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Capítulo 5: Un Exceso de Flema

 

Harry y Dumbledore se acercaron a la puerta trasera de la Madriguera, la cual estaba rodeada de la ya acostumbrada pila de botas viejas descartadas y calderos oxidados. Harry pudo escuchar el suave cacareo de las gallinas adormecidas viniendo desde un cobertizo lejano. Dumbledore golpeó tres veces y Harry vio un repentino movimiento detrás de la ventana de la cocina.

 

-¿Quién está ahí? -dijo una voz nerviosa que reconoció como la de la señora Weasley. -¡Revélate!

 

-Soy yo, Dumbledore, trayendo a Harry.

 

La puerta se abrió de inmediato. Allí se hallaba la señora Weasley, bajita, regordeta y vistiendo una vieja bata verde.

 

-¡Harry, querido! Albus, ¡Santo Dios! Me asustaste, ¡Habías dicho que no te esperáramos antes de la mañana!”

 

-Tuvimos suerte…- dijo Dumbledore, acomodando a Harry sobre el umbral. -Slughorn resultó más fácil de convencer de lo que yo creía. Obra de Harry, por supuesto. Ah, ¡Hola Nymphadora!

 

Harry miró alrededor y vio que la señora Weasley no estaba sola, a pesar de ser esas horas de la noche. Una joven bruja con una cara pálida con forma de corazón y cabello castaño estaba sentada en una mesa sosteniendo una gran taza entre sus manos.

 

-Hola, Profesor -dijo ella. -Buenas, Harry.

 

-Hola, Tonks.

 

Harry pensó que ella se veía distanciada, casi enferma, y su sonrisa era algo forzada. Ciertamente, su apariencia era menos colorida que siempre sin su acostumbrado cabello rosa chicle.

 

-Mejor me voy. -dijo ella rápidamente, parándose y tirando su capa sobre sus hombros. –Gracias por el té y la comprensión, Molly.

 

-Por favor, no te vayas por mí. -dijo Dumbledore cortésmente. -No me puedo quedar, tengo problemas urgentes que discutir con Rufus Scrimgeour.

 

-No, no, de cualquier modo me tengo que ir. -dijo Tonks, sin mirar a Dumbledore a los ojos. –Buenas noches…

 

-Querida, ¿Por qué no vienes a cenar el fin de semana? Remus y Ojoloco vendrán.

 

-No, la verdad, no, Molly… Gracias igualmente… Buenas noches a todos.

 

Tonks se apuró y pasó junto a Dumbledore y Harry para llegar al jardín. Unos pasos después de la puerta, giró y desapareció detrás de una nube de humo. Harry se dio cuenta que la señora Weasley estaba preocupada.

 

-Muy bien, te veré en Hogwarts, Harry. -dijo Dumbledore. -Cuídate mucho. Molly, estoy a tus órdenes.

 

Hizo una inclinación hacia la señora Weasley y siguió a Tonks, desapareciendo justamente en el mismo punto. La señora Weasley cerró la puerta que da al jardín y luego llevó a Harry por los hombros hacia la luz de la lámpara sobre la mesa para examinar su apariencia.



 

-Estás como Ron. –ella suspiró mirándolo de arriba a abajo. –A ambos parece como si les hubieran lanzado hechizos de estiramiento. Ron creció cuatro pulgadas desde que le compré las últimas túnicas del colegio. ¿Estás hambriento, Harry?

 

-Sí que lo estoy. -dijo Harry, dándose cuenta de repente cuánta hambre tenía.

 

-Siéntate, querido, te prepararé algo.

 

Cuando Harry se sentó, un gato anaranjado con cara aplastada saltó sobre sus rodillas y se acostó ahí, ronroneando.

 

-¿Así que Hermione está aquí? -preguntó felizmente mientras hacía cosquillas a Crookshanks detrás de las orejas.

 

-Ah, sí. Llegó anteayer. –dijo la señora Weasley, golpeando una gran olla de hierro con la varita. Ruidosamente brincó a la estufa y empezó a burbujear al instante. –Todos están durmiendo, por supuesto, no te esperábamos hasta dentro de unas cuantas horas. Aquí tienes...

 

Le dio otro golpecito a la olla, empezó a levitar y voló hacia Harry y se inclinó. La señora Weasley deslizó un tazón debajo de la olla justo a tiempo para alcanzar el chorro espeso y humeante de sopa de cebolla.

 

-¿Pan, querido?

 

-Gracias, señora Weasley.

 

Movió su varita por encima de su hombro, un pedazo de pan y un cuchillo aterrizaron suavemente en la mesa; mientras el pedazo de pan se cortaba sólo y la olla de sopa volvía a la cocina, la señora Weasley se sentó enfrente de él.

 

-¿Entonces convenciste a Horace Slughorn de tomar el trabajo?

 

Harry asintió ya que tenía la boca tan llena de sopa caliente, que no podía hablar.

 

-Él nos enseñó a Arthur y a mí. -dijo la señora Weasley. –Dio clases muchísimo tiempo en Hogwarts y empezó en la misma época que Dumbledore, creo. ¿Qué te pareció?

 

Con su boca llena de pan ahora, Harry se encogió de hombros e hizo un gesto no muy comprometedor con la cabeza.

 

-Sé a lo que te refieres. -dijo la señora Weasley, asintiendo sabiamente. -Por supuesto que puede ser encantador cuando quiere serlo, pero a Arthur nunca le gustó mucho. El Ministro estuvo entre los favoritos de Slughorn. Se la pasaba siempre ayudando a los que creía correcto, pero nunca tuvo mucho tiempo para Arthur... pensaba que él no aspiraba suficientemente alto, que no era tan ambicioso. Bueno, eso justamente te demuestra que incluso Slughorn comete errores. No sé si Ron te contó en alguna de sus cartas, ya que pasó hace muy poco, pero, ¡Arthur ha sido promovido!

 

No pudo ser más claro que la señora Weasley había estado muriéndose por decir eso.

 

Harry tragó una gran cantidad de sopa muy caliente y pensó que podía sentir su garganta ampollándose. -¡Eso es genial! -gritó apagadamente.

 

-Eres muy dulce. -comentó la señora Weasley, posiblemente secándose los ojos llorosos por la emoción al escuchar la noticia. -Sí, Rufus Scrimgeour ha creado numerosas oficinas nuevas en respuesta a lo que está ocurriendo, y Arthur esta dirigiendo la Oficina para la Detección y Confiscación de Hechizos de Defensa y Objetos Protectores Falsos. Es un gran trabajo, ¡tiene diez personas a su cargo!

 

-¿Exactamente qué…?

 

-Bueno, verás, con todo este pánico acerca de la vuelta del Innombrable, cosas raras han estado saliendo a la venta en todos lados, cosas que supuestamente deberían protegernos del Innombrable y los Mortífagos. Puedes imaginarte ese tipo de cosas: las llamadas pociones protectoras que en realidad son un poco de salsa con pus de bulbotubérculos, o instrucciones para hechizos defensivos que hacen que tus orejas se caigan… Bueno, principalmente, los perpetradores son gente como Mundungus Fletcher, quienes nunca han tenido un día de trabajo honesto en sus vidas y están aprovechándose de cuán asustados están todos. Pero igualmente, cada tanto, aparece alguna cosa bastante desagradable. El otro día, Arthur confiscó una caja llena de chivatoscopios embrujados que seguramente fueron preparados por un Mortífago. Así que como ves, es un trabajo muy importante, y yo le digo que es tonto extrañar trabajar con enchufes, cosas electrónicas y toda esa basura muggle. –La señora Weasley terminó su discurso con una mirada austera, como si Harry hubiera sugerido que es normal extrañar enchufes.

 

-¿Está el señor Weasley trabajando todavía? -preguntó Harry.

 

-Sí, lo está. De hecho, está un poco retardado… dijo que estaría de vuelta a la medianoche.

 

Ella se dio vuelta para mirar un gran reloj, colocado torpemente sobre una pila de mantas en el canasto de ropa sucia, que estaba al final de la mesa. Harry lo reconoció inmediatamente: tenía nueve agujas, cada una con el nombre de un miembro de la familia, y usualmente colgaba en la pared de la sala, a pesar de que la actual ubicación sugería que la señora Weasley ahora acostumbraba cargarlo por toda la casa. Cada una de las nueve agujas, estaba apuntando a “Peligro Mortal”.

 

-Ha estado así por un largo rato. -dijo la señora Weasley, en una voz casual no muy convincente.- Desde que la vuelta de Ya-Sabes-Quién se hizo pública. Supongo que todo el mundo está en peligro mortal ahora… No creo que sea solamente nuestra familia… pero no conozco a nadie más que tenga un reloj como este, así que no lo sé. ¡Oh!

 

Con una exclamación repentina, apunto hacia el reloj. La aguja del señor Weasley había cambiado a “Viajando”.

 

-¡Ya viene hacia acá!

 

Y con seguridad, un momento después se escuchó un golpe en la puerta trasera. La señora Weasley saltó y fue hacia la puerta con una mano en la manija y la cara contra la madera dijo suavemente. -¿Arthur, eres tú?

 

-Sí. –dijo la agotada voz del señor Weasley. –Pero diría eso incluso si fuera un Mortífago, querida. ¡Hazme la pregunta!

 

-Ay, honestamente…

 

-¡Molly!

 

-Está bien, está bien… ¿Cuál es tu mayor ambición?

 

-Averiguar cómo vuelan los aviones.

 

La señora Weasley asintió y dio vuelta la manija, pero aparentemente el señor Weasley la estaba sosteniendo fuertemente del otro lado, porque la puerta quedó firmemente cerrada.

 

-¡Molly! ¡Tengo que hacerte tu pregunta primero!

 

-Arthur, de verdad, esto es tonto…

 

-¿Cómo te gusta que te llame cuando estamos solos?

 

Incluso por la tenue luz de la lámpara, Harry podía decir que la señora Weasley se había puesto sonrosada. Él mismo sintió como una humedad en las orejas y en el cuello, y con mucha prisa tomó sopa, golpeando su cuchara tan fuerte como pudo contra el tazón.

 

-Mollywobbles. –susurró una mortificada señora Weasley hacia la cerradura en la puerta.

 

-Correcto. –dijo el señor Weasley. –Ahora me puedes dejar pasar.

 

La señora Weasley abrió la puerta para dar paso a su marido, un mago flaco, calvo y con pelo rojizo usando anteojos y una larga y polvorienta capa de viaje.

 

-Todavía no veo por qué tenemos que hacer eso cada vez que vienes a casa. –dijo la señora Weasley, todavía sonrosada mientras le ayudaba a su marido a sacarse la capa. –Quiero decir que un mortífago puede haberte sacado la respuesta antes de hacerse pasar por ti.

 

-Lo sé, querida, pero es el procedimiento del Ministerio, y tengo que dar ejemplo. Algo huele bien… ¿Sopa de cebolla?

 

El señor Weasley caminó esperanzadamente hacia la mesa.

 

-¡Harry! ¡No esperábamos que vinieras antes de que amaneciera!

 

Se estrecharon las manos y el señor Weasley se lanzó sobre la silla al lado de Harry mientras la señora Weasley colocaba otro tazón de sopa enfrente de él también.

 

-Gracias, Molly. Ha sido una noche bien dura. Algún idiota empezó a vender medallones de metamorfosis. Simplemente colócatelos en el cuello y podrás cambiar tu apariencia a voluntad. Cien mil disfraces distintos, ¡Todo por diez Galleones!

 

-¿Y qué pasa realmente cuando te los colocas?

 

-Simplemente te pones todo de un color naranja desagradable, pero a algunas personas también les salieron tentáculos por todo el cuerpo. ¡Como si San Mungo no tuviera suficiente trabajo!

 

-Suena como el tipo de cosas que Fred y George encontrarían graciosas. –dijo la señora Weasley dudando. -¿Estás seguro…?

 

-¡Por supuesto que lo estoy! –dijo el señor Weasley. –Los chicos no harían nada como eso ahora, ¡No cuando la gente está desesperada por protección!

 

-¿Entonces por eso llegas tarde, medallones de metamorfosis?

 

-No, tuvimos problemas con un desagradable hechizo que salió por la culata en Elephant y Castle, pero por suerte el Grupo de Operaciones Mágicas Especiales logró resolverlo para el momento en que llegamos ahí…

 

Harry reprimió un bostezo con su mano.

 

-A la cama. –dijo la desengañada señora Weasley inmediatamente. –Tengo la habitación de Fred y George lista para ti, será toda tuya.

 

-¿Por qué, dónde están ellos?

 

-Ah, están en el Callejón Diagon, durmiendo en un pequeño departamento sobre su tienda de bromas, ya que están tan ocupados. –dijo la señora Weasley. –Tengo que decir, que por mi parte no lo apruebo, ¡Pero realmente parecen tener una pequeña chispa para los negocios! Vamos, querido, tu baúl ya está arriba.

 

-Buenas noches, señor Weasley. –dijo Harry, apartando su silla. Crookshanks bajó suavemente de su regazo y se fue de la habitación.

 

-Buenas noches, Harry. –dijo el señor Weasley.

 

Harry vio al señor Weasley mirar hacia el reloj en el canasto de ropa sucia mientras abandonaban la cocina. Todas las agujas estaban de vuelta en “Peligro Mortal”.

 

La habitación de Fred y George estaba en el segundo piso. La señora Weasley apuntó su varita a la lámpara de la mesita de luz y la encendió inmediatamente, bañando el cuarto en un placentero brillo dorado. A pesar de que una gran vasija con flores había sido puesta en el escritorio frente a la pequeña ventana, su perfume no pudo disfrazar el persistente olor de lo que Harry pensó que era pólvora. Un espacio considerable del piso estaba ocupado por un gran número de cajas, entre las cuales estaba el baúl de Harry. La habitación parecía que fuera utilizada ahora como un gran almacén.

 

Hedwig le ululó felizmente a Harry desde su pedestal encima de un gran armario y después se fue por la ventana. Harry supo que ella lo había estado esperando para verlo antes de irse a cazar. Le dio las buenas noches a la señora Weasley, se puso la ropa para dormir, y se metió en una de las camas. Había algo duro dentro de la funda de almohada. Se fijó y sacó de ella un pegajoso dulce violeta y naranja la cual reconoció como la Pastilla Vomitadora. Sonriendo, se dio vuelta y se durmió al instante.

 

Segundos después, o eso le pareció a Harry, se despertó por algo que sonó como un disparo de cañón mientras la puerta se abría de un golpe. Sentándose inmediatamente, oyó el chirrido de las cortinas siendo abiertas: la deslumbrante luz del sol le taladraba los ojos. Protegiéndose la cara con una mano, buscó desesperanzadamente sus anteojos con la otra.

 

-¿Qué está pasando?

 

-No sabíamos que ya estabas aquí. –dijo una voz fuerte y emocionada y Harry recibió un fuerte coscorrón en la cabeza.

 

-¡Ron, no le pegues! –dijo la voz de una chica reprochándolo.

 

La mano de Harry encontró sus anteojos y se los puso en el instante. A pesar de que la luz era tan brillante, no podía ver nada a su alrededor. Una sombra larga y confusa apareció frente a él por un momento, él parpadeó y pudo enfocar a Ron Weasley, mirándolo.

 

-¿Todo bien?

 

-Nunca había estado mejor. –dijo Harry, tirando de una caja y sentándose sobre ella.

 

-¿Cuándo llegaste? ¡Mamá recién nos dijo!

 

-Como a la una de la madrugada.

 

-¿Estuvieron bien los Muggles? ¿Te trataron bien?

 

-Como siempre. –dijo Harry, mientras Hermione se apoyaba en el borde de su cama. –No me hablaron mucho, pero así me gusta más. ¿Cómo estás, Hermione?

 

-Eh, estoy bien. –dijo Hermione, quien estaba observando a Harry como si estuviera enfermo de algo. Creyó que sabía qué había detrás de esto, y como no quería hablar acerca de la muerte de Sirius ni ningún otro tema triste, dijo: - ¿Qué hora es? ¿Me perdí el desayuno?

 

-No te preocupes por eso, mamá te está trayendo algo, ella cree que te ves desnutrido. –dijo Ron, girando sus ojos. -Así que, ¿Qué ha estado pasando?

 

-No mucho, he estado atrapado en casa de mis tíos, ¿No es así?

 

-¡Di la verdad! –dijo Ron. – ¡Has estado afuera con Dumbledore!

 

-No fue tan emocionante. El solamente quería que lo ayudara a convencer a un antiguo maestro a salir de su retiro. Su nombre es Horace Slughorn.

 

-Oh. –dijo Ron, decepcionado. –Pensábamos…

 

Hermione llamó la atención a Ron con la mirada, y Ron cambió de rumbo a máxima velocidad.

 

-… pensábamos que sería algo como eso.

 

-¿En serio? –preguntó Harry, divertido.

 

-Sí… sí, ahora que Umbridge se ha ido, obviamente necesitamos un nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿No es así? Así que… eh… ¿Cómo es él?

 

-Se asemeja a una morsa y solía ser el Jefe de Slytherin. –dijo Harry. ¿Pasa algo malo, Hermione?

 

Ella lo estaba mirando como si estuviera esperando que algo raro pasara en cualquier momento. Volvió a su estado normal apuradamente con una sonrisa no muy convincente.

 

-No, ¡Por supuesto que no! Entonces, eh, ¿parecía ser Slughorn un buen maestro?

 

-No sé. –dijo Harry. –No puede ser peor que Umbridge, ¿no?

 

-Yo conozco a alguien que es peor que Umbridge. –dijo una voz desde la puerta. La hermana de Ron entró en el cuarto, pareciendo irritada. –Hola, Harry.

 

-¿Qué te pasa? –preguntó Ron.

 

-Es ella. –dijo Ginny, desplomándose sobre la cama de Harry. –Me está volviendo loca.

 

-¿Qué ha hecho ahora? –preguntó Hermione comprensivamente.

 

-Es la manera en que me habla… ¡Pensarías que tengo tres años!

 

-Ya sé. –dijo Hermione, bajando la voz. –Es tan arrogante.

 

Harry estaba sorprendido por escuchar a Hermione hablando así de la señora Weasley y no pudo culpar a Ron por decir acaloradamente: -¿Pueden ambas dejarla en paz por cinco segundos?

 

-Ah, muy bien, defiéndela. –dijo Ginny súbitamente. –Todos sabemos que no puedes conseguir lo que quieres de ella.

 

Este parecía un comentario raro para hacer acerca de la madre de Ron. Empezando a sentir que se había perdido de algo, Harry dijo: -¿De quién están…?

 

Pero su pregunta fue contestada antes de que pudiera terminar de formularla. La puerta de la habitación nuevamente se abrió de un golpe y Harry instintivamente se subió las sábanas hasta la barbilla con una fuerza que tiró a Hermione y a Ginny al suelo.

 

Una mujer joven estaba parada en la puerta, una mujer de tanta belleza que la habitación, de repente, parecía totalmente vacía de aire. Era alta y esbelta con cabello largo y rubio y parecía emanar un brillo plateado. Para completar esta visión de perfección, cargaba una pesada bandeja con un sabroso desayuno.

 

-Haggy. –dijo con una voz profunda. – ¡Ha pasado tanto tiempo!

 

Cuando pasó el umbral de la puerta para llegar a él, la señora Weasley apareció, de bastante de mal humor.

 

-No había necesidad de subirle la bandeja, ¡Estaba a punto de hacerlo yo misma!

 

-No había ningún problema. –dijo Fleur Delacour, apoyando la bandeja en las rodillas de Harry y luego besándolo en cada mejilla. Él sintió que los lugares que la boca de Fleur habían tocado quemaban como fuego. –He estado espegando mucho tiempo para vegte, Haggy. ¿Te acuerdas de mi hegmana Gabguielle? Nunca paga de hablag de Haggy Potteg. Ella estagá muy contenta de volveg a vegte.

 

-Oh… ¿Está aquí también? –Harry preguntó.

 

-No, no chico tonto. –dijo Fleur con una risa estridente. –Quiego decigr, el pgóximo vegano cuando… ¿Pego no sabes nada?

 

Sus grandes ojos azules se abrieron y miraron con reproche a la señora Weasley, quien dijo: -No hemos tenido la oportunidad de decirle.

 

Fleur se volvió hacia Harry, moviendo su cabello plateado para así latiguear con él la cara de la señora Weasley.

 

-¡Bill y yo nos casaguemos!

 

-Oh. –dijo Harry inexpresivamente. No pudo evitar ver cómo la señora Weasley, Hermione y Ginny intentaban evitar cruzar las miradas. – ¡Wow! Eh… ¡Felicitaciones!

 

Ella se agachó nuevamente a besarlo.

 

-Bill está muy ocupado en este momento, tgabajando muy dugo, y yo sólo tgabajo medio día en Ggingotts paga mejogag mi inglés, así que me tgajo aquí pog unos días paga conoceg a su familia apgopìadamente. Me puse tan contenta al escuchag que vendguías. No hay muchas cosas que haceg aquí, a menos que te guste cocinag. Bueno… ¡disfguta tu desayuno, Haggy!

Con estas palabras, se fue graciosamente pareciendo flotar en la habitación, cerrando la puerta tranquilamente detrás de ella.

 

La señora Weasley hizo un ruido que sonó como: -¡Wootcha!

 

-Mamá la odia. –dijo Ginny.

 

-¡No la odio! –dijo la señora Weasley en un susurro. –Sólo creo que se apresuraron mucho con este compromiso. ¡Eso es todo!

 

-Se conocieron hace un año. –dijo Ron, quien parecía extrañamente entorpecido y miraba hacia la puerta.

 

-¡Bueno, eso no es mucho! Por supuesto, sé qué sucede. Es toda esta incertidumbre de la vuelta del Innombrable. La gente cree que puede morir mañana, así que se apuran a tomar todas las decisiones que normalmente se demoran más en tomar. Ocurrió lo mismo la última vez que fue poderoso, gente fugándose con sus amantes en todos lados.

 

-Incluyéndote a ti y a papá. –dijo Ginny irónicamente.

 

-Bueno, sí, tu padre y yo estábamos hechos el uno para el otro. ¿Qué razón había para esperar? –dijo la señora Weasley. –Mientras que Bill y Fleur… bueno… ¿Qué tienen realmente en común? Él es un gran trabajador, una persona muy madura, mientras que ella…

 

-Una vaca. –dijo Ginny asintiendo. –Pero Bill no es tan maduro. Él es un trotamundos, ¿verdad? Le gusta un poco la aventura y el glamour… Espero que por eso esté con Flema.

 

-Deja de llamarla así, Ginny. –dijo la señora Weasley tajantemente, mientras Harry y Hermione se reían. –Bueno, mejor me pongo a… Cómete tu desayuno, Harry, que no se te enfríe.

 

Viéndose agobiada, se fue de la habitación. Ron parecía todavía bastante atontado. Estaba sacudiendo su cabeza como un perro tratando de secarse las orejas.

 

-¿No se acostumbran a ella con la convivencia? –preguntó Harry.

 

-Bueno, sí. –dijo Ron. –pero si de repente salta hacia ti, como recién…

 

-Es patética. –dijo Hermione furiosamente, alejándose de Ron todo lo que pudo y mirándolo con los brazos cruzados una vez que llegó a la pared.

 

-¿No la querrás por aquí para siempre, no? –Ginny le preguntó a Ron incrédulamente. Cuando levantó los hombros, ella dijo: -Bueno, mamá hará lo posible por evitarlo, te lo puedo apostar.

 

-¿Cómo piensa hacer eso? -preguntó Harry.

 

-Intenta siempre traer a Tonks para la cena. Creo que espera que Bill se enamore de Tonks. Espero que así sea, la preferiría mucho más a ella en la familia.

 

-Sí, eso va a funcionar. –dijo Ron sarcásticamente. –Escucha, ninguna persona con dos dedos de frente va a fijarse en Tonks teniendo a Fleur enfrente. Quiero decir que Tonks es bonita cuando no está haciendo cosas estúpidas con su pelo y su nariz, pero…

 

-Ella es mucho más linda que Flema –dijo Ginny.

 

-Y es mucho más inteligente, ¡ella es una Auror! –dijo Hermione desde el rincón.

 

-Fleur no es estúpida, fue tan buena como para entrar en el Torneo de los Tres Magos. –dijo Harry.

 

-¿Tú también? –dijo Hermione amargamente.

 

-Supongo que te gusta la manera en que Flema dice “cualquieg”", ¿no? -preguntó Ginny con desprecio.

 

-No. –dijo Harry, deseando nunca haber hablado. –Simplemente estaba diciendo que Flema… digo Fleur…

 

-Yo preferiría mucho más tener a Tonks en la familia. –dijo Ginny. –Al menos ella es graciosa.

 

-No ha sido muy graciosa últimamente. –dijo Ron. –Cada vez que la veo, se parece más a Myrtle la Llorona.

 

-Eso no es justo. –dijo Hermione. –Todavía no ha aceptado lo que pasó… ya saben… quiero decir, ¡Él era su primo!

 

El corazón de Harry dio un vuelco. Llegaron al tema de Sirius. Agarró un tenedor y empezó a comer los huevos revueltos, esperando evitar toda invitación a formar parte de esta conversación.

 

-¡Tonks y Sirius casi ni se conocían! –dijo Ron. –Sirius estuvo en Azkaban durante la mitad de su vida y antes de eso, sus familias nunca se habían juntado…

 

-No tiene nada que ver. –dijo Hermione. – ¡Ella cree que fue su culpa la muerte de Sirius!

 

-¿Cómo es que piensa eso? –preguntó Harry, a pesar de su dolor.

 

-Bueno, ella estaba peleando con Bellatrix Lestrange, ¿No es así? Creo que ella siente que si sólo la hubiera matado, Bellatrix no podría haber asesinado a Sirius.

 

-Eso es estúpido. –dijo Ron.

 

-Es la culpa del sobreviviente. –dijo Hermione. –Sé que Lupin trató de hablarle, pero ella está muy mal. Incluso está teniendo problemas con su Metamorfosis.

 

-¿Con su…?

 

-No puede cambiar su apariencia como antes. –explicó Hermione. –Creo que los poderes de ella deben haber sido afectados por el golpe, o algo así.

 

-No sabía que eso podía pasar. –dijo Harry.

 

-Yo tampoco. –dijo Hermione. –Pero supongo que si estás muy deprimido…

 

La puerta se abrió nuevamente y la señora Weasley mostró su cabeza. –Ginny. –susurró. –Baja las escaleras y ayúdame con el almuerzo.

 

-¡Estoy ocupada! –dijo Ginny, indignada.

 

-¡Ahora! –dijo la señora Weasley y se fue.

 

-¡Sólo me quiere ahí para no quedarse sola con Flema! –dijo Ginny enojada. Movió su largo cabello rojo en una muy buena imitación de Fleur y se fue de la habitación con sus brazos como una bailarina.

 

-Ustedes también tienen que bajar. –dijo al irse.

 

Harry aprovechó el silencio temporal para comer más de su desayuno. Hermione miraba por entre las cajas de Fred y George, sin embargo, cada tanto le echaba miradas a Harry. Ron, quien estaba agarrando una de las tostadas de Harry, miraba todavía atontadamente a la puerta.

 

-¿Qué es esto? –Hermione preguntó eventualmente, sosteniendo algo que parecía como un pequeño telescopio.

 

-No sé. –dijo Ron. –Pero si Fred y George lo dejaron aquí, es porque no estaba preparado para la venta, así que tengan cuidado.

 

-Tu madre dijo que les está yendo bien en el negocio. –dijo Harry. –Dijo que Fred y George tienen una gran cantidad de clientes.

 

-Eso es poco. –dijo Ron. -¡Están nadando en Galeones! No puedo esperar para ver ese lugar. Todavía no hemos ido al Callejón Diagon porque mamá dijo que papá tiene que ir con nosotros para que haya más seguridad, y él ha estado muy ocupado en su trabajo, pero suena excelente.

 

-¿Y cómo anda Percy? –preguntó Harry; el tercero de los hermanos Weasley se había peleado con el resto de la familia. – ¿Les habla a tus padres de nuevo?

 

-No. –dijo Ron.

 

-Pero ya debe saber que tu padre estaba en lo correcto al afirmar todo eso de Voldemort…

 

-Dumbledore dice que la gente encuentra más fácil perdonar a los demás por equivocarse, que por acertar. –dijo Hermione. –Escuché que se lo decía a tu madre, Ron.

 

-Suena como la clase de locura que diría Dumbledore. –dijo Ron.

 

-Me va a dar clases particulares este año. –dijo Harry.

 

Ron se atragantó con la tostada y Hermione hizo un grito apagado.

 

-¡No nos dijiste eso! –dijo Ron.

 

-Lo acabo de recordar. –dijo Harry honestamente. –Me lo dijo anoche en tu cobertizo de escobas.

 

-¡Caramba!... ¡Clases particulares con Dumbledore! –dijo Ron, pareciendo impresionado. –Me pregunto, ¿Por qué…?

 

Su voz se apagó. Harry lo vio intercambiar miradas con Hermione. Harry dejó su cuchillo y su tenedor. Su corazón estaba latiendo bastante fuerte considerando que lo único que estaba haciendo era sentarse en la cama. Dumbledore había dicho que sería bueno hacerlo… ¿Por qué no ahora? Fijó sus ojos en el tenedor, que estaba brillando por la luz del sol que caía sobre él, y dijo: -No sé exactamente por qué me va a estar dando lecciones, pero creo que debe ser por la profecía.

 

Ni Ron ni Hermione hablaron. A Harry le pareció que ambos se habían quedado congelados. Le siguió hablando al tenedor. –Ya saben, la que se querían robar del Ministerio.

 

-Nadie sabe lo que decía de todos modos. –dijo Hermione rápidamente. –Se destruyó.

 

-A pesar de que el Profeta diga… -empezó Ron, pero Hermione dijo: -¡Shh!

 

-El Profeta tiene razón. –dijo Harry, mirándolos directamente con un gran esfuerzo: Hermione parecía asustada y Ron maravillado. –Esa bolita de vidrio que se destruyó no era la única grabación de la profecía. La escuché toda entera en la oficina de Dumbledore, ante él fue hecha la profecía, así que pudo contármela. Esta decía que… -Harry hizo un respiro hondo. –Parece que soy yo el que tiene que eliminar a Voldemort… Al menos, decía que ninguno de nosotros podía vivir mientras el otro estuviera vivo.

 

Los tres se miraron entre ellos en silencio por un momento. Luego hubo un ruido muy fuerte y Hermione desapareció detrás de una nube de humo negro.

 

-¡Hermione! –gritaron Harry y Ron; la bandeja del desayuno se cayó al piso secamente.

 

Hermione emergió, tosiendo, del humo, agarrando el telescopio y mostrando un ojo morado.

 

-Lo apreté y… y… ¡me pegó! –bramó Hermione.

 

Y con seguridad, ellos ahora vieron un pequeño puño con un resorte largo saliendo desde el telescopio.

 

-No te preocupes. –dijo Ron, quien se estaba aguantando la risa. –Mamá lo va a solucionar. Es buena curando heridas leves…

 

-Ay, bueno, ¡Olvidémonos de eso! –dijo Hermione con prisa. –Harry, oh, Harry…

 

Se sentó, una vez más, en el borde de la cama.

 

-Nos preguntábamos, cuando volvimos del Ministerio… Obviamente, no te queríamos decir nada, pero con lo que dijo Lucius Malfoy acerca de la profecía, como era acerca de ti y Voldemort, bueno, pensamos que podía llegar a ser algo como eso… Oh, Harry… -ella se le quedó mirando y luego susurró: -¿Estás asustado?

 

-No tanto como antes. –dijo Harry. –Cuando la escuché por primera vez, estaba… pero ahora, parece como si siempre hubiera sabido que lo tendría que enfrentar al final…

 

-Cuando escuchamos que Dumbledore te había ido a buscar en persona, pensamos que te podía haber dicho o mostrado algo con respecto a la profecía. –dijo Ron entusiasmado. –Y estábamos en lo correcto, ¿No? No te estaría dando clases si pensara que estás condenado, no perdería su tiempo… ¡Debe pensar que tienes una oportunidad!

 

-Eso es verdad. –dijo Hermione. –Me pregunto qué te enseñará, Harry. Magia defensiva muy avanzada probablemente… poderosos contramaleficios… contrahechizos…

 

Harry no escuchaba realmente. Un calor se estaba expandiendo por su ser, que no tenía nada que ver con la luz del sol. Un gran peso en su estómago parecía disolverse. Sabía que Ron y Hermione estaban más preocupados de lo que parecían, pero el solo hecho de que igual se quedaran a su lado, hablando vigorizantes y reconfortantes palabras, no escapando de él como si estuviera contaminado o fuera peligroso, eso valía más de lo que les podía decir.

 

- … y encantamientos evasivos generalmente. –concluyó Hermione. –Bueno, al menos sabes de una clase que estarás teniendo este curso, eso es una más que Ron y yo. Me pregunto cuándo vendrán nuestros resultados de los TIMOS.

 

-No pueden tardar mucho más. Ya pasó un mes. –dijo Ron.

 

-Aguarden. –dijo Harry, ya que otra parte de la conversación de la última noche le volvió a la cabeza. –Creo que Dumbledore dijo que nuestros resultados en los TIMOS llegarían hoy.

 

-¿Hoy? –gritó Hermione. -¿Hoy? Pero por qué no… ¡Ay Dios!... Tendrías que habernos dicho…

 

Ella pegó un salto.

 

-Voy a ver si llegó alguna lechuza…

 

Pero cuando Harry bajó las escaleras diez minutos después, ya vestido y llevando su bandeja del desayuno vacía, encontró a Hermione sentada en la mesa de la cocina muy agitada, mientras la señora Weasley intentada disminuir su parecido al de un panda.

 

-No funciona. –decía ansiosamente la señora Weasley, parada sobre Hermione con su varita en la mano y una copia de La Ayuda del Sanador abierto en “heridas, cortes y raspaduras”. –Esto siempre había funcionado. No puedo entenderlo.

 

-Debe ser la idea de Fred y George de un chiste gracioso, asegurarse de que no pueda sacarse. –dijo Ginny.

 

-Pero tiene que curarse. –chilló Hermione. – ¡No puedo seguir viéndome así para siempre!

 

-No lo harás, querida. Encontraremos un remedio, no te preocupes. –dijo la señora Weasley intentando calmarla.

 

-Bill me contó que Fged y Geogge egan muy divertidos. –dijo Fleur, sonriendo serenamente.

 

-Sí, casi no puedo respirar de la risa. –dijo Hermione.

 

Ella saltó y empezó a dar vueltas por la cocina, retorciéndose los dedos.

 

-Señora Weasley, ¿está usted segura de que no llegó ninguna lechuza esta mañana?

 

-Sí, querida. Lo hubiera notado. –dijo la señora Weasley pacientemente. –Pero son apenas las nueve, hay todavía mucho tiempo…

 

-Sé que me equivoqué en Runas Antiguas. –murmuró Hermione febrilmente. –Definitivamente cometí al menos un error de traducción. Y en el práctico de Defensa Contra las Artes Oscuras no me fue nada bien. Pensé que en Transformaciones me había ido todo bien, pero ahora que lo pienso…

 

-Hermione, ¿Podrías callarte? No eres la única que está nerviosa. –bramó Ron. –Y cuando tengas tus once “Sobresalientes”…

 

-No, no y no. –dijo Hermione, moviendo sus manos con locura. – ¡Se que fallé en todo!

 

-¿Qué pasa si fallamos? –preguntó Harry a la habitación, pero nuevamente, Hermione respondió.

 

-Discutimos nuestras opciones con la Jefa de nuestra casa, le pregunté a la Profesora McGonagall al final del último trimestre.

 

El estómago de Harry se retorció. Deseó no haber comido tanto en el desayuno.

 

-En Beauxbatons… -dijo Fleur complaciente. –hacíamos las cosas de otga manega. Cgueo que ega mejog. Teníamos nuestgos exámenes después de seis años de estudio, no cinco, y después…

 

Las palabras de Fleur fueron ahogadas por un alarido. Hermione apuntaba hacia la ventana de la cocina. Tres manchas negras podían ser vistas en el cielo, acercándose cada vez más.

 

-Son definitivamente lechuzas. –dijo Ron roncamente, saltando para unirse con Hermione en la ventana.

 

-Y hay tres. –dijo Harry, poniéndose a su lado también.

 

-Una para cada uno de nosotros. –dijo Hermione en un susurro aterrado. –Ay no… Ay no… Ay no…

 

Los agarró a ambos fuertemente por los codos.

 

Las lechuzas volaban directamente hacia La Madriguera, tres bonitas y marrones lechuzas, cada una de las cuales, al acercarse se notaba que traían un gran sobre cuadrado.

 

-¡Ay no! –chilló Hermione.

 

La señora Weasley los movió del lugar y abrió la ventana de la cocina. Una, dos, tres, las lechuzas pasaron por ella y aterrizaron sobre la mesa en una línea recta. Las tres levantaron sus patas derechas.

 

Harry se adelantó. La carta dirigida a él estaba atada a la lechuza del medio. La desató con dedos temblorosos. A su izquierda, Ron estaba tratando de soltar sus propios resultados y a su derecha, las manos de Hermione estaban temblando tanto que hacía que su lechuza temblara también.

 

Nadie en la cocina habló. Al fin, Harry logró sacar su sobre. Lo abrió rápidamente y sacó de él un pergamino.

 

Resultados de las Títulos Indispensables de Magia Ordinaria.

 

Notas para pasar:

Sobresaliente (S)

Supera las expectativas (E)

Aceptable (A)

 

Notas para reprobar:

 

Pobre (P)

Desastroso (D)

Troglodita (T)

 

Harry James Potter ha conseguido:

 

Astronomía A

Cuidado de Criaturas Mágicas E

Encantamientos E

Defensa Contra las Artes Oscuras S

Adivinación P

Herbología E

Historia de la Magia D

Pociones E

Transformaciones E

 

Harry leyó el pergamino varias veces. Su respiración se tranquilizaba cada vez que lo leía. Estaba todo bien: siempre supo que iba a fallar en Adivinación, y que no tenía oportunidad de pasar Historia de la Magia, debido a que había colapsado en la mitad del examen, ¡Pero pasó todo lo demás! Pasó el dedo por sus notas de nuevo… pasó con buenas notas en Transformaciones y Herbología, e incluso, ¡Había superado las expectativas en Pociones! ¡Y lo mejor era que había conseguido “Sobresaliente” en Defensa Contra las Artes Oscuras!

 

Miró a su alrededor. Hermione le daba la espalda y tenía la cabeza gacha, pero Ron se veía encantado.

 

-Sólo reprobé Adivinación e Historia de la Magia, ¿Y a quién le importa? –dijo felizmente a Harry. –Toma… cambiemos…

 

Harry vio las notas de Ron: no había ningún “Sobresaliente”…

 

-Sabía que serías el mejor en Defensa Contra las Artes Oscuras. –dijo Ron, pegándole a Harry en el hombro. –Lo hicimos bien, ¿no?

 

-¡Bien hecho! –dijo la señora Weasley con orgullo, sacudiéndole el pelo a Ron. –Siete TIMOS, ¡Eso es mejor que Fred y George juntos!

 

-¿Hermione? –dijo Ginny cautelosamente, ya que Hermione todavía no se había dado vuelta. ¿Cómo te fue?

 

-Yo… no mal… -dijo Hermione en una voz muy baja.

 

-Oh, vamos dilo. –dijo Ron, yendo hacia ella y quitándole los resultados de la mano. –Sí… diez “Sobresaliente” y un “Supera las Expectativas” en Defensa Contra las Artes Oscuras. –luego, la miró, medio divertido y medio exasperado. –Estás decepcionada, ¿verdad?

 

Hermione sacudió la cabeza, pero Harry se rió.

 

Bueno, ahora somos estudiantes para los EXTASIS. –sonrió Ron. –Mamá, ¿hay más salchichas?

 

Harry volvió a mirar a sus resultados. Eran tan buenos como podría haber esperado.

Sólo sintió una pequeña punzada de arrepentimiento… Este era el fin de su ambición de ser Auror. No obtuvo la nota requerida en Pociones. Siempre supo que no podría, pero igualmente, sintió un gran peso en el estómago al ver de vuelta esa pequeña E negra.

 

Era raro, en efecto, el pensar que fue un mortífago disfrazado el primero en decirle a Harry que sería un buen Auror, pero de alguna manera la idea se había apropiado de él, y no pudo pensar realmente en nada más que le gustara ser. Además, parecía su destino después de escuchar la profecía unas semanas atrás. Ninguno puede vivir mientras el otro lo haga… ¿No estaría poniéndose a la altura de las circunstancias, y dándose la mejor posibilidad de sobrevivir, si se unía a esos magos altamente entrenados cuyo trabajo era encontrar y matar a Voldemort?

 


Date: 2015-12-11; view: 549


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