copia del día de ‘El Profeta’. Lo extendió apresuradamente y examinó la primera página.

-¿Murió algún conocido?-preguntó Ron con una voz decididamente despreocupada, planteaba la misma pregunta cada vez que Hermione abría su periódico.

-No, pero ha habido más ataques de Dementores,- dijo Hermione. -Y un arresto.-

-Excelente, ¿Quién?- dijo Harry, pensando en Bellatrix Lestrange.

-Stan Shunpike- dijo Hermione.

-¿Qué?- dijo Harry, sobresaltado.

-Stanley Shunpike, conductor del popular transporte mágico ‘Autobús Noctámbulo’, ha sido arrestado por sospecha de actividad Mortífaga. El Sr. Shunpike, de 21 años, fue apresado la madrugada de anoche después de una redada en su casa en Clapham...-

-Stan Shunpike, ¿Mortífago?- dijo Harry, recordando al joven con espinillas que había conocido tres años antes. -¡No puede ser!-

-Puede que estuviese controlando bajo la Maldición Imperius,- dijo Ron razonando -Ve tú a saber-

-No parece ser eso,- dijo Hermione, que todavía seguía leyendo. -Dice aquí que fue arrestado después de que lo hubieran escuchado hablar por casualidad de los planes secretos de los Mortífagos en un bar.- Ella miró hacia arriba con una expresión preocupada en su cara. -Si estuviera bajo la Maldición Imperius, difícilmente iría por ahí contando acerca de sus planes, ¿Verdad?-

-Parece como si estuviera tratando de parecer que sabe más de lo que realmente sabía,- dijo Ron. -¿No es él el que gritaba que se iba a convertir en Ministro de Magia cuando estaba intentando engancharse con aquella Veela?-

-Si, ese es él,- dijo Harry. -No sé a qué están jugando, tomándose a Stan en serio.-

-Probablemente quieren aparentar que están haciendo algo,- dijo Hermione, frunciendo el ceño. -La gente está aterrada, ¿Se enteraron que los padres de las gemelas Patil quieren que vuelvan a su casa? Y a Eloise Midgeon ya se la llevaron. Su padre la vino a buscar anoche.-

-¡Qué!- dijo Ron mirando a Hermione con ojos desorbitados. -Pero Hogwarts es más seguro que sus propias casas, ¡Es obvio! Tenemos Aurores y todos esos hechizos protectores extra, ¡Y tenemos a Dumbledore!-

-No creo que lo tengamos todo el tiempo,- dijo Hermione en voz muy baja, echando una mirada hacia la mesa de profesores por encima de ‘El Profeta’. -¿No se dieron cuenta? Su asiento estuvo vacío tan a menudo como el de Hagrid la semana pasada.-

Harry y Ron miraron a la mesa del personal. La silla del Director estaba en efecto vacía. Ahora que Harry se ponía a pensar en ello, no había visto a Dumbledore desde su clase privada de la semana anterior.

-Creo que ha dejado el colegio para hacer algo con la Orden,- dijo Hermione en voz baja. -Quiero decir… parece que va en serio, ¿No creen?-

Harry y Ron no respondieron, pero Harry sabía que todos estaban pensando lo mismo. Había habido un horrible incidente el día anterior, cuando Hannah Abbott había sido llamada de la clase de Herbología para informarle que su madre había sido encontrada muerta. No habían visto a Hannah desde entonces.

Cuando dejaron la mesa de Gryffindor cinco minutos después para dirigirse al campo de Quidditch, pasaron junto a Lavender Brown y Parvati Patil. Recordando lo que Hermione había dicho sobre los padres de las gemelas Patil queriendo que se fueran de Hogwarts, Harry no se sorprendido al ver que las dos mejores amigas estaban susurrando juntas, con aspecto afligido. Lo que le sorprendió fue que cuando Ron se movía al lado de ellas, Parvati le dio de repente un codazo a Lavender, quien miró alrededor y le dio a Ron una amplia sonrisa. Ron le guiñó un ojo, y devolvió la sonrisa de manera vacilante. Su paso se convirtió instantáneamente en algo más parecido a un pavoneo. Harry resistió la tentación de reírse, recordando que Ron se había abstenido de hacerlo después de que Malfoy le había roto la nariz; Hermione, sin embargo, estuvo distante y fría todo el camino hasta el estadio a través del frío y la llovizna neblinosa, y se fue para encontrar un sitio en la tribuna sin desearle a Ron buena suerte.

Como Harry había esperado, las pruebas duraron la mayor parte de la mañana. Parecía que la mitad de la Casa Gryffindor se había presentado, desde alumnos de primer año que nerviosamente apretaban una selección de las pésimas viejas escobas de la escuela, hasta alumnos de séptimo que destacaban sobre el resto intimidando descaradamente. Los últimos incluían un gran chico con pelo tieso que Harry reconoció inmediatamente del Expreso de Hogwarts

-Nos conocimos en el tren, en el compartimiento del viejo Sluggy,- dijo con confianza, dando un paso fuera de la multitud para estrechar la mano de Harry. -Cormac McLaggen, Guardián.-

-No hiciste las pruebas el año pasado, ¿O sí?- preguntó Harry, dándose cuenta del gran tamaño de McLaggen y pensando que podría bloquear a los tres golpeadores sin moverse siquiera.

-Estaba en la enfermería cuando realizaron las pruebas,- dijo McLaggen, agrandándose. -Comí una libra de huevos de Doxy por una apuesta.-

-Bien,- dijo Harry. -Bueno… esperen por ahí…- Apuntó al borde del campo, cerca de donde Hermione estaba sentada. Le pareció ver pasar un destello de fastidio por la cara de McLaggen y se preguntó si esperaba un trato diferente porque ambos eran favoritos del ‘viejo Sluggy’. Harry decidió empezar con una prueba básica, pidiendo a todos los postulantes al equipo que se dividiesen en grupos de diez y volasen una vez alrededor del campo. Esta fue una buena decisión: los primeros diez estaban formados por alumnos de primero y no podía estar más claro que casi nunca habían volado antes. Solo un chico se las arregló para mantenerse en el aire unos pocos segundos y estaba tan asustado que chocó inmediatamente con uno de los postes de gol.

El segundo grupo constaba de las diez niñas más tontas con las que Harry se había encontrado nunca, quienes, cuando sopló su silbato, simplemente comenzaron a reírse tontamente y a apretarse entre ellas. Romilda Vane se encontraba entre ellas. Cuando les pidió que abandonaran el campo lo hicieron bastante alegremente y fueron a sentarse en las tribunas para interrumpir al resto.

El tercer grupo tuvo un amontonamiento a la mitad del camino alrededor del campo. La mayoría del cuarto grupo había venido sin escobas. El quinto grupo era de Hufflepuff.

-Si hay alguien mas aquí que no sea de Gryffindor,- gritó Harry, quien comenzaba a sentirse seriamente molesto, -márchese ahora, ¡Por favor!-

Hubo una pausa, entonces un par de pequeños Ravenclaws salieron corriendo a toda velocidad del campo bramando en risas.

Después de dos horas, muchas quejas y varios enojos, uno implicando una Cometa 260 rota y varios dientes rotos, Harry había encontrado tres Cazadoras: Katie Bell, de vuelta al equipo después de una prueba excelente, un nuevo hallazgo llamada Demelza Robins, quien era particularmente buena esquivando Bludgers y Ginny Weasley, quien había destacado toda la competición y marcado diecisiete tantos por añadidura. Aunque estaba complacido con su selección, Harry se quedó ronco de tanto gritar a los muchos que se quejaban y ahora estaba librando una batalla similar con los golpeadoress rechazados.

-Esa es mi decisión final y si no se quitan del camino de los Guardianes les tendré que echar una maldición,- bramó.

Ninguno de los golpeadores elegidos tenía el viejo resplandor de Fred y George, pero aún así estaba razonablemente satisfecho con ellos: Jimmy Peakes, un chico de tercer año bajito pero con el pecho ancho que se las había arreglado para hacerle un chichón del tamaño de un huevo en la parte de atrás de la cabeza de Harry con una Bludger golpeada ferozmente, y Ritchie Coote, que parecía debilucho pero apuntaba bien. Se unieron a Katie, Demelza y Ginny en las tribunas para ver la selección del último miembro del equipo.

Harry había deliberadamente dejado la prueba de los Guardianes para el final, esperando tener un estadio más vacío y menos presión en aquellos a los que concernía. Desgraciadamente, de cualquier forma, todos los jugadores rechazados y un número de personas que habían bajado a mirar las pruebas después de un largo desayuno, se habían unido a la multitud, así que era mayor que nunca. Cada vez que un Guardián volaba a los aros, la multitud rugía y se burlaba en igual medida. Harry echó un vistazo a Ron, quien siempre había tenido problemas con sus nervios, éste había esperado que haber ganado su partido final el curso pasado le hubiese curado, pero aparentemente no: Ron tenía una delicada sombra verde en la cara.

Ninguno de los cinco primeros aspirantes pudo parar más de dos goles cada uno. Para la decepción de Harry, Cormac McLaggen paró cuatro tiros de cinco. En el último, sin embargo, se disparó en la dirección totalmente opuesta, la multitud se rió y lo abucheó y McLaggen volvió al suelo apretando sus dientes.

Ron parecía listo para desmayarse mientras se subía en su Barredora 11. -¡Buena suerte!- gritó una voz desde las gradas. Harry miró alrededor, esperando ver a Hermione, pero era Lavender Brown. Le hubiese gustado esconder su cara en sus manos, como ella hizo un momento después, pero pensó que como era el capitán se debía mostrar ligeramente más valiente, así que se giró para ver la prueba de Ron.

No debía de haberse preocupado: Ron salvó uno, dos, tres, cuatro, cinco tiros uno tras otro. Encantado y resistiéndose a unirse a los vítores de la multitud con dificultad, Harry se volvió a McLaggen para decirle que, desafortunadamente, Ron le había vencido, para encontrarse con la cara roja de McLaggen a pulgadas de la suya. Retrocedió rápidamente.

-Su hermana no lo intentó verdaderamente,- dijo McLaggen amenazadoramente. Había una vena latiendo en su sien como la que Harry había admirado a menudo en Tío Vernon. -Ella le lanzó tiros fáciles.-

-Tonterías,- dijo Harry fríamente. -Casi pierde un tiro.-

McLaggen avanzó un paso más hacia Harry, quien se mantuvo en su sitio esta vez.

-Dame otra oportunidad.-

-No,- dijo Harry. -Ya tuviste tu oportunidad. Paraste cuatro. Ron paró cinco. Ron es Guardián, lo ganó justa y limpiamente. Desaparece de mi camino.-

Pensó por un momento que McLaggen podría pegarle, pero se contentó con mostrar una fea mueca y se marchó furioso, gruñendo lo que sonaron como amenazas al aire.

Harry se volvió para encontrar a su nuevo y radiante equipo.

-Bien hecho,- susurró. -Volaste realmente bien -

-Lo hiciste brillantemente, ¡Ron!-

Esta vez era realmente Hermione quien corría hacia ellos desde las gradas; Harry vio a Lavender saliendo del campo, agarrada del brazo con Parvati, con una expresión bastante malhumorada en su cara. Ron parecía extremadamente complacido consigo mismo y aún más alto de lo usual mientras sonreía ampliamente al equipo y a Hermione.

Después de fijar la hora para su primera sesión de práctica para el siguiente jueves, Harry, Ron y Hermione se despidieron del resto del equipo y se dirigieron hacia la casa de Hagrid. Un sol húmedo intentaba abrirse paso a través de las nubes, y por fin había dejado de lloviznar. Harry se sintió bastante hambriento, esperaba que hubiese algo para comer en la casa de Hagrid.

-Pensé que iba a fallar el cuarto tiro,- estaba diciendo Ron felizmente. -El disparo engañoso de Demelza, lo viste, tenía un poco de efecto-

-Si, si, estuviste magnífico,- dijo Hermione entretenida.

-Fui mejor que ese McLaggen, de cualquier modo,- dijo Ron con un tono de gran satisfacción. -¿Lo vieron moviéndose pesadamente en la dirección equivocada en su quinto tiro? Parecía como si hubiese estado distraído…-

Para la sorpresa de Harry, a Hermione le apareció una profunda sombra rosa en la cara ante esas palabras. Ron no se dio cuenta de nada, estaba demasiado ocupado describiendo cada uno de sus otras atajadas con amoroso detalle.

El gran Hipogrifo gris, Buckbeak, estaba atado delante de la cabaña de Hagrid. Chasqueó su afiladísimo pico mientras se acercaban y giró su enorme cabeza hacia ellos.

-Oh Dios,- dijo Hermione nerviosamente. -Aún está un poco asustado, ¿verdad?-

-Vamos, tú lo has montado, ¿no es así?- dijo Ron. Harry dio un paso hacia adelante y se inclinó delante del Hipogrifo sin perder contacto visual ni parpadear. Después de unos pocos segundos, Buckbeak se hundió en una inclinación también.

-¿Cómo estás?- le preguntó Harry en voz baja, moviéndose hacia delante para acariciar su plumaje. -¿Extrañándolo? Pero tu estás bien aquí con Hagrid, ¿Verdad?-

-¡Hola!- dijo una voz fuerte.

Hagrid venía llegando, dando zancadas y cargando un saco de papas desde la parte trasera de su cabaña, traía puesto un gran delantal floreado. Su enorme sabueso jabalinero, Fang, estaba a sus talones. Fang dio un estruendoso ladrido y saltó hacia ellos.

-¡Aléjense de de él! Les arrancará los dedos ¡oh! Son ustedes.-

Fang estaba saltando sobre Hermione y Ron, intentando lamer sus orejas. Hagrid se quedó de pie y los miró a todos por unos segundos, después giró y dio grandes pasos hacia su cabaña, cerrando la puerta de un golpe tras él.

-¡Oh cielos!- dijo Hermione preocupada.

-No te preocupes por eso,- dijo Harry severamente. Se dirigió a la puerta y la golpeó estruendosamente. -¡Hagrid! ¡Abre la puerta, queremos hablar contigo!-

No se produjo sonido alguno desde adentro.

-Si no abres la puerta, ¡La volaremos!- dijo Harry sacando su varita.

-¡Harry!- dijo Hermione conmocionada. -No puedes -

-¡Claro que puedo!- dijo Harry. -Apártense -

Pero antes de que pudiese decir nada más, la puerta se abrió otra vez como Harry sabía que ocurriría y allí estaba Hagrid, frunciéndole el ceño y a pesar del delantal floreado, parecía verdaderamente alarmado.

-¡Soy un profesor!- bramó a Harry. -¡Un profesor, Potter! ¿Cómo te atreves a tratar de echar abajo mi puerta?-

-Lo siento, señor,- dijo Harry, enfatizando la última palabra mientras guardaba su varita dentro de su túnica.

Hagrid lucía asombrado.

-¿Desde cuándo me llamas ‘señor’?-

-¿Desde cuándo me dices ‘Potter’?-

-Oh, muy listo,- gruñó Hagrid. -Muy divertido. Te has burlado de mí, ¿No? Está bien, entren, pequeños desagradecidos…-

Musitando con pesimismo, se apartó para dejarlos pasar. Hermione pasó apresuradamente detrás de Harry, pareciendo bastante asustada.

-¿Y bien?- dijo Hagrid gruñonamente mientras Harry, Ron y Hermione se sentaban alrededor de la enorme mesa de madera y Fang ponía su cabeza sobre la rodilla de Harry babeándole la túnica. -¿Qué es esto? ¿Sintiendo lástima de mí? ¿Piensan que estoy solo o abandonado?-

-No,- dijo Harry inmediatamente. -Queríamos verte.-

-¡Te extrañamos!- dijo Hermione trémulamente.

-Me extrañan, ¿no?- bufó Hagrid. -Sí. Claro.-

Estuvo pisoteando por ahí, preparando té en su enorme tetera de cobre, refunfuñando todo el rato. Finalmente puso de golpe tres tazas tan grandes como cubetas de té color caoba en frente de ellos y un plato con su típica tarta dura como una piedra. Harry tenía suficiente hambre hasta como para comer la comida de Hagrid y tomó un trozo al instante.

-Hagrid,- dijo Hermione tímidamente, cuando se unió a ellos a la mesa y empezó a pelar sus patatas con una brutalidad que sugería que cada tubérculo le había hecho un gran daño personal, -realmente queríamos seguir con Cuidado de Criaturas Mágicas, ¿sabes?- Hagrid dio otro gran bufido. Harry vio algunos mocos aterrizando en las patatas y estuvo agradecido por dentro que no se quedaran a cenar.

-¡De verdad!- dijo Hermione. -¡Pero ninguno de nosotros pudo meterlo en sus horarios!-

-Sí. Claro,- dijo Hagrid otra vez.

Hubo un raro sonido de chapoteo y todos miraron alrededor: Hermione dejó escapar un diminuto grito y Ron saltó de su asiento y corrió alrededor de la mesa alejándose del gran barril que había en la esquina que acababan de mirar. Estaba lleno de lo que parecían ser gusanos de treinta centímetros de largo, babosos, blancos y retorcidos.

-¿Qué son, Hagrid?- preguntó Harry, tratando de sonar más interesado que asqueado, pero soltando su tarta de roca al mismo tiempo.

-Solo larvas gigantes,- dijo Hagrid.

-¿Y crecen dentro de…?- dijo Ron con aprensión.

-No crecerán dentro de nada,- dijo Hagrid. -Las tengo aquí solo para alimentar a Aragog.-

Y sin avisar, estalló en lágrimas.

-¡Hagrid!- gritó Hermione, poniéndose de pie con un salto, corriendo alrededor de la mesa por el camino largo para evitar pasar al lado del barril de los gusanos y poniendo un brazo alrededor de sus temblorosos hombros. -¿Qué es lo que pasa?-

-Es… él…- tragó Hagrid, con sus ojos como escarabajos negros llorando mientras se enjugaba la cara con el delantal. -Es… Aragog… creo que se está muriendo… se enfermó durante el verano y no mejora… yo no sé que haré si él… si él… hemos estado juntos por tanto tiempo…-

Hermione dio golpecitos en los hombros de Hagrid, sin saber qué decir. Harry sabía cómo se sentía ella. Él sabía que Hagrid trataba a un fiero bebé de dragón como un osito de peluche, le había visto cuidando a Escregutos gigantes con ventosas y aguijones, intentado razonar con ese brutal medio-hermano Gigante, pero ésta era quizás el más incomprensible de sus monstruosos gustos: la parlante araña gigante, Aragog, que moraba en lo profundo del Bosque Prohibido y de la que Ron y él habían escapado por poco cuatro años antes.

-¿Hay algo… hay algo que podamos hacer?- preguntó Hermione, ignorando las desesperadas muecas y las sacudidas de la cabeza de Ron.

-No lo creo, Hermione,- se atragantó Hagrid, tratando de contener el flujo de sus lágrimas. -Mira el resto de la colonia… la familia de Aragog… se están comportando de una manera extraña ahora que está enfermo… un poco impacientes…-

-Sí, creo que conocemos un poco esa faceta,- dijo Ron en un susurro.

-… No creo que sea seguro para nadie, menos para mí acercarse a la colonia en este momento,- terminó Hagrid, sonándose fuertemente la nariz en su delantal y mirando hacia arriba. -Pero gracias por el ofrecimiento, Hermione… significa mucho…’-

Después de eso, el ambiente mejoró considerablemente, aunque ni Harry ni Ron habían mostrado ninguna intención en ir y dar de comer larvas gigantes a una gigantesca araña asesina, Hagrid parecía dar por descontado que a ellos les hubiese gustado hacerlo y volvió a ser el mismo de antes una vez más.

-Ah, siempre supe que les sería difícil meterme en sus horarios,- dijo de forma brusca, sirviéndoles más té. -Incluso aunque hubiesen solicitado algunos Giratiempos-

-No podríamos haberlo hecho,- dijo Hermione. -Destrozamos todas las existencias de Giratiempos del Ministerio cuando estuvimos allí en el verano. Salió en ‘El Profeta’.-

-Ah, entonces bien,- dijo Hagrid. -No había forma de que lo hubiesen hecho… lo siento, he estado, ya saben, he estado preocupado por Aragog… y me preguntaba si la profesora Grubby-Plank les había estado enseñando mejor -

A lo que los tres indicaron categóricamente y falsamente que la Profesora Grubby-Plank, quien había sustituido a Hagrid unas pocas veces, era una profesora horrible, con el resultado de que para cuando Hagrid los estaba despidiendo agitando la mano en el atardecer, parecía bastante alegre.

-Me muero de hambre,- dijo Harry, una vez que la puerta se había cerrado tras ellos y estaban atravesando los oscuros y desiertos terrenos, Harry había dejado la tarta de piedra después de un ominoso sonido de estallido de uno de sus dientes traseros. -Y tengo ese castigo con Snape esta noche, no tengo mucho tiempo para la cena…-

Mientras ingresaban al castillo, vieron a Cormac McLaggen entrando en el Gran Salón. Le llevó dos intentos pasar a través de las puertas, rebotó en el marco al primer intento. Ron simplemente se rió a carcajadas y caminó a pasos largos en el Salón tras él, pero Harry cogió el brazo de Hermione y la llevó detrás.

-¿Qué?- dijo Hermione a la defensiva.

-Si me lo preguntas,- dijo Harry tranquilamente, -McLaggen parece como si estuviera distraído. Y estaba parado justo enfrente de donde tú estabas sentada.-

Hermione se sonrojó.

-Oh, está bien, de acuerdo, yo lo hice,- susurró. -¡Pero deberías haber escuchado la forma en la que estaba hablando acerca de Ron y Ginny! De todas formas, tiene un temperamento desagradable, ya viste cómo reaccionó cuando no pudo entrar, tú no hubieras querido alguien así en el equipo.-

-No,- dijo Harry. -No, supongo que es cierto. ¿Pero no fue eso deshonesto, Hermione? Quiero decir, eres una prefecta, ¿no es así?’-

-Oh, cállate,- reaccionó ella sonriendo con satisfacción.

-¿Qué hacen ustedes dos?- preguntó Ron, reapareciendo en la entrada del Gran Salón y algo receloso.

-Nada,- dijeron Harry y Hermione a la vez y se apresuraron hacia Ron. El olor de la carne asada había hecho que el estómago de Harry rugiera de hambre, pero apenas habían dado tres pasos hacia la mesa de Gryffindor cuando el Profesor Slughorn apareció delante de ellos, cortándoles el paso.

-Harry, Harry, ¡Justo el hombre que esperaba ver!- bramó cordialmente, jugando con los extremos de su bigote de morsa e hinchando su enorme barriga. -¡Esperaba atraparte antes de la cena! ¿Qué dices sobre una cena esta noche en mi habitación? Vamos a tener una pequeña fiesta, solo unas pocas estrellas ascendentes. Tengo a McLaggen, y Zabini, la encantadora Melinda Bobbin, no sé si la conoces, su familia posee una gran cadena de droguerías y por supuesto, espero que la señorita Granger haga el favor de venir también.-

Slughorn hizo a Hermione una pequeña reverencia mientras terminaba su charla. Era como si Ron no estuviese presente, Slughorn ni siquiera lo miró.

-No puedo ir, Profesor,- dijo Harry de inmediato. -Tengo que cumplir un castigo con el Profesor Snape.-

-¡Oh querido!- dijo Slughorn, haciendo una mueca cómica. -¡Querido, querido, contaba contigo, Harry! Bueno, ahora, tendré que cruzar unas palabras con Severus y explicarle la situación. Estoy seguro de que seré capaz de convencerle de que posponga tu castigo. Sí, ¡los veré a los dos luego!- Se fue deprisa del Salón.

-No tiene posibilidades de convencer a Snape,- dijo Harry en el momento en que Slughorn estaba fuera del alcance de oírlo. -El castigo ya ha sido pospuesto una vez, Snape lo hizo por Dumbledore, pero no lo hará por nadie más.-

-Oh, desearía que pudieras venir, ¡No quiero ir sola!- dijo Hermione ansiosamente, Harry sabía que ella estaba pensando en McLaggen.

-Dudo que vayas a ir sola, probablemente Ginny esté invitada,- espetó Ron, quien no parecía haber llevado bien el ser ignorado por Slughorn.

Después de la cena, caminaron hacia la Torre de Gryffindor. La sala común estaba repleta, dado que mucha gente ya había terminado de cenar, pero se las ingeniaron para encontrar una mesa libre y sentarse, Ron, que había estado de mal humor desde el encuentro con Slughorn, se cruzó de brazos y frunció el ceño al techo. Hermione alcanzó una copia de ‘El Profeta Vespertino’, que alguien había dejado abandonada en una silla.

-¿Algo nuevo?- dijo Harry.

-Realmente no…- Hermione había extendido el periódico y examinaba las páginas interiores. -Oh, mira, tu padre está aquí, Ron ¡Está bien!- agregó rápidamente, puesto que Ron la había mirado alarmado. -Solo dice que ha ido a visitar la casa de los Malfoy.-

-Esta segunda búsqueda de la residencia del Mortífago no parece haber dado ningún resultado. Arthur Weasley de la Oficina para la Detección y Confiscación de Hechizos de Defensa y Objetos Protectores Falsos dijo que su equipo había actuado por un aviso confidencial.-

-¡Sí, el mío!- dijo Harry. -¡Le dije en King’s Cross sobre Malfoy y esa cosa que trataba que Borgin le reparara! Bien, si no es en su casa, debe de haber traído lo que quiera que sea a Hogwarts con él -

-¿Pero cómo podría haberlo hecho, Harry?- dijo Hermione, bajando el periódico con una mirada sorprendida. -Todos fuimos registrados cuando llegamos, ¿o no?-

-¿Lo fueron?- dijo Harry, sorprendido. -¡Yo no!-

-Oh no, por supuesto que tú no, olvidé que llegaste tarde… bueno, Filch nos repasó a todos con Sensores de Secreto cuando llegamos al vestíbulo. Hubieran encontrado cualquier objeto Oscuro, sé de hecho que a Crabbe le confiscaron una cabeza reducida. Ves, ¡Malfoy no puede haber introducido nada peligroso!-

Momentáneamente bloqueado, Harry observó a Ginny Weasley jugando con Arnold, el Puff Pygmeo, un rato antes de ver una objeción.

-Entonces alguien se lo envió por lechuza,- dijo. -Su madre o alguna otra persona.-

-Todas las lechuzas están siendo revisadas también,- dijo Hermione. -Filch nos lo dijo cuando estaba pasando esos Sensores de Secreto por todas las partes que podía.-

Realmente bloqueado esta vez, Harry no encontró nada más que decir. No parecía existir ninguna forma en la que Malfoy pudiese haber traído un objeto peligroso u Oscuro al colegio. Miró esperanzado a Ron, quien estaba sentado de brazos cruzados, mirando a Lavender Brown.

-¿Puedes pensar en alguna forma en la que Malfoy -?-

-Oh, déjalo, Harry,- dijo Ron.

-Escucha, no es mi culpa que Slughorn nos invitase a Hermione y a mí a esa estúpida fiesta, ninguno de los dos quiere ir, ¡lo sabes!- dijo Harry enfureciéndose.

-Bueno, como no estoy invitado a ninguna fiesta,- dijo Ron poniéndose en pie otra vez, -creo que me iré a la cama.-

Se fue airadamente hacia la puerta del dormitorio de los chicos, dejando a Harry y Hermione mirándolo fijamente.

-¿Harry?- dijo la nueva Cazadora, Demelza Robins, apareciendo de repente a su espalda.

-Tengo un mensaje para ti.-

-¿Del Profesor Slughorn?- preguntó Harry, lleno de esperanza.

-No… del Profesor Snape,- dijo Demelza. El corazón de Harry dio un vuelco. -Dice que debes ir a su oficina a las ocho y media esta noche para tu castigo, no importa cuántas invitaciones a fiestas hayas recibido. Y quiere que sepas que vas a separar Gusarajos podridos de los buenos, para usarlos en Pociones, y… y dice que no es necesario que lleves tus guantes protectores.-

-Bien,- dijo Harry seriamente. -Muchas gracias, Demelza.-

 


Date: 2015-12-11; view: 514


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