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Capítulo 2: Spinner's End

 

A muchas millas de distancia, la fresca neblina que presionaba contra la ventana del Primer Ministro vagaba sobre un sucio río que se metía entre las orillas plagadas de vegetación y de basura. Una inmensa chimenea, reliquia de un molino en desuso, se encontraba detrás, sombría y siniestra. No se escuchaba nada aparte de un escuálido zorro que se había acercado hasta la orilla para olfatear esperanzadamente un viejo envoltorio de pescado y papas, en el alto pastizal.

 

Pero luego, con un muy imperceptible 'pop', una delgada y encapuchada figura se apareció de la nada, en la orilla del río. El zorro quedó inmovilizado, sus precavidos ojos voltearon hacia ese extraño fenómeno. La figura pareció estar orientándose, luego se alejó con zancadas rápidas y ligeras, con su capa crujiendo contra el pasto.

 

Con un segundo y más fuerte 'pop', otra nueva figura encapuchada se materializó.

 

-¡Espera!

 

Su chillido sobresaltó al zorro, que estaba agachado, al ras del suelo, entre la hierba. Saltó de su escondite hacia la orilla. Hubo un destello de luz verde, un aullido, y el zorro cayó muerto en la maleza.

 

La segunda figura dio vuelta al animal con su pie.

 

-Sólo era un zorro,- dijo una voz femenina con desprecio desde su capucha. -Pensé que podría ser un Auror - ¡Cissy, espera!

 

Pero la primera figura, que se había detenido y observado el rayo de luz, caminaba ya hacia la orilla del río por la que el zorro había caído.

 

- Cissy! ... Narcissa! – escúchame.

 

La segunda mujer llegó hasta la primera y agarró su brazo, pero la otra se soltó.

 

-¡Regrésate, Bella!

-¡Debes escucharme!

-Ya he escuchado. Tomé mi decisión. ¡Déjame sola!

 

La mujer llamada Narcissa alcanzó el final de la orilla, donde varias vías viejas separaban el río de una calle estrecha y adoquinada. La otra mujer, Bella, la siguió. Una al lado de la otra, permanecieron mirando a lo largo de la calle por las hileras e hileras de casas lapidadas hechas de ladrillo, sus ventanas grises y poco visibles en la oscuridad.

 

-¿Aquí vive?- preguntó Bella con voz despreciable. -¿Aquí? ¿En este chiquero Muggle? Debemos ser los primeros de nuestra clase que lo pisamos

 

Pero Narcissa no estaba oyéndola; se había deslizado en un espacio entre vías oxidadas y se apresuró a cruzar el camino.


-Cissy, ¡espera!

 

Bella la siguió, su capa arrastrándose, y vio a Narcissa precipitándose hacia un callejón que había entre las casas, hacia una segunda calle idéntica. Algunas de las lámparas de la calle estaban descompuestas; las dos mujeres caminaban entre espacios de luz y profunda oscuridad. La perseguidora alcanzó a su presa tan pronto dio vuelta a otra esquina, esta vez consiguió tomar su brazo y la volteó para que pudieran verse cara a cara.




-Cissy, no debes hacer esto, no puedes confiar en él.

-El Señor Oscuro confía en él, ¿o no?

 

-El Señor Oscuro está ... creo ... equivocado,- jadeó Bella, y sus ojos brillaron momentáneamente bajo su capucha mientras miraba alrededor para verificar que estuviesen efectivamente solas. -De todos modos, nos dijeron que no hablemos del plan con nadie. Es una traición al Señor Oscuro.

 

-¡Vamos, Bella!- gruñó Narcissa, y retiró su varita de debajo de su capa, sosteniéndola amenazadoramente en la cara de la otra. Bella simplemente se río.


-Cissy, ¿a tu propia hermana? No lo harías.

 

-¡Ya no hay nada que no haría!- Narcisa respiró profundamente, un signo de histeria en su voz, y mientras bajaba su varita como si fuese una navaja, hubo otro destello de luz. Bella soltó el brazo de su hermana como si se quemara.
-¡Narcissa!

 

Pero Narcissa se adelantó rápidamente. Frotando su brazo, la otra la siguió, tomando distancia ahora, mientras se movían intensamente en el laberinto desierto de casas de ladrillo. Por fin, Narcissa se apresuró en una calle llamada ‘Spinner's End’, en la cual la chimenea de molino altísima pareció cernirse como un dedo gigantesco. Sus pasos resonaron sobre los adoquines, mientras pasaba cerca de ventanas tapizadas y rotas, hasta que llegó a la última casa, donde una luz titilante brillaba tenuemente a través de las cortinas en el cuarto de abajo.

 

Llamó a la puerta antes que Bella, quien maldecía en voz baja, hubiera llegado. Juntas aguardaron ahí de pie, jadeando ligeramente, aspirando el olor del río sucio que les llegó sobre la brisa de la noche. Después de unos segundos, oyeron el movimiento detrás de la puerta y se abrió una grieta. Se podía ver la sombra de un hombre que las miraba, un hombre con el pelo largo negro que caía como en cortinas alrededor de una cara cetrina y ojos negros.

 

Narcissa se quitó su capucha. Era tan pálida que pareció brillar en la oscuridad; el pelo largo rubio fluyendo en su espalda, le dio el aspecto de un ahogado.

 

-¡Narcissa!- dijo el hombre, abriendo la puerta un poco más, de modo que la luz cayó sobre ella y sobre su hermana también. -¡Qué sorpresa tan agradable!

 

-Severus,- dijo ella en un susurro cansado. -¿Puedo hablarle? Es urgente.

-Pero desde luego.

 

Él se apartó para permitirle que pasara a la casa. Su hermana todavía encapuchada entró sin la invitación.

 

-Snape,- dijo ella de manera cortante al pasarlo.

 

-Bellatrix,- contestó él, en su boca delgada se dibujó una risa ligeramente burlona, y cerró la puerta con un chasquido detrás de ellas.

 

Estaban avanzando directamente a una sala diminuta, que tenía el aspecto de una celda oscura, acolchada. Las paredes estaban completamente cubiertas de libros, la mayor parte de ellos cubiertos con un viejo cuero negro o marrón; un sofá gastado, un viejo sillón, y una mesa desvencijada estaban de pie agrupados juntos bajo la luz débil arrojada por una lámpara con velas que colgaba del techo. El lugar tenía un aire de abandono, como si no estuviera habitado por lo general.

 

Snape le señaló el sofá a Narcissa. Ella dejó su capa, se corrió a un lado, y se sentó, contemplando sus manos blancas y temblorosas en su regazo. Bellatrix bajó su capucha más despacio. Morena en contraste con su hermana que era blanca, con párpados caídos y una mandíbula fuerte, no percibió la mirada fija de Snape y se movió para estar de pie detrás de Narcissa.

 

-¿Pues de modo que, qué puedo hacer por ustedes?- preguntó Snape, sentándose en el sillón frente a las dos hermanas.

 

-¿Estamos... solos, verdad?- preguntó Narcissa en voz baja.


-Sí, desde luego. Bueno Colagusano está aquí, pero no contamos a los roedores, ¿Verdad?- Señaló con su varita a la pared de libros detrás de él y con un golpe, una puerta escondida se abrió, revelando una escalera estrecha sobre la cual un pequeño hombre estaba de pie, congelado.

 

-Como te habrás dado cuenta, Colagusano, tenemos invitadas,- dijo Snape perezosamente.

 

El hombre se arrastró, se agachó bajando los últimos escalones y entró al cuarto. Tenía ojos pequeños, acuosos, una nariz puntiaguda, y una desagradable sonrisa tonta. Su mano izquierda sobaba su derecha, que parecía encerrada en un guante brillante de plata.

 

- ¡Narcissa!- dijo él, con una voz chirriante. -¡Y Bellatrix!- Cuánto gusto.

- Colagusano nos traerá bebidas, si lo desean,- dijo Snape. - Y luego volverá a su dormitorio.

 

Colagusano se estremeció como si Snape le hubiera lanzado algo.

 

- ¡No soy tu criado!- chilló, evitando la mirada de Snape.

- ¿De verdad? Tenía la impresión de que el Señor Oscuro te colocó aquí para ayudarme.

- ¡Ayudar, sí ... pero no hacer bebidas y ... y limpiar tu casa!

- No tenía idea, Colagusano, que ansiabas misiones más peligrosas,- dijo Snape suavemente. -Eso puede arreglarse fácilmente, hablaré con el Señor Oscuro.

-¡Puedo hablarle yo mismo si quiero!

- Desde luego que puedes,- dijo Snape, riendo. -Pero mientras tanto, tráenos bebidas. Un poco de Vino Elfo será suficiente.

 

Colagusano vaciló durante un momento, mirando como si quisiera discutir, pero entonces se dio vuelta y entró a una segunda puerta escondida. Oyeron golpes y un tintineo de vasos. Unos segundos después estuvo de vuelta, llevando una botella polvorienta y tres vasos sobre una bandeja. Los puso sobre la mesa desvencijada y se apresuró a salir de su presencia, cerrando de golpe la puerta cubierta de libros.

 

Snape sirvió tres vasos del vino rojo sangre y dio dos de ellos a las hermanas. Narcissa murmuró una palabra de agradecimiento, mientras que Bellatrix no dijo nada, pero siguió frunciendo el ceño en Snape. Esto no pareció enojarlo; al contrario, pareció más bien divertirlo.

 

- Por el Señor Oscuro,- dijo, levantando su vaso y tomándoselo todo.

 

Las hermanas lo imitaron. Snape volvió a llenar su vaso. Cuando Narcissa tomó su segunda bebida, dijo de prisa: -Severus, siento venir aquí de esta forma, pero tenía que verte. Pienso que eres el único que puede ayudarme.

 

Snape levantó una mano para callarla, luego señaló con su varita otra vez en la puerta oculta de la escalera. Hubo un golpe ruidoso y un chillido, seguido del ruido que produjo Colagusano al apresurarse hacia arriba.

 

-Mis disculpas,- dijo Snape. -Ha estado últimamente escuchando tras las puertas, no sé lo que pretende con ello... ¿Decías, Narcissa?


Ella respiró profundamente, se estremeció y comenzó otra vez.

 

-Severus, sé que no debería estar aquí, me han dicho que no debo decir nada a nadie, pero ...

 

-¡Entonces deberías cerrar la boca! - gruñó Bellatrix. -¡En particular con la presente compañía!

 

-¿Presente compañía?- repitió Snape sarcásticamente. -¿Y qué se puede entender por eso, Bellatrix?


-¡Que yo no confío en tí Snape, como muy bien sabes!

 

Narcissa hizo un ruido que podría haber sido un sollozo seco y cubrió su cara con sus manos. Snape dejó su vaso sobre la mesa y se sentó otra vez, puso sus manos sobre el mango de su silla, sonriendo con el ceño fruncido a Bellatrix.

 

-Narcissa, pienso que deberíamos oír lo que Bellatrix tiene que decir; esto evitará interrupciones aburridas. Bien, continua Bellatrix - dijo Snape. -¿A qué se debe que no confías en mí?

 

-¡Por cientos de motivos!- dijo ella en voz alta, andando a zancadas por detrás del sofá para poner de golpe su vaso sobre la mesa. -¡Por dónde comenzar! ¿Dónde estabas cuando el Señor Oscuro cayó? ¿Por qué nunca tuviste ninguna intención de encontrarlo cuándo desapareció? ¿Qué has estado haciendo todos estos años que has vivido en el bolsillo de Dumbledore? ¿Por qué le impediste al Señor Oscuro que consiguiera la Piedra Filosofal? ¿Por qué no volviste inmediatamente cuándo el Señor Oscuro renació? ¿Dónde estabas hace unas semanas cuando luchamos para recuperar la profecía para el Señor Oscuro? ¿Y por qué, Snape, Harry Potter está todavía vivo, cuándo lo has tenido a tu disposición durante cinco años?’

 

Hizo una pausa, su pecho se desinfló rápidamente, sus mejillas sonrojadas. Detrás de ella, Narcissa se sentó inmóvil, con su cara todavía escondida en sus manos.


Snape sonrió.

-¡Antes de que yo te responda… oh por supuesto que voy a responderte Bellatrix! ¡Puedes llevar mis palabras a los demás, quienes susurran detrás de mis espaldas y llevan cuentos falsos de mi traición al Señor Oscuro! Antes de que yo te conteste, haré yo una pregunta ahora. ¿Piensas realmente que el Señor Oscuro no me ha preguntado todas y cada una de esas preguntas? ¿Y piensas realmente que, si no hubiese sido capaz yo de dar respuestas satisfactorias, estaría aquí dirigiéndome a ustedes?

 

Ella vaciló.

 

-Sé que él te cree, pero...

 

-¿Piensas que él está confundido? ¿O que lo he engañado de alguna manera? ¿Engañado al Señor Oscuro, el mejor mago, el indudablemente más dotado que el Mundo ha conocido?

 

Bellatrix no dijo nada, pero se vio, por primera vez, un poco dubitativa. Snape no ejerció presión en ese punto. Recogió su bebida otra vez, lo bebió a sorbos, y siguió, -Preguntas dónde estaba yo cuando el Señor Oscuro cayó. Estaba donde él me había ordenado estar, en la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería, porque deseaba que yo espiara a Albus Dumbledore. ¿Sabes, supongo, que esto fue así por órdenes del Señor Oscuro?

 

Ella asintió con la cabeza casi imperceptiblemente y luego abrió su boca, pero Snape la previno.

 

-Preguntas por qué no intenté encontrarlo cuando desapareció. Por la misma razón que Avery, Yaxley, los Carrows, Greyback, Lucius- — inclinó su cabeza ligeramente a Narcissa — y muchos otros que no intentaron encontrarlo. Lo creí acabado. No estoy orgulloso de ello, me equivoqué, pero aquí está. Si él no nos hubiera perdonado a nosotros que perdimos la fe en ese entonces, ya tendría a muy pocos seguidores.

 

-¡Él me tendría!- dijo Bellatrix apasionadamente. -¡Yo, que permanecí tantos años en Azkaban por él!

 

-Sí, en efecto, muy admirable,- dijo Snape con voz aburrida. -De acuerdo, no eras de mucho uso para él en la prisión, pero el gesto fue indudablemente fino.

 

-¡¿Gesto?!- chilló la mujer; en su furia parecía ligeramente loca. -¡Mientras soporté a los Dementores, tú permaneciste en Hogwarts, cómodamente jugando a ser la mascota de Dumbledore!

 

-No exactamente,- dijo Snape tranquilamente. -Él no me daría el puesto de Defensa Contra las Artes Oscuras, lo sabes. Parecía creer que esto podría causar, ah, una recaída… tentarme con mis viejas costumbres.

 

-¿Este era tu sacrificio para el Señor Oscuro, no enseñar tu asignatura favorita?- se mofó. -¿Por qué te quedaste allí todo aquel tiempo, Snape? ¿Todavía espiando a Dumbledore para un maestro que creíste muerto?

 

-Casi- dijo Snape, -aunque el Señor Oscuro está contento porque nunca abandoné mi puesto, yo tenía dieciséis años de información sobre Dumbledore para darle cuando él volvió, un regalo de bienvenida más útil, que reminiscencias interminables de cuán desagradable es Azkaban.


-Pero tú te quedaste.

 

-Sí, Bellatrix, me quedé - dijo Snape, mostrando un toque de impaciencia por primera vez. -Yo tenía un trabajo cómodo que preferí, a un período en Azkaban. Ellos acorralaban a los Mortífagos, tu sabes. La protección de Dumbledore me protegió de la cárcel; era lo más conveniente y lo usé. Repito: el Señor Oscuro no se queja que me haya quedado, entonces no veo por qué tu lo tengas que hacer.

 

-Creo que también quieres saber - siguió él con la voz un poco más alta, ya que Bellatrix mostró signos de querer interrumpir -por qué me interpuse entre el Señor Oscuro y la Piedra Filosofal. Esto es contestado fácilmente. Él no sabía si podría confiar en mí. Pensó, como tu, que yo me había convertido de fiel Mortífago en títere de Dumbledore. Estaba en una condición lastimosa, muy débil, compartiendo el cuerpo de un mago mediocre. No se atrevió a revelarse a un antiguo aliado por si aquel aliado pudiera entregarlo a Dumbledore o el Ministerio. Profundamente lamento que él no confiara en mí. Habría vuelto tres años más pronto. Lo que vi, fue a Quirrell que sólo era avaro e indigno para intentar robar la Piedra y, confieso, hice todo lo que pude para frustrarlo.

 

La boca de Bellatrix se retorció como si hubiera tomado una dosis desagradable de medicina.

 

-Pero no volviste cuando él volvió, no volviste inmediatamente cuando sentiste la quemadura de la Marca Tenebrosa.

 

-Correcto. Volví dos horas más tarde. Volví bajo las órdenes de Dumbledore.

-¿Bajo las órdenes de Dumbledore—? comenzó ella, en tono de ultraje.

-¡Piensa!- dijo Snape, impaciente otra vez. -¡Piensa! ¡Esperando dos horas, solamente dos horas, aseguré mi permanencia en Hogwarts como un espía! ¡Al permitir que Dumbledore pensara que yo volvía al lado del Señor Oscuro sólo porque me lo ordenó, he sido capaz de pasar la información sobre Dumbledore y la Orden del Fénix desde entonces! Considera esto Bellatrix: la Marca Tenebrosa había estado poniéndose más nítida durante meses. ¡Yo sabía que él estaba a punto de volver, todos los Mortífagos lo sabían! ¿Tenía mucho tiempo para pensar en qué hacer, planear mi siguiente movimiento, evitarlo como Karkaroff, verdad?
El disgusto inicial del Señor Oscuro en mi retraso desapareció completamente, les aseguro, cuando expliqué que permanecí fiel, aunque Dumbledore pensara que yo era su hombre. Sí, el Señor Oscuro siempre pensó que yo lo había abandonado, pero se equivocó.

 

-¿Pero de qué nos has servido?- se burló Bellatrix. -¿Qué información útil hemos obtenido de ti?

 

-Mi información ha sido comunicada directamente al Señor Oscuro - dijo Snape. -Si él decide no compartirla contigo…

 

-¡Él comparte todo conmigo!- dijo Bellatrix, exasperándose inmediatamente -Él me llama su más leal, su más fiel…

 

-¿Él?- dijo Snape, su voz delicadamente conjugada para sugerir su incredulidad. -¿Él? ¿Después del fiasco en el Ministerio?

 

-¡No fue mi culpa!- dijo Bellatrix, acalorada. -El Señor Oscuro, en el pasado, me ha confiado su más preciado tesoro ... si Lucius no hubiera ...

 

-¡No te atrevas!... ¡No te atrevas a culpar a mi marido!- dijo Narcissa, con una voz baja y mortal, alzando la vista hacia su hermana.

 

-No hay ninguna razón para inculpar - dijo Snape suavemente. -Lo que está hecho, hecho está.

 

-¡Pero no por ti!- dijo Bellatrix furiosamente. -¿No estabas otra vez ausente mientras el resto de nosotros corrió peligros, Snape?

 

-Mis órdenes eran permanecer detrás - dijo Snape. -¿Quizá no estás de acuerdo con el Señor Oscuro, y piensas que Dumbledore no se habría dado cuenta si yo hubiera unido fuerzas con los Mortífagos para luchar contra la Orden del Fénix? Y — me perdonarás — hablas de peligros... ¿te enfrentaste a seis adolescentes, o no?

 

-¡A ellos se les unieron, como muy bien sabes, la mitad de la Orden, después de un rato!- gruñó Bellatrix. -¿Y, mientras hablamos sobre el tema de la Orden, todavía insistes en que no puedes revelar el paradero de su cuartel central, verdad?

 

-No soy el Guardián Secreto; no puedo decir el nombre del lugar. ¿Creo que entiendes cómo funciona el encantamiento, cierto? El Señor Oscuro está satisfecho por la información que le he pasado sobre la Orden. Eso condujo, como quizás has adivinado, a la reciente captura y asesinato de Emmeline Vance, y ciertamente ayudó a eliminar a Sirius Black, aunque te doy el crédito completo de terminar con él.


Inclinó su cabeza. Su expresión, no se ablandó.

 

-Evitas mi última pregunta, Snape. Harry Potter.... podrías haberlo matado en cualquier momento en estos cinco años. No lo has hecho. ¿Por qué?

 

-¿Has hablado de este tema con el Señor Oscuro?- preguntó a Snape.

 

-Él... últimamente, nosotros... ¡Te pregunto a ti Snape!

 

-Si yo hubiera asesinado a Harry Potter, el Señor Oscuro no podía haber usado su sangre para regenerarse, haciéndolo invencible…


-¡Reclamas que previste el uso del muchacho!- se mofó ella.

 

-No lo reprocho; no tuve ni idea de sus proyectos; ya lo he admitido, imaginé al Señor Oscuro muerto. Trato simplemente de explicar por qué el Señor Oscuro está agradecido de que Harry Potter haya sobrevivido, al menos hasta hace un año...

 

-¿Pero por qué lo mantuviste vivo?

 

-¿No me has entendido? ¡Era sólo la protección de Dumbledore la que me salvaba de Azkaban! ¿Discrepas que asesinando a su estudiante favorito significaría ponerlo en mi contra? Pero había más en todo esto. Debería recordarte que cuando Potter llegó a Hogwarts por primera vez, había todavía muchas historias que circulaban sobre él, rumores acerca de que él mismo era un gran Mago Oscuro, y que era así como había sobrevivido al ataque del Señor Oscuro. Ciertamente, muchos de los seguidores del Señor Oscuro pensaron que Potter podría ser un estándar al cual seguiríamos una vez más. Fui curioso, lo admito, y después de todo no me incliné a matarlo en el momento en que puso un pie en el castillo.

 

-Por supuesto, rápidamente se hizo aparente que no tenía ningún talento extraordinario después de todo. Luchó escapando de un montón de aprietos con la simple combinación de pura suerte con más talento de parte de sus amigos. Fue un mediocre total, tan detestable y autosatisfecho como lo fue su padre con anterioridad. He hecho todo lo imposible por expulsarlo de Hogwarts, a donde creo que apenas pertenece, pero ¿matarlo, o permitir que lo maten en frente de mí? Hubiera sido un tonto al arriesgarme con Dumbledore tan cerca.

 

-Y después de todo esto, supongo que tendremos que creer que Dumbledore nunca sospechó de ti?- preguntó Bellatrix. -Él no tiene idea de tu verdadera lealtad, ¿confía en ti implícitamente?

 

-He jugado mi papel muy bien - dijo Snape. -Y pasas por alto la más grande debilidad que tiene Dumbledore: tiene que creer en la parte buena de la gente. Le conté una historia con el más profundo remordimiento cuando me uní a su grupo, justo en mis días de Mortífago, y él me recibió con los brazos abiertos. Pero, como digo, nunca me dejó estar cerca de las Artes Oscuras. Dumbledore ha sido un gran mago – oh sí, lo ha sido - (Bellatrix dio un feroz chillido) -el Señor Oscuro lo reconoce. Estoy agradecido de decir, sin embargo, que Dumbledore está envejeciendo. El duelo con el Señor Oscuro el mes pasado lo sacudió. Desde entonces, ha tenido una grave herida ya que sus reacciones son más lentas de lo que fueron alguna vez. Pero durante todos estos años, nunca a dejado de confiar en Severus Snape, y allí descansa mi gran valor hacia el Señor Oscuro.

 

Bellatrix todavía se veía un poco descontenta, como si pareciera insegura de cómo atacar mejor a Snape. Tomando ventaja de su silencio, Snape se dirigió a su hermana.

 

-Entonces... ¿veniste a pedir ayuda, Narcissa?

 

Narcissa lo miró, con cara de elocuente desesperación.

 

-Sí, Severus. Yo ... pienso que eres el único que puede ayudarme, no tengo a nadie más que me ayude. Lucius está preso y...

 

Cerró sus ojos y dos grandes lágrimas se escaparon de sus ojos.
-El Señor Oscuro me ha prohibido hablar de esto - continuó Narcissa, con sus ojos todavía cerrados. -Desea que nadie sepa del plan. Es... muy secreto. Pero ...

 

-Si te lo prohibió, no me lo debes decir - dijo Snape al instante. -La palabra del Señor Oscuro es ley.

 

Narcissa largó un grito ahogado como si Snape la hubiese bañado con agua helada. Bellatrix lo miró satisfecha por primera vez desde que entraron en la casa.
-¡Ves!- dijo ella triunfantemente a su hermana. -Hasta Snape lo dice: no debes hablar, ¡entonces quédate en silencio!

 

Pero Snape se puso de pie y se acercó a zancadas hasta la pequeña ventana, forzando su mirada entre las cortina hacia la calle desierta, luego las cerró nuevamente de un tirón. Se dio vuelta para mirar a Narcissa con el ceño fruncido.

 

-Sucede que sé del plan,- dijo en voz baja. -Soy uno de los pocos a los que el Señor Oscuro le ha contado. De todos modos, yo lo he guardado en secreto, Narcissa, debes ser prudente de no traicionar al Señor Oscuro.

 

-¡Sabía que lo deberías saber!- dijo Narcissa, respirando mejor. -Él confía en ti, Severus...

 

-¿Sabes del plan?- dijo Bellatrix, con una expresión de fugaz satisfacción reemplazado por una mirada atroz. -¿Lo sabes?

 

-Efectivamente - dijo Snape. -¿Pero qué tipo de ayuda necesitas, Narcissa? Si estás imaginando de que puedo convencer al Señor Oscuro que cambie sus planes, me temo que no hay esperanza, ninguna.

 

-Severus,- susurró ella, con lágrimas cayendo por sus pálidas mejillas. -Mi hijo ... mi único hijo...

 

-Draco debería estar orgulloso - dijo Bellatrix indiferentemente. -El Señor Oscuro le está concediendo un gran honor. Y diré esto por Draco: no se escapa de su tarea, se lo ve contento, por esta oportunidad de probarse a sí mismo, encantado ante la posibilidad.

 

Narcissa comenzó a llorar sin consuelo, mirando todo el tiempo fijamente y en forma de súplica a Snape.

 

-¡Y es porque tiene dieciséis años y no tiene idea de lo que se oculta detrás de esto! ¿Por qué, Severus? ¿Por qué mi hijo? ¡Es muy peligroso! ¡Esto es una venganza por el error de Lucius, lo sé!

 

Snape no dijo nada. Apartó su vista de la mirada llorosa de Narcissa como si fuera indecente, pero no pudo evitar tener que oírla.

 

-¿Es por eso que escogió a Draco, no?- insistió ella. -¿Para castigar a Lucius?

 

-Si Draco tiene éxito,- dijo Snape, todavía sin mirarla, -será homenajeado por encima de todos los otros.

-¡Pero no tendrá éxito!- sollozó Narcissa. -¿Cómo podrá tenerlo?, cuando el mismo Señor Oscuro no ...

 

Bellatrix ahogó un grito; Narcissa pareció haberse descontrolado.
-Solo me refiero... a que nadie ha tenido éxito aún... Severus... por favor... tú eres, tú has sido siempre, el maestro favorito de Draco... eres el viejo amigo de Lucius... te lo suplico... eres el consejero favorito en el que más confía el Señor Oscuro... ¿Hablarás con él, lo convencerás ?

 

-El Señor Oscuro no será persuadido, y no soy tan estúpido como para intentarlo - dijo Snape encogiéndose. -No puedo pretender que el Señor Oscuro no esté enojado con Lucius. Lucius estaba a cargo. Lo capturaron, con muchos otros, y fallaron al intentar recuperar la profecía. Sí, el Señor Oscuro está enojado, Narcissa, muy enojado, en efecto.

 

-¡Tengo razón, ha escogido a Draco para vengarse!- se atragantó Narcissa. -Eso no significa que tendrá éxito, ¡quiere que lo maten!

 

Como Snape no dijo nada, Narcissa pareció perder el auto-control que poseía. Poniéndose de pié, caminó tambaleándose hacia Snape y se colgó de su ropa. Se puso cara a cara con él, con lágrimas cayendo por sus mejillas, y ahogó un grito, -Puedes hacerlo. Puedes hacerlo en lugar de Draco, Severus. Vas a tener éxito, por supuesto que lo tendrás, y él te recompensará en frente de todos nosotros.

 

Snape la tomó de las muñecas y sacó sus manos. Mirando hacia abajo, a la cara cubierta de lágrimas dijo lentamente, -Él pretende que lo haga al final, supongo. Pero determinó que Draco lo haga primero. Ya ves, en el raro caso de que Draco tenga éxito, podré permanecer en Hogwarts un poco más, cumpliendo mi útil papel de espía.

 

-En otras palabras, ¡eso no significa que Draco no sea asesinado!- -El Señor oscuro está muy enojado - repitió Snape tranquilamente. -No pudo escuchar la profecía. Tú sabes, Narcissa, tan bien como yo, que él no perdona tan fácilmente.

 

Ella se desplomó a sus pies, sollozando y gimiendo en el piso.

 

-Mi único hijo... mi único hijo...-

 

-¡Deberías estar orgullosa!- dijo Bellatrix despiadadamente. -Si tuviera hijos, ¡estaría orgullosa de darlos para el servicio del Señor Oscuro!

 

Narcissa dio un pequeño grito de desesperación y jaló su larga cabellera rubia. Snape se detuvo, la tomó de los brazos, la levantó, y la condujo hasta el sofá. Luego le sirvió más vino y puso el vaso en su mano.

 

-Narcissa, es suficiente. Bebe esto. Escúchame.

 

Narcissa se quedó quieta por un momento; tomó un tembloroso sorbo de vino.

-Podría ser posible... que ayude a Draco.

 

Ella se levantó, con su cara blanca como el papel, y sus ojos enormes.

 

-Severus – oh, Severus - ¿Lo ayudarás? ¿Lo protegerás de que nadie lo lastime?

 

-Podría intentarlo.

 

Narcissa arrojó su vaso; éste se deslizó por la mesa, mientras ella se levantó del sofá y se puso de rodillas a los pies de Snape, tomó sus manos, y las besó.

 

-Si estarás allí para protegerlo... ¿Severus, me lo juras? ¿Harás la Promesa Inquebrantable?

 

-¿La Promesa Inquebrantable?

 

La expresión de Snape se tornó pálida, vacía. Bellatrix, sin embargo, dejó crepitar una risa burlona.

 

-¿Estás escuchando, Narcissa? Oh, lo intentará, estoy segura... Las palabras vacías usuales, los usuales deslices en acción... oh, por las órdenes del Señor Oscuro, ¡por supuesto!- dijo burlonamente Bellatrix.

 

Snape no miró a Bellatrix. Sus ojos negros estaban clavados en las lágrimas de los ojos azules de la mujer que le agarraba sus manos.

 

-Ciertamente, Narcissa, debo hacer la Promesa Inquebrantable - dijo Snape tranquilamente. -Quizás tu hermana consienta en ser Testigo.

 

La boca de Bellatrix se abrió. Snape se bajó por lo que quedó de rodillas frente a Narcissa. Bajo la mirada asombrada de Bellatrix, se tomaron de ambas manos.

 

-Necesitarás tu varita, Bellatrix, dijo Snape fríamente.

 

Ella la sacó, mirando todavía consternada.


-Y necesitarás moverte más cerca - dijo él.

 

Ella se paró adelante por lo que estaba por arriba de ellos, y puso la punta de su varita sobre sus dos manos unidas.

 

Narcissa habló.

 

-Severus, ¿Vas a vigilar a mi hijo, Draco, mientras está cumpliendo los deseos del Señor Oscuro?

 

-Lo haré - dijo Snape.

 

Una fina lengua de llama brillante salió de la varita y ató alrededor de sus manos una especie de cuerda roja caliente.

 

-¿Y vas a protegerlo del dolor, con tu mejor destreza?

 

-Lo haré,- dijo Snape.

 

Una segunda lengua de llamas se disparó de la varita y entrecruzó con la primera, haciendo una cuerda más brillante.

 

-Y, si necesariamente... si Draco fallase...- susurró Narcissa (la mano de Snape se movió ligeramente dentro de la de ella, pero no se separó) -¿Llevarías a cabo la acción que el Señor Oscuro le ordenó a Draco que realizara?

 

Hubo un momento de silencio. Bellatrix miró su varita sobre sus manos, con sus ojos muy abiertos.

 

-Lo haré - dijo Snape.

 

La cara pasmada de Bellatrix brilló con color rojizo ante una tercera llama, que salió disparada de la varita, y se unió con las otras, y se ligó compactadamente en las manos entrelazadas, como una cuerda, como una serpiente ardiente.


Capítulo 3: Lo Hará y No lo Hará

Harry Potter roncaba sonoramente. Había estado sentado en la silla cercana a la ventana de su habitación por casi cuatro horas mirando hacia la oscura calle, y finalmente había caído dormido con uno de los lados de su cara presionando contra el frío cristal, las gafas chuecas y la boca medio abierta. El vaho que su respiración había dejado en la ventana relucía a la luz naranja de la farola de la calle, y la luz artificial dejaba su rostro carente de color, de manera que lucía fantasmagórico debajo de su singular y rebelde cabello oscuro.

La habitación estaba desordenada con varias cosas y una buena cantidad de basura. Plumas de lechuza, corazones de manzana y envoltorios de dulces cubrían el suelo, algunos libros de encantamientos se hallaban semi abiertos y enterrados entre las sábanas de su cama, y un desorden de periódicos estaban puestos en un montón a la luz del escritorio. El encabezado de uno de ellos mostraba:

HARRY POTTER: ¿EL ELEGIDO?

Los rumores continúan volando acerca del misterioso y reciente disturbio ocurrido en el Ministerio de Magia, durante el cual El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado fue visto una vez más.

¾No estamos autorizados a hablar de esto, no me pregunten nada ¾ dijo un agitado Auror, quien se negó a dar su nombre y dejo el Ministerio la noche pasada.

Sin embargo, fuentes confiables dentro del Ministerio han confirmado que los sucesos se centraron en la Sala de Profecías.

Aunque los voceros del Ministerio hasta ahora se niegan a confirmar la existencia de dicho lugar, un gran número de la comunidad Mágica cree que los Mortífagos, quienes cumplían sus sentencias en Azkaban por ataques e intentos de saqueo, trataron de robar una profecía. La naturaleza de dicha profecía es desconocida, aunque las especulaciones dicen que concierne a Harry Potter, la única persona conocida que ha sobrevivido al Hechizo Mortal, y quien se asegura estuvo en el Ministerio la noche en cuestión. Algunos han ido más lejos como para llamar a Potter ‘El elegido’, creyendo que la profecía lo nombra como el único capaz de enfrentar a El-Que–No-Debe-Ser-Nombrado.

El contenido actual de la profecía, si existe, es desconocido, aunque... (Continúa página 2, columna 5).

Un segundo periódico se encontraba junto al primero. Éste llevaba el encabezado:

SCRIMGEOUR REEMPLAZA A FUDGE

La mayor parte de la página principal estaba ocupada por una enorme fotografía de un hombre con una melena de león, de cabellos delgados y un fiero rostro. La figura se movía… el hombre saludaba hacia el techo.

Rufus Scrimgeour, el Jefe previo de la oficina de Aurores en el Departamento de Refuerzo de la Ley Mágica, ha reemplazado a Cornelius Fudge como Ministro de Magia. El encuentro ha sido aceptado con entusiasmo por la Comunidad Mágica, a pesar de los rumores de un intercambio entre el nuevo Ministro y Albus Dumbledore, nuevamente fue reinstalado el Jefe Warlock del Wizengamot después de algunas horas de que Scrimgeour tomara posesión.

Los representantes de Scrimgeour han admitido que este tuvo un encuentro con Dumbledore luego de tomar posesión del alto cargo, pero se negaron a comentar el asunto de dicha reunión. Albus Dumbledore es conocido por... (Continúa página 3, columna 2).

A la izquierda de este periódico se encontraba otro, el cual se hallaba doblado de tal manera que mostraba una historia referente a que el Ministro garantizaba la protección a los estudiantes.

El recién elegido Ministro de Magia Rufus Scrimgeour, habló hoy de las nuevas medidas tomadas por el Ministerio para asegurar el bienestar de los estudiantes que regresarán al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería este otoño.

¾Por obvias razones, el Ministerio no entrará en detalles acerca de sus nuevos planes de seguridad ¾ dijo el Ministro, aunque una fuente confirmó que esas medidas incluyen encantamientos y hechizos defensivos, un complejo arreglo de maldiciones y un grupo reducido de Aurores dedicados única y exclusivamente a la protección del Colegio Hogwarts.

Se ha asegurado, por el nuevo Ministro, la protección de los estudiantes. Dice la Señora Augusta Longbottom. ¾ Mi nieto Neville, que incidentalmente, es un buen amigo de Harry Potter, que luchó junto a él contra los Mortífagos en el Ministerio en Junio y...

Pero el resto de esta historia se hallaba obstruida por la sombra de la gran jaula que se encontraba por encima del periódico. Dentro de ésta se encontraba una magnífica lechuza blanca. Sus ojos ambarinos recorrían la habitación imperiosos, su cabeza girando ocasionalmente para mirar a su roncador dueño. Una o dos veces hacía sonar su pico impacientemente, pero Harry se encontraba profundamente dormido como para poder escucharla.

Un gran baúl se encontraba justo a la mitad de la habitación. Su tapa estaba abierta; aún estaba casi vacío excepto por algunas prendas de ropa interior vieja, dulces, botellas de tinta vacías, y plumas rotas que cubrían el fondo. Cerca, en el piso se encontraba un folleto púrpura grabado con las palabras:

PUBLICACIÓN REALIZADA POR
El ministerio de Magia
PROTEGIENDO TU CASA Y TU FAMILIA CONTRA LAS FUERZAS OSCURAS.

La Comunidad Mágica actualmente está bajo la amenaza de una organización que se autonombra Los Mortífagos. El seguir los siguientes puntos de seguridad lo protegerán a usted, su familia y su casa de un ataque.

1. Se le recomienda no salir de su casa solo.

2. Debe tener cuidado especial durante las horas nocturnas. De ser posible, termine sus actividades antes de la puesta del sol.

3. Revise las medidas de seguridad en su casa, asegurándose que todos los miembros de su familia están dentro de alguna medida de protección como el Escudo y Encantamientos Desilusionadores, y en caso de familiares menores de edad, Apariciones en Conjunto.

4. Póngase de acuerdo sobre preguntas de seguridad con familiares cercanos y amigos para detectar algún Mortífago encubierto por medio de una Poción Multijugos. (ver página 2).

5. Si sospecha que un miembro de su familia, colega, amigo o vecino actúa de manera extraña, contacte a la Patrulla de Refuerzo de la Ley Mágica de inmediato. Quizás estén bajo el hechizo Imperius (ver página 4).

6. Si la Marca Oscura aparece sobre cualquier lugar o edificio. NO ENTRE, pero contacte a la Oficina de Aurores inmediatamente.

7. Testigos no confirmados sugieren que los Mortífagos podrían estar usando Inferi (ver página 10). Cualquier sospecha de un Inferius, o encontrarse con ellos, deben ser reportados al Ministerio INMEDIATAMENTE.

Harry se quejó en su sueño y su rostro resbaló unos milímetros haciendo que sus gafas se enchuecaran aún más, pero no despertó. Un reloj alarma, reparado por Harry varios años atrás, dejaba escuchar el segundero, mostrando un minuto para las once. Cerca de él, sostenido por la relajada mano de Harry estaba un trozo de pergamino cubierto por una escritura delgada y elegante. Harry había leído esta carta tantas veces desde su llegada tres días atrás que aunque había sido entregada en un rollo perfectamente doblado, ahora estaba completamente lisa.

Querido Harry:

Si te parece conveniente, llegaré al número cuatro de Privet Drive este viernes a las once p.m. para escoltarte a la Madriguera, donde has sido invitado a pasar lo que resta de tus vacaciones escolares.

Si estás de acuerdo, estaría encantado de tu asistencia a un encuentro que espero atender camino a la madriguera. Explicaré esto ampliamente cuando te vea.

Hazme el favor de enviarme tu respuesta con esta lechuza. Esperando verte este viernes,

Atentamente,

Albus Dumbledore

Aunque ya lo sabía de memoria, Harry se había pasado echando miradas furtivas a esta misiva cada pocos minutos desde las siete de la tarde, cuando había tomado asiento en su posición cerca de la ventana, la cual tenía una razonable vista de ambos lados de la calle Privet Drive. Sabía que no tenia sentido releer las palabras de Dumbledore; Harry había enviado su ‘sí’ con la lechuza de entrega como se le había pedido, y todo lo que le restaba era esperar, aún si Dumbledore llegaba o no.

Pero Harry no había empacado. Era demasiado bueno para ser verdad el hecho de ser rescatado de los Dursley después de algunos días en su compañía. No podía quitarse de la mente que algo estaba mal. Su respuesta a la carta de Dumbledore debió extraviarse; Dumbledore debió ser prevenido de contactarlo; la carta quizá ni siquiera proviniera de Dumbledore, sino solo fuera un truco, una broma o una trampa. Harry no habría podido soportar el hacer el equipaje y después de ser totalmente engañado tener que desempacar de nuevo. El único gesto que había tenido hacia la posibilidad de un viaje fue encerrar a su lechuza blanca Hedwig, a salvo en su jaula.

La manecilla minutera de su reloj alarma alcanzó el numero doce y en ese preciso momento, la lámpara de la calle se apagó.

Harry despertó como si la repentina oscuridad fuese una alarma. Lentamente se enderezó las gafas y despegó la mejilla del cristal, presionó la nariz contra la ventana recorriendo a lo largo y ancho el pavimento. Una figura alta envuelta en una larga y ondulante capa caminaba por el sendero del jardín.

Harry dio un brinco como si hubiese recibido un shock eléctrico, se cayó de la silla y comenzó a reunir cualquier cosa que pudiese alcanzar del piso al tiempo que lo lanzaba hacia el baúl. Así fue como algunas ropas, dos libros de encantamientos y un paquete de plumas cruzaron la habitación, en ese momento sonó el timbre. Abajo en la sala su tío Vernon gritó ¾¿Quién diablos llama a esta hora de la noche?

Harry se quedó helado con un telescopio sostenido en su mano y un par de zapatillas deportivas en la otra. Había olvidado por completo avisarle a los Dursley que Dumbledore estaba por llegar. Sintiendo al mismo tiempo pánico y unas ganas tremendas de reír, saltó sobre el baúl y alcanzó a abrir la puerta de su habitación a tiempo para escuchar una voz profunda decir ¾Buenas noches. Usted debe ser el Señor Dursley. ¿Puedo preguntar si Harry le ha dicho que vendría a recogerlo?

Harry bajo las escaleras a toda velocidad, dos escalones a la vez, llegando abruptamente al final, la experiencia le había enseñado a quedar al menos a un brazo de distancia del alcance de su tío si era posible. En la entrada se encontraba un hombre alto, delgado, con una barba larga color plata y calvo. Sus lentillas de media luna estaban sostenidas en su larga nariz y llevaba puesto una capa de viaje negra así como un sombrero puntiagudo. Vernon Dursley, cuyo bigote era tan extravagante como el abrigo de Dumbledore, y quien vestía una bata púrpura, permanecía mirando al visitante como si no pudiese creer lo que veían sus pequeños ojos.

¾A juzgar por su marcada apariencia de incredulidad, supongo que Harry no le avisó de mi llegada ¾ dijo Dumbledore tranquilamente. ¾ Sin embargo, asumamos que usted me ha invitado amablemente a entrar en su casa. No es correcto permanecer mucho tiempo en la entrada en estos tiempos difíciles. Dumbledore caminó decididamente atravesando el umbral y cerró la puerta tras de sí.

¾Ha pasado mucho tiempo desde mi última visita ¾ dijo Dumbledore, dirigiendo su desviada nariz hacia el Tío Vernon, ¾Debo decirle que su agapanthus está floreciendo.

Vernon Dursley no dijo nada en absoluto. Harry no dudaba que su tío recuperaría el habla pronto, la pulsante vena en la sien de su tío estaba alcanzando un punto peligroso, pero algo acerca de Dumbledore parecía haberle robado temporalmente la respiración. Quizá se debía al inconfundible aspecto mágico de su apariencia, pero también podía ser que incluso el Tío Vernon podía percibir que estaba frente un hombre a quien seria muy difícil insultar.

¾Ah, Buenas noches Harry ¾ dijo Dumbledore, mirándolo a través de sus lentes de media luna con una expresión de satisfacción. ¾Excelente, excelente.

Esas palabras parecieron surtir efecto en Tío Vernon. Estaba claro que por lo que a él respectaba, ningún hombre que pudiera mirar a Harry y dijese ‘excelente’ pudiese ser un hombre al cual jamás vería a la cara.

¾No quise ser descortés... ¾comenzó, en un tono que descartaba cualquier hostilidad en cada sílaba.

¾… pero tristemente la hostilidad accidental ocurre frecuentemente en nuestros días ¾ Dumbledore terminó la frase gravemente. ¾ Es mejor no decir nada al respecto, estimado hombre. Ah, ella debe ser Petunia.

La puerta de la cocina se había abierto, y allí se encontraba la tía de Harry, usando unos guantes de plástico y un mandil sobre su vestido de noche, claramente a mitad de su usual limpieza de todos los utensilios de cocina antes de ir a dormir. Su cara equina y alargada no mostraba sino shock.

¾Albus Dumbledore ¾ dijo Dumbledore, cuando Tío Vernon falló en efectuar una presentación. ¾Hemos mantenido correspondencia, por supuesto ¾. Harry pensó que era una manera curiosa de recordarle a Tía Petunia que una vez le envió un vociferador, pero Tía Petunia no parecía haber comprendido. ¾Y este debe ser su hijo, ¿Dudley?

En esos momentos Dudley cruzaba por la puerta de la sala. Su larga y rubia cabeza saliendo del cuello de su pijama lucía extremadamente innatural, su boca abierta en estupor. Dumbledore espero uno o dos segundos, aparentemente para ver si alguno de los Dursley decía algo, pero mientras esperaba, una sonrisa se formó en su boca.

¾¿Debemos asumir que me invitan a pasar a sentarme en su sala?

Dudley salto fuera del camino mientras Dumbledore pasaba a su lado. Harry quien aún sostenía el telescopio y las zapatillas deportivas, salto los últimos dos escalones y siguió a Dumbledore, quien se había acercado al sofá cerca del fuego y miraba los alrededores con una expresión de incipiente interés. Lucía extraordinariamente fuera de lugar.

¾¿No… no nos vamos Señor? ¾ preguntó Harry ansiosamente.

¾ Sí, claro, pero hay algunas cosas que debemos discutir primero¾dijo Dumbledore. ¾Y preferiría no hacerlo afuera. Abusaremos un poco más de la hospitalidad de tus tíos.

¾Oh ¿en verdad?...

¾Si ¾dijo Dumbledore simplemente.

Uso la varita tan velozmente que Harry apenas pudo verlo, con un rápido movimiento casual. El sofá zumbó hacia adelanto y golpeó las rodillas de los tres Dursley de tal manera que colapsaron en una pila encima del mueble. Otro movimiento de varita y el sofá regreso a su posición original.

-Debemos ponernos cómodos ¾dijo Dumbledore con total calma.

Mientras guardaba su varita en el bolsillo, Harry vio como su mano estaba ennegrecida y lastimada, parecía como si la carne hubiese sido quemada.

¾Señor... ¿qué le paso a su...?.

¾Después Harry, ¾ dijo Dumbledore, ¾Siéntate por favor.

Harry tomó asiento en la silla que estaba vacía, prefiriendo no mirar a los Dursley quienes parecían sumidos en silencio.

¾Hubiera asumido que me ofrecerían algún refresco ¾le dijo Dumbledore a Tío Vernon, ¾ Pero la evidencia hasta ahora sugiere que ese hecho sería optimista hasta el punto de lo hilarante.

Un tercer movimiento de varita y una empolvada botella así como cinco vasos aparecieron flotando en el aire. La botella se destapó y comenzó a verter una cantidad generosa de líquido color miel en cada uno de los vasos, los cuales salieron flotando en dirección de cada una de las personas presentes en la habitación.

¾La mejor hidromiel añejada en barricas de roble de Madame Rosmerta ¾dijo Dumbledore, levantando su vaso hacia Harry, quien a su vez tomó el suyo y se lo empinó. Jamás había probado algo semejante, pero lo disfrutó inmensamente. Los Dursley después de una rápida y asustada mirada unos a otros, trataron de ignorar sus vasos completamente, algo difícil de hacer ya que éstos daban pequeños golpecitos al lado de sus cabezas. Harry no pudo reprimir el sospechar que Dumbledore se estaba divirtiendo.

¾Y bien Harry ¾ dijo Dumbledore, volviéndose por completo hacia él -Tenemos un problema que esperamos tu puedas resolver por nosotros. Por nosotros me refiero a La Orden del Fénix. Pero antes que nada debo decirte que el testamento de Sirius fue descubierto hace una semana y te ha heredado todo lo que poseía.

Sobre el sofá, la cabeza de Tío Vernon giró, pero Harry no lo miró ni pudo pensar en nada que decir excepto, ¾Oh, bien.

¾De forma general y yendo al grano ¾ continuo Dumbledore. ¾Añadirán una considerable cantidad de oro a tu cuenta en Gringotts, y además heredaste todos los objetos personales de Sirius. En cuanto a la problemática legal...

¾¿Su padrino murió? ¾ dijo Tío Vernon a voz de cuello desde el sofá. Dumbledore y Harry voltearon a verle. El vaso de licor ahora golpeaba insistentemente a un lado de la cabeza de Vernon, mientras él intentaba quitárselo de encima, ¾¿Está muerto? ¿Su Padrino?

¾Sí ¾dijo Dumbledore. No le preguntó a Harry el porqué no les había confiado eso a los Dursley. ¾Nuestro problema ¾continuó diciéndole a Harry como si no hubieran interrumpido, ¾es que Sirius también te ha dejado Número Doce de Grimmauld Place.

¾¿Le han dejado una casa?¾ dijo el Tío Vernon sonoramente, sus pequeños ojos entrecerrados pero nadie le contestó.

¾Pueden seguir utilizándola como Cuartel General ¾dijo Harry, ¾No me importa. Pueden conservarla, yo realmente no la quiero. ¾Harry jamás querría poner un pie en Número 12 de Grimmauld Place de nuevo si podía evitarlo. Pensaba que estaría inundada por siempre por la memoria de Sirius vagando en sus húmedas y oscuras habitaciones, solo, aprisionado dentro de aquel lugar que tan desesperadamente deseaba dejar.

¾Eso es generoso ¾ dijo Dumbledore. ¾Hemos sin embargo, abandonado el edificio temporalmente.

¾¿Por qué?

-Bueno -dijo Dumbledore, ignorando los balbuceos de Tío Vernon, quien estaba en esos momentos siendo atacado en la cabeza por los persistentes vasos de licor. ¾La tradición de la familia Black decreta que la casa tiene que seguir una línea directa al siguiente heredero con el apellido ‘Black’. Sirius era el último de esta línea ya que su hermano menor Regulus falleció antes que él, y ninguno tuvo hijos. Mientras que su testamento plantea perfectamente claro que él quería que tú tuvieras la casa, aún cabe la posibilidad de que exista algún hechizo o encantamiento que se haya puesto en el lugar para asegurarse que no pueda pertenecer a nadie que no sea de sangre pura.

Una imagen vívida del escandaloso y horrible cuadro de la madre de Sirius que colgaba del recibidor de Número Doce de Grimmauld Place apareció en la mente de Harry. ¾Apuesto a que lo hay ¾dijo.

¾Exactamente ¾ respondió Dumbledore. ¾ si tal encantamiento existe, entonces lo más seguro es que el dueño de la casa se trate de alguno de los familiares vivos más cercanos, lo que resulta en su prima, Bellatrix Lestrange.

Sin darse cuenta de lo que hacía, Harry se puso de pie intempestivamente; el telescopio y las zapatillas deportivas que estaban sobre su regazo rodaron hasta el piso. Bellatrix Lestrange, la asesina de Sirius, ¿heredaría su casa?.

¾No ¾ exclamó.

¾Bueno, obviamente también nosotros preferiríamos que eso no sucediera ¾dijo Dumbledore tranquilamente. ¾La situación está llena de complicaciones. No sabemos si los encantamientos que nosotros mismos pusimos sobre la construcción, por ejemplo, haciéndola Indetectable, funcionarán ahora que los bienes han dejado de ser de Sirius. Podría suceder que Bellatrix pusiera un pie en la entrada en cualquier momento. Naturalmente tuvimos que dejar la casa hasta que clarifiquemos nuestra posición.

¾Pero, ¿como sabrá si yo puedo quedarme con ella?

¾Afortunadamente ¾ dijo Dumbledore, ¾ Hay una forma muy simple.

Colocó su vaso vació sobre una mesilla que tenia al lado de su asiento, pero antes de que pudiera hacer algo mas, Tío Vernon gritó, ¾¿Va a quitarnos estas cosas voladoras de encima?

Harry miro hacia ellos, los tres Dursley se cubrían las cabezas con ambas manos mientras los vasos bailaban incontrolables cerca de sus cráneos, su contenido saliendo disparado hacia todos lados.

¾Oh, lo siento ¾ dijo Dumbledore cortésmente, y levanto su varita de nuevo. Los tres vasos se desvanecieron. ¾Pero beberlo hubiera sido más cortés de su parte, ya saben.

Parecía como si Tío Vernon estuviera a punto de reventar con un número incalculable de palabrotas, pero simplemente se hundió en el sillón junto con Tía Petunia y Dudley quienes no decían nada, y este último mantenía sus ojos de cerdito puestos en la varita de Dumbledore.

¾Verás ¾ le dijo Dumbledore a Harry y de nuevo hablaba como si Tío Vernon no hubiera abierto la boca. ¾Si en verdad has heredado la casa, también has heredado...

Movió la varita por quinta ocasión. Hubo un sonido fuerte, como un tronido y un elfo domestico apareció, con una nariz puntiaguda, gigantes orejas de murciélago y unos ojos enormes inyectados de sangre, se retorcía en la alfombra de los Dursley y la cubría con enormes y desagradables rasguños. Tía Petunia dejo escapar un sollozo, nada tan sucio había entrado a su casa desde que tenía memoria. Dudley levantó sus enormes y descalzos pies rosados del suelo y los puso casi a la altura de su cabeza, como si pensara que la criatura subiría por sus pantalones; Tío Vernon rugió, ¾¿Qué demonios es eso?

¾Kreacher ¾terminó Dumbledore.

¾¡Kreacher no lo hará, Kreacher no lo hará, Kreacher no lo hará! ¾croaba el elfo domestico, quizá tan fuerte como Tío Vernon, azotando sus feos y aplanados pies y jalando sus orejas. ¾ Kreacher pertenece a la Señorita Bellatrix, oh si, Kreacher pertenece a los Black, Kreacher quiere a su nueva ama, Kreacher no irá con el chiquillo Potter, Kreacher no lo hará, no lo hará, no lo hará...

¾Como puedes ver Harry ¾ dijo en voz alta Dumbledore cubriendo los gritos ahogados de Kreacher, “no lo hará, no lo hará, no lo hará” -Kreacher muestra una cierta resistencia a pasar bajo tu mando.

¾No me importa ¾ dijo Harry de nuevo, mirando con enfado a ese quejoso y escandaloso elfo domestico. ¾No lo quiero.

¾No lo hará, no lo hará, no lo hará

¾¿Entonces prefieres que quede bajo la responsabilidad de Bellatrix Lestrange?, ¿teniendo en mente que ha vivido bajo el Cuartel General de la Orden del Fénix por casi un año?

¾No lo hará, no lo hará, no lo hará.

Harry miró a Dumbledore. Sabía que no podía permitir a Kreacher irse y vivir con Bellatrix Lestrange, pero la idea de conservarlo, o tener alguna responsabilidad por la criatura que hab&


Date: 2015-12-11; view: 593


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La poción de la verdad | Capítulo 4: Horace Slughorn
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